jueves, 28 de marzo de 2024

El Revenir de profundis

 El Revenir  de  profundis


De lo profundo, oh Jehová, a ti clamo.

Señor, oye mi voz;

Estén atentos tus oídos

A la voz de mi súplica.

JAH, si mirares a los pecados,

¿Quién, oh Señor, podrá mantenerse?

Pero en ti hay perdón,

Para que seas reverenciado.

Esperé yo a Jehová, esperó mi alma;

En su palabra he esperado.

Mi alma espera a Jehová

Más que los centinelas a la mañana,

Más que los vigilantes a la mañana.

Espere Israel a Jehová,

Porque en Jehová hay misericordia,

Y abundante redención con él;

Y él redimirá a Israel

De todos sus pecados.

 

 

 

 

Heidegger:

‘’El ser, es en la nomenclatura ontología medieval, un ‘’trascendental’’. La unidad de este ‘’universal’’ trascendental frente a la multiplicidad de los supremos conceptos generativos quiditativos fue reconocido por Aristóteles como la unidad de la analogía. Con este descubrimiento, Aristóteles, pese a su dependencia respecto del cuestionamiento ontológico de Platón, puso el problema del ser, sobre una base fundamentalmente nueva. Pero tampoco el logro disipar la oscuridad de estas conexiones categoriales. La ontología medieval discutió copiosamente el problema, especialmente en las escuelas tomistas y escotistas, sin llegar a una claridad de fondo. Y cuando, finalmente, Hegel determina el ‘’ser’’ como ‘’lo inmediato indeterminado’’, haciendo de esta definición la base para todo ulterior despliegue categorial de su Lógica, sigue mirando en la misma dirección que la ontología antigua, con la única diferencia que deja de mano el problema, ya planteado por Aristóteles, de la unidad del ser frente a la multiplicidad de las categorías quiditativas. Por consiguiente, cuando se dice: el ser es el concepto más universal, ello no puede significar que sea el mas claro y que no esté necesitado de una discusión ulterior. El concepto de ‘’ser’’ es, más bien, el más oscuro’’

 

 

Hegel ha sido uno de los autores que cuenta con un despliegue numeroso de intérpretes de su obra; la complejidad de sus escritos y de su obra en general, ha sido uno de los motivos esenciales para ello. Muchos se han ocupado de temas como el absoluto en Hegel, interpretaciones de obras completas del autor, entre otros; pero el enfoque aquí propuesto es el estudio de la oposición como nuevo sentido de unidad.

Hay que considerar que Hegel ve en la filosofía una oportunidad de ciencia; más aún: de ciencia verdadera, y que toda la constitución de su sistema se dirige justamente a la obtención y comprensión de la verdad, a través del conocimiento verdadero de las cosas. Este conocimiento verdadero se obtiene gracias a la reflexión que se produce en los opuestos y que permite que se reconozcan el uno en el otro. Podemos decir pues, que el conocimiento empieza por el sujeto mismo en tanto se re-conoce en su otro. Para que dicho proceso se efectúe es necesario percatarse de la importancia de la oposición en él mismo, y para comprender esta noción es necesaria la abstracción. Esta última se genera al pensar los opuestos como Ser y Nada, que mediante el devenir logran la unidad.

Desde Fragmentos de Sistema se gesta la noción de oposición que será el pilar fundamental en la comprensión del sistema filosófico hegeliano; entiendo sistema como un conjunto de elementos que están necesariamente interrelacionados y que en su desarrollo mismo depende de los demás elementos para que se produzca. En este sentido el mismo Hegel ofrece en el prólogo de la Fenomenología del Espíritu la aclaratoria de ¿por qué entender el saber cómo sistema? Veamos:

Entre las muchas consecuencias que se desprenden de lo que queda dicho puede destacarse la de que el saber sólo es real y sólo puede exponerse como ciencia o como sistema; y esta otra: la de que un llamado fundamento o principio de la filosofía, aun siendo verdadero, es ya falso en cuanto es solamente fundamento o principio1.

Sin embargo, es obvio que con el tiempo dicha concepción de la oposición fue madurándose y modificándose a la par de las capacidades filosóficas del autor. Es así como nace la necesidad de redimensionar los conceptos preliminarmente tratados en las dos obras anteriores; nace pues en la Ciencia de la Lógica la re-dimensión de la ciencia de la conciencia que se trató en la Fenomenología, renacen las preguntas por el fundamento del conocimiento y del mundo en tanto real, renace pues la preocupación de la cual la filosofía debía volver a dar cuenta, más allá de los objetos y de la razón pura.

En primer lugar debemos aclarar los significados plausibles de Ser, Nada, Devenir y ser determinado, para poder establecer la relación de oposición que se produce entre dichos términos y al mismo tiempo presenciaremos cómo Hegel con maestría, deduce la igualdad entre ellos desde el término original mismo, lo que nos sugiere que la oposición es una relación reflexiva y unificante. Cuando nos referimos al Ser nos estamos refiriendo en primera instancia al ser por excelencia indeterminado, es un ser que es acto puro en la medida en que nada lo determina, y perfecto a la vez; dicho ser es descrito de la siguiente manera en la Ciencia de la Lógica:

Ser, puro ser -sin ninguna otra determinación. En su inmediación indeterminada es igual sólo a sí mismo, y tampoco es desigual frente a otro; no tiene ninguna diferencia, ni en su interior ni hacia lo exterior. Por vía de alguna determinación o contenido, que se diferenciara en él, o por cuyo medio fuese puesto como diferente de otro, no sería conservado en su pureza. Es la pura indeterminación y el puro vacío - (...) El ser lo inmediato indeterminado, es en realidad la nada, ni más ni menos que la nada2.

El Ser es indeterminado y su indeterminabilidad es su determinación; es decir, el no poseer un contenido determinado es su cualidad; conceptualizamos pues al Ser indeterminado, al ya darle un concepto estamos determinándolo. Su principal característica de determinación es su indeterminación; por tanto como hemos de ver en la siguiente cita, su cualidad es su determinación: “Pero al ser en general se contrapone el ser determinado como tal: pero de este modo su indeterminación misma constituye su cualidad”3. En la medida en que podamos determinar al Ser, que de por sí es indeterminado; en esa misma medida podemos ver la constitución de su proceso de autorreconocimiento como la tensión que sufre dentro de sí mismo al patentar en una oposición real entre su indeterminación que a su vez es su determinación. En tal sentido, Nöel Georges en su libro La lógica de Hegel (1995) señala que la posición del Ser con respecto a la Nada es de por sí contradictoria, y es tal motivo el que hace posible que su indeterminación sea su propia determinación; al mismo tiempo es esta contradicción la que el Ser busca resolver al reconocerse en la Nada.

El Ser puro es concebido en primer lugar como lo indeterminado absoluto, pero precisamente porque se pone como tal, cae en la contradicción. Se determina absolutamente por la indeterminación. Excluye de sí toda determinación ulterior y se manifiesta así como absolutamente determinado. Por el contrario, ese campo indefinido de determinaciones posibles, que Hegel llama el devenir, es lo indeterminado verdadero, el ser que, precisamente por haberse determinado a recibir la negación, ha dejado de excluir la determinación4.

