domingo, 29 de mayo de 2022

La herida como salida de la caverna


 


¡Oh, alegría suprema de este milagro!

¡Mirad cómo, desde aquella que os ha curado la herida

fluye la sagrada sangre,

deseosa de llegar a su manantial

que fluye en la profundidad del Grial.

Ya no volverá a estar cerrado:

¡mostrad el Grial, abrid el altar!

Lugar: el recinto de Monsalvat, en las montañas del noreste de España, y el castillo mágico de Klingsor, en el sur de España. Las destacadas alusiones a lo místico, con Parsifal en un trasunto de Mesías y su relación con Kundry, una mujer pecadora caracterizada por su risa, que parece despertarle una pasión, ha dado a la obra gran cantidad de perspectivas dramáticas.

Acto I

Gran preludio orquestal en el que se presentan los principales leitmotiven del Festival Sacro.

Comienzo del preludio; indicación de tempo: «Muy lento»; instrumentación: corno inglés, clarinetes en Si b, fagotes, violines y violonchelo.

Escena 1

En un bosque cerca del castillo de Monsalvat, sede del Grial y sus caballeros, Gurnemanz, el mayor de los caballeros del Grial, despierta a sus jóvenes escuderos y los guía en la oración. Ve a Amfortas, rey de los caballeros del Grial, y su séquito que se acercan. Amfortas ha sido herido por su propia lanza, que no es sino la Lanza Sagrada con que Longinos abrió la llaga del costado de Cristo, y la cual debía custodiar, y cuya herida no se cura.

Gurnemanz pide a su caballero principal noticias de la salud del rey. El caballero dice que el rey ha sufrido durante la noche y que se va temprano a bañar en el lago sagrado. Los escuderos piden a Gurnemanz que les explique cómo la herida del rey puede sanarse, pero él elude la cuestión. Entra una mujer enloquecida, Kundry, que entrega a Gurnemanz un vial de bálsamo, traído de Arabia, para aliviar el dolor del rey, y luego se derrumba, agotada.

Llega Amfortas, tumbado en una camilla que sostienen Caballeros del Grial. Llama a Gawain, que no ha conseguido aliviar el dolor del rey. Le dicen que este caballero se ha vuelto a marchar, buscando un remedio mejor. Alzándose un poco, el rey dice que marcharse sin permiso („Ohn' Urlaub?“) es el tipo de impulsividad que le llevó a él al reino de Klingsor, y a su caída. Acepta la poción de Gurnemanz e intenta agradecérselo a Kundry, pero ella contesta apresuradamente que las gracias no ayudarán y le insta a que vaya a bañarse.

Se marcha la procesión. Los escuderos miran a Kundry con sospecha y le hacen preguntas. Después de una breve réplica, ella se calla. Gurnemanz les dice que Kundry a menudo ha ayudado a los Caballeros del Grial, pero que ella va y viene de manera impredecible. Cuando él le pregunta directamente por qué no se queda para ayudar, responde «¡Nunca ayudo!» („Ich helfe nie!“). Los escuderos creen que ella es una bruja y desdeñosamente comentan que si ella hace tanto, por qué no encuentra la Lanza Sagrada para ellos. Gurnemanz revela que esta hazaña está destinada a otra persona. Dice que a Amfortas se le confió ser guardián de la Lanza, pero que la perdió cuando fue seducido por una mujer irresistiblemente atractiva en el dominio de Klingsor. Klingsor atrapó la Lanza y con ella atacó a Amfortas: esta herida causa a Amfortas tanto dolor como vergüenza, y nunca curará por sí misma.

Los escuderos regresan del baño del rey y le dicen a Gurnemanz que el bálsamo ha aliviado su sufrimiento. Los propios escuderos de Gurnemanz le preguntan cómo es que conoce a Klingsor. Solemnemente les dice que tanto la Sagrada Lanza, como el Santo Grial, en el que se recogió la sangre que fluía, habían llegado a Monsalvat para ser guardados por los caballeros del Grial bajo la supervisión de Titurel, el padre de Amfortas. Klingsor anhelaba pertenecer a la congregación de los caballeros, pero, incapaz de mantener los pensamientos impuros lejos de su mente, recurrió a la auto castración, haciendo con ello que le expulsaran de la orden. Klingsor entonces se ha vuelto enemigo del reino del Grial, aprendiendo artes oscuras. Ha establecido sus dominios en el valle inferior cercano a Monsalvat y lo ha llenado de bellas doncellas-flores que tratan de seducir y embelesar a los caprichosos caballeros del Grial para hacerlos perecer. Aquí fue donde Amfortas perdió a su vez la Sagrada Lanza, conservada por Klingsor, que trama ahora cómo conseguir también el Grial. Gurnemanz dice que Amfortas más tarde tuvo una visión santa que le dijo que esperara a un «casto inocente, iluminado por la compasión» („Durch Mitleid wissend, der reine Tor“), quien finalmente curará la herida.

Justo en este momento, se oyen gritos de los caballeros („Weh! Weh!“ - «¡Dolor! ¡Dolor!»): un cisne en vuelo ha sido alcanzado por una flecha y ha caído abatido a tierra. Traen a un joven, con un arco en la mano y un carcaj con flechas que son iguales a la que alcanzó al cisne. Gurnemanz habla severamente al muchacho diciéndole que este es un lugar santo. Le pregunta directamente si disparó contra el cisne, y el muchacho presume de que si vuela, él puede acertarle („Im Fluge treff' ich was fliegt!“). Gurnemanz le pregunta qué daño le había hecho el cisne, y muestra al joven el cuerpo sin vida de esta ave benefactora. Ahora con remordimientos, el joven rompe su arco, arrojándolo a un lado. Gurnemanz le pregunta por qué está aquí, quién es su padre, cómo encontró este lugar y, finalmente, cómo se llama. A cada pregunta el muchacho responde «No lo sé». El caballero mayor aleja a sus escuderos para que vayan a ayudar al rey y ahora pregunta al muchacho qué es lo que él sí sabe. El joven dice que tiene una madre, Herzeleide, y que el arco lo hizo él mismo. Kundry había estado escuchando y ahora les dice que el padre del muchacho fue Gamuret, un caballero muerto en batalla, y también cómo la madre del muchacho ha prohibido a su hijo usar una espada, temiendo que tenga el mismo destino que su padre. Ahora el joven recuerda haber visto caballeros pasar por su bosque, que él salió de casa y dejó a su madre por seguirlos. Kundry se ríe y le dice al joven que, mientras ella cabalgaba, vio a Herzeleide morir de pena. Al oír esto, el muchacho se lanza contra Kundry pero entonces cae conmovido por la pena. La propia Kundry le ofrece agua para reconfortarlo y, ahora cansada, solo desea dormir y desaparece entre la maleza.

Gurnemanz sabe que el Grial solo dirige a los píos a Monsalvat e invita al muchacho a observar el ritual del Grial. El joven no sabe lo que es el Grial, pero señala que mientras ellos caminan, él apenas parece moverse, y aun así parece que viaja lejos. Gurnemanz dice que en este reino, el tiempo se convierte en espacio („Zum Raum wird hier die Zeit“). Un grandioso interludio orquestal lleva a la escena 2.

Escena 2

Llegan al salón del Grial, donde los caballeros se están reuniendo para recibir la Eucaristía („Zum letzten Liebesmahle“ — «Esta última cena santa»). Se oye la voz de Titurel, diciendo a su hijo, Amfortas, que descubra el Grial. Amfortas está atormentado por la vergüenza y el sufrimiento („Wehvolles Erbe, dem ich verfallen“). Es el guardián de estas sagradas reliquias pero aun así ha sucumbido a la tentación y perdido la Lanza: declara que él no es merecedor de su cargo. Grita pidiendo perdón („Erbarmen!“) pero solo oye la promesa de la redención futura a través de un tonto inocente.

Al oír el grito de Amfortas, el joven parece sufrir con él, apretando su corazón. Los caballeros y Titurel urgen a Amfortas a poner de manifiesto el Grial („Enthüllet den Gral“), lo que él, finalmente, hace. El oscuro salón queda ahora bañado de la luz del Grial al tiempo que los caballeros comen. Gurnemanz empuja al joven para que participe, pero el muchacho parece en trance y no sigue. Amfortas no comulga y, al finalizar la ceremonia, cae transido de dolor y lo sacan. Lentamente se va vaciando el salón dejando solo al muchacho y a Gurnemanz, quien le pregunta si ha comprendido lo que ha visto. Cuando el muchacho es incapaz de responder, Gurnemanz lo despide considerándolo tonto y le envía una advertencia de cazar gansos, si debe, pero ha de dejar en paz a los cisnes. Una voz desde lo alto repite la promesa, «El casto inocente, iluminado por la compasión».

Acto II

Se inicia con un breve como intenso preludio orquestal que hace referencia a Klingsor, pero en el que se entremezclan otros leitmotiv relacionados con el Grial.

Escena 1

El segundo acto se abre en el castillo mágico de Klingsor, quien conjura a Kundry, despertándola de su sueño. La llama por muchos nombres: Primera Hechicera, la Rosa del Infierno, Herodías, Gundryggia y, finalmente, Kundry. Ella se resiste a obedecerle y se burla de la condición mutilada de Klingsor preguntando sarcásticamente si él es casto („Ha ha! Bist du keusch?“), pero ella no puede resistir su poder. Klingsor observa que Parsifal se acerca, y llama a sus caballeros encantados para que luchen contra el muchacho. Klingsor ve cómo Parsifal derrota a los caballeros, que emprenden la huida.

Klingsor ve al joven dirigirse al jardín de doncellas-flores y llama a Kundry para que busque al joven y lo seduzca, pero cuando él se gira, ve que Kundry ya ha salido a cumplir su misión.

Tarjeta postal de Parsifal alrededor del año 1900; artista desconocido.

Escena 2

El triunfante joven se encuentra en un jardín encantado, rodeado por bellas y seductoras doncellas-flores. Lo llaman y se enredan sobre él mientras le riñen por haber herido a sus amantes („Komm, komm, holder Knabe!“). Pronto luchan entre sí para ganarse la devoción exclusiva del joven, hasta el punto de que él va a escaparse, pero luego una voz le llama, „Parsifal!“. Recuerda entonces que es este el nombre que su madre usa cuando se le aparece en sueños. Las doncellas-flores retroceden y le llaman tonto mientras le abandonan y le dejan a solas con Kundry, que aparece bellísima y seductora.

Él se pregunta si este jardín es un sueño y pregunta cómo es que Kundry sabe su nombre. Kundry le dice que lo aprendió de su madre, en un magnífico monólogo: („Nein Parsifal, du tör'ger Reiner“... „Ich sah das Kind an seiner Mutter Brust“ — «Yo vi al niño alimentado en el seno materno...»). Su madre le había amado e intentado proteger del destino de su padre; él la había abandonado y ella, Herzeleide, había muerto de pena. Tras estas revelaciones de Kundry, el joven queda dominado por el remordimiento, culpándose a sí mismo por la muerte de su madre. Comprende cuán estúpido ha sido olvidándola. Kundry dice que darse cuenta de esto es un primer signo de comprensión y que, con un beso, ella le puede ayudar a comprender el amor de su madre. En ese instante, Parsifal toma conciencia del dolor de Amfortas, y grita su nombre como si lo llamase: siente el dolor del rey herido ardiendo en su propio costado, y ahora entiende el sufrimiento físico y moral de Amfortas durante la ceremonia del Grial („Amfortas! Die Wunde! Die Wunde!“ - «¡Amfortas! ¡La herida! ¡La herida!»). Lleno de compasión, Parsifal rechaza las proposiciones de Kundry.

Furiosa al ver que sus intentos fracasan, Kundry le dice a Parsifal que si puede sentir compasión por Amfortas, debería entonces ser capaz de sentir compasión por ella también. Ella ha sido maldita durante siglos, incapaz de descansar, porque vio al Salvador portando la Cruz camino del Calvario y se rio de su dolor. Ahora ella nunca puede llorar, solo reírse, y está también esclavizada por Klingsor. Parsifal la rechaza de nuevo y le pide que lo guíe hasta Amfortas. Kundry le ruega que se quede con ella aunque solo sea por una hora, y luego le llevará ante Amfortas. La vuelve a rechazar, y entonces Kundry le maldice a vagar sin encontrar jamás el Reino del Grial. Finalmente ella llama a su maestro para que la ayude.

Klingsor aparece y arroja la Lanza a Parsifal, pero se detiene en mitad del aire, por encima de su cabeza. Parsifal la coge y hace el signo de la Cruz. El castillo se desmorona y mientras él emprende su marcha, le dice a Kundry que ya sabe dónde podrá encontrarle de nuevo.

Acto III

Escena 1

Tras un nuevo preludio orquestal, sereno y armónicamente complejo, que simboliza el retorno de Parsifal, el tercer acto se abre como el primero, en el dominio del Grial, pero muchos años después. Gurnemanz aparece envejecido y doblado. Oye lamentos cerca de su cabaña de ermitaño y descubre a Kundry inconsciente en la maleza, como había ocurrido años atrás („Sie! Wieder da!“). La revive usando agua del Santo Manantial, pero ella solo pronuncia la palabra «servir» („Dienen“). Gurnemanz presiente que hay algún significado en su reaparición en este día. Mirando al bosque, ve que se acerca un personaje, recubierto de armadura negra y el rostro cubierto por el yelmo. Trae consigo una lanza, pero no puede saber quién es. Gurnemanz se lo pregunta, sin obtener respuesta. Finalmente el recién llegado, desprovisto del yelmo, es reconocido por el anciano Gurnemanz como el muchacho que disparó al cisne, y con alegría observa que la Santa Lanza es la que ha traído consigo.

Parsifal habla de su deseo de encontrar a Amfortas („Zu ihm, des tiefe Klagen“). Relata su largo viaje, vagando durante años, incapaz de encontrar un camino de vuelta al Grial: a menudo se ha visto obligado a luchar, pero nunca rindió la Lanza en batalla. Dice a Gurnemanz que la maldición que le impedía encontrar el camino correcto ya no surte efecto. Gurnemanz reconoce empero que en su ausencia Amfortas nunca ha vuelto a oficiar para los caballeros del Grial y que Titurel ha muerto. Parsifal se encuentra sobrecogido por el remordimiento, culpándose a sí mismo de esta situación. Gurnemanz le dice que hoy es el día de los funerales por Titurel y que tiene que cumplir un gran deber. Kundry lava los pies de Parsifal y Gurnemanz lo unge con agua del Santo Manantial, reconociéndolo como el casto inocente, ahora iluminado por la compasión, y como él será el nuevo rey de los caballeros del Grial. A su vez Parsifal bautiza a Kundry, que permanece en silencio respetuoso.

Final del acto III en la producción original de 1882; diseño de Paul von Joukowsky.

Parsifal mira alrededor y comenta la belleza de la naturaleza primaveral. Gurnemanz explica que hoy es Viernes Santo, cuando toda la creación se renueva por la Muerte del Salvador. Son los «encantamientos del Viernes Santo». Se oyen a lo lejos las campanas del templo de Monsalvat; Gurnemanz anuncia: «Mediodía, ha llegado la hora. ¡Mi señor, permite que tu siervo te guíe!» y los tres emprenden el camino hacia el castillo del Grial. Un interludio orquestal, que se inicia con majestuosos acordes y ritmos que se interfieren (Mittag), los acompaña a la solemne reunión de los caballeros en la escena 2.

Escena 2

Los caballeros traen a Amfortas ante el santuario del Grial y el féretro donde reposa su padre Titurel, a quien invoca para ofrecerle descanso de sus sufrimientos, y desea unirse a él en la muerte („Mein Vater! Hochgesegneter der Helden!“ — «¡Padre mío! El más bendito de los héroes») Los caballeros del Grial urgen apasionadamente a Amfortas que descubra el Grial de nuevo, pero iracundo, dice que nunca más realizará el oficio ante la sagrada Copa, ordenando a los caballeros que lo maten si así lo desean y acaben de una vez por todas con su sufrimiento y con la vergüenza que les ha aportado. En ese momento, Parsifal se adelanta y dice que solo un arma puede sanar la herida („Nur eine Waffe taugt“ — «Sólo sirve un arma»): con la Lanza toca el costado de Amfortas, que queda curado y absuelto de su culpa. El mismo Parsifal ordena que se descubra el Grial, reemplazando a Amfortas como celebrante. Mientras todos los presentes se arrodillan, Kundry, liberada de su maldición y redimida, cae sin vida al suelo, al tiempo que una paloma blanca desciende sobre el Grial y sobre Parsifal. El coro entona un canto de acción de gracias.

 

¿Comprendes Roberto? La caverna es la idea y la única salida de la caverna es la herida que constituye a la idea, como tal no hay salida de la caverna pero hay la posibilidad de saber que la caverna es real y que nosotros podemos recrearla es decir abrirla y cerrarla, gracia a Dios.

Me quede pensando en la conversación que tuvimos:

Existe el sujeto dentro del campo, tiene una particularidad y es la de estar ahí...

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Christian Franco Rodriguez

la tercera noción de campo no da posibilidad de existencia al sujeto ni al objeto solo hay transferencias.

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Roberto Contreras Meza

Christian Franco Rodriguez A los humanos intelectuales e intelectualoides les encanta pensar la vida en lugar de vivirla, quieren cambiar la vida y pensamiento de los demás basados en definiciones y conceptos que parten de sus creencias particulares, una total contradicción de la que incluso están "orgullosos"....

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Christian Franco Rodriguez

Roberto Contreras Meza El problema es que tu le dices vida al poner en funcionamiento conceptos operativos en cambio para mi la vida tiene que ver con la falla de estos conceptos, la salida de la caverna no es esta en el campo divino, sino en la falla del campo virtual que enlaza el campo físico y el campo consciente aquí clamamos a Dios y por fin vivimos fuera de los conceptos operativos de nuestros sistemas virtuales.

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Roberto Contreras Meza

Christian Franco Rodriguez pero, ni siquiera se conocen las funciones operativas del ser humano a cabalidad, ¿cómo podrías salir de algo desconocido?

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Christian Franco Rodriguez

Roberto Contreras Meza Esa es la cuestión las ideas no surgen por conocimiento de la verdad sino como categorías que operan para darle orden a lo desconocido, por lo mismo salimos de estas categorías que son sistemas en el campo de lo desconocido.

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Roberto Contreras Meza

Christian Franco Rodriguez Sabes que el cerebro produce ideas a granel, así como el corazón bombea sangre, o el pulmón intercambia CO2 por O2... y cualquier persona elige las ideas que quiera creer en función de sus experiencias, espectativas y particular genética... creando una vida pensada, ahora cada ser humano crea un campo vital que no concuerda con la que crea otro ser humano, ¿cómo se podría elegir cuál es el orden vital adecuado?

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Christian Franco Rodriguez

Roberto Contreras Meza ¿Sabes que las ideas se manifiestan primero como símbolos religiosos donde no importan los individuos sino las comunidades que se religan, aquí la idea integra sus dos partes la operativa y la conceptiva es decir concibe de una m… 

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Roberto Contreras Meza

Christian Franco Rodriguez Parece que no has entendido mi argumento, ¿puedes permitir o cambiar que tu cerebro piense lo que piense? Así, como ¿puedes permitir que tu corazón bombee o no bombee? La respuesta es "NO". No soy YO el que piensa, el que piensa y es una fábrica de pensamientos es mi cerebro. Cuando yo empiezo a intentar cambiarme, a intentar que mi corazón no lata así cuando me acerco a una chica que me gusta, voy a tener problemas de equilibrio, voy a tener problemas de oxígeno. Probablemente me caiga redondito. ¿Por qué le pedimos a nuestro pensamiento que sea de una manera diferente? ¡¡¡No tiene ningún sentido!!! Esto solo lo hacemos cuando no sabemos cómo funciona nuestra mente y nuestro organismo. Y no digo que esto esté mal. Digo simplemente que en cuanto empezamos a aprender cómo funcionamos, nuestra perspectiva cambia, ya no queremos tener el control. Y se abre la posibilidad de empezar a relacionarnos con nuestro pensamiento de una manera completamente distinta. Cuando yo empiezo a asumir en mi día a día que aquello que pienso no es un hecho, sino una propuesta de mi cerebro para vivir una situación de vida, empiezo a abrirme a la posibilidad de no querer cambiarlo, de empezar simplemente a mirar cómo yo me relaciono y empezar a trabajar en nuestras relaciones, como tener novia o novio. Solo es un pensamiento. Entonces, ¿cómo me relaciono yo con esto que estoy pensando? ¿Estoy luchando o huyendo de ese pensamiento? ¿O lo estoy abrazando? ¿O lo estoy usando como un elemento de aprendizaje? Normalmente, la mayoría de personas luchan o huyen de sus pensamientos, y una de las formas más aceptadas es tratar de cambiarlo, tratar de hacerlo más positivo. Esto, desde un punto de vista de la neurociencia, no tiene sentido.

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Christian Franco Rodriguez

Roberto Contreras Meza me has parafraseado el video de neurociencia del bbva https://www.youtube.com/watch?v=nJMwKB5JAuU a que vas con eso?

 

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V. Completa. Neurociencia aplicada al día a día. David del Rosario, investigador en neurociencia

V. Completa. Neurociencia aplicada al día a día. David del Rosario, investigador en neurociencia

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Roberto Contreras Meza

Christian Franco Rodriguez Hay más que eso, David del Rosario y otros ayudan, tú estás ahí, y yo... los pensamientos en un individuo, ya se dijo, nacen de un cerebro con experiencia... lo que dices de que un pensamiento nace primero como símbolo rel… 

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Christian Franco Rodriguez

Roberto Contreras Meza Felizmente la filosofía jamás ayuda ni autoayuda.

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Roberto Contreras Meza

Christian Franco Rodriguez Por qué te incomoda que copie y pegue un párrafo con el que estoy se acuerdo, no estoy haciendo una tesis o un libro que digo que es mío, solo es información compatible con mi estructura vital, tú lo has hecho muchas veces, y a mí ni me va ni me viene, solo miro la coherencia que tiene con tu estructura o con la estructura que , según yo, le intentas poner... para la próxima te pondré pie de página 😉 a los escritos que no me corresponden...

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Christian Franco Rodriguez

Roberto Contreras Meza Yo siempre estoy copiando y pegando en mis textos pero no me quedo ahí, sino que voy reflexionando invirtiéndolos, convirtiéndolos, por eso te preguntaba adonde vas con eso, a mi parecer a ningún lado, solo es pura pretensión cuando no hay ideas.

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Roberto Contreras Meza

Christian Franco Rodriguez voy a que yo me mejoró día a día, mis pensamientos son chorros de sangre de mi cerebro que no me los creo, yo busco relacionarme de un modo neutral con la mayoría de "mis" pensamientos, un pensamiento no me gobierna... busco vivir BIEN, sin sufrir por mí o por otros, busco conocer cómo funcionamos los seres humanos y aprovechar ese conocimiento para mí mejora continua, utilizo los procesos biológicos subyacentes a mi favor para tener una vida plena ... no busco ser un mercachife de filosofías que quieren transformar el mundo sin antes haber transformado su propia vida...

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Christian Franco Rodriguez

Roberto Contreras Meza Siempre dices una cosa y tu pensamiento hace otra y siempre tiendes a destensar tu pulsión con agresión ¿Te das cuenta? Yo de veo como un esclavo de tu libido y este hasta ahora no te permite pensar.

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Roberto Contreras Meza

Christian Franco Rodriguez Alguna vez escuche: si alguien te habla de transformación, de evolución, de biotejido... mira su vida, mira cómo vive, qué come, cómo se ejercita, mira su cuerpo, mira su casa, mira a sus hijos, mascotas, ... ahí encontrarás la respuesta y no en sus palabras...

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Roberto Contreras Meza

Christian Franco Rodriguez Del lat. libīdo.

1. f. Psicol. Deseo sexual, considerado por algunos autores como impulso y raíz de las más varias manifestaciones de la actividad psíquica. Según esta definición de la RAE, la libido es causa ya del pensamiento.

Y te atreviste a hablar de mi familia eso que causo un gozo perverso y luego una herida al reflexionar ese gozo perverso por esto te invito a entrar en mi caverna en ella Sócrates y Zizek están en un debate increíble, Zizek le proyecta películas a Sócrates perola que más le ha conmovido es la Wagner Sócrates de pronto entiende:

El 1 se mira al espejo y es cero  el positivo se refleja en el negativo ¿Cómo puede entonces el uno religarse al   cero?

Mi hijo kie dice entrando al reflejo

https://www.facebook.com/christian.francorodriguez/videos/693133411793023  

Y Eso es justamente lo que hace Cristo pasa del ser la no ser para ser

1→0→1   lo que no comprende Kie es que al pasar al espejo Cristo queda herido

El alma humana es esta herida  0→←c/0 =C0/2  que se produce en la lucha entre lo real imaginario y lo real simbólico

Entre nuestro padre y nuestra madre.

El anti espíritu es la herida C0/2 pero es esta herida la que posibilita la espiritualidad en el hombre

Y entonces el paso del ser al no ser para ser

Es: 1→c0/2→1/2   he aquí el espíritu revelado Cristo queda partido por la herida humana.

Zizek insistirá  que una vez entendemos que la herida es la que posibilita el absoluto ya no necesitamos del redentor más Sócrates sabe que el milagro no es el Espíritu Santo como redención de nuestra conciencia solamente sino como redención de todo nuestro cuerpo, Persifal abrió el santo grial la herida es santa, la herida es El espíritu su curación es la idea.

Más la idea tiene que realizarse plenamente.

Así hay el absoluto del Espíritu cuando naces de nuevo en Cristo, el absoluto del alma cuando se recrea a sí misma en Cristo sanando su herida, el absoluto de la mente cuando la idea   y la herida son uno ya que la herida del uno está  en el cero y la herida del cero está  en el uno, y el absoluto corporal donde resucitamos con nuestras heridas, quedando el ultimo absoluto el quinto      donde se crea un nuevo cielo y una nueva tierra desde la herida.

Las 4 gnoseologías dan una epistemología divergente capaz de abrir el campo ontológico, capaz de abrir la caverna invirtiendo la idea en la herida  y convirtiendo la herida en la caverna, siendo la caverna el alma humana tanto un hueco rajado como un grial lleno de vino.