martes, 11 de julio de 2023

Las aventuras de Odisea y su perro Diógenes

 

 

Las aventuras de Odisea y su perro Diógenes

 

Quizás todo empezó cuando ella se acercó al perro y le pregunto por el principio, la clásica pregunta del arjé, le perro tomo su lámpara y le dijo: reflexiona

Ella respondió veo una capa de conciencia

Especula ordeno el perro

Asique ella cruzo esta capa como si cruzara un espejo y encontró otra capa de conciencia, especula volvió a ordenar el perro, y ella  volvió a cruzar y encontró otra capa de conciencia, especula y otra capa de conciencia, especula, y otra más, y otra más   ya la vos del perro se sentía muy lejana, entonces ella grito  “esto es infinito yo quiero el principio”

Y de pronto el ciclope Polifemo apareció preguntado: ¿Quién eres?

Ella respondió: Nada

Polifemo-¿Que me ofreces?

    Nada-Este vino

Polifemo bebió gustoso quedando ebrio, nada aprovecho y le hirió el ojo a lo que reacciono Polifemo gritando “Nada me ha herido” “Nada me ha herido” provocando la burla da sus hermanos ciclopes que no fueron ayudarlo, lo que permitió que nada escapara diciendo:

No fue nada fui yo Odisea

 

De las aventuras que tuvo en cada capa de consciencia poco sabemos, de cuanto le costó  regresar pareciera que más de una vida pero el hecho es que regreso al reencuentro con Diógenes el perro.

Odisea-¡Diógenes soy yo!

    El perro le gruño desconfiado, ¿Religión? Pregunto el perro, ella negó con la cabeza, ¡Arte! Dijo el perro mientras la olía, ella volvió a negar ¡Filosofía! Grito con todo sus desprecio el perro, ella negó de nuevo, el perro ladro con todas sus fuerzas gua gua ¡Ciencia! Odisea pensó un momento y volvió a negar, Diógenes se acercó  a ella y le orino largamente, ella tomo su orina y grito ¡Locuraaaaa!  Con lo que produjo un estallido de felicidad en el perro, lamiéndola con todo su ser    a Odisea.   

 

Así se reencontraron y así fueron felices pero tenían que ir por Pene, muchas pretendientes se peleaban por él,  y él se masturba y se masturbaba siendo fiel a Odisea.

Odisea entro al salón de las pretendientas con el único afán de desenmascararlas.

 

Primero escucho atentamente a la pretendienta religiosa la cual era muy crítica con toda religión:

Pretendienta- El engaño va más allá de la sospecha. La Rochefoucauld

 La crítica ilustrada del fenómeno religioso se concentra de una manera estratégicamente inteligente en los atributos de Dios y sólo secundariamente aborda la delicada «pregunta de la existencia». En el fondo no se trata de si «hay» Dios; lo esencial es lo que piensan los hombres que afirman que Dios existe y que quiere esto o lo otro. Consiguientemente, de lo que se trata en primer lugar es de averiguar lo que se pretende saber de Dios aparte de su existencia. Las tradiciones religiosas aportan a este respecto el material. Puesto que Dios no aparece «empíricamente», la subordinación de los atributos divinos a la experiencia humana desempeña un papel decisivo en la crítica. Bajo ninguna circunstancia la doctrina de Dios de las religiones puede obviar este acceso, a no ser que ésta opte por una teología radical de los misterios o, más consecuentemente, por la tesis mística del Dios innombrable. Esta consecuencia, correcta desde el punto de vista filosófico-religioso, ofrecería una protección suficiente ante la detectivesca pregunta que se hace la Ilustración acerca de las fantasías humanas sobre Dios que se traslucen en sus atributos. Sin embargo, con la renuncia mística, la religión no puede convertirse en institución social; vive de presentar las narraciones seguras (mitos), atributos estandarizados (nombres e imágenes), tanto como formas estereotipadas de trato con lo sagrado (rituales) en formas que constantemente se repiten. De esta manera, sólo tienen que observarse más de cerca estas presentaciones para seguir el rastro de los secretos de su fabricación. El texto bíblico suministra la prueba decisiva al crítico de la religión. En Génesis, capítulo primero, versículo 27, se dice: «Y Dios creó al hombre a su imagen; a la imagen divina El lo creó». Indudablemente, esta referencia de imagen se puede explicar al revés. A partir de ahí no hay ningún problema para saber de dónde provienen las imágenes; el hombre y su experiencia son el material del que están hechos los sueños oficiales de Dios. El ojo religioso proyecta imágenes terrenales al cielo. Una de estas proyecciones elementales -¿cómo podría ser de otra forma?- proviene del ámbito de las representaciones familia y creación. En las religiones politeístas a menudo se encuentran entrelazadas sagas familiares auténticamente frivolas y líos de procreación a cargo de divinidades, tal y como fácilmente se puede estudiar en los olimpos griego, egipcio e hindú. El que la imaginación humana haya actuado con demasiada decencia a la hora de representar plásticamente las poblaciones celestiales no lo afirma nadie. Incluso la doctrina cristiana de la Santísima Trinidad, sublime y teológicamente tan pretenciosa, no se queda libre de esas fantasías de procreación y de familia. Su refinamiento peculiar, sin embargo, hace que María quede embarazada del Espíritu Santo. La sátira ha aceptado este reto. Con ello debe evitarse la representación de que entre Padre e Hijo existe un lazo de unión fundado sexualmente. El Dios cristiano puede bien «engendrar», pero no copular; por eso, el Credo, con verdadera sutileza, dice: genitum, non factum. Muy emparentado con el pensamiento de la procreación está el pensamiento de la autoría, de la creación del mundo, que se atribuye especialmente a los dioses supremos y únicos. Aquí se mezcla la experiencia humana del producir, una experiencia que arraiga en el empirismo campesino y artesano. En su trabajo el hombre se descubrió a sí mismo modélicamente como creador o autor de un efecto nuevo, antes inexistente. Cuanto más avanzaba la mecanización del mundo, tanto más se veía desplazada la representación divina desde una visión biológica del engendrar a la de la producción. Correspondientemente, el Dios creador se fue convirtiendo paulatinamente en un fabricante del mundo, en el productor originario. La tercera proyección elemental es la de su carácter auxiliador,  quizá la más importante de entre las imaginaciones constitutivas de la vida religiosa. La mayor parte de las llamadas religiosas se dirigen a Dios como auxiliador en las necesidades de la vida y de la muerte. Pero, dado que el auxilio de Dios presupone su poder sobre las apariciones terrenales, la fantasía del auxiliador se mezcla con las experiencias humanas del vigilar, del proveer y del regir. La imagen popular de Cristo le representa como el Buen Pastor. En el proceso de la historia de la religión se han asignado a los dioses distritos de dominio y responsabilidad, bien sea en forma de soberanía sectorial sobre un elemento de la naturaleza, tales como el mar, el río, el viento, el bosque, los cereales, bien en una forma de dominio general sobre el mundo creado. Las experiencias políticas penetran evidentemente estas proyecciones. El poder de Dios está en analogía con las funciones de jefe o de rey. La religión de la sociedad feudal es la que menos encubre su proyección política de Dios, al constituirle sin ningún género de dudas como Señor feudal superior y darle, efectivamente, el título feudal de «Señor»; en inglés se dice todavía hoy My Lord. De la forma más ingenua salen a la luz el antropomorfismo y el sociomorfismo, allí donde se intentaron representaciones imaginativas de Dios. Por eso, tanto la teología como las religiones reflejas han promulgado estrictas prohibiciones de representación plástica, pues en ellas se reconoce el peligro de la cosificación. El judaismo, el Islam y también ciertas fracciones «iconoclastas» del cristianismo han practicado en este punto un distanciamiento inteligente. Ya la sátira de la Ilustración se divertía con las divinidades africanas, para las que una piel negra era igualmente tan natural como los ojos rasgados para los ídolos asiáticos. Se regodeaba con la consideración de cómo lograrían representarse los leones, camellos y pingüinos al buen Dios: ¿como león, como camello, como pingüino? Con este descubrimiento de los mecanismos proyectivos, la crítica de la religión ha puesto en manos de los movimientos de la Ilustración un arma afilada. Sin gran esfuerzo se puede demostrar que el mecanismo de proyección es siempre y en el fondo el mismo, tanto si se trata de ingenuidades sensibles, tales como los ojos rasgados y la barba blanca del abuelo, o de atributos sutiles como la personalidad, la creación del mundo, la permanencia o la omnisciencia.

Odisea-Me permite ¿Mi buena amiga racional contarle algo?

Pretendienta racional religiosa-Claro 

Odisea-Una contacto en mi red de Facebook público esto: Hernández Helen

Colaborador destacado

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Estoy preparando un discurso de oratoria sobre la película "The Truman show: La historia de una vida" desde un punto de vista filosófico en el cuál necesito diversas opiniones ¿Se han preguntado que harían si descubren que toda su vida es una mentira y que realmente son parte de un show de televisión? ¿Que opinan de la visión del mundo que nos ofrece la película? ¿Cuál es el mensaje u propósito del filme? Todos sus aportes me serviran de muchísima ayuda.

A lo que mi buen perro Diógenes respondió

El lenguaje inventa la caverna Truman show podrá verse como una víctima del sistema pero si realmente pensara donde empieza y acaba el sistema dejaría de hablar lo cual es imposible porque nuestro actuar es una actuar de signos o inventaría su propio lenguaje con el que estaría creando su propia caverna que con el tiempo sería tan horrible como las demás, la verdad es mucho más dura. Toca redeconstruir las cavernas alterándolas para que entre un poco de luz.

Obteniendo una pregunta de nuestro hermano Jared

Interesante hermano, ¿Y la última caverna es Dios? ¿O más bien nosotros hacemos la caverna con el lenguaje?    

A lo que podemos responder

Diógenes-Gua Gua

Claro mi buen perro ambas porque el fenómeno de proyección que usted encuentra en la religión  está  presente en todo el lenguaje el cual inferirá analógicamente, más la religión supera esta analogía en una univocidad mística donde la caverna cae, al contrario de otros epistemes donde se crean modelos convencionales   para hacer referencias formales y así superar la proyección analógica cuando de verdad la están convencionalizando.

Lo místico es inseparable de lo religioso más solo la religión puede destruir las cavernas que crea volviendo al silencio místico, en un símbolo corporal total donde se integran los dos mundos el del devenir y el eterno, espejo frente a espejo entrelazados.

Así que yo no estaría segura de ver en la proyección una creación simplemente humana porque el espejo nos devuelve la proyección y el hombre es a imagen y semejanza en el amor.

 

El ser humano es una ciudad de cavernas

Cada mañana se abre una nueva

 Dejando na alegría, una depresión, una ansiedad

Cierta percepción momentánea constituye un visitante inesperado

¡ Acógelos y atiéndelos a todos!

Aunque se trate de una multitud de penas 

Que arrasen violentamente

Con todas las otras cavernas

Aun así trátalos con respeto

Puede que te estén aclarando el horizonte para un nuevo deleite

A los pensamientos escabrosos, a la vergüenza a la malicia, recíbelos a todos con risas en la puerta  e invítalos a pasar.

Da gracias por quien quiera que llegue

Porque todos han sido enviados allende como guías

 Más en muy pocos se esconde el mapa del tesoro que nos lleva al pico

Donde está   la llave para salir de toda caverna.

A esta llave la llamamos cruz. 

           De cómo odisea  y su perro Diógenes vencieron a la religión

Pretendienta religiosa- Pero, en todo esto, la crítica de la religión consecuente deja intacta la cuestión de la «existencia de Dios». Es propio del tacto racional no abandonar el ámbito que se plantea mediante la pregunta: «¿Qué puedo saber?». La crítica sufrió de nuevo una recaída dogmática cuando, con afirmaciones metafísicamente negativas por su parte, saltó más allá de los límites del saber y comenzó a profesar un torpe ateísmo. Los representantes de las religiones organizadas pudieron afirmar a partir de aquí, complacidos, una aproximación de «la cosmovisión atea» a la teológica. Pues donde hay una contradicción frontal no se da ningún avance más allá de ambas posiciones. Instituciones a las que no les importa nada más que su autoconservación no necesitan nada. Junto al desenmascaramiento antropológico de la proyección de Dios, la Ilustración conoce, a partir del siglo XIX, una segunda estrategia subversiva en la que nosotros descubrimos el germen de una teoría moderna del cinismo. Esta se conoce con el nombre de teoría de la mentira piadosa. Con ella la Ilustración echa una primera mirada instrumentalista a las religiones al preguntarse a quién sirve la religión y qué función desempeña en la vida de la sociedad. La respuesta a esto -aparentemente sencilla- no ponía en aprietos a los ilustrados. Efectivamente, sólo necesitaban echar una mirada sobre mil años de política religiosa cristiana, desde Carlomagno hasta Richelieu, para leer la respuesta en las huellas sangrientas del poder religiosamente guarnecido. Todas las religiones se han edificado sobre el suelo del miedo; las tempestades, los rayos, las tormentas... son el origen de ese miedo. El hombre, que se sentía impotente frente a los acontecimientos de la naturaleza, buscaba su refugio en los seres que eran más fuertes que él mismo. Sólo posteriormente hombres ambiciosos, políticos refinados y filósosos han sabido sacar ventaja de la credulidad del pueblo. Para este fin buscaban un gran número de dioses, tan fantásticos como crueles, que no servían para ningún otro fin que el de asegurar y mantener su poder frente a los hombres. Así aparecen las diferentes formas de culto que en última instancia sólo aspiran a imprimir una clase de legalidad trascendental a un orden de sociedad existente..., el núcleo de todas las formas del culto consistía en el sacrificio que el individuo tenía que ofrecer para el bien de la comunidad... De esta manera, ya no resulta sorprendente que en el nombre de Dios:., el mayor número de hombres se vea oprimido por un pequeño grupo de gente que ha hecho del temor religioso un aliado eficaz. (Thérése Philosophe, Ein Sitíenbild aus dem IH. Jahrhundert; verfasst von dem intimen Freund Friednchs des Grossen, dem Marquis d'Argens, traducido por J. Fürstenauer, Darmstadt s. f. La atribución al autor no está clara, ya que se apoya meramente en una observación del Marqués de Sade; págs. 111-112.) Esto es una teoría instrumentalista de la religión que no admite ambages. Ciertamente, también pone la génesis de las religiones en la cuenta del desamparo human o (proyección del auxiliador). Pero esencialmente en ella está el ataque a una lógica abiertamente refleja e instrumentalista. En la cuestión sobre la función y el uso de la religión está la dinamita ideológico-crítica del futuro, el núcleo de cristalización del cinismo moderno reflexivo. Al ilustrado le resulta fácil decir para qué existe la religión: en primer lugar, para la superación de la angustia vital; en segundo lugar, para la legitimación de los ordenamientos sociales opresores. Esto significa, al mismo tiempo, la serie histórica, tal como el texto acentúa expresamente: «Sólo con posterioridad...». Los explotadores y utilizadores de la religión tienen que ser de u n calibre distinto al del pueblo creyente, llano y lleno de miedo. Correspondientemente , el texto elige sus expresiones: se trata de «hombres ambiciosos» y políticos y filósofos refinados. No se puede tomar suficientemente en serio el término «refinado». Apunta a una conciencia arreligiosa que utiliza la religión como instrumento de dominio. Ésta sólo tiene la tarea de establecer permanentemente una disposición muda al sacrificio en el interior de los subditos. El ilustrado supone que los dominadores saben esto y que lo hacen actuar con cálculo consciente a su favor. Refinamiento no significa otra cosa más que «finura en el saber del dominio». La conciencia del que detenta el poder ha brotado del autoengaño religioso; sin embargo, el engaño puede seguir trabajando a su favor.  

No cree, pero deja creer. Tiene que haber muchos tontos para que los listos sigan siendo unos pocos. Considero que esta teoría ilustrada de la religión representa la primera construcción lógica del moderno y reflexivo cinismo señorial". Sin embargo, esta teoría no se ha podido aclarar a sí misma la propia estructura y amplitud, y ha desaparecido en el curso del desarrollo teórico. En general, domina la concepción de que sólo con Marx la crítica de la ideología ha encontrado su forma válida, forma en la que los sistemas de Nietzsche y Freud, entre otros, siguieron trabajando. La opinión del manual sobre la teoría de la mentira piadosa indica que su comienzo ha sido insuficiente y con razón ha sido vencido por las formas más «maduras» de la crítica sociológica y psicológica de la conciencia. Esto es sólo en parte correcto. Se puede comprobar que ésta capta una dimensión ante la que no sólo fracasaron las críticas sociológica y psicológica, también quedaron completamente ciegas cuando ella empezó a manifestarse dentro de su propio campo: la dimensión refinada. La teoría del engaño es reflexivamente más compleja que la teoría del desenmascaramiento político-económico y que la de la psicología de las profundidades. Ambas teorías del desenmascaramiento ponen el mecanismo del desengaño tras la falsa conciencia: se engaña, se es engañado. La teoría del engaño, por otra parte, supone que se puede observar bipolarmente el mecanismo del error. No sólo se pueden sufrir engaños, también se puede utilizar éste contra los otros. Exactamente esto han tenido ante los ojos los pensadores del Rococó y de la Ilustración, no pocos de los cuales, por lo demás, se habían ocupado del antiguo quinismo (por ejemplo, Diderot, Christoph M. Wieland). Denominan esta estructura -a falta de una terminología más desarrollada- «refinamiento», que está en una alianza con la «ambición»; ambas son cualidades que en aquel tiempo fueron corrientes al saber mundano en las esferas cortesanas y urbanas. En realidad, esta teoría del engaño significa un gran descubrimiento lógico: un avance de la crítica de la ideología hacia el concepto de una ideología reflexiva. Toda la restante crítica de la ideología posee ya una inclinación notable a constituirse en patrón de «la falsa conciencia» de los otros y a considerar a éstos 73 ofuscados. La teoría del engaño, por el contrario, esboza el nivel de una critica que concede al enemigo una inteligencia, por lo menos, de igual rango. Se sitúa concienzudamente en rivalidad con la conciencia enemiga, en vez de comentarla desde arriba. Desde finales del siglo XVIII la filosofía tiene en sus manos, por ello, el comienzo del hilo hacia una crítica de la ideología multidimensional. Retratar al enemigo como a un estafador despierto y reflexivo, como a un «político» refinado, es al mismo tiempo ingenuo y refinado. De esta manera, se llega a la construcción de una conciencia refinada a través de otra que incluso lo es más. El ilustrado supera al engañador al considerar sus maniobras y exponerlas de tal manera que las desenmascara. Si el sacerdote mentiroso o el dominador son un cerebro refinado, es decir, modernos cínicos del señorío, el ilustrado es, frente a ellos, un metacínico, un irónico, un satírico. Puede consumar de una manera soberana las intrigas del engaño en la cabeza del enemigo y hacerlas estallar riendo: no querréis vendernos como si fuéramos tontos. Pero esto apenas es posible sin una cierta reflexiva situación de enzarzamiento dentro de la cual las conciencias están recíprocamente a la altura. En este clima, la Ilustración exige un entrenamiento en la desconfianza que aspira a la superación del engaño a través de la sospecha.

Diógenes ríe si es posible que un perro ría pero Diógenes es un hombre perro, que no habla como hombre sino como perro con señales subconscientes meta estructurales que solo Odisea puede interpretar hasta sus últimas consecuencias.

Odisea- El doble engaño como estrategia nos deja en el mundo de las máscaras, una máscara desenmascarando a otra    es una tarea infinita que jamás acaba y es que el engaño vera el engaño del engaño del engaño y el cínico se dará por engañado para descubrir al engañador al cual está  engañando, aun no me toca diacriticar a la pretendienta moral pero quisiera  acercarme a la moral a partir de estos comentarios.     

 

Karla Vargas

La moralidad es necesaria cuando la espiritualidad está  ausente

 

Alex Keaton

La moralidad y la espiritualidad son conceptos independientes que pueden coexistir o no en la vida de una persona. La moralidad se refiere a los principios y valores que guían nuestras acciones y decisiones, mientras que la espiritualidad se relaciona con la búsqueda de un sentido más profundo, la conexión con lo trascendental y la exploración de preguntas existenciales.

Sugerir que la moralidad es necesaria cuando la espiritualidad está ausente implica que solo las personas religiosas o espiritualmente orientadas pueden ser moralmente correctas, y esto es absolutamente falso. Hay muchas personas que se adhieren a principios morales sólidos sin tener una orientación espiritual específica. La moralidad puede basarse en una variedad de fundamentos éticos, como el utilitarismo, el deber, la justicia o el cuidado hacia los demás, que no necesariamente dependen de creencias religiosas o espirituales.

Además, la espiritualidad no es un concepto universalmente definido y puede tener diferentes significados para diferentes personas. Algunos pueden encontrar una base moral en sus creencias espirituales, mientras que otros pueden encontrarla en la filosofía, la razón o la ética secular. Por lo tanto, la presencia o ausencia de espiritualidad no debe ser considerada como un factor determinante en la moralidad de una persona.

 

 

 

A lo que yo respondo:

Toda moralidad es inconsistente sin espiritualidad pero ¿Qué es la espiritualidad? En esta ocasión tratemos de acercarnos a la espiritualidad de la manera más científica, el problema es que la ciencia empírica está  limitada por su propia metodología para investigar aquello que no es un fenómeno sino un noúmeno pero vayamos a los límites de su investigación con este video https://tv.apple.com/us/episode/misterios-del-subconsciente/umc.cmc.6ophxh25l4ckuqludqmxb1c38?l=es y aquí lo que tendremos es una meta comunicación por señales subconscientes, que nos permiten inter relacionarnos con otros más allá de los signos, que nos permiten curarnos al punto de poder activar nuestros genes, que nos permiten realizar trabajos por medio de una inspiración que los científicos logran provocar por medio de estimulación directa al cerebro lo cual es algo terrible como siempre la ciencia tratando de crear robots más lo que tenemos es un indicio de lo que llamaron los antiguos espiritualidad es decir un acto de corazón carente de contradicción diríamos ahora nosotros un acto subconsciente que nace orgánicamente, y que es lo que la biblia nos dirá Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
Y renueva un espíritu recto dentro de mí. Los sacrificios de Dios son el espíritu contrito; al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás. ¿Porqué nos dice esto la biblia? Porque el pensar consciente implica una contradicción entre esta primera intención y una segunda que obstaculizara la primera, la moralidad podría comprenderse como una tercera intencionalidad instaurada desde el deber la cual terminara reprimiéndonos y no permitiéndonos la religación espiritual al no actuar de corazón nos nos comunicamos metacomunicacionalmente es decir desde el subconsciente hay un dobles una hipocrecía que la moral jamás podrá superar, ¿Quiere decir que toda intención subconsciente es pura, buena, integra? No solo si se logra una comunión con lo divino así es sino estamos rotos adentro y nuestras primeras intenciones pueden ser dañinas ahí la moral hace su papel represor y si bien puede ser efectiva en un momento a la larga el deber sucumbirá o creara una violencia peor a la que intentaba evitar.  

 

        Detrás de las cavernas están vibrando las heridas, la religión no es una estructura de poder es la religación de unas heridas con otras eso es la espiritualidad lo cual es posible si primero nos hemos religado con Dios, más la religión como toda estructura deviene en una estructura de poder.

Mi amigo Joel Agon lo entiende muy bien

A los que dicen ¿Por qué la divinidad creo el mal? un tipo de hace más de 2000 que existió los responde.

Aristóteles: ''Es evidente, pues, que el mal no existe fuera de las cosas sensibles, porque el mal, es por naturaleza, posterior a la potencia. Entonces, en las realidad primordiales y eternas no existe ni el mal ni el error, ni tampoco nada que se pueda corromper (porque la corrupción es uno de los males)…''

(Libro IX Metafísica)

 A lo que yo respondo

 

Ahora si comprendemos a Hegel sabremos que en el devenir prima el mal.

Miremos otra vez esto de la construcción de las cavernas en el lenguaje

 

https://www.youtube.com/watch?v=P1ww1IXRfTA

 

Veamos este video de Richard Feynman en el minuto 15 el hace una clase de epistemología cuando le preguntan sobre el magnetismo y veras como en todo el video el hace analogías pero llega el punto en que no puede analogar  el magnetismo a nada conocido y solo queda el lenguaje matemático, pero esas analogías que parecen inocuas en el devenir van generando entendimientos dentro de estructuras ideológicas porque el devenir en el hombre adquiere esta formación socio cultural aun la estructura formal matemática no escapa del todo de esta estructura   de hecho es el culmine de la esta misma en su pretensión de objetividad.

En la religión también hay esta pretensión de objetividad porque toda estructura humana es en esencia religiosa y el arte la filosofía la ciencia están haciendo también religión la cual solo culmina cuanto estamos en comunión, lo que significa salir de nuestras cavernas para esta biotejidos en una espiritualidad pero si nosotros nos quedamos en la voluntad de poder y la enfrentamos con otra voluntad de poder tratando de desenmascarar solo conseguiremos otra mascara, mira a Diógenes él se entristece profundamente cuando yo estoy triste para luego pasar a animarme ¿Diremos que Diógenes es un cínico, un quínico o un verdadero hombre   al ser un perro? Él se religa a mí, ¿Entonces el camino está  en dejar toda razón de lado e ir a lo primitivo animal   que es donde encontraremos la verdadera religión? No, debemos lograr la súper consciencia Diógenes no es un perro es un hombre superconsciente que decidió explorar este leguaje meta estructural que pertenece a nuestro subconsciente pero que podemos revelarlo conscientemente, lo otro es como los científicos estimular eléctricamente el cerebro con lo que jamás obtendremos la libertad que Diógenes experimenta.

Sino porque está  prohibido el vino

Cuando el rayo de inteligencia del profeta

Cayó sobre el tonto que lo acompañaba

Este se sintió muy feliz y se volvió dicharachero.

Al poco tiempo entro en un delirio soez

Este es el problema de una generosidad  

Surgida de repente como en el vino.

 Si el bebedor es poseedor de una gran gentileza

Esto es lo que le aflorará

Cuando esté borracho.

Pero si lo que oculta es rabia y arrogancia

Eso es lo que aparecerá

Y como esto es lo que ocurre con la mayoría de la gente

Por eso el vino está  prohibido para todos.

 

Y entonces la moral y es que la sintraferencial en la meta estructura esta comunión de nuestro campo ontológico con el campo ontológico divino es el don que llamamos amor  y que Dios da gratuitamente pero que pocos tiene el valor de recibir y mucho menos cultivar y es que su fruto es una cruz.

 

Pretendienta religiosa-Dirá usted un gran pene, porque ese lenguaje meta estructural del que habla no es más que el gozo de una libido Como sociedad capitalista estamos marcados por el tropo, por la re-negación, por la ironía. A propósito de lo anterior Zizek hace una crítica a Umberto Eco sobre su obra “El nombre de la rosa”: “Lo que tendría que incomodarnos de este libro es su tesis fundamental: la fuente del totalitarismo es un vínculo dogmático con la palabra oficial: la falta de risa, de separación irónica”.[13] Completando más adelante en este mismo texto que: “Lo que perturba de El nombre de la rosa, sin embargo, es la creencia subyacente en la fuerza liberadora y antitotalitaria de la risa, de la distancia irónica. Nuestra tesis aquí es casi exactamente lo opuesto a esta premisa subyacente en la novela de Eco: en las sociedades contemporáneas, democráticas o totalitarias, esa distancia cínica, la risa, la ironía, son, por así decirlo, parte del juego”.[14] Lo vemos a diario en la risa enlatada de la TV, La TV se ríe constantemente en vez de nosotros espectadores reales, tanto que en ocasiones uno se ríe sólo como consecuencia de que la TV se rió. En el chat, en los mensajes por teléfono (la palabra escrita es importante para la tecnología) la risa siempre aparece como acompañante, un: jaja, haha, jeje… La risa está presente en nuestro discurso habitual a manera irónica y de continuidad. El sujeto cínico está al tanto de la distancia entre la máscara ideológica y la realidad social, pero pese a ello insiste en la máscara. La fórmula, como la propone  Pedrito Sloterdijk, sería entonces: “Ellos saben muy bien lo que hacen pero aun así lo hacen”. La razón cínica ya no es ingenua, sino que es una paradoja de una falsa conciencia ilustrada: uno sabe de sobra la falsedad, está muy al tanto de que hay un interés particular oculto tras una universalidad ideológica, pero aún así, no renuncia a ella.[15]  

  Vivimos en una sociedad enigmática, el síntoma nos subyace y es ahí donde buscamos el plus del goce, y será también en ese momento cuando lo imaginario cobre más fuerza, como se apuntaba en la época de la fantasmagoría: “bien sé que los fantasmas no existen, pero de todos modos”. El objeto está plagado de una entidad fantasmática que lo desprovee de su exceso negativo: La New Age y el multiculturalismo se empañan en ironizar todo (en tanto negación de la substancia), en pensar que es posible habitar el planeta sin consumir sus recursos, en pensar a la naturaleza como armonía, en tratar de asemejarnos a ese ritmo armonioso. Habría que pensar de dónde viene el petróleo, cómo se originó el universo según los físicos teóricos.

Como apunta Zizek: “love is evil”, el amor es el mal en tanto que conflicto, en tanto que continua pugna (a manera de Heráclito); la naturaleza es lo más violento que podemos percibir. No puede haber guerras sin bajas, focos para la casa que en realidad no contaminen, no puede haber un consumo excesivo sin repercutir en un mal. Nuestra contemporaneidad manejada por el comercio del producto, de la cosa, se maneja en este nivel fantasmático: El objeto desprovisto de su negatividad, de su esencia.  Hay un fantasma habitando nuestra sociedad, y aunque los fantasmas no son reales, en ocasiones funcionan como si lo fueran. Para Hamlet el fantasma de su padre era real y funcionó de marco para entender su entorno. Habría que hacer una reflexión en torno a este fantasma a partir de la realidad virtual: “Instead of talk about virtual reality we must talk about the real of the virtual” (Conferencia de Slavoj Zizek: The reality of the virtual). Ese fantasma aunque no es real, estructura nuestra vivencia cotidiana como si fuera Real. Estamos insertos en un mercado de la continua negación, como se menciona en Matrix[16]: “Welcome to the desert of the real”.

 

Vea usted, querida amiga, aquí tiene, pues, mi sermón al capítulo de la religión. No es otra cosa que el fruto de veinte años de observación y de reflexión. Siempre intenté separar la verdad de la mentira, como manda la razón; por eso creo que deberíamos llegar a la conclusión de que el placer que a nosotros nos une tan cariñosamente, mi querida amiga, es puro e inocente. ¿No garantiza la discreción con la que nos entregamos que esto no hiere ni a Dios ni a los hombres? Sin duda, sin esta discreción tales placeres podrían originar un escándalo maligno... Finalmente, nuestro ejemplo sería apropiado para confundir a jóvenes almas desprevenidas e inducirlas a la negligencia en los deberes que tienen frente a la sociedad... -Pero -objetó Madame muy acertadamente-, en mi opinión, si nuestros placeres son tan inocentes como yo quiero con gusto creer, ¿por qué no deberíamos entonces confiarlos a todo el mundo? ¿Qué mal puede entrañar entonces el que nosotros hagamos partícipes a nuestros semejantes de los frutos del placer? ¿No me ha dicho usted continuamente que no puede darse mayor felicidad humana que la de hacer feliz a los otros...? -Efectivamente, mi querida amiga, eso he dicho -añadió el Abbé-. Pero esto no significa que nosotros debamos descubrir a la plebe tales secretos. ¿No sabe usted que la sensibilidad de esta gente es lo suficientemente grosera como para abusar de esto que a nosotros nos parece sagrado? No se la puede considerar como personas capaces de pensar razonablemente... De diez mil personas apenas hay veinte que puedan pensar lógicamente... Éste es el motivo por el que nosotros tenemos que proceder cuidadosamente con nuestras experiencias Toda prepotencia, una vez que se ha puesto a hablar, no puede por menos que irse de la lengua, pero tan pronto ha asegurado la discreción, entonces puede ser increíblemente sincera. Aquí, por boca del Abbé, llega a una confesión verdaderamente clarividente en la que suena ya una buena parte de la teoría de la cultura de Freud y de Reich. Pero el privilegiado ilustrado también sabe exactamente lo que pasaría si todos pensaran como él. Por ello, el despierto saber de las cabezas dominantes pretende ponerse unos límites discretos; pues prevé un caos social si de la noche a la mañana las ideologías, los temores religiosos y acomodaciones desaparecieran de las cabezas de muchos. Estando él mismo desilusionado reconoce la absoluta necesidad funcional de la ilusión para el statu quo social. De este modo trabaja la Ilustración en las cabezas que han reconocido el surgimiento del poder. Su precaución y discreción es perfectamente realista, pues encierra una sobriedad impresionante, una sobriedad en la que reconoce que «los frutos dorados del placer» prosperan sólo en el statu quo que pone en el regazo de unos pocos las oportunidades de individualidad, sexualidad y lujo. No sin referencia a tales secretos de un poder podrido, era como Talleyrand decía que la dulzura de la vida sólo la había conocido aquel que había vivido antes de la Revolución. ¿Quizá signifique algo el que sea la voluptuosa y aplicada dama la que candorosamente (?) exija para todos los dulces frutos del placer y aluda a la felicidad de compartir, mientras que el realista Abbé se aferra al secreto, a la discreción en tanto que la «plebe» no esté madura para compartirlos? Por boca de la dama resuena, quizá, la voz de lo femenino, del principio democrático, de la generosidad erótica: una Madame Sans-Géne de la política. No puede comprender que el placer es escaso en el mundo y por qué aquello que tan frecuentemente se da se tiene que buscar indirectamente. Al principio de su Wintermárchen, Heinrich Heine ha apelado a este argumento de la generosidad. Puso la «antigua canción de la resignación», que los dominadores dejaban cantar a la plebe estúpida, en su lugar dentro del sistema de la opresió n. Conozco la melodía, conozco el texto. Conozco también a los señores autoras. Sé que en secreto beben vino y en público predican el agua. Aquí están reunidos los motivos: la «crítica cLel texto», el argumento ad hominem, la refinada superación del refinamiento; lo que queda más allá de esto es el cambio entusiasta d-el programa elitistamente cínico-señorial hacia la chanson popular. Aquí abajo crece pan suficiente para todo hijo de hombre. Y no son menos las rosas y los mirto.s, la belleza, el placer y los guisantes. ¡Sí, guisantes para cualquiera tan pronto las vainas revienten! Dejemos el cielo para los ángeles y los gorriones. En el universalismo poético de Heine aparece la respuesta adecuada de la Ilustración clásica al cristianismo: ellla toma el saber por la palabra en vez de dejarlo a las ambigüedades de la fe. La Ilustración sorprende a la religión al tomarla, en lo refferente al ethos, más en serio de lo que ella hace consigo misma. Po:r eso, las consignas de la Revolución francesa al comienzo de la mocdernidad fulgen como la más cristiana supresión del cristianismo. Lo insuperablemente razonable y lo adecuadamente humano en las grandes religiones es lo que hace que éstas, de sus núcleos renascibles, avancen sin pausa. Y tan pronto notan esto, todas las formas de la crítica de la supresión se ven obligadas a la circunspección frente a los fenómenos religiosos. Las psicologías profundas pusieron en claro que no sólo en las representaciones desiderativas de tipo religioso está actuando la ilusión, sino también en el «no» a las religiones./La religión podría clasificarse entre aquellas «ilusiones» que tierten un futuro junto a la Ilustración, ya que ninguna mera crítica negativa y ningún desengaño les hace justicia. Quizá sea la religión realmente una «psicosis ontológica» incurable (Ricceur), y las furias de la crítica de la eliminación tienen que estar hartas del eterno retorno a lo eliminado.

 

   Odisea-Así que se sabe bien una racionalidad religiosa como toda religiosidad

Pretendienta religiosa-Y como toda religiosidad la mía es la del goce, la que revelo Osho a la plebe, ese goce sexual que esconde toda cruz y que tu perro sabe bien, por eso todas mis entrañas desean a pene y nada ni nadie podría evitar nuestro encuentro.

Odisea-Excepto tu misma al no abrirte al goce divino, como u plus más allá  de todo plus   donde la mercancía desaparece y solo queda el espíritu, pero para esto tu dolor tendría que ser tan profundo como el dolor divino ven y mira Odisea camino   con Diógenes y por donde andaban crecían flores, los demás pretendientas botaban a Odisea diciéndole que donde pisaba era sagrado , Odisea se iba a otro lado y volvían a aparecer flores eso una y otra vez fue entonces cuando la pretendienta religiosa se acercó y se humillo ante Odisea y su perro este le orino pero ella no fue capaz de tomar de su orín, Odisea le toco su corazón pero ella no fue capaz  de soportar tal dolor.     

 

      



lunes, 3 de julio de 2023

Diacrítica de la locura a la razón cínica

 


Diacrítica de la locura a la razón cínica

Si tomas en serio a un loco es como dispararte una bala en la cabeza haciendo volar tus sesos, bueno llego el tiempo de tomar a los locos en serio.

 Introducción

 Diacrítica de la locura  a la razón cínica

Primera parte la razón analiza la locura juega:

 

 L a locura: Alba del espíritu  

¡Rompe  el tambor y no temas; la barragana te matara! En esto consiste toda la Vida. Tal es el más profundo sinsentido de los libros.

 Doctrina El gran defecto de las cabezas filosóficas  consiste en que no tienen ningún  sexto sentido, felizmente la filosofía se basa en el corazón.

https://vimeo.com/210613509  

 La filosofía ha muerto, los sofistas del poder la mataron pero resucitara  dando por  cumplida su misión. Que sigan simulando agonía los cínicos hoy aun detentan el poder pero son muchos los que ya se hartaron  de sus risas. Allí donde  pereció convirtiéndose en una mera administración de pensamientos, se arrastran en una simulación  agoníca brillante en la que se les va ocurriendo todo aquello que la filosofía no dijo a lo largo de su vida. En vista de s su muerte   quieren  ser honrados y entregar lo que no tiene el último secreto del amor por la sabiduría. Ellos admite haciéndose pasar por ella: los grandes temas no fueron sino huidas y verdades a medias. Todos estos vuelos de altura vanamente bellos –Dios, universo, teoría, praxis, sujeto, objeto, cuerpo, espíritu, sentido, la nada– no son nada. Sólo son sustantivos para gente joven, para marginados, clérigos, sociólogos. «Palabras, palabras... sustantivos. Sólo necesitan abrir las alas y milenios caen de su vuelo» (Gottfried Benn, Epilog und lyrisches Ich). Esta última filosofía, dispuesta a confesar, no es filosofía sino el ansia de poder que se devela a sí mismo,  tratando semejantes temas en la rúbrica histórica... junto con los pecados de juventud que el amor jamás tendrá porque este siempre será perdonado. Más el tiempo de los estafadores se está   agotando. Ellos dicen  en nuestro pensamiento no queda ni una chispa más del impulso de los conceptos y de los éxtasis del comprender. Pero es que no nunca saborearon la eternidad por esto mismo ellos jamás comprendieron la filosofía, cada concepto tenía que ser destruido, la pregunta tiene la respuesta que es otra pregunta y entonces te callas te dejas amar por Dios para que otros sigan preguntando, conceptualizando, pero aquel iluso que creyó  en sus conceptos no tuvo el amor suficiente como para destruirlos quien ama a padre y a madre o a hijos más que a mí  no es digno de mí.    Nosotros somos pos ilustrados dicen, estamos apáticos, ya no  hablamos  de un amor a la sabiduría, que bueno por fin se callan, los filósofos no hablan del amor a la sabiduría , ellos experimentan ese amor . Ya no hay ningún saber del que se pueda ser amigo (philos) repiten pero ¿De qué  saber era amigo el filósofo? Solo de uno del saber  que realmente no  sabemos.

 Cínicos- Ante lo que sabemos no se nos ocurre amarlo, sino que nos preguntamos cómo nos acomodaremos a vivir con ello sin convertirnos en estatuas de piedra.

Locura -Bien carajo sofistas todos únanse porque en sus entrañas empieza a crecer aquello que ustedes asesinaron, no se trata de amar lo que saben, sino de amar a la sabiduría y a ella mis estúpidos amigos nadie la ha saboreado aun.      

Cínicos- Lo que aquí proponemos, bajo un título que alude a una gran tradición, es una meditación sobre la máxima «saber es poder»; precisamente la que en el siglo XIX se convirtió en el sepulturero de la filosofía. Ella resume la filosofía y es, al mismo tiempo, la primera confesión con la que empieza su agonía centenaria. Con ella termina la tradición de un saber que, como su nombre indica, era teoría erótica: amor a la verdad y verdad del amor.

Locura-Creer saber es perderse en el ansia de poder y es el ansia de poder  es lo que construye un saber que realmente no quiere saber que no sabe, Así que enterraron un cadáver fue cuando la ciencia se creyó  su propio conocimiento, que se asesinó  a la filosofía, ahora ustedes que asesinan a la ciencia develándola como un constructo del poder piensan que han terminado con la tradición erótica del saber, pero mis amados alguien preguntara de donde viene el dato y solo amando caminara el mismo camino de Sócrates que llevara a la intuición Platónica, solo que ya no se intentara explicar por medio de la razón la eternidad arquetípica sino que se producirá el apocalipsis, los ángeles heridos locos como Quijotes no dejaran piedra sobre piedra.              

 Del cadáver de la filosofía surgiera un amor tan radical, en el siglo XXI, que solo quedara lo absoluto –sin forma de ciencia, ni de  política, ni  de teoría, ni  de las luchas de clases,  ni de tecnocracia, ni siquiera de  vitalismo–  todas estas  formas, e armadas hasta los dientes lucharan repitiendo. «Saber es poder-saber es poder.»  Y en su locura perecerán.

 Su gran pecado  politizar el pensamiento. Quien pronuncia esta máxima dice por una parte la verdad. Pero al pronunciarla quiere asesinar  la verdad: penetrando en el juego del poder. En la época en que Nietzsche empezaba a sacar a la luz, de debajo de cada voluntad de saber, una voluntad de poder, la antigua socialdemocracia alemana llamaba a sus miembros a participar en la competencia por el poder que es saber. Allí donde las opiniones de Nietzsche querían ser «peligrosas», frías y sin ilusión, la socialdemocracia se manifestaba pragmática y mostraba una afición formativa de cuño Biedermeier1. Ambos hablaban de poder: Nietzsche, al socavar vitalistamente el idealismo burgués; los socialdemócratas, al intentar obtener una conexión, a través de la «formación», con las posibilidades de poder de la burguesía. Nietzsche enseñaba un realismo que tenía que facilitar a las futuras generaciones de burgueses y pequeño‑burgueses la despedida de las patrañas idealistas que impedían la voluntad de poder; la socialdemocracia intentaba participar en un idealismo que hasta entonces había portado en sí mismo las esperanzas del poder. En Nietzsche, la burguesía podía ya estudiar los refinamientos y las inteligentes rudezas de una voluntad de poder carente de ideal, cuando el movimiento de trabajadores miraba todavía de reojo a un idealismo que se adecuaba mejor a su todavía ingenua voluntad de poder.  Hacia 1900, el ala radical de la izquierda había alcanzado el cinismo señorial de la derecha. La competición entre la conciencia cínicamente defensiva de los antiguos detentadores del poder y la utópicamente ofensiva de los nuevos creó el drama político-moral del siglo XX. En la carrera por la conciencia más dura de los duros hechos, Satán y Belcebú se impartían lecciones el uno al otro. Y de esta competencia de las conciencias surgió esa penumbra característica del siempre viejo  presente: el acecho mutuo de las ideologías, la asimilación de los contrarios, la modernización del engaño; en pocas palabras, esa situación que envió a los sofistas  al vacío donde siempre había habitado el filósofo solo que con esperanza, ¿Esperanza en qué? ¿En qué  sus conceptos atrapara él ser? ¿Es el filósofo un cazador de mariposas? No hermanos el filósofo es un contemplador de ellas gozando no solo con su vida y su trasmutación que profetiza toda resurrección sino gozando también con su muerte   . Ustedes   perciben una segunda actualidad de Nietzsche, una vez que la primera ola nietzscheana, la fascista, se ha calmado. De nuevo según ustedes  queda de manifiesto cómo la civilización occidental ha desgastado su atuendo cristiano. Después de decenios de reconstrucción y de uno de utopías y «alternativas» es como si se hubiera perdido de repente un impulso naïf. Se temen catástrofes, los nuevos valores, al igual que los analgésicos, experimentan una fuerte demanda. Con todo, la época es cínica y sabe que los nuevos valores tienen las piernas cortas. Interés, proximidad al ciudadano, aseguramiento de la paz, calidad de vida, conciencia de responsabilidad, conciencia ecologista... Algo no marcha bien. Se puede esperar. En el fondo, el cinismo espero agazapado a que pase esta ola de charlatanería y las cosas inicien su curso. Nuestra posmodernidad, carente de impulso, sabe, efectivamente, «pensar de manera histórica», pero hace tiempo que duda de vivir en una historia coherente. «No hay necesidad de Historia Universal.» El eterno retorno de lo idéntico, el pensamiento más subversivo de Nietzsche –desde un punto de vista cosmológico ya sostenible, como desde un punto de vista morfológico‑cultural fuera fecundo– se encuentro con un nuevo avance de motivos cínicos que ya se habían desarrollado primeramente en la época imperial romana y, posteriormente, también en el Renacimiento, hasta convertirse en vida consciente. Lo idéntico son los aldabonazos de una vida orientada al placer que ha aprendido a contar con los acontecimientos. Estar dispuesto a todo los hace invulnerablemente listos. Vivir a pesar de la historia, reducción existencial; proceso de integración en la sociedad «como si»; ironía contra política; desconfianza frente a los «bocetos». Una cultura neopagana que no cree en una vida después de la muerte tiene consiguientemente que buscarla antes de ésta. La decisiva autodesignación de Nietzsche, a menudo pasada por alto, es la de «cínico». Con ello, él se convirtió, junto con Marx, en el pensador más influyente del siglo. En el «cinismo» de Nietzsche se presenta una relación modificada al acto de «decir la verdad»: es una relación de estrategia y de táctica, de sospecha y de desinhibición, de pragmatismo e instrumentalismo, todo ello en la maniobra de un yo político que piensa en primer y último término en sí mismo, que interiormente transige y exteriormente se acoraza. El fuerte impulso antirracionalista en los países de Occidente reacciono frente a un estado espiritual en el que todo pensamiento se ha hecho estrategia; él testimonia una náusea frente a cierta forma de autoconservación. Es un sensible encogerse de hombros ante el gélido hálito de una realidad en la que saber es poder y poder saber.

Pero ese segundo ciclo de Nietzsche ha acabado, nosotros los locos iniciamos una tercera cibernética en donde como última mariposa resucita un tercer Zaratustra, este ya no habla es simple y pura intuición para entrar en ella tuvo que hacer que la locura entra en la razón y la razón en la locura, al asesinarse una a la otra en una guerra de imaginarios solo quedo:

Agua de manantial

¿Qué había en la luz de esa vela?

Que me ha abierto y consumido con tal celeridad   

¡Regresa amigo mío!

La forma de tu amor no es una forma creada 

Nada me puede ayudar excepto esta belleza

Hubo un alba recuerdo,

En que mi alma escucho algo de tu alma

Bebí  agua de tu manantial y me sentí poseído por la corriente.

Así yo no es escribo libros ni  pienso en lectores,  mis palabras hacen la guerra y cualquiera que se acerque a mi debe ser destruido; si piensan que mis palabras tienen algo que  decirles, no son entonces mis palabras sino su razón a la que aún escuchan así que no se acercaron solo vinieron con su codicia a intentar saquearme cuando al final solo se roban a sí mismos. La antigua socialdemocracia había anunciado el lema «saber es poder» como una receta prácticamente racional. Y en ello no se lo pensó mucho. Se consideraba que había que aprender algo adecuado para, posteriormente, tenerlo más fácil. Una confianza pequeño‑burguesa en la escuela era la que había dictado la frase. Esta confianza está hoy día en descomposición. Solamente entre nuestros jóvenes y cínicos estudiantes de medicina hay una línea nítida que lleva de la carrera al standard de vida. Casi todos los restantes viven con el riesgo de aprender para el vacío. Quien no busque el poder, tampoco querrá su saber, su equipamiento sapiencial, y quien rechaza a ambos ya no es, en secreto, ciudadano de esta civilización. Son numerosos los que ya no están dispuestos a creer que habría que «aprender algo» primeramente para, después, tenerlo un poco más fácil. En ellos, creo, crece una intuición de aquello que en el antiguo quinismo era certeza: el que primeramente hay que tenerlo más fácil para poder aprender algo racional. El proceso de integración en la sociedad a través de la escolarización, tal y como sucede en nuestro país, es un embobamiento a priori tras el cual el aprender ya no tiene ninguna oportunidad más de que las cosas vuelvan a ser mejores alguna vez. La reversión de la relación de vida y aprendizaje está en el aire, es decir, el fin de la confianza en la educación, el fin de la escolástica europea. Esto es lo que les aterra en igual medida tanto a conservadores como a pragmáticos, tanto a voyeurs de la decadencia como a bienintencionados. ¡En el fondo, ningún hombre cree que el aprender de hoy solucione «problemas de mañana»; más bien, es casi seguro que los provoca.'' ¿Por qué, pues, una DiaCrítica de la locura a la razón cínica} ¿Qué disculpa puedo buscar yo ante el reproche de redeconstruir un grueso libro para convertirlo en una guerra de imaginarios  en unos tiempos en los que libros no tan voluminosos se sienten ya como una arrogancia? ¿Distingamos como se debe entre ocasión, razón y motivo. La ocasión?: Pedrito más conocido por ustedes como Peter Sloterdijk   decía al escribir su grueso libro: Este  año se cumplen los doscientos de la aparición de la Crítica de la Razón pura de Immanuel Kant. Un dato de trascendencia histórica, sin duda. Rara vez ha podido tener lugar un centenario que haya transcurrido tan áridamente como éste. Es una celebración sobria en la que los eruditos no salen del gremio. Seiscientos investigadores de Kant reunidos en Maguncia no es, por supuesto, ninguna sesión de carnaval, aunque, en todo caso, produce una infinita serpentina. De todas maneras, sería útil una fantasía: suponer qué pasaría si el celebrado apareciera personalmente entre los contemporáneos... ¿No son tristes las fiestas en las que los invitados esperan en secreto que el festejado se halle impedido porque aquellos que apelan a él se sentirían avergonzados en su presencia? ¿Cómo nos sentiríamos nosotros ante la mirada penetrantemente humana del filósofo? ¿Quién se atrevería a conceder a Kant una mirada perspectiva sobre la historia a partir del año 1795, año en el que el filósofo publicó su escrito La paz perpetua} ¿Quién tendría los nervios suficientes para informarle sobre el estado de la Ilustración, que él definía como la salida del hombre de su «minoría de edad autoculpable»?

¿Quién sería lo suficientemente frivolo para explicarle las tesis marxianas sobre Feuerbach? Fácilmente, imagino, el bello humor de Kant nos ayudaría a salir de nuestra estupefacción. Pues, efectivamente, él fue un hombre del tardío siglo XVIII, en el que ni siquiera los racionalistas eran tan estirados como muchos de hoy día que se hacen pasar por informales. •  Apenas ha habido nadie que, ocupándose de Kant, no haya tratado el enigma de su fisonomía. Con el principio romano de mens sana in corpore sano no se comprende su apariencia. Si es cierto que el «espíritu» se busca el cuerpo correspondiente, entonces, en el caso de Kant, ha tenido que ser un espíritu que encontraba su placer en las ironías fisonómicas y las paradojas psicosomáticas, un espíritu que en un pequeño cuerpo seco ha escondido una gran alma; bajo la encorvada espalda, un andar erguido, y en un ánimo hipocondríacamente violentado, un humor social y suavemente cordial como para tomar el pelo a los posteriores adoradores de lo vital y de lo atlético. El enigma fisonómico de Kant apenas se resolverá en su persona, más bien en su postura dentro de la historia del espíritu y de la reflexión. La época de la Ilustración hace avanzar la dialéctica de entendimiento y sensibilidad hasta el desgarro. A lo largo de la obra de Kant está presente la huella de semejantes tensiones. En el idioma de sus obras más importantes aparece la violencia que añade -por primera vez en una cabeza alemana- el proceso del pensar lo sensible. El que un poeta como Gottfried Benn, él mismo marcado por el espíritu del siglo de las ciencias naturales, pudiera contraatacar a semejante violencia, descalificando al filósofo como «violador del espíritu», muestra a las claras cómo el cinismo moderno, frente a la grandeza de antaño, es un suelo de resonancia de clarividencias concluyentes, de un conocimiento que tiende a la relación notoriamente quebrada de entendimiento y sensibilidad. Robert Musil, sin lugar a dudas un garante de la racionalidad incluso más allá de los límites en los que ésta se siente segura, ha captado la vivencia de una lectura de Kant en un asombroso capítulo de ¡Las tribulaciones del estudiante Tórless Efectivamente, aquella misma mañana, Tórless se había comprado un ejemplar de la obra en la edición de Reclam que había visto en casa de su profesor y aprovechó el primer recreo para comenzar con su lectura. Pero con tanta nota a pie de página y con tantos paréntesis no entendía ni una palabra, y por más que se esforzase en seguir minuciosamente con la vista cada una de las oraciones, tenía la sensación de que una vieja mano huesuda le sacaba, con movimientos de tomillo, el cerebro de la cabeza. Cuando al cabo de media hora dejó, totalmente agotado, la lectura, se percató de que sólo había llegado a la página segunda y de que el sudor le corría por la frente. Pero, a pesar de todo, apretó los dientes y consiguió leer una página más hasta que terminó el recreo. Por la tarde ni siquiera se atrevía a acercarse al libro. ¿Miedo? ¿Repugnancia?... No sabría decirlo exactamente. Sólo una cosa tenía clara, una cosa que le atormentaba hasta abrasarle: que el profesor, aquel hombre que aparentaba tan poca cosa, tenía totalmente abierto el libro en su habitación, como si éste constituyera para él un pasatiempo cotidiano. La suave empiria de este boceto despierta la comprensión de dos cosas distintas: la fascinación del libro y el dolor que éste acarrea a jóvenes lectores de naturaleza sensible. ¿Acaso un contacto desprevenido con lo kantiano, es más, con el pensamiento filosófico n o entraña el riesgo de exponer la joven conciencia a una senilización violenta y repentina? ¿Qué elementos de la juvenil voluntad del saber quedan integrados en una filosofía que marea con sus óseos atornillamientos? Aquello que nosotros precisamente queremos saber ¿se ha encontrado en el extremo superior del tornillo? ¿No estaremos quizá nosotros mismos tan retorcidos en la cabeza del tornillo que nos sintamos satisfechos con aquello que precisamente creemos saber? ¿Y qué puede significar el que hombre s a los que el pensamiento kantiano les sirve como «pasatiempo cotidiano» parezcan «tan poca cosa»?, ¿significa esto que la filosofía ya ha cesado de marcar huellas en la vida y que la realidad es una cosa y la filosofía otra, desesperadamente distinta? De la observación del estilo de los filósofos componemos cuadros fisonómicos en los que la razón ha ocultado aspectos de su

propia esencia. «Ser racional» significa situarse en una peculiar relación, difícilmente feliz, con lo sensible. El «sé inteligente», traducido a la práctica, significa «no te fíes de tus impulsos, no obedezcas a tu cuerpo, aprende a dominarte»... comenzando por la propia sensibilidad. Sin embargo, entendimiento y sensibilidad son inseparables. La violenta exudación de Tórless tras la lectura de dos hojas de la Crítica de la Razón pura encierra tanta verdad como todo el kantismo entero. La mutua operatividad entendida de physisy logos es filosofía y no lo que se dice. En un futuro próximo sólo un fisonomista podrá ser un filósofo que no miente. El pensamiento fisonómico ofrece una oportunidad para evadirse de ese ámbito de cabezas divididas y, por consiguiente, perversas. Proponer una nueva crítica de la razón significa también pensar en una fisonomía filosófica; esto no es, como en el caso de Adorno, «teoría estética», sino teoría de la conciencia con pelos y señales (y también dientes). No hay ningún motivo para un escrito jubilar, tal y como están las cosas; más bien lo habría para un jubileo literario que, con esta ocasión y por simpatía con el autor, llegue por lo menos a un cuadernillo. «No quiero hablar de cómo están las cosas. Quiero mostrarte cómo surge la cuestión» (Erich Kástner).

Pues bien yo no tengo un porque, sabiendo que todo acto es el acto creativo de Dios yo simplemente lo dejo ser comprendiendo que la única fisonomía  que me importa es la divina podrían comprenderse mis palabras como una gran lluvia dorada, es decir que Dios orina en la cara de Kant  y de Pedrito, pero soy yo el único ya que estoy loco,  me atrevo a saborear.

¿Qué sabor tiene el manantial ureo de Dios? La razón dirá  que eso no le importa y siendo cínica sabrá que detrás de toda pichi divina hay una estrategia de poder así que ni siquiera se hará  la pregunta, ¿Creyeron que detrás de sus pantallas ya no les llegaría el sabor a sangre humana?

Ningún cinismo puede contra la vida

Así decía Chejov y el cínico se pregunta porque

Pero pensemos realmente la crítica de la razón pura de Kant

¿Puede la razón criticarse a sí misma es decir encontrar su fundamento y  establecer su límite?

No es eso cinismo puro

Es claro la crítica no es una destrucción sino una construcción de hegemonía así la crítica de la razón cínica es otra construcción Hegemónica, la razón dice una y otra vez soy Dios y estos son mis fundamentos y mis limites a lo que la locura responde no soy Dios estoy loco y entonces se produce la diacrítica.

¿Qué servicios puede prestarnos  una crítica? ¿Qué pretende en una época tan cansada de teoría? Escuchemos la respuesta de Walter Benjamín: Locos los que se lamentan de la decadencia de la crítica. Pues su hora ya hace tiempo que ha pasado. La crítica es una cuestión de distancia correcta. Ella se encuentra a gusto en un mundo en el que todo depende de las perspectivas y los decorados y en el que es todavía posible adoptar un punto de vista. Mientras tanto las cosas se han acercado cáusticamente a la sociedad humana. La «ingenuidad» de «la mirada libre» es mentira, cuando no expresión totalmente naifáe una incompetencia declarada... En un sistema que se siente a sí mismo como un híbrido de prisión y de caos, no habrá ningún punto de vista descriptivo, ninguna perspectiva central de crítica ineludible. En un mundo que ha estallado en infinidad de perspectivas, las «grandes miradas» corresponden de hecho y por entero más a los   ánimos discretos que a los ilustrados, educados por lo dado. Ninguna Ilustración tiene lugar sin que produzca el efecto de destruir el pensamiento del punto de vista y disolver las morales perspectivas convencionales; desde un punto de vista psicológico esto está en relación de dependencia con la dispersión del Yo y, desde un punto de vista literario y filosófico, con la decadencia de la crítica. Sin embargo, ¿cómo se explica la contradicción de que el más importante renacimiento de la crítica del siglo XX vaya unido al nombre de Walter Benjamín, quien, por una parte, expresó de una manera contundente que la hora de la crítica había pasado y, por otra, participó con sugerencias inabarcablemente amplias en la escuela de la Teoría Crítica? Es imposible, dice, adoptar un «punto de vista», ya que las cosas se nos han acercado hasta tocarnos. Pero a partir del punto de vista, todavía por determinar más concretamente, de la carencia de punto de vista, la crítica ha hecho progresos impresionantes. ¿De qué habla? ¿Con qué perspectiva? ¿En nombre de quién? Creo que la Teoría Crítica ha encontrado un Yo provisional de la crítica y un «punto de situación» que le proporciona perspectivas sobre una crítica realmente incisiva; un punto de situación con el que no cuenta la teoría del conocimiento tradicional. Yo quisiera denominarlo el apriori del dolor. No es la base de una crítica elevada y distanciada que llega a grandes perspectivas generales, sino una actitud del más extremo acercamiento: microblogía. Si las cosas se nos han acercado tanto hasta llegar a quemarnos, tendrá que surgir una crítica que exprese esa quemadura. No es tanto un asunto de distancia correcta cuanto de proximidad correcta. El éxito de la palabra «implicación» crece sobre este suelo; es la semilla de la Teoría Crítica que hoy surge bajo nuevas formas, incluso entre gentes que apenas han oído hablar de ella. A los «implicados»: ¿No sería interesante comprobar dónde encuentran ellos su modelo crítico? Por lo demás, en el manierismo del «estar implicado» aparecen de nuevo las carencias de la fuente olvidada. Dado que la soberanía de las cabezas siempre resulta falsa, la nueva crítica se apresta a descender desde la cabeza por todo el cuerpo. La Ilustración quiere ir de arriba abajo... tanto desde un punto de vista de política formativa como desde un punto de vista psicosomático. Descubrir el cuerpo viviente como sensor cósmico significa asegurar al conocimiento filosófico del cosmos una base realista. Esto era lo que la Teoría Crítica había empezado a hacer de una manera titubeante, a menudo esteticistamente cifrada y oculta en toda especie de complicaciones. La Teoría Crítica descansaba en el supuesto de que en el «dolor cósmico» tomamos conciencia a priori de este mundo. Lo que nosotros percibimos de él se ordena en un sistema psicosomático de coordenadas de dolor y placer. La crítica es todavía posible en la medida en que el dolor nos diga qué «es verdadero» y qué «es falso». Y en ello la Teoría Crítica sigue haciendo presupuestos «elitistas» de una sensibilidad no destruida. Esto es lo que caracteriza tanto su fortaleza como su debilidad; esto es lo que funda su verdad y lo que limita su ámbito de validez. Efectivamente, se tiene que poder aportar tal cantidad de sentido elitista que se alimente del rechazo contra toda la cadaverina de la normalidad en un país de cabezas duras y de almas acorazadas. No hay que intentar convencer a ciertos enemigos; hay una generalidad de la «verdad» que representa una coartada de la incomprensión; allí donde la capacidad para la razón no se basa en una autorreflexión sensible, ni siquiera una argumentación tan sólida de la teoría de la comunicación podrá producirla. De entre todos sus enemigos es sobre todo con los lógicos con los que la Teoría Crítica nunca ha logrado entenderse en este punto «conflictivo». Ciertamente, hay pensadores cuyas cabezas son tan enérgicas y cuyas estructuras nerviosas están tan endurecidas que a ellos todo el arranque de la Teoría Crítica les tiene que parecer deplorable. Toda teoría «sensible» es algo sospechoso. Efectivamente, —j> sus fundadores, y Adorno en primera línea, tenían un concepto de lo sensible reducido en sentido exclusivo, un presupuesto nunca racionalizable de la más alta excitabilidad anímica y de entrenamiento estético; su estética casi se aproximaba al dintel de la náusea ante todas y cada una de las cosas. Casi nada de lo que sucedía en el mundo «práctico» le hacía daño y quedaba libre de la sospecha de brutalidad. Para ella todo estaba, en cierto modo, conchabadamente amarrado a la «falsa vida», falsa vida en la que «no hay nada correcto». Sobre todo, le irritaba y le parecía estafa, retroceso y «falsa distensión» todo aquello que pareciera placer y disconformidad. De esta manera resultaba inevitable que ella, especialmente en la persona de Adorno, tuviera que sentir el rebote de sus exageraciones. La encarnación de la razón, que se había preparado con una muy alta sensibilidad, no pudo pararse en los límites en los que ella había quedado encerrada por los iniciadores. Lo que hoy sucede pone de manifiesto cuántas caras puede adoptar la crítica por vivacidad corporal. Adorno pertenecía a los pioneros de una crítica del conocimiento renovada que cuenta con un apriori emocional. En su teoría están actuando motivos del espíritu cripto-budista. Quien sufra sin endurecerse entenderá. Quien pueda oír música, en los momentos lúcidos logrará penetrar con la mirada en la otra cara del mundo. La certeza de que lo real está escrito en un manuscrito de dolor, frialdad y dureza acuñó el acceso al mundo de esta filosofía. Efectivamente, ella apenas creía en la modificación para mejor, pero no cedía a la tentación de encallarse y acostumbrarse a lo dado. El seguir siendo sensible era casi una actitud utópica: el mantener • los sentidos agudizados para la felicidad que no vendrá y que, sin embargo, nos protege, en este estar preparados, de las más crasas rudezas. Desde un punto de vista político y neurológico, la teoría estética, la teoría «sensible» se fundamenta en una actitud de reproche, mezcla de sufrimiento, desprecio e ira contra todo lo que tiene poder. Se estiliza convirtiéndose en el espejo de la maldad del mundo, de la frialdad burguesa, del principio de «dominación», del negocio sucio y de su motivo de beneficio. Es el mundo de lo varonil, al que ella se niega categóricamente, inspirándose en un arcaico «no» al  mundo del padre, el de los legisladores y los negociantes. Su prejuicio viene a decir que de este mundo sólo puede salir poder perverso contra todo lo vivo. Y aquí estriba el estancamiento de la Teoría Crítica. El efecto de ofensiva que tenía la objeción por motivos de conciencia hace tiempo que se ha agotado. El elemento masoquista ha superado al creativo El impulso de la Teoría Crítica se hace maduro para hacer saltar por los aires los límites del negativismo. Por su parte, reclutó sus partidarios entre aquellos que habrían debido compartir instintivamente su apriori de dolor. Sin embargo, en una generación que empezaba a descubrir lo que sus padres habían hecho o permitido, eran muchos los que participaban en este apriori. Y dado que eran numerosos, desde mediados de los años sesenta empezó a haber de nuevo en Alemania un fino hilo de cultura política: la disputa pública sobre la auténtica vida. La vivificación del gran impulso depende de una autorreflexión de la inteligencia inspirada anteriormente por ella. En la crítica sensible hay que señalar un resentimiento mutilante. La negación se alimenta de una rabia inicial contra la «masculinidad», aquel cínico sentido de los hechos que los positivistas, tanto los políticos como los científicos, sacaron a la luz del día. La teoría de Adorno se levantaba contra los rasgos de complicidad que se atenían a la «consideración práctica». Con artes conceptuales del equilibrio intentaba construir un saber que no fuera poder. Ella buscó refugio en el reino de la madre, en las artes y en las nostalgias cifradas. «Prohibido pintar»: no pisar con todo el pie. Un pensar defensivo caracteriza su estilo: el intento de defender una reserva donde los recuerdos de felicidad se habían unido exclusivamente con una utopía de lo femenino. En uno de sus primeros escritos, Adorno nos ha dado a entender casi sin tapujos el secreto de su teoría emocional y de conocimiento'. En unas líneas capaces de desgarrar el corazón se ha expresado sobre el llanto al escuchar la música de Schubert; cómo lágrimas y conocimiento están en estrecha interdependencia. Si lloramos al escuchar esta música, lo hacemos porque no somos como ella, algo perfecto que se vuelve a la dulzura perdida de la vida como una cita lejana.«" La felicidad siempre habrá que pensarla como algo perdido, como bella lejanía. No puede ser más que una premonición a la que nosotros reaccionamos con lágrimas en los ojos, sin llegar a ella. Todo lo otro pertenece, en todo caso, a la «falsa vida». Lo que domina es el mundo de los padres, que siempre están horriblemente de acuerdo con el granito de las abstracciones convertido en sistema. En Adorno, la negación de lo masculino fue tan lejos que del nombre de su padre sólo conservó una letra: la W. Sin embargo, el camino al Wiesengrund no tiene por qué ser precisamente un camino perdido. Desde la disolución del movimiento estudiantil estamos asistiendo a un estancamiento de la teoría. Efectivamente, hay más erudición y «nivel» que antes, pero las inspiraciones son sordas. El optimismo de «entonces», que creía que se podrían mediatizar intereses vitales a través de los esfuerzos de teoría social, hace tiempo que está muerto. Sin este optimismo, de repente queda de manifiesto qué aburrida puede ser la sociología. Para el bando ilustrado, después de la debacle del accionismo de «izquierdas», del terror y de su multiplicación mediante el antiterror, el mundo giraba en círculos. Había querido posibilitar un trabajo de luto sobre la historia alemana para todos y finalizó en la propia melancolía. Parece como si la crítica se hubiera hecho todavía más imposible de lo que pensaba Benjamín. El «talante» crítico sigue de una manera nostálgica hacia dentro, en una pequeña floricultura filológica en la que se cultivan las azucenas benjaminianas, las flores del mal pasolinianas y las cerezas silvestres freudianas. La crítica, en todos los sentidos de la palabra, está atravesando días grises. De nuevo ha surgido una época de la crítica del atuendo en la que las actitudes críticas se supeditan a los roles profesionales. Criticismo de responsabilidad limitada, ilustracionismo como factor de éxito: una actitud en el punto de encuentro de nuevos conformismos y antiguas ambiciones. Ya en Tucholsky, «ya entonces», se podía sentir el vacío de una crítica que quiere acentuar las propias desilusiones. Ella sabe que el éxito no es ni mucho menos un efecto y sigue escribiendo brillantemente aunque no sirva para nada y se hagan oídos sordos. De esta experiencia que se ha convertido casi en general se alimentan los cinismos latentes de los ilustrados actuales. Algo de pimienta ha echado ya en esa adormecida crítica del atuendo Pasolini, al diseñar por lo menos un atuendo obvio: el del corsario... Escritos de pirata. El intelectual como corsario: no es ningún mal sueño. Apenas nos hemos visto de esta guisa. Un homosexual dio la señal contra el afeminamiento de la crítica. Saltar como Douglas Fairbanks en la arboladura cultural, sable en mano, unas veces vencedor, otras vencido, impulsado por los vientos sin rumbo en los mares mundanos de la alienación social. Los golpes se dan a diestra y siniestra. Y dado que el atuendo es amoral, sienta moralmente como hecho a la medida. Sólidos puntos de vista no puede adoptar el pirata, dado que él está siempre de camino entre frentes cambiantes. Quizá la imagen que Pasolini creó de la inteligencia corsaria pueda retroproyectarse sobre Brecht, es decir, sobre el Brecht joven, perverso, no sobre el que habría creído tener que dar lecciones en la galera comunista. Encomiable en el mito del corsario parece el elemento ofensivo. Sospechosa sería sólo la ilusión de que la inteligencia tiene en la disputa en cuanto tal su fundamento. En realidad, Pasolini es un vencido como Adorno. Es el apriori del dolor -el que a uno se le hagan tan difíciles las cosas más sencillas de la vida- lo que a él le abre críticamente los ojos. No existe gran crítica sin grandes defectos. Son los heridos graves de la cultura los que con grandes esfuerzos encuentran algunos remedios curativos y hacen girar la rueda de la crítica. Un célebre articuló de Adorno está dedicado a Heinrich Heine: La herida Heine. Esta herida no es otra que aquella que perfora en cada crítica importante. Bajo todos los grandes rendimientos críticos de la modernidad se abren por doquier heridas: la herida Rousseau, la herida Schelling, la herida Heine, la herida Marx, la herida Kierkegaard, la herida Nietzsche, la herida Spengler, la herida Heidegger, la herida Theodor Lessing, la herida Freud, la herida Adorno. Y de la autocuración de las grandes heridas surgen críticas que sirven a las épocas de puntos de reunión de la autovivencia. Toda crítica es trabajo de pioneros en el dolor epocal y una pieza de curación ejemplar.

 

El cinismo claramente no puede ser  negativamernte crítico, porque este no se atreve a ser herido  como tampoco puede ser positivamente crítico porque lo desnuda todo, dejando expuesto su artificio de poder, no para superar su poder sino para burlarse de él y así aceptarlo, como los pataclaun delos 90 que se rieron de toda la guerra interna y así pudieron procesarla, pedrito sueña que su crítica a la razón cínica haga florecer a la filosofía, mostrara el cuerpo desnudo herido    y dirá  yo lo herí  riéndose pero lo que no comprende es que la única reacción digna es hacerlo pasar por el fuego eso es la diacrítica.

Ningún sofista será bienvenido al árbol de la vida, ningún filósofo que no haya muerto en las manos de un sofista  es realmente un filósofo, abrazados como hermanos ¿Abel perdonara a Caín? ¿Caín pedirá perdón? Solo enloquecidos hasta el tuétano serán capaces de mirarse y arrepentirse y entonces serán barridos.

Tú barres el suelo

El señor de la belleza penetra en el alma

Como un hombre entra en un huerto en primavera

Entra en mí así otra vez

Prende la lamparilla del ojo de José  

Cura a Jacob de su tristeza

Aunque nunca te hayas ido

Ven aquí  siéntate y pregunta

¿Por qué estás tan confundido?

Como idea fresca en mente de artista

Modelas cosas antes que existan

Barres el suelo como el hombre que vigila la entrada

Cuando limpias una forma con la escoba

Se convierte en lo que realmente es.

Mantienes un silencio perfecto como un odre que no gotea

Habitas donde habita la sabiduría

Porque el asno de tu corazón fue lo bastante fuerte

 Como para llevarte allí.