Debemos aclarar que no nos parece plausible que exista una relación de contrarios entre el Ser y la Nada; pues para que exista la contradicción debe haber dos términos involucrados, en última instancia el Ser y la Nada son un reflejo el uno del otro, y por tanto son uno mismo en relación de oposición dialéctica; esto significa que es una oposición que no admite la contradicción en su seno. El mismo Hegel advirtió, como ya hemos reseñado anteriormente: “El ser lo inmediato indeterminado es en realidad la nada, ni más ni menos que la nada”5.

Al verlo de este modo, también se aprecia la similitud que hay entre el contenido de la nada y el contenido del Ser, pues como sabemos la nada pareciera estar sin contenido aparente, es pues también indeterminada en la medida en que no tiene una determinación especifica, pero esta indeterminación es lo que representa su cualidad (al igual que en el Ser); esta indeterminación es la que la determina como Nada, terminan siendo Ser y Nada la misma indeterminación en forma, mas no en contenido; pues ninguno de los dos términos deja de ser lo que en principio es, más allá de la unificación de ambos términos que luego veremos como resultado del devenir que se produce entre ambos conceptos y su reconocimiento en uno u otro, pero este resultado no anula a los conceptos originales (o sea al concepto del Ser como Ser, y a la Nada como Nada). Estos términos siempre serán lo que son en principio más allá de su identificación con su opuesto, y esto es importante tomarlo en cuenta sobre todo para cuando nos enfoquemos en el ser determinado como sujeto y su relación con la realidad.

La visión que Hegel expone del Ser es un ser inefable, un ser que contiene la diferencia en sí mismo, su opuesto, esto quiere decir que es un ser que para ser real, debe necesariamente reconocerse en su otredad, en última instancia reconocerse en la Nada que es idéntica y diferente del Ser, y luego con mayor desarrollo en la Esencia. Gutiérrez recoge en el siguiente parágrafo la importancia de este sentido unificante del Ser para considerar la vida misma como movimiento.

Esta es la concepción fundamental de Hegel sobre la metafísica del ser: que el ser es siempre negatividad en su interior; escisión conflictiva entre positividad y negatividad; ser y no ser, igualdad y alteridad, otredad; y que sólo en el paso por la negatividad, la otredad, se encuentra el ser. En rigor, no puede decirse que sea una metafísica de la identidad, sino de la identificación y unificación vía negatividad, es decir, pasando por el conflicto con la otredad. Movimiento incesante, Vida6.

Kojeve también hace mención del proceso que se da en el Ser, a través de la negatividad como medio de unificación del Ser con la Nada, entendiendo dicha negatividad como dialéctica, por lo que aunque en esta cita no se refleja la intervención de la oposición como tal, sabemos que en el trasfondo está presente.

La Negatividad se actualiza pues por la negación del Ser (que zozobra en la nada del “pasado”). Mas esta negación es dialéctica en el sentido que no termina en la Nada pura: al superar o trascender el Ser dado (Sein) se crea el Concepto (Begriff) que el Ser menos el ser del Ser. Por consiguiente, la negación conserva el “contenido” del Ser (en tanto que concepto: “Ser”) y ella lo sublima al hacerlo subsistir en forma “ideal” y no “real”. Y sin la Negatividad, es decir, sin la finitud o la temporalidad, el Ser jamás sería un ser concebido (begriffen)7.

Al mismo tiempo nos ofrece una explicación de por qué debemos entender el Ser como dialéctico a la luz de la comprensión del sistema filosófico hegeliano. Así pues:

Decir que el Ser es dialéctico, significa sostener primero (en el plano ontológico) que es una Totalidad que implica la Identidad y la Negatividad. Es afirmar luego (en el plano metafísico) que el Ser se realiza no sólo en tanto que Mundo natural sino también como Mundo histórico o humano8.

También tenemos que este intérprete muestra la importancia de la unidad entre Identidad (a saber, lo positivo) y la Negatividad ( lo negativo) que se presenta en el Ser, además lo que produce dicha unidad para el ser mismo, es decir, el proceso de transformación que sufre él mismo, al reconocer dentro de sí la negatividad.

El Ser real concreto (revelado) es a la vez Identidad y Negatividad. No es tan sólo ser-estático-dado (Sein), Espacio y Naturaleza, sino también Devenir (Werden), Tiempo e Historia. No es sólo Identidad-o-igualdad-consigo (Sich Selbstgleichheit) sino aun Ser-otro (Anderssein) o negación de sí mismo en tanto que dado y creación de sí como algo distinto de lo dado9.

Ahora bien, la Nada representa la negación del Ser indeterminado, pero dicha negación no es algo netamente polarizado, como fue expuesto anteriormente, constituye una relación de oposición dialéctica donde ambos términos son uno mismo en realidad; así pues la Nada es la negación del Ser indeterminado y al mismo tiempo es el Ser indeterminado, su cualidad es su indeterminación al igual que en el Ser indeterminado y corresponde a sí mismo. La Nada pues, se remite al universal negativo a reconocer: ningún... Dicho universal es justamente la negación de toda indeterminación e infinitud. Así nos refiere Hegel:

Nada, la pura nada; es simple igualdad consigo misma, el vacío perfecto, la ausencia de determinación y contenido; la indistinción en sí misma. (...) La nada es, por lo tanto, la misma determinación o más bien ausencia de determinación, y con esto es en general la misma cosa que el puro ser10.

Con la definición de la Nada, Hegel logra destacar que Ser y Nada terminan siendo la misma indeterminabilidad; ésta viene a ser su principal semejanza y lo que va a colocar a ambos términos en la misma posición ontológica. Sin embargo, debemos también resaltar las diferencias radicalmente importantes entre ambos términos; pues, así como ya hemos señalado, aunque ambas concepciones logran una unificación y superación de su oposición, gracias al devenir; en efecto, ninguno de ellos se anula, mucho menos se extingue en dicho proceso, cada uno conserva su esencia, la nada no deja de ser nada y tampoco deja de existir porque se produzca el proceso de traspaso entre el ser y ella, lo mismo sucede con el Ser. Esta aseveración es importante tomar en cuenta para la comprensión del sistema filosófico hegeliano, tomar la etapa de unificación entre el Ser y la Nada como el traspaso mutuo, sin dejar de ser lo que esencialmente son; pues, si no se vería comprometida su partición en la constitución del ser determinado. Así pues Kojeve expone su visión de la Nada:

Ahora bien, la Negatividad tomada aisladamente, es Nada pura (en el plano ontológico). Esa nada anihila en tanto Acción (del Yo abstracto) en el Ser. Más la Acción anihila al aniquilar este Ser y por tanto se aniquila a sí misma, puesto que sin el Ser sólo es Nada11.

Habitualmente consideramos a la nada como vacía de toda forma y contenido, pero para Hegel este es un error de abstracción y que además afecta nuestra claridad de pensamiento en cuanto a la distinción de lo que realmente significa la Nada y su presencia en el desarrollo de la realidad. La Nada se presenta como indeterminada, pues es la ausencia completa de contenidos, es lo mismo que en el Ser presenciamos como indeterminabilidad, solo que en este caso no se puede clarificar un contenido determinado sino solamente cuando se refiere a un algo; es decir, lo que más adelante veremos como un ser determinado. En este primer momento, la Nada carece de todo contenido, pero no de forma, su forma específica es la indeterminación, como ya hemos venido exponiendo. El autor explica, y valga acotarlo en esta investigación, que en este caso no podemos considerar como el opuesto del ser al no-ser, pues este último no es más que la negación del primero, más no su opuesto; como ya hemos expuesto en la referencia a la tesis de Franco Costantino, en secciones anteriores.

Por el mismo proceso de autorreflexión por el que pasa el Ser, pasa la Nada y es ahí donde logra reconocerse en su otro; es decir, en el Ser. Esta va a ser la tarea del devenir, que en la próxima sección trataremos con mayor extensión, para así lograr comprender que la unificación viene a representar la aniquilación de los oposición, mas no del Ser y la Nada.

La Nada pues se muestra tan existente como el Ser; en tanto que su naturaleza es la misma, además que bajo el precepto de que “si puede ser pensando, entonces existe” la nada sin duda alguna puede ser pensada, incluso hasta intuida; a pesar de que no podamos decir con palabras exactas lo que realmente es; pero sí su representación, como Hegel muy bien lo demuestra en la siguiente cita:

La nada, tomada en su inmediación, se muestra como existente; pues, de acuerdo con su naturaleza, es la misma cosa que el ser. La nada se halla pensada, representada; de ella se habla, por lo tanto existe; la nada tiene su ser (existir) en el pensamiento, en la representación, en la palabra, etc.12

Este término es de suma importancia para el desarrollo del devenir; a pesar de que el Ser y la Nada son nociones que deberían ser independientes por su carácter de indeterminabilidad, pero aunque en sí y para sí mismos, sí son nociones o conceptos en los que su desempeño esencial funciona de manera independiente, están estrechamente ligados por un vínculo de necesidad existencial en el que para que exista el Ser necesariamente debe existir la Nada y viceversa. El autor hace referencia a esto, en el siguiente parágrafo:

El devenir implica que la nada no permanezca como nada sino que traspase a su otro, al ser -Cuando la metafísica posterior específicamente cristiana, repudió la proposición que nada viene de la nada, afirmó un traspaso de la nada al ser; y a pesar de haber tomado esta proposición en forma sintética y puramente representativa, sin embargo aun en la más imperfecta unión está contenido-13.

En este sentido podemos ya ir vislumbrando parte central del pensamiento hegeliano que es la aniquilación de opuestos a través de la identidad, vía negativa que se produce entre dos términos, que finalmente vienen a ser lo mismo; porque uno conlleva al otro al mismo tiempo en que se contienen. Esta aniquilación no es más que la unidad de ellos mismos, donde el proceso reflexivo del sujeto en tanto ser pensante y ser que es, nos promulga a considerar justamente su diferencia; que en realidad no es tal, porque es justamente la que nos lleva a darnos cuenta de que se puede determinar a un ser tan indeterminado como el ser. A esto luego haremos mención cuando nos refiramos a la distinción (que no es tal distinción) entre lo infinito y lo finito, expresado en el pasaje de Escritos de Juventud del mismo autor para culminar este apartado del capítulo.

En la Fenomenología del Espíritu, el autor hace mención en repetidas oportunidades al devenir; sin embargo, no es sino hasta la Ciencia de la Lógica donde da una definición de esta noción. Hemos decidido incluir en esta investigación algunos de los fragmentos en los que se hace mención al devenir en la primera obra mencionada, a fin de poder establecer el nexo entre las primeras aproximaciones al mismo y su concepto como resultado de estas, en la Ciencia de la Lógica.

En efecto, la mediación no es sino la igualdad consigo misma en movimiento o la reflexión en sí misma, el momento del yo que es para sí, la pura negatividad o reducida a su abstracción pura, el simple devenir14.

La mediación es pues, en términos generales el movimiento que se produce con la autoconciencia y es igualado al devenir y la negatividad. Esto quiere decir, que para el autor esta noción es el continuo movimiento de la sustancia, que se produce en tanto ella misma se reflexione y se identifique. Esta identidad va a determinarse luego en la Ciencia de la Lógica, en tanto se produzca el reconocimiento en su opuesto, para así terminar unificándose e igualándose a este último. Como ya hemos venido acotando, la igualdad se da en el ámbito de la forma y la más pura abstracción, no sucede así con el contenido.

El movimiento de lo que es consiste, de una parte, en devenir él mismo otro, convirtiéndose así en su contenido inmanente; de otra parte, lo que es vuelve a recoger en sí mismo este despliegue o este ser allí, es decir, se convierte a sí mismo en un momento y se simplifica como determinabilidad. En aquel movimiento, la negatividad es la diferenciación y el poner la existencia; en este recogerse en sí, es el devenir de la simplicidad determinada15.

El devenir es, pues, el continuo tránsito entre lo interno y lo externo a la sustancia, y que por lo demás nace de sí misma la necesidad de moverse, para poder reflexionarse a sí mismo. Vemos pues cómo los parámetros del pensamiento mismo anteceden incluso a las nociones universales, pues si no ¿cómo podría pensarse a sí misma la sustancia? Sería imposible, debe necesariamente existir la noción de pensamiento antes incluso que la de autoconciencia, y del pensamiento mismo nace la necesidad de autoconcientizarse, de autopensarse.

El nacimiento interno o el devenir de la sustancia es un tránsito sin interrupción a lo externo o al ser allí, es ser para otra y, a la inversa, el devenir del ser allí el retrotraerse de la esencia. El movimiento es, de este modo, el doble proceso y devenir del todo, consistente en que cada uno pone al mismo tiempo lo otro, por lo que cada uno tiene en sí los dos como dos aspectos; juntos, los dos forman el todo, al disolverse ellos mismos, para convertirse en sus momentos16.

El concepto que Hegel propone en Ciencia de la Lógica no va a distanciarse mucho de lo propuesto en la Fenomenología del Espíritu, pero es aún más elaborado y conciso.

El puro ser y la pura nada son por lo tanto la misma cosa. Lo que constituye la verdad no es ni el ser ni la nada, sino aquello que no traspasa sino que ha traspasado, vale decir el ser (traspasado) en la nada y la nada (traspasada) en el Ser. Pero al mismo tiempo la verdad no es su indistinción, sino el que ellos no son lo mismo, sino que son absolutamente diferentes, pero son a la vez inseparados e inseparables e inmediatamente cada uno desaparece en su opuesto. Su verdad pues, consiste en este movimiento del inmediato desaparecer de uno en otro: el devenir, un movimiento donde los dos son diferentes, pero por vía de una diferencia que al mismo tiempo se ha resuelto inmediatamente17.

Como podemos apreciar, el devenir nace de la autoconciencia tanto del Ser como de la Nada y su identificación entre uno y otro. Sin embargo, hemos dejado un cabo suelto a lo largo de la investigación y es ¿cómo surge la necesidad dentro del Ser o de la Nada, de pensarse a sí mismo, de que se produzca esa autoconciencia? ¿Para qué el Ser necesita determinarse, lo mismo sucede con la Nada? Pareciera que todo este proceso se produce en la necesidad teórica y metafísica de fundamentación del sistema filosófico hegeliano y no en una necesidad real del Ser. Sucede en este caso lo mismo que explicamos con la sustancia, el pensamiento antecede a las nociones universales y particulares, por lo que del mismo pensamiento nace la necesidad de la autoconciencia que es aplicable a las demás nociones universales. Sin embargo, esta necesidad de comenzar el desarrollo de la Lógica con el Ser se sustenta también en el hecho de que este punto de partida tiene que ser justamente lo más indeterminado posible, y en el desenvolvimiento de dicha indeterminabilidad se encuentra la misma determinación, cuando el Ser se autorreflexiona y se reconoce en la Nada, Georges se pronuncia al respecto de la siguiente manera:

Como ya lo señalamos, el punto de partida de la lógica debe ser la idea más abstracta y más vacía, es decir, la idea de ser, del ser puro, del ser que no es más que ser sin ninguna determinación interna ni externa, sin cualidad, sin relación. Concebido así, el ser no es, en el fondo, sino la forma vacía de la afirmación, una afirmación por la cual no se afirma nada18.

El devenir, pues, es el responsable de que ambos términos, reconocidos el uno en el otro (Ser-Nada) se unifiquen y den como resultado al ser determinado. De la cita que expone el concepto del devenir en la Ciencia de la Lógica se desprende lo siguiente:

1.    El principal requisito para que el devenir se manifieste, es el traspaso entre el Ser y la Nada.

2.    Ser y Nada son diferentes pero necesariamente inseparables.

3.    A pesar del traspaso, Ser y Nada son términos diferentes que a través del devenir resuelven su diferencia.

Así pues Hegel aclara también que:

El devenir es el subsistir del ser tanto como del no-ser; o sea, su subsistir es sólo su ser [existir] en uno; precisamente éste su subsistir es lo que elimina a la vez su diferencia19.

Este devenir que venimos desarrollando en la presente investigación es categorizado como un “devenir lógico” por Georges; lógico, entendido por supuesto bajo la luz de la interpretación hegeliana; es decir, entendiéndolo como una noción ontológica y no lógica en el estricto sentido de la lógica formal; además aclara que no hay que confundirlo con una disposición espacio-temporal como suele hacerse; este devenir nada tiene que ver con ello, pues estas nociones aparecen con la Naturaleza y nada tienen que ver con la Lógica. Sin embargo es necesario que citemos adecuadamente la visión de este exégeta a fin de afianzar aún más nuestro punto de vista.

El devenir que tenemos aquí es un devenir lógico. Es la unidad del ser y de la nada; unidad todavía indeterminada y que admite por lo tanto todas las determinaciones. Es el medio donde se desarrollarán todos los ulteriores momentos del ser. No hay que imaginarlo, como se hace a veces, bajo la forma de un cambio en el tiempo. Tiempo y espacio no aparecerán sino con la naturaleza; son extraños a la Lógica. El ser puro no es el verdadero ser porque cae inmediatamente en la nada. El verdadero ser es el ser que no excluye la nada, sino que la admite en él: se afirma negándose y por su misma negación20.

El autor también expone que el devenir puede ser entendido como el tercer elemento en la relación Ser-Nada, es decir, el resultado obvio de su unidad que se manifiesta como un tercero. A continuación, mostraremos el fragmento de la obra que dicta sobre ello:

La unidad, cuyos momentos -el ser y la nada- se hallan como inseparables, es a la vez distinta de estos mismos, de modo que representa frente a ellos un tercero, que en su forma más apropiada es el devenir21.

Y con mayor fuerza, en el siguiente parágrafo a citar, el autor propone que podemos apreciar el devenir como un resultado de la superación de la diferencia, entre el Ser y la Nada, en contraposición con Heráclito que no venía el devenir como resultado sino como momentos de cambio, no inherentes a los seres particulares, mucho menos a los universales, como ya hemos dicho anteriormente. Para concluir este apartado sobre el devenir, debemos resaltar que para nuestro mentor, el Ser y la Nada subsisten en tanto estén relacionados en el devenir, por lo que podemos afirmar que es esta noción la que les da el carácter de existentes, como él mismo lo afirma:

Ahora bien, donde quiera y como quiera que se hable del ser o la nada, tiene que estar este tercero; pues aquéllos (nada y ser) no subsisten por sí, sino que existen sólo en el devenir, en este tercero22.

Pues bien, dicha capacidad del ser de desaparecerse y traspasarse en el otro no es más que la capacidad intrínseca de la negación que contiene en sí misma, en términos más frescos y terrenales, la libertad de decir que no y por tanto darnos cuenta que la infinitud es posible gracias a la finitud y viceversa. La negación por decirlo de una manera es el espejo en el que se refleja el ser para poder darse cuenta de su otro componente (su opuesto inmediato) y donde gracias a ello logra comprenderse como ser determinado y sobre todo logra conocerse como tal. El conocimiento del sujeto mismo viene a darse determinado entonces en la medida en que logre desdoblarse y superar dualidades que no están realmente en la naturaleza de su ser sino más bien logra entonces tender a la unidad que tanto busca la conformidad de un conocimiento de por lo menos “un algo” del ser pensante, en tanto que ser humano.

Es así como Hegel en el perfeccionamiento de ciertos términos en la lógica nos abre campo a la compresión más detallada de su exposición previa en Fragmentos de Sistema donde expresa nuestra frase más contundente al hablar de la aniquilación de los opuestos y la unidad como reconocimiento y reflexión y es:

El ser que es infinito en la inconmensurabilidad del espacio está al mismo tiempo en el espacio determinado, tal como en los versos: El que no cabe en el cielo de los cielos se encierra en el claustro de María23.

El ser indeterminado que no toma en cuenta al ser determinado, y viceversa, simplemente está lejos de toda posibilidad de conocimiento, tanto de sí mismo como de los demás, y de cualquier universalización y conocimiento posible, pues no es capaz de reconocerse en el otro, se ensimisma y se aliena en sí mismo. Para Hegel, muestra de este ensimismamiento es la positividad (entendida como alienación y como enclaustramiento) que nos promulgan las religiones que nos instan a creer en la dualidad del mundo entre lo infinito y lo finito, Dios y la Naturaleza, etc., que nos instan en último caso a perseguir algo fuera de nosotros cuando nosotros mismos somos ese algo en la medida en que podamos reconocernos y reflexionarnos en los demás, a través de una negación que lejos de ser vista como algo lúdico es más bien nuestra forma de liberarnos del terror de nuestro propio ensimismamiento.

Puesto que entonces la vida, como infinitud de los vivientes, o como una infinitud de configuraciones, es por tanto, en cuanto naturaleza, algo infinitamente finito, algo ilimitadamente limitado, y puesto que esta unificación y separación entre lo finito y lo infinito está dentro de la naturaleza, ésta, en sí misma, no es vida, sino una vida que ha sido tratada por la reflexión (por más que haya sido tratada dignamente), una vida fijada por la reflexión24.

Gutiérrez recoge en su artículo sobre “La metafísica y la ética en Hegel” las características de la metafísica que propone Hegel con este sentido de unificación; éste expone que dicha metafísica es necesariamente una metafísica marcada por las contradicciones y oposiciones, pero es gracias a ellas que el Espíritu está en devenir.

La metafísica de la identidad o de la unidad (o mejor, de la unificación) es una metafísica atravesada por contradicciones y oposiciones de las que no puede escapar y al interior de las cuales se produce el devenir del Espíritu25.

De tal manera que el recorrido por el origen de la oposición en el sistema hegeliano nos remite de alguna manera u otra a la revisión de los escritos que anteceden a la Ciencia de la Lógica; nos referimos a Escritos de Juventud y a la Fenomenología del Espíritu; recordemos que el pensamiento hegeliano, por constituirse como un sistema, va engranado desde las nociones más simples hasta las más complejas, lo realmente importante es no perder de vista ningún componente del mismo que nos lleva en consecución a las expresiones del Espíritu hegeliano en todas sus expresiones.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Adorno, T. W. (1975), Minima Moralia. Traducción al español de N. Silvetti. Venezuela: Monte Avila Editores. [ Links ]

Aristóteles (1988), Categorías. Traducción al español de M. Candel. España: Edit. Gredos. [ Links ]

Aristóteles (1990), Metafísica. Traducción al español de V. García. España: Edit. Gredos . [ Links ]

Costantino, F. (1998), Apuntes para la reconstrucción de un debate filosófico: El concepto de oposición en Hegel en el debate italiano 1975-1980. Trabajo de grado para la obtención del título de Licenciatura en Filosofía, Venezuela: FHYE, Escuela de Filosofía- UCV. [ Links ]

Findlay, J. N. (1969), Reexamen de Hegel. Traducción al español de J. C. García. España-México: Ediciones Grijalbo S.A. [ Links ]

Gadamer, H. G. (1979), La dialéctica de Hegel. Traducción al español de Manuel Garrido. España: Editorial Cátedra. [ Links ]

Georges, Nöel (1995), La Lógica de Hegel. Traducción al español J. A. de Díaz. Colombia: EUN. [ Links ]

Gutiérrez, G. (Abril-Junio 2003), Metafísica y ética en el pensamiento de Hegel, Revista Internacional de Filosofía Iberoamericana y teoría social. Utopía y Praxis Latinoamericana/año 8, N° 21. Pp. 7-31. Venezuela: CESA- FCES Universidad del Zulia. [ Links ]

Hegel, G.W.F. (1966), Fenomenología del Espíritu. Traducción al español de W. Roces. México: Fondo de Cultura Económica. [ Links ]

Hegel, G.W.F. (1968), Ciencia de la Lógica. Tomo I y II, Traducción al español de R. Mondolfo. Argentina: Editorial Solar S.A./ Hechette S.A. [ Links ]

Hegel, G.W.F. (1974), Enciclopedia de las ciencias filosóficas. Traducción al español E. de Ovejero. Juan Pablo Editor. México. [ Links ]

Hegel, G.W.F. (1981), Escritos de Juventud. Traducción al español de J. M. Ripalda, México: Fondo de Cultura Económica . [ Links ]

Herrera, J. R. (2004), Génesis y estructura de la filosofía de Hegel. Cuadernos de Praxis, Vol. 2. Escuela de Filosofía de la Universidad Central de Venezuela. [ Links ]

Hyppolite, Jean (1974), Génesis y estructura de la Fenomenología del Espíritu de Hegel. Traducción al español de F. Fernandez. España: Ediciones Península. [ Links ]

Kant, I. (1973), Crítica a la Razón Pura. Traducción al español de J. Del Perojo. Argentina: Edit. Losada. [ Links ]

Kant, I. (1974), Logica. Traducción al italiano de Bari. Italia: Edit. Laterza. [ Links ]

Kant, I. (1953), Scritti precritici. Traducción al italiano de Bari, Italia: Edit. Laterza . [ Links ]

Kojeve, A. (2000), La dialéctica de lo real y la idea de la muerte en Hegel. Editado por www.elaleph.com. [ Links ]

Paván, C. (1980), La dialéctica hegeliana en los escritos de Lucio Colletti. Trabajo de grado para la obtención del título de Licenciatura en Filosofía, Venezuela: FHYE, Escuela de Filosofía- UCV. [ Links ]

1 Hegel 1966, p. 18.

2 Hegel 1968, p. 77.

3 Hegel 1968, p. 75.

4 Georges 1995, p. 41.

5 Hegel 1968, p. 77.

6 Georges 1995, p. 23.

7 Kojeve N/A, p. 97.

8 Kojeve N/A, p. 103.

9 Kojeve N/A, p. 37.

10 Hegel 1968, p. 77.

11 Kojeve N/A, p. 127.

12 Hegel 1968, p. 93.

13 Hegel 1968, pp. 78-79.

14 Hegel 1966, p. 17.

15 Hegel 1966, p. 35.

16 Hegel 1966, p. 29.

17 Hegel 1968, pp. 77-78.

18 Georges 1995, p. 40.

19 Hegel 1968, p. 85.

20 Georges 1995, p. 41.

21 Hegel 1968, p. 86.

22 Hegel 1968, p. 86.

23 Hegel 1981, p. 403. Negrillas añadidas por nosotros.

24 Hegel 1981, p. 403.

25 Nota agregada por el autor: “Si el espíritu se ha retirado de una constitución y de las leyes y si, en virtud de su metamorfosis, no concuerda ya con las mismas, surge una búsqueda, una aspiración hacia algo diferente. Pronto cada cual encuentra este “algo diferente” en una cosa distinta; así surge una multiplicidad de formaciones culturales, de maneras de vida, de exigencias, de necesidades que, en la medida que lleguen a divergir, poco a poco, hasta tal grado que ya no puedan subsistir una al lado de la otra, producen finalmente una explosión, dando nacimiento a una nueva forma general, a un nuevo vínculo entre los hombres. Cuanto más suelto esté este vínculo, cuanto mayor sea la cantidad de cosas que deja sin unificar tanto más simientes de nuevas desigualdades y de futuras explosiones hay en él”. “Esbozos para “el espíritu del cristianismo”, en Escritos, p. 267. Se trata de un texto atravesado por el conflicto entre sujeto y ley, pero entendiendo aquí sujeto como moralidad no en el sentido kantiano de sumisión del individuo a la ley, sino en el sentido de elevación de lo individual a lo universal, unificación de oposiciones no por ley sino por el amor que es vida humana reconciliada, divina: ...convertirlo (a Cristo) en un ideal es quitarle la vida, es hacer de él un pensamiento, una sustancia que se encuentra frente al hombre, y un pensamiento no es el Dios viviente, equivale a despojar al mundo, a la naturaleza, al hombre, de la divinidad... Dios es el amor; solo lo que no es divino, lo que no ama, tiene que tener la divinidad en la idea, fuera de sí mismo”.

 

Ahora si nosotros invertimos el devenir Hegueliano tenemos el revenir y entonces la nada traspasa al ser  como en la carta de profundis de Oscar Wilde

De profundis es el título de una epístola penitencial inspirada en el salmo 130, escrita por Oscar Wilde entre enero y marzo de 1897 y publicada por primera vez por su albacea literario Robert Baldwin Ross en 1905, cinco años después de la muerte del poeta y dramaturgo irlandés.

Wilde antes de Reading[editar]

Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde fue un poeta y dramaturgo irlandés perteneciente a la época victoriana.1​ Antes de su paso por las cárceles de Holloway, Wandsworth y Reading, Wilde era un artista reconocido no sólo en Reino Unido, sino internacionalmente; popular en el medio intelectual del siglo XIX, impopular en la sociedad por su extravagante forma de vestir, sus polémicos escritos (críticos de la sociedad de entonces: personajes como Lord Henry de El retrato de Dorian Gray muestran rasgos de misoginia y cinismo) y sus estrechas amistades con hombres.

Su relación con Lord Alfred Douglas lo llevó a la cárcel en 1895. Wilde sufre el daño colateral de una disputa entre padre (marqués de Queensberry) e hijo. El escritor irlandés denunció al marqués por difamación después de que éste exhibiera, en el club social que el poeta frecuentaba, la relación que sostenía con Lord Alfred Douglas, hijo del marqués. Sin embargo, el proceso se volvió en su contra y el dramaturgo terminó condenado a dos años de trabajos forzados en prisión por el delito de sodomía; fue ahí donde escribe De profundis.[cita requerida]

El poeta Rubén Darío considera a Wilde como un gran poeta, un hombre extravagante que tenía el mundo en su bolsillo, pero a quien de la noche a la mañana la sociedad inglesa le dio la espalda, y cuyas desdichas de la vida hicieron que cayera de lo alto y no lograra recuperarse jamás. Al momento de la muerte de Wilde, Darío escribe:

Un hombre acaba de morir, un verdadero y grande poeta, que pasó los últimos años de su existencia, cortada de repente, en el dolor, en la afrenta, y que ha querido irse del mundo al estar a las puertas de la miseria. Este hombre, este poeta, dotado de maravillosos dones de arte, ha tenido en su corta vida sobre la tierra los mayores triunfos que un artista pueda desear, y las más horribles desgracias que un espíritu puede resistir.2

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/e/e8/Oscar_Wilde_by_Sarony_1882_01.jpg/220px-Oscar_Wilde_by_Sarony_1882_01.jpgEl poeta y dramaturgo irlandés Oscar Wildehttps://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/8/82/Oscar_Wilde_Prison_Cell_Reading_2016.jpg/220px-Oscar_Wilde_Prison_Cell_Reading_2016.jpgCelda de la prisión de Reading en la que fue confinado Oscar Wilde, tal como se conservaba en 2016. En ella el dramaturgo irlandés escribió De profundis.

Acerca de la epístola[editar]

De profundis es la epístola que Oscar Wilde escribió para Lord Alfred Douglas en la prisión de Reading en marzo de 1897, dos meses antes de que el escritor irlandés cumpliera la sentencia que le fue impuesta por el delito de sodomía.

Bella, empática, triste, conmovedora, irritante, reflexiva, espiritual… muchos adjetivos pueden definir esta obra, dependiendo del lector. Lo cierto es que, a pesar de la confrontación de diversos sentimientos, el autor redacta cada palabra de esta obra con esperanza; esperanza de recibir una respuesta, cualquiera que esta fuera, del principal responsable de su estancia en prisión.

La denuncia por sodomía fue presentada por el padre de Lord Alfred Douglas, el marqués de Queensberry. En la epístola, Wilde recuerda cómo el abogado del marqués exhibía, como prueba, una carta que años atrás él había dedicado a Bossie.3​ Según Wilde, era un extravagante halago literario para un joven que le había dado a revisar un poema. Wilde afirma que la carta estaría dirigida a cualquier persona que estimara su consentimiento para la publicación de un escrito; no obstante, la sociedad inglesa no interpretó así los versos del autor.

Al empezar a leer la carta, lo primero que el lector reconocerá es despecho. Oscar Wilde se siente abandonado, lastimado; sin embargo la obra no solamente expone y relata los tortuosos momentos vividos entre Wilde y Bossie. Ira, odio, tristeza, culpa, arrepentimiento, o acusación, son algunos de los sentimientos identificados en cada línea del texto; no obstante Wilde también reflexiona acerca de Cristo, de la naturaleza humana, el tiempo y el arte. Para Wilde, la cárcel fue una escuela donde desnudó su alma y aprendió que el sufrimiento da la conciencia al existir.

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/c/c1/Lord_Alfred_Douglas_by_George_Charles_Beresford_%281903%29.jpg/220px-Lord_Alfred_Douglas_by_George_Charles_Beresford_%281903%29.jpgLord Alfred Douglas

Más que una crítica a su amigo, la epístola revela una crítica a sí mismo. No fue Alfred Douglas el culpable de la ruina emocional y material de Wilde, sino la debilidad del poeta. El autor se reprocha haber permitido que, por encima de la razón, dominara en su vida la amistad con una persona cuya presencia misma borraba en él toda imaginación y creatividad. La gran distinción entre estos amigos era que Bossie basaba sus intereses en la vida y no en el arte, como lo hacía Wilde.

Wilde se culpa una y otra vez, de no escuchar los consejos de sus amigos; ni siquiera los de la propia madre de Lord Alfred, quien en todas sus correspondencias y encuentros le advertía de los defectos que su hijo tenía: su vanidad y su desastrosa relación con el dinero. Aun así, Wilde confiesa haber continuado con la relación; incapaz de prever las ominosas consecuencias.

…en la más prodigiosa obra de Esquilo, nos habla del gran señor que cría en su casa al cachorro de león, y lo ama porque acude con ojos brillosos a su llamado y se para de mano pidiéndole comida, pero crece y muestra la naturaleza de su raza, y destruye a su amo, a su hogar y todas sus posesiones. Me siento afín a él…4

Respecto al tiempo, Wilde expone cómo lo medía en prisión; y es que según el autor, al estar en la cárcel no hay nada más en que pensar que no sea dolor. En Reading, el tiempo se contaba por las punzadas del dolor y el registro de los momentos amargos, pues se debe recordar los sufrimientos pasados, ya que en ellos se encuentra la evidencia de que aún mantenemos nuestra identidad.5

A pesar de los reproches y críticas que Wilde hace a su amigo, en muchas páginas demuestra lo que verdaderamente siente por él: amor; y es por esto que la epístola se escribe. Sin el amor que Wilde profesa por Bossie; la epístola no existiría, Wilde no se sentiría impulsado a escribir una carta tan emotiva. Si no amara tanto a Alfred Douglas, no le dolería tanto el hecho de estar en una prisión por consentir todos sus caprichos. Y a lo que se aferraba Wilde en sus dos años de prisión, era que el sentimiento fuera correspondido:

A pesar de tu conducta hacia mí, siempre he sentido que en el fondo me amabas.6

Además de medir el tiempo con dolor, Wilde en su carta tiene una manera peculiar de recordar los momentos vividos con Lord Alfred Douglas: el dinero. En muchas ocasiones, al culparlo de sus desgracias, Wilde enumera los momentos que satisfizo los deseos de su amigo; y cuántas libras costaba cumplir sus demandas (en esta carta se demuestra la excelente memoria, pues cita fechas, lugares y libras específicas gastadas junto a Bossie). Wilde lo culpa del desastre económico que atraviesa.

Hay algunas cosas acerca de lo cual debo escribirte. La primera es mi bancarrota. Hace días me dijeron que ni siquiera puedo publicar un libro sin permiso del síndico de la quiebra, a quien deben entregarse todos los recibos. Tampoco puedo firmar contrato con un empresario teatral o poner en escena una obra mía sin que mis ingresos pasen a manos de tu padre y de mis otros acreedores.7

Pero no solo perdió su dinero, sino su reputación: Wilde aseguraba que dondequiera que fuera se encontraría con su nombre escrito en las piedras, pues según el autor, su nombre no ha venido de la sombra al momentáneo escándalo del crimen sino de esa especie de eternidad que es la fama a esta otra especie de eternidad que es la infamia.8

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/d/d3/Wildeanddouglas.jpg/220px-Wildeanddouglas.jpgBossie y Wilde

Wilde también acusa a su amigo de ser el culpable de perder la custodia de sus dos hijos, pues en la carta le reclama que gracias a la condena que pagaba, un juez decidió que Wilde no es digno de vivir con ellos. El dolor que Wilde acumulaba era enorme: su madre murió cuando él estaba en la cárcel, perdió la custodia de sus hijos, sentía que la sociedad lo había juzgado erróneamente, lo declararon en bancarrota, además de las circunstancias básicas de la vida en la cárcel.

A pesar de todo esto, Wilde siempre deseó el bien a su amigo; pues dejaba claro que la razón de esta carta no era para llenar de amargura su corazón, sino para liberar al suyo de ella; para esto debía perdonar a Bossie.

No puedo permitirte vivir con el peso que cargas en el corazón por haber arruinado a un hombre como yo. Este pensamiento puede llenarte de una indiferencia inhumana o de una mórbida tristeza, debo descargarte de ese peso y llevarlo sobre mis hombros.9

El tiempo de Wilde en la cárcel permitió que entrara en contacto con su alma; y según él, esto le permitía volverse simple como un niño, y eso es lo que busca Cristo. La lectura del Nuevo Testamento (en griego) que Wilde hacía cada mañana, hizo darse cuenta de que perdonando a su prójimo, encontraría la paz interna; no lo hacía para beneficio de Alfred Douglas, sino para sentirse libre de odio.

Al leer la carta por primera vez, se puede llegar a la conclusión de que el autor aborrece a Lord Alfred Douglas, pues lo describe como un ser egoísta, infantil, vanidoso, violento, mimado, poco culto, malagradecido, impulsivo; no obstante se necesita tener especial atención a la verdadera intención de estas líneas, Wilde desea recordarle a su amante cómo tuvo que haber apreciado todo el amor que le ofreció, como lo perdona por lo que hizo y cómo está dispuesto a volverse a encontrar con él.

Hace unas seis semanas el médico me autorizó a tomar pan blanco en vez del áspero pan negro del régimen carcelario. Es un auténtico manjar. Te parecerá extraño que un simple pan pueda ser un manjar para alguien. Para mi lo es al punto de que cuando termino cada alimento me como una por una las migajas que sobran en mi plato. Y no lo hago por hambre, lo hago simplemente a fin de que no se desperdicie nada de lo que me dan. Así deberíamos estimar el amor.10

Wilde quiere subrayar el amor que sintió y siente por su amigo, y cómo este no supo estimarlo. La carta se hace con otro propósito: recibir una respuesta. No importa si es corta, no importa si es ofensiva; le importa que Bossie le escriba, importa que Bossie no lo olvide, importa que Bossie mantenga en sus pensamientos el recuerdo de lo sucedido.

Te he escrito con absoluta libertad. Puedes escribirme de igual manera. Lo que deseo saber de ti es por qué no has hecho ningún intento de escribirme desde agosto del año antepasado y especialmente después de que, en mayo del último año, hace ya once meses, reconociste y admitiste entre otras personas que sabías como me has hecho sufrir y cómo lo he sentido.11

En toda la carta, el autor no culpa al que lo llevó directamente a Reading (el marqués de Queensberry), sino a su amigo Bossie, quien en su constante pelea con su padre involucró a Wilde en una batalla que, según el autor, debió librarse en el hogar, y así no perjudicar a terceros. Es importante tener en cuenta que el autor está narrando el pasado desde su presente condicionado por el sufrimiento; sentimiento que ha permitido desnudar su alma y lograr otorgar el perdón.

En la carta se pueden enumerar las cuantiosas pérdidas que tuvo Wilde desde que conoció a Bossie, pero también se puede identificar, implícitamente, que el autor nunca perdió su gran autoestima, su ego, su natural superioridad:

Los dioses me concedieron casi todo. Tuve genio, un nombre distinguido, alta posición social , brillantez, audacia intelectual; hice del arte una filosofía y de la filosofía un arte; cambié las ideas de los hombres y los colores de las cosas; ninguno de mis actos ni de mis palabras dejó de asombrar a la gente.12

Esta superioridad es la que le da a la epístola su singularidad. Hace la diferencia entre el yo y el él: lo positivo, bondadoso y humano es el autor, encarcelado injustamente; el egoísta, despilfarrador, inhumano, malagradecido es Bossie, su infantil amante.

Wilde después de Reading[editar]

Una corta frase de su epístola puede resumir lo que significó la relación de Wilde con Lord Alfred Douglas; a pesar del amor que el poeta sentía y demostraba por el joven, nunca dudó de que esta relación iba a ser su perdición, que esta dependencia llevaría a su final, que este joven le arrebataría lo más preciado para él; su prestigio, sus hijos, sus más preciados bienes materiales.

Yo también me forjé ilusiones. Creí que la vida iba a ser una brillante comedia y tú uno de sus encantadores personajes. Me di cuenta que la vida era una tragedia asquerosa y horrible, y que la ocasión siniestra de la gran catástrofe eras tú mismo, sin esa máscara de alegría y placer que a ti y a mí nos sedujo y nos descarrió.13

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/9/98/Margaret_O._W._Oliphant.jpg/220px-Margaret_O._W._Oliphant.jpgÉpoca victoriana

La sociedad victoriana se cobró con creces los ataques chispeantes del Wilde dramaturgo, las extravagancias del Wilde dandi, las críticas del Wilde socialista, la diferencia del Wilde homosexual.14​ Los ingleses, que se vanagloriaban de ser cultos, respetuosos, educados, fueron los causantes de su bancarrota, pues los libreros dejaron de vender sus libros; el público desertó de los teatros en que se representaban sus comedias; los comerciantes a quienes debía aunque fuera solo unos céntimos lo demandaron inmediatamente.15

Frank Harris, un amigo del poeta, y citado en la epístola como uno de los pocos que acudió a visitarlo, narra su desprecio hacia la sociedad inglesa de esa época y culpa a esta y no a Lord Alfred Douglas de la ruina material, emocional y física de Wilde, pues según él fueron “las consecuencias de la dictadura de una clase media inadecuada y una aristocracia bárbara las que aparecen detalladamente en el proceso de Oscar Wilde y en el salvajismo con que fue tratado por los representantes de la justicia inglesa.”16

Grandes poetas y sus más cercanos amigos aseguraban que el clima de finales del siglo xix era el culpable de la desgracias de Wilde, la sociedad victoriana no estaba preparada para un artista como Wilde. Rubén Darío exclama:

Este mártir de su propia excentricidad y de la honorable Inglaterra, aprendió duramente en el hard labour que la vida es seria, que la pose es peligrosa, que la literatura, por más que se suene, no puede separarse de la vida; que los tiempos cambian, que Grecia antigua no es la Gran Bretaña moderna, que las psicopatías se tratan en las clínicas; que las deformidades, que las cosas monstruosas, deben huir de la luz, deben tener el pudor del sol; y que a la sociedad, mientras no venga tina revolución de todos los diablos que la destruya o que la dé vuelta como un guante, hay que tenerle, ya si no respeto, siquiera temor; porque si no la sociedad sacude; pone la mano al cuello, aprieta, ahoga, aplasta.17

En mayo de 1897, al salir de Reading, el autor se dirige a Berneval-le-Grand, y cambia su nombre por el de Sebastián Melmoth, inspirado en la novela gótica Melmoth el errabundo, escrita por Charles Maturin. La verdadera razón del cambio de nombre fue, porque después de su encarcelamiento, Oscar era el apelativo de vagos. Manuel Machado tuvo la oportunidad de verlo como Sebastián Melmoth, y el sentimiento que inspiró fue de tristeza:

…se vislumbra el terrible cambio que había sufrido su gran personalidad después de abandonar la cárcel de Reading un año antes: Canoso y algo encorvado, con mengua de su gran talla, el arrogante Oscar se había convertido en un dulce personaje sin desplantes ni pose. Un poco triste, un poco irónico…; vulgar, no llegó a serlo nunca, pero había dejado de ser teatral.18

Es importante recalcar, después de estudiar todas las desgracias que sufrió Wilde en su condena, que la situación no impidió que realizara dos de sus textos más apasionantes y profundos, los que significarían un adiós a la literatura y a la vida: la balada de la cárcel de Reading y De profundis. Textos muy distintos, pero con la pluma de un hombre abatido por el sufrimiento.

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/2/2b/Robert_Ross_%281869-1918%29_nel_1911_in_una_foto_di_Elliott_and_Fry.JPG/220px-Robert_Ross_%281869-1918%29_nel_1911_in_una_foto_di_Elliott_and_Fry.JPGRobert Baldwin Ross en 1911. Él era el albacea literario de Oscar Wilde y supervisó la publicación de De profundis.

Mientras estuvo en prisión, Wilde no fue autorizado a enviar la carta que escribió, apenas se le permitió llevar el manuscrito consigo hasta el final de la pena. Wilde acabó por confiar el manuscrito a su amigo periodista Robert Baldwin Ross, que hizo dos copias dactilografiadas. Una la envió a Douglas que negó siempre haberla recibido. En 1905, cuatro años después de la muerte de Wilde, Ross publicó una versión reducida de la carta (cerca de un tercio) con el título De Profundis, que se utilizaría en posteriores ediciones. Un mes antes de salir de la cárcel, Wilde escribió una carta introductoria del escrito para su amigo Robert. En ella menciona su deseo acerca del título:

Esta es una carta encíclica, y -como las bulas del Santo Padre se nombran a partir de sus primeras palabras- esta podría llamarse: “Epistola: in carcere et vinculis”.19

El original fue donado en 1909, por Ross, al British Museum, con la condición expresa de que no fuera presentado al público durante cincuenta años. La segunda copia dactilografiada fue utilizada para la publicación de la primera versión completa y rigurosa por Vyvyan Holland, hijo de Wilde, en 1949. En realidad, cuando en 1960, el manuscrito fue revelado al público, fue posible establecer que la copia dactilografiada contenía cerca de un centenar de errores. La versión corregida se publicó en 1962 en el libro de cartas The Letters of Oscar Wilde.

El excéntrico poeta muere en noviembre de 1900 en las calles de París, con un nombre falso, un corazón destrozado y una soledad abrumadora.

 

https://www.youtube.com/watch?v=pRPaJjIK4V4&t=1233s

 

Y entonces cuando decimos destruir, decimos revenir, cuando decimos que el Perú es un no ser es porque en el podemos alcanzar la pureza de un niño en su volver a la nada pero hay la imposibilidad de todo progreso si Hegel nos propone el devenir, el Perú nos Propone el revenir, esa destrucción permanente donde solo pueden haber santos o niños y es que al parecer el Tawantisuyo estuvo construido para eso para regresionar no para progresar esta es nuestra salida a la ciencia del logos y a todo conocimiento la regresión radical ¿Pero acaso no encontraremos ahí la progresión radical? Si a santa Rosa, a San Martin y al San inkarri con Tupac y Micaela volviendo siendo millones. 

Más no vuelven para refundar el Perú, traspasan el no ser y fundan Canudos en toda latinoamérica , he aquí el nuevo Tawantinsuyo el reino de Dios , lo que no sea esto simplemente no podrá traspasar y será destruido hasta que Revenga.      



Diacrítica  

I. Enamorarse y desenamorarse.
«La naturaleza del amor implica —tal como lo observó Lucano dos milenios atrás y lo repitió Francis Bacon muchos siglos más tarde— ser un rehén del destino.
En el Simposio de Platón, Diótima de Mantinea le señaló a Sócrates, con el asentimiento absoluto de este, que «el amor no se dirige a lo bello, como crees», «sino a concebir y nacer en lo bello». Amar es desear «concebir y procrear», y por eso el amante «busca y se esfuerza por encontrar la cosa bella en la cual pueda concebir». En otras palabras, el amor no encuentra su sentido en el ansia de cosas ya hechas, completas y terminadas, sino en el impulso a participar en la construcción de esas cosas.
El amor está muy cercano a la trascendencia; es tan sólo otro nombre del impulso creativo y, por lo tanto, está cargado de riesgos, ya que toda creación ignora siempre cuál será su producto final.
En todo amor hay por lo menos dos seres, y cada uno de ellos es la gran incógnita de la
ecuación del otro. Eso es lo que hace que el amor parezca un capricho del destino, ese inquietante y misterioso futuro, imposible de prever, de prevenir o conjurar, de apresurar o detener. Amar significa abrirle la puerta a ese destino, a la más sublime de las condiciones humanas en la que el miedo se funde con el gozo en una aleación indisoluble, cuyos
elementos ya no pueden separarse. Abrirse a ese destino significa, en última instancia, dar libertad al ser: esa libertad que está encarnada en el Otro, el compañero en el amor. Como lo expresa Erich Fromm: «En el amor individual no se encuentra satisfacción […] sin verdadera humildad, coraje, fe y disciplina»; y luego agrega inmediatamente, con tristeza, que en «una cultura en la que esas cualidades son raras, la conquista de la capacidad de amar será necesariamente un raro logro».
Amor líquido,
Zygmunt Bauman


Y entonces si en el devenir el ser es lo inmediato indeterminado en el revenir el ser es lo trascendente determinado más la comunión de lo trascendente determinado y lo inmediato indeterminado solo posible en el amor nos da el ser como lo trascendente e inmediato determinado e indeterminado.

No hay comentarios: