Así
voló La Mariposa de Zaratustra
O más
conocida por los falsos cristianos como la polilla de Dios
Despertar
Cuando Zaratustra tenía treinta y tres años
la mariposa que dejo en su caverna rompió su crisálida. Allí, en la crisálida, en la
caverna, en la tierra gozó de su
espíritu y de su soledad caminando por las 4 vías del conocimiento. La primer vía del ser donde tropezó como
oruga racional rasgándose con los fenómenos y su ciencia objetiva, lo cual causo su primera
trasformación al camino del no ser en un
pupa en la que transcendió al séptimo vacío y en la que se dio cuenta del
teatro loco de la vida y aunque no estando estuvo, tropezó también ya que
confundió el trasparentar la luz con el ser la luz y entonces nació como
polilla compuesta por cuatro dragones con los que destruyo todo en la voluntad
de poder Pero al fin su corazón se
transformó, - y una mañana, levantándose con la aurora, se colocó delante de
Dios y le habló así: «¡Tú gran Uno! ¡Has resucitado!. El ser y el no ser y su
eterno retorno como un huevo ha sido roto por ti, déjame morir en tu muerte
para realmente conocerte y renacer en ti para saber por fin quien soy. Y durmió
en Cristo y despertó en él con una misión encontrar a Zaratustra y lograr en él
la última trasformación. Delicada y aun más necesitada de Dios que nunca metió
su lengua a la primera flor. “Kausay tierra que me has visto crecer si sabes
mirar el corazón veras que soy una mariposa
con mi toro de paz que me llevara por tus sendas, con mi león de
justicia que devorara al que dice que es y no es, con mi águila de libertad que
soltara todas tus cadenas, con mi Serafín que viene a iluminar tus abismos, con
él Fénix que vencerá todo infierno, con mi tortuga eterna que sin moverse esta
en todo movimiento y mi unicornio que solo acepta lo singular, lo único que
solo es en él Padre. Más si no sabes ver en el corazón oh terrible madre tierra
para ti y tus hijos soy una polilla compuesta por cuatros dragones los que abrirán
el Espíritu, la Voluntad de poder, él Vacío y el Amor destruyendo todo lo que
no es, así que abre tu cuerpo, tengo que bajar a la profundidad tengo que
tocar tu raíz en el abismo para encontrar a mi niño bendito que hace locuras en el sueño del súper hombre,
maldíceme madre mía como haces con todos los que vienen en el nombre de Dios a
redimirte, cuando llegue el momento de la noche la bendición del Señor te
tocara con mi larga lengua y juntos tú, mi niño Zaratustra y todo lo que vive
alabara en una nueva aurora a su creador”
- Así comenzó el paso del ser al no ser para ser de la mariposa de
Zaratustra.
La mariposa de
Zaratustra voló en la gracia de Dios bajando de las montañas sin encontrar a nadie. Pero
cuando llegó a los bosques surgió de pronto ante ella un anciano que había
abandonado su choza para buscar raíces
en el bosque. Y el anciano tembló al ver a la polilla y pensó: ¡Es mi hora!
Cuando la polilla pueda reconocer la verdadera luz sin quemarse en ella los
hombres como yo, ya no podrán estar en este mundo. Es que acaso esta no era la voluntad
de poder de Zaratustra; pero se ha transformado. Entonces llevaba fuego a la montaña:
¿Quiere hoy llevar cenizas santas a los valles? ¿No teme los castigos que se
imponen a los pobres de Espíritu en este mundo? Sí, la reconozco ahora como voluntad de ser. Pura
es su lengua, y en su corazón no se oculta mascara alguna. Viene hacia acá vibrando en la meta música Está transformada, Se ha convertido en un Fénix, es la luz de Dios: ¿Qué quieres hacer ahora
entre los muertos? En la soledad vivías como en el mar, y el mar te llevaba
hasta el abismo, hoy vienes de vencer el infierno y de conocer el cielo. Ay, ¿quieres bajar a
tierra? Ay, ¿quieres volver a arrastrar tú misma tu cuerpo? La mariposa respondió: «Yo amo a los hombres.» ¿Por qué,
dijo el que creyó ser santo, me marché yo al bosque y a las soledades? ¿No fue
acaso porque amaba demasiado a los hombres?
. Más el hombre era para mí una cosa demasiado imperfecta. El amor al
hombre pensé que me mataría. Por eso me entregue al amor de Dios sim embargo no
fuiste tú que volabas siempre tan cerca de Zaratustra la que me enseño que Dios
había muerto y me dejo en la extrema soledad, ¡dime ahora! ¿Dios ha resucitado?:
Amor. Lo que yo llevo a los hombres es
la nueva tierra del árbol de la vida: ¡Los mataras!, ¡lo sabes! dijo el que se creía santo. Es mejor predicarles la
muerte de la cual conocen bastante, que develarles la vida, no la soportaran,
que saben los hombres de la vida que vence a la muerte, ellos conocen de la
muerte-vida, esa que se va muriendo cada día y que los alimenta con mendrugos
de felicidad, pero tú les vienes a mostrar otro sol, otra tierra y la
única respuesta que obtendrás será su aferrarse a la muerte en vida que
conocen, pero no los dejaras en paz eres la polilla de Dios viniste a romper el
huevo del espacio tiempo, quieres que la
luz traspase y nos queme, quieres desatar el infierno, ¿Porque no mejor
dejarnos vivir muriendo?: Porque se les acabo el tiempo y tú lo sabes – Dicho
esto el hombre que creyó ser Santo vio a la polilla por fin como lo que era una
mariposa mas no soporto su color ni el fuego de su espíritu y en ese momento perdió su raíz en el
árbol de la ciencia del bien y del mal sin atreverse a recibir la nueva
tierra del árbol de la vida. ¡Oh ustedes!
luciérnagas que se empeñaron en hacernos conocer sus sexos en la oscuridad, oh
ustedes que nos condujeron con promesas falsas a sus ardientes deseos, donde ha
quedado el brillo de sus palabras, donde quedo el misticismo de su silencio, se
acabó el tiempo de los ritos, de las oraciones y las plegarias o revelan a Dios
en todo su amor o perecen por el peso de sus culpas ante su luz, la gran
babilonia , la que tomo el nombre de la iglesia Santa Universal y todos sus
engañadores enemigos de la nueva tierra
y del nuevo sol están acabados se acerca el nuevo día, y en esa nueva hora
ustedes ya no tienen parte, oigan aullar a todos los lobos saben que su luna
les será quitada que la noche no será más. Oigan todos hijos de la tierra Dios
ha resucitado en el corazón de los hombres y en la voluntad de ser de todas sus
mariposas.
Y la Mariposa de Zaratustra se internó en el bosque hasta
posarse en el árbol de la ciencia del bien y del mal, árbol en el que
Zaratustra había enterrado al volatinero
He aquí volatinero serás el primer muerto que voy a levantar.
Escúchame Yo os enseño a ti que conociste el infierno, el
Fénix y su vuelo de mariposa
El hombre es un Fénix llamado a la transformación de la mariposa
La voluntad de poder ha recorrido un largo camino desde el
gusano hasta el espíritu en el hombre y en ese paso a la conciencia se escindió
y se perdió dando como única realidad la muerte.
Y el más sabio de vosotros es tan solo un ser escindido,
hibrido entre materia e idea, entre tierra y mundo.
Yo os enseño El fénix y su vuelo de mariposa. El Nuevo
hombre y su voluntad de ser.
El Fénix es el sentido de la nueva tierra, cante tu
mariposa, sea el Fénix el sentido de la nueva tierra.
Yo os consagro hermano mío permanece fiel a la fe en esta
nueva tierra y no creáis a los que te hablen de la desesperanza terrenal. Son
envenenadores lo sepan o no.
Son despreciadores de la vida, son moribundos, y están ellos
también envenenando la tierra, no pararan hasta matar a su madre, hasta que
ella desaparezca.
En otro tiempo acabaron con el cielo, matando a su Padre en
el corazón, hoy acabaran con la tierra, entrando en la máxima abyección,
conociendo su entraña inescrutable, más ahí se encontraran con el rostro de
Dios.
En este tiempo el cuerpo ha mirado al alma con desprecio, y
este desprecio es la vanidad más alta-El cuerpo
quiere al alma superficial, flaca, famélica y fea- para esto le ha
despojado de toda verdad-Esa es su
crueldad. La crueldad del mundo cínico.
Más dime tú, que has navegado en la eternidad del espíritu, ¡Que
anuncia vuestro espíritu de vuestra alma!, ¿No es acaso vuestra alma, riqueza,
pureza y una bendición celestial?
En verdad una limpia corriente celeste es vuestra alma
humana. Es necesario que nuestro cuerpo sea un mar para recibir esta viva
corriente y ahí si no contaminarla.
Mirad yo os enseño ese mar, y lo llamo Fénix y a sus olas
las llamo el vuelo de la mariposa, en ese vuelo vuestro espíritu puede por fin
crear.
¿Cuál es la máxima vivencia que puedes tener? La hora de la
creación. La hora en que todo lo que no es
queda destruido y de sus cenizas
renace un nuevo hombre-mujer, un Fénix.
La hora en la que aun la más grande felicidad en esta tierra
se invierta en la mayor tristeza, para convertirse en vino, gozo eterno. Y eso mismo ocurra con
vuestra razón y vuestra virtud.
La hora en que digáis que importa mi felicidad en este
mundo, es pobreza y enfermedad y una lamentable carga. Esta felicidad no puede
justificar mi existencia.
La hora en que digas que importa mi razón ¿Ansia ella misma
que el prisioneros su comida? Y es pobreza y enfermedad, una lamentable doble
carga entre lo que es y lo que no será.
La hora en que digas
que importa mi virtud. Me enfurece su devenir, ¡Estoy cansado de mi Bien y de
mi mal! Todo esto es pobreza y enfermedad, una lamentable carga que solo me
conduce por el camino de la muerte.
La hora en que digáis que importa mi justicia, hazme Dios un
carbón ardiente, pues tu justicia es la del fuego ardiente, y aquello que no
soporte tu fuego simplemente no será. La hora en que digáis no importa mi
compasión ¿No es acaso tu compasión Dios santo una cruz y no es acaso la mía
una piedra en la mano y en el corazón? ¡Dame pues de tu crucifixión quiero
conocer tu inmenso dolor por los hombres!
¡Habéis hablado ya así! ¿Habéis gritado ya así? Ah yo os he
oído gritar así, yo he sentido vuestro
clamor en el infierno.
Es vuestro arrepentimiento el que clama al cielo, es vuestra
pequeña raíz de Dios que clama unirse a su salvador.
¿Dónde está Dios Santo el rayo que lama a este cuerpo con tu
lengua? ¿Dónde está la demencia que habría que inocularle?
Mirad yo os enseño el Fénix y su vuelo de mariposa, He aquí
su lengua, he aquí su rayo y su demencia, recibid la locura del árbol de la
vida, recibid de Dios su santa comprensión.
Amigo ven y abraza a tu hermano en el Señor.
Y el Hombre nuevo se paró y abrazo.
Así voló la mariposa de Zaratustra
Cuando la mariposa
de Zaratustra voló a la primera ciudad situada al borde de los bosques,
encuentro en el mercado una gran muchedumbre y a ellos les prometió la exhibición
del volatinero resucitado. Y la mariposa voló así entre el pueblo:
El hombre es una cuerda cortada entre el espíritu y la
voluntad de poder, una cuerda cortada en el abismo.
El hombre es un ser sin alas destinado a caer en el intento
de cruzarse a sí mismo. Una muerte al caminar, una muerte al estremecerse y
pararse, una muerte al pasar al otro lado, una muerte al mirar atrás. La
grandeza del hombre está en ser un abismo y en clamar a Dios desde esas
tinieblas, lo que en el hombre se puede amar es el conocimiento de su
profundidad oscura y de su dolor al clamar por la luz, en el gime toda la
creación. Lo que en el hombre se puede amar es su muerte como inicio de una
nueva vida.
Dios ama a quienes no saben vivir de otro modo que hundiéndose
en su abismo, pues ellos son los que claman a Dios desde la oscuridad.
Dios ama a los grandes despreciadores, pues ellos son los
grandes veneradores, y flechas del anhelo hacia la otra orilla.
Dios ama a quienes,
para hundirse en su abismo y sacrificarse, no buscan una razón entre los hombres:
sino que se sacrifican por la tierra para que ésta llegue alguna vez a ser en
Dios.
Dios ama a quien vive
para conocer, y quiere conocer para que alguna vez viva Dios en él. Y quiere así
su propia cruz.
Dios ama a quien trabaja e inventa para construirle la casa
al Señor y prepara para él la tierra, el animal y la planta: pues quiere así su
propia cruz.
Dios ama a quien ama
su virtud: pues la virtud es voluntad de abismo y una flecha del anhelo.
Dios ama a quien no
reserva para sí ni una gota de espíritu, sino que quiere ser íntegramente el
espíritu de su virtud: vuela así en forma de espíritu sobre el abismo.
Dios ama a quien de
su virtud hace su inclinación y su fatalidad: quiere así, por amor a su virtud,
no seguir viviendo y seguir viviendo.
Dios ama a quien no quiere tener demasiadas virtudes. Una
virtud la del amor es más virtud que
dos, porque es un nudo más fuerte del que se cuelga la fatalidad.
Dios ama a aquel cuya alma se prodiga, y no quiere recibir
agradecimiento ni devuelve nada: pues él regala siempre y no quiere conservarse
a sí mismo.
Dios ama a quien se
avergüenza cuando el dado, al caer, le da suerte, y entonces se pregunta:
¿acaso soy yo un jugador que hace trampas? - pues quiere perecer.
Dios ama a quien delante de sus acciones arroja palabras de
oro y cumple siempre más de lo que promete: pues quiere su cruz.
Dios ama a quien
justifica a los hombres del futuro y redime a los del pasado: pues quiere
perecer a causa de los hombres del presente.
Dios ama a quien
castiga a su dios porque ama a su Dios: pues tiene que perecer por la cólera de
su Señor.
Dios ama a aquel cuya alma es profunda incluso cuando se la
hiere, y que puede perecer a causa de una pequeña vivencia: vuela así de buen
grado por el abismo.
Dios ama a aquel cuya alma está tan llena que se olvida de
sí mismo, y todas las cosas están dentro de él: todas las cosas se transforman
así en su cruz.
Dios ama a quien es
de espíritu libre y de corazón libre: su cabeza no es así más que las entrañas
de su corazón, pero su corazón lo empuja a la cruz.
Dios ama a todos
aquellos que son como gotas pesadas que caen una a una de la oscura nube
suspendida sobre el hombre: ellos anuncian que el rayo viene, y perecen como
anunciadores. Mirad, yo soy una anunciadora del rayo y una pesada gota que cae
de la nube: más ese rayo se llama Jesucristo nuestro Señor.
Cuando la mariposa de
Zaratustra hubo dicho estas palabras contempló de nuevo el pueblo y calló: «Ahí
están», dijo a su corazón, «y se ríen: no me entienden, no soy yo la lengua
para estos oídos. ¿Habrá que romperles antes los oídos, para que aprendan a oír
con los ojos? ¿Habrá que atronar igual que timbales y que predicadores de penitencia?
¿O acaso creen tan sólo al que balbucea? Tienen algo de lo que están
orgullosos. ¿Cómo llaman a eso que los llena de orgullo? Tecnología lo llaman, es lo que los distingue de los
cabreros. Por esto no les gusta oír, referida a ellos, la palabra desprecio.
Voy a hablar, pues, a su orgullo. Voy a hablarles de lo más despreciable: el Súper
hombre. Y la mariposa voló así sobre el pueblo: Es tiempo de que el superhombre nos diga claramente que no tiene meta. Es tiempo de que el superhombre plante
la semilla de su desesperanza. Todavía es bastante fértil su terreno para ello.
Mas algún día ese terreno será pobre y manso, y de él no podrá ya brotar ningún
árbol de Bien o de mal. ¡Ay! ¡Llega el tiempo en que el superhombre dejará de
lanzar la flecha de su anhelo más allá del hombre, y en que la cuerda de su
arco no sabrá ya vibrar! Yo os digo: es preciso tener todavía caos dentro de sí
para poder dar a luz una estrella danzarina. Yo os digo: vosotros tenéis
todavía caos dentro de vosotros. ¡Ay! Llega el tiempo en que el superhombre no
dará ya a luz ninguna estrella. ¡Ay! Llega el tiempo del superhombre más
despreciable, el incapaz ya de despreciarse a sí mismo. ¡Mirad! Yo os muestro
el último superhombre. “¿Qué es amor? ¿Qué es creación? ¿Qué es anhelo? ¿Qué es
estrella?” - así pregunta el último superhombre, y parpadea. La tierra se ha
vuelto pequeña entonces, y sobre ella da saltos el último superhombre, que todo
lo empequeñece. Su estirpe es indestructible, como el pulgón; el último superhombre
es el que más tiempo vive muriendo. “Nosotros hemos recreado la felicidad” -
dicen los últimos superhombres, y parpadean. Han abandonado las comarcas donde
era duro vivir: pues la gente necesita calor. La gente hiere incluso al vecino
y se restriega contra él: pues necesita calor. Enfermar y desconfiar nada se
considera pecaminoso: la gente camina con cuidado. ¡Un tonto es quien sigue
tropezando con piedras o con hombres! Un poco de veneno de vez en cuando: eso
produce sueños agradables. Y mucho veneno al final, para tener un eterno
retorno agradable. La gente continúa trabajando, pues el trabajo es un
entretenimiento. Más procura que el entretenimiento no canse. La gente ya no se
hace ni pobre ni rica: ambas cosas son demasiado molestas. ¿Quién quiere aún
gobernar? ¿Quién aún obedecer? Ambas cosas son demasiado molestas. ¡Ningún
pastor y un solo rebaño! Todos quieren lo mismo, todos son iguales: quien tiene
sentimientos distintos marcha voluntariamente al manicomio. “En otro tiempo
todo el mundo desvariaba” - dicen los más sutiles, y parpadean. Hoy la gente es
inteligente y sabe todo lo que ha ocurrido: así no acaba nunca de burlarse. La
gente continúa discutiendo, más pronto se reconcilia - de lo contrario, ello
estropea el estómago. La gente tiene su pequeño placer para el día y su pequeño
placer para la noche: pero honra la salud. “Nosotros hemos recreado la felicidad”
- dicen los últimos superhombres, y parpadean.
En este punto el griterío y el regocijo de la multitud la interrumpieron.
«¡Danos al súper hombre, oh Polilla, - gritaban - haz de nosotros esos súper hombres!
¡A Dios te lo regalamos! Y todo el pueblo daba gritos de júbilo y chasqueaban
la lengua como serpientes. Pero entonces ocurrió algo que hizo callar todas las
bocas y quedar fijos todos los ojos. Entretanto, en efecto, el volatinero había
comenzado su tarea: había salido de una pequeña puerta y caminaba sobre la
cuerda, la cual estaba tendida entre dos torres, colgando sobre el mercado y el
pueblo. Más cuando se encontraba justo en la mitad de su camino, se lanzó al
abismo sobre la tierra y he aquí se produjo un gran silencio.
7 transformaciones del espíritu os menciono como el espíritu
se convierte en toro, como el toro se convierte en león, el león en águila y el
águila en ángel, para dar paso a su señor el Fénix, a la Tortuga eterna que
molera con su pisadas lentas todos sus corazones y al final al gran unicornio
que solo dejara ser al que es uno en su singularidad.
Así que contemplad al Espíritu del toro en el volatinero y
dejan que el pise la serpiente de sus lenguas para que por fin puedan escuchar.
Más la gente no vio un toro levantarse en el volatinero sino
un dragón negro el cual hizo la tierra temblar tragándose sus cuerpos.
Y he aquí que vinieron los niños a enterrar a sus muertos. Con
una tristeza grande que pronto se convertiría en verdadera paz.
La paz este en su corazones
Los niños respondieron y en tu espíritu
He aquí sus padres y madres confrontaron al toro de la paz y
perecieron en el temblar de sus piedras, no sean necios y dejen que el toro
pisoteé sus lenguas para que un buen
tiempo no puedan hablar.
Y los niños abrieron su boca, y el volatinero transformado
en toro las pudo pisar, sin dejar serpiente viva, ni veneno amargo que pueda
enfermar.
Hay muchas cosas pesadas para el espíritu pero nada pesa más
que una lengua venenosa, yo os enseño a volar amados hijastros e hijastras de
este mundo, yo os enseño a tirar la carga que este mundo les impone, yo os
enseño el camino que abre y labra el toro de paz para que pueden cultivar en
ustedes humildes corazones y esos humildes corazones puedan pronto aprender a
volar. Yo os enseño a estar tranquilos en el fondo del abismo, yo os enseño a
recibir la muerte llenos de paz, a regar la tierra con su sangre, que es la única
manera de poder fructificar. Yo os enseño el toro rojo repleto de sangre y de
vida el toro que aprendió en Dios a bailar y en su baile Santo pisotea toda
pereza toda ansiedad e intranquilidad. Yo os enseño en este toro a cornear al
mundo y a toda su mundanidad, que nadie se quede en el palco aplaudiendo cuando
el superhombre corneado empieza a llorar, creyó
poder recrear la felicidad, creyó poder burlarse de la vida en un eterno
retorno, escucharon los oles que se hizo gritar, ahora mírenlo bajo las patas
del toro de paz, sin lengua, ni serpiente ¿Que mentira nos dirá? Guardemos una
noche de silencio, que vengan los hombres de todos los tiempos nuestra guerra
acaba de empezar. Ningún niño, o niña, Hombre, mujer o superhombre nos quitara
en el silencio nuestro toro de paz.
Así en la completa calma de los niños voló la mariposa de
Zaratustra.
Entretanto iba llegando el atardecer, y el mercado se ocultaba
en la oscuridad: así olvidó el tiempo. Por fin se hizo de noche, y un viento
frío sopló sobre el solitario. La mariposa
levantó sus alas entonces y dijo a su corazón: Yo quiero enseñar a los hombres
el sentido de su no ser para que encuentren el ser en Dios ese sentido en Dios
es el Fénix, el rayo que brota del oscuro abismo que es el hombre. Más todavía
estamos muy lejos de ello, y el sentido de Dios no habla a sus sentidos. Para
los hombres es necesario primero conocer el león.
Oscura es la
noche, oscuros son los caminos en el hombre, que el toro cargue su cruz entonces
para que se dé a conocer el león, y el volatinero y los niños
cargaron cada uno con su cruz, y no habían recorrido aun cien pasos cuando se
les acerco furtivamente uno con apariencia de hombre, y he aquí que quien
hablaba era el espíritu del bufón de la torre el que antes había hecho caer de
la cuerda al volatinero “!Fuera! ¡Vuela fuera de esta ciudad!, y lleva contigo
a toda tu prole, somos demasiados los que vendremos por ti, vendrán los buenos
y justos y te arrancarán la lengua
porque te saben despreciadora de su bondad y de toda moral, vendrán los
creyentes de la fe cristiana y ellos te sacaran el corazón porque saben que
amas más de lo que ellos se permiten amar. Tu suerte ha estado en que convertiste
a mis hombres en niños y ellos entraron en tu paz, en tu gracia y verdad, más
crees que mataste en ellos toda su iniquidad, el padre y madre asesinado pronto
retornara, tu suerte es que hoy están durmiendo en ellos pero ya despertaran. Vete
lejos de esta ciudad vete lejos de este mundo o mañana saltare por encima de ti
y ya no podrás despertar. Un muerto vivo, sobre un vivo muerto el infierno otra
vez se te abrirá” y dicho esto las almas de todos los muertos comenzaron a reírse
diciendo, lleva a nuestros hijos al infierno, es que quiere alimentar al diablo
con nuestros hijos como bocado, es que la mariposa no conoce al diablo y su
hambre, él se la tragara a ella entera y a su rico toro de paz y se burlaban y reían, más
una risa aún más grande salió de las entrañas del toro de paz que riendo
terriblemente se convirtió en un gran león de justicia y las almas tuvieron que
callar y una gran hambre de almas sé apodero del león de justica: más con otra
gran hambre y con otro león se iría a enfrentar ¿Quién viene a mí y a mi mal
dormir? rugió el león de la oscuridad. Vivos que te devoraran rugió el león de
justicia. Dicho esto el león de la oscuridad trajo vino y trajo pan delante del
león de justicia. Quien llama con rugidos en la noche lo que le ofrezco debe de
aceptar. Y he aquí el león de justicia tomo del vino y partió el pan, y comiendo
enfermo y tomando expiro a los pies del león de la oscuridad, y este devoró las
carnes del león de justicia diciendo mi hambre es para con los vivos, aquellos
que no regresan más de la oscuridad. “La del león de justicia es hambre de
muertos para que puedan resucitar dijo la mariposa y dicho esto la mañana comenzó
a despuntar en el propio vientre del león de la oscuridad. Asombrados miraron
todas las almas el árbol de la vida y su música, asombrados miraron dentro de sí los niños. Entonces se levantaron
con rapidez, como unos marineros que de
pronto ven tierra, y lanzaron gritos de
júbilo: pues habían visto una verdad nueva, y habló así un niño al corazón de los demás: Una luz ha aparecido en
mi horizonte: compañeros de viaje necesitamos, compañeros muertos que Dios resucitara, - no compañeros que creen que están
vivos y son cadáveres, a los cuales las
tinieblas llevan adonde quieren. Compañeros de viaje muertos es lo que necesitamos, los haremos vivir de verdad, que
nos sigan porque quieren seguirse a sí mismos –hasta sufrir el despertar
e ir adonde Dios quiera que vayamos. Una luz ha aparecido en mi horizonte: ¡No
hablemos al pueblo vivo de Dios, hablemos a los muertos a los que sufren las
fauces del león de la oscuridad, los niños de la mariposa de Zaratustra, son leones
no ovejas de rebaño, vivimos para devorar ovejas del rebaño de los muertos - para eso vivimos. Pueblo y rebaño se
irritarán contra nosotros: ladrones vamos a ser llamados por los pastores de
los muertos. Digo pastores, pero ellos se llaman a sí mismos los buenos y
justos. Digo pastores: pero ellos se llaman a sí mismos los creyentes de la fe cristiana.
¡Ved los buenos y justos! ¿A quién es al que más odian? A los que rompe sus
tablas de valores, a los quebrantadores, a los infractores, a los leones de la
justicia del Señor: - pero somos los leones
del creador. ¡Ved los creyentes de todas las creencias! ¿A quién es a los
que más odian? A los que rompe sus tablas de valores, a los devoradores de la
muerte, a los que ríen en el infierno con Dios, los leones del creador: - pero él es el creador. Compañeros para nuestro
camino busquemos al creador, y en él
recreemos la vida en los cadáveres, en
los rebaños de los muertos y en todos los creyentes de la muerte. Compañeros en
la creación busca el creador, que escribamos nuevos valores en almas nuevas.
Compañero busca el creador, y colaboradores en la recolección: pues todo está
en él maduro para la cosecha. Pero le faltan las cien hoces: por ello arranca
las espigas y está enojado. Compañeros busca el creador, que sepan afilar sus
hoces. Aniquiladores se los llamará, y despreciadores del bien y del mal. Pero
son los cosechadores y los que celebran fiestas. Compañeros en la creación busca
nuestro Señor, compañeros en la recolección y en las fiestas busca Dios: ¡qué
tiene él que ver con rebaños y pastores y cadáveres podridos! Y tú, Volatinero primer compañero nuestro, ¡Resucita
de nuevo una vez más! Bien te han sembrado en el árbol dela vida, bien te han
llamado el terror de los lobos. Pero ahora no estás solo, el tiempo ha pasado.
Entre aurora y aurora ha venido a nosotros una verdad nueva. No debemos ser
pastores ni sepultureros. Y ni siquiera vamos a volver a hablar con los que predican
la vida de muertos; por última vez he
hablado de la vida muerte. A los creadores, a los cosechadores, a los que
celebran fiestas quiero unirme: voy a mostrarles el arco iris y todas las
escaleras del Árbol de la vida eterna. Cantaremos nuestra canción para los eremitas solitarios o en
pareja que se atreven a cruzar su muerte; y a quien todavía tenga oídos para
oír cosas inauditas, a ése vamos a abrumarle el corazón con nuestra felicidad.
Hacia nuestra meta queremos ir, nosotros continuaremos la marcha; saltaremos
por encima de los indecisos y de los rezagados. ¡Sea nuestra marcha el despertar de ellos!
Esto es lo que dijo un niño al corazón de los otros niños cuando el sol
estaba saliendo: entonces los niños se
pusieron a mirar inquisitivamente hacia la altura -
pues habían oído por encima de sí el agudo grito de un pájaro. Y he aquí el volatinero
convertido en águila cruzaba el aire
trazando amplios círculos y de él colgaba una serpiente, era su presa: pues
estaba con la cabeza partida. «¡El volatinero ha triunfado sobre la serpiente!,
dijo la mariposa de Zaratustra, y se alegró de corazón. El animal espiritual que
nos trae la libertad debajo del sol, y el animal más astuto debajo del sol -
han tenido una pelea en el corazón del león. ¿Quieren averiguar los hombres
quien ganara si la astucia o la libertad? En verdad, Sera la libertad. Hemos de
encontrar más peligros entre los hombres que entre los espíritus, peligrosos
son los caminos que recorrerán los leones del Señor. ¡Que el Águila nos guie!» Cuando la mariposa de Zaratustra hubo dicho esto, los leones fueron
guiados por el águila a devorar a muchos muertos, los cuales excretados una y
otra vez volvieron a la vida. Y la mariposa de Zaratustra se acordó de las
palabras del que se creía santo en el
bosque: “¡Es mi hora! Cuando la polilla pueda reconocer la verdadera luz sin
quemarse en ella los hombres como yo, ya no podrán estar en este mundo”. Suspiró y habló así a su corazón: ¡Ojalá fueran
los hombres y mujeres de esta tierra más inteligentes! ¡Ojalá fueran inteligentes de verdad, y dejaran de lado la
astucia de la serpiente! Pero pido cosas imposibles: ¡por ello pido a mi valor
que camine siempre junto a mi sabiduría! Y si alguna vez mi sabiduría me
abandona - ¡ay, le gusta escapar volando! - ¡que mi locura me lleve volando
junto con ella! - Así comenzó el Vuelo de los leones del Señor de la vida.
Los leones volaron junto a la mariposa y al águila de la libertad
donde el sabio que sabía hablar bien del dormir y de la virtud: por ello, se
decía, era muy honrado y recompensado, y todos los jóvenes se sentaban a
escucharlo antes del paso de Zaratustra. A él acudieron los leones, y encontrándolo
solo y dormido entonces comenzaron a rugir. Al despertar así habló el sabio: ¡Sentid respeto y pudor
ante el dormir! ¡Eso es lo primero! ¡Y evitad a todos los que duermen mal y
están desvelados por la noche! Incluso el ladrón siente pudor ante el dormir:
siempre roba a hurtadillas y en silencio por la noche. En cambio el vigilante
nocturno carece de pudor, sin pudor alguno vagabundea con su trompeta. Dormir
no es arte pequeño: se necesita, para ello, estar desvelado el día entero. Diez
veces tienes que superarte a ti mismo durante el día: esto produce una fatiga
buena y es adormidera del alma. Diez veces tienes que volver a reconciliarte a
ti contigo mismo; pues la superación es amargura, y mal duerme el que no se ha
reconciliado. Diez verdades tienes que encontrar durante el día: de otro modo, sigues
buscando la verdad durante la noche, y tu alma ha quedado hambrienta. Diez
veces tienes que reír durante el día, y regocijarte: de lo contrario, el
estómago, ese padre de la tribulación, te molesta en la noche. Pocos saben
esto: pero es necesario tener todas las virtudes para dormir bien. ¿Diré yo
falso testimonio? ¿Cometeré yo adulterio? ¿Me dejaré llevar a desear la sierva
de mi prójimo. Todo esto se avendría mal con el buen dormir. Y aunque se tengan
todas las virtudes, es necesario entender aún de una cosa: de mandar a dormir a
tiempo a las virtudes mismas. ¡Para que no disputen entre sí esas lindas
mujercitas! ¡Y sobre ti, desventurado! Paz con Dios y con el vecino: así lo
quiere el buen dormir. ¡Y paz incluso con el demonio del vecino! De lo contrario,
rondará en tu casa por la noche. ¡Honor y obediencia a la autoridad, incluso a
la autoridad torcida! ¡Así lo quiere el buen dormir! ¿Qué puedo yo hacer si al
poder le gusta caminar sobre piernas torcidas? Para mí el mejor pastor será
siempre aquel que lleva sus ovejas al prado más verde esto se aviene con el
buen dormir. No quiero muchos honores, ni grandes tesoros: eso inflama el bazo.
Pero se duerme mal sin un buen nombre y un pequeño tesoro. Una compañía escasa
me agrada más que una malvada: sin embargo, tiene que venir e irse en el
momento oportuno. Esto se aviene con el buen dormir. Mucho me agradan también
los pobres de espíritu: fomentan el sueño. Son bienaventurados, especialmente
si se les da siempre la razón. Así transcurre el día para el virtuoso. ¡Más
cuando la noche llega me guardo bien de llamar al dormir! ¡El dormir, que es el
señor de las virtudes, no quiere que lo llamen! Sino que pienso en lo que yo he
hecho y he pensado durante el día. Rumiando me interrogo a mí mismo, paciente
igual que una vaca: ¿cuáles han sido, pues, tus diez superaciones? ¿Y cuáles
han sido las diez reconciliaciones, y las diez verdades, y las diez carcajadas
con que mi corazón se hizo bien a sí mismo? Reflexionando sobre estas cosas, y
mecido por cuarenta pensamientos, de repente me asalta el dormir, el no
llamado, el señor de las virtudes. El dormir llama a la puerta de mis ojos:
éstos se vuelven entonces pesados. El dormir toca mi boca: ésta queda entonces
abierta. En verdad, con suave calzado viene a mí él, el más encantador de los
ladrones, y me roba mis pensamientos: entonces yo me quedo en pie como un
tonto, igual que esta cátedra. Pero no estoy así durante mucho tiempo: en
seguida me acuesto. Diciendo esto el sabio se echó a dormir - ¡No habrán más parpados en tus ojos que te impidan
el paso de la luz! y exclamado esto por la mariposa el águila arranco los parpados
del sabio y lo dejo para siempre sin dormir: pues una luz había aparecido
entretanto en su horizonte. Y habló así a su corazón: Un Ángel de Dios es el
que me quita para siempre del reino de la noche. ¡Feliz quien habite en la luz
de este ángel! Así el sabio voló a otra vida donde ya no era preciso dormir. Y
el volatinero convertido ahora en serafín se dirigió a los leones. Un hechizo moraba en su cátedra. En vano se han sentado los
jóvenes ante el predicador de la virtud. Su sabiduría decía: velar para dormir
bien. La nuestra vive, y pide morir para
realmente ser, la suya carece de sentido porque para él los hombres han elegido
vivir en un sinsentido, y es cierto por más racional que parezca el camino en
el árbol de la dualidad todo en él y en esta vida muerte es un sinsentido ya
que se vive para dormir bien y tiene su sabiduría reconocerlo más es de necios
y ciegos conformarse al sinsentido. Ahora comprendan claramente lo que buscan
los hombres del bien y del mal ante todo cuando buscan maestros de virtud. ¡Buen dormir es lo
que buscan, y, para ello, virtudes que
fueran como adormideras! Para todos estos alabados sabios de las cátedras era
sabiduría el dormir sin soñar: no conocían mejor sentido de la vida muerte porque
en los sueños la verdadera vida perturbaba su muerte. Y todavía hoy hay muchos
como este predicador de la virtud, y no siempre tan honestos: pero su tiempo ha
pasado. Y no hace mucho que están en pie: y ya se tienden. Bienaventurados son
estos somnolientos: pues les arrancaremos los parpados, e l velo de sus ojos
carnales y no tardarán en despertar. - Así habló el volatinero serafín comenzando
su ministerio.
Zaratustra ha proyectado su ilusión en el eterno retorno para
combatir la ilusión de los hombres en los trasmundos. A ellos el mundo les
parece obra de un Dios sufriente y atormentado. A Zaratustra le parece ese Dios
creación humana y demencia humana como todos los dioses.
A ellos les parece el mundo un sueño una invención poética de
Dios, humo coloreado ante los ojos de un ser divinamente insatisfecho. Bien y
mal, placer y dolor, yo y tú - humo coloreado les parece todo eso
ante ojos creadores. El creador quiso apartar la vista de sí mismo - entonces creó el mundo, piensan. Ebrio
placer es, para quien sufre, apartar la vista de su sufrimiento y perderse a sí
mismo. Ebrio placer y un perderse a-sí-mismo les parece el mundo. Este mundo, eternamente imperfecto,
imagen, e imagen imperfecta, de una contradicción eterna - un ebrio placer para
su imperfecto creador: - así les parece el mundo.
A Zaratustra le parece que Ese Dios surgió de su propia ceniza
de su propia brasa como un fantasma y el cree haber superado a ese fantasma.
Zaratustra llevo su ceniza a la montaña invento para sí y para el mundo según él
una llama más luminosa ¡Y he aquí el fantasma
se desvaneció!
Sufrimiento seria para Zaratustra tormento para el que se
cree curado creer en tal fantasma sufrimiento seria para él y humillación.
Sufrimiento e impotencia piensa él, fue lo que creo todos los trasmundos; y
aquella breve demencia de la felicidad
que solo experimenta el que más sufre de todos.
Fatiga, que de un solo salto quiere llegar al final, de un
salto mortal, una pobre fatiga ignorante, que ya no quiere ni querer: ella fue
la que creó todos los dioses y todos los trasmundos según Zaratustra.
¡Creedme hermanos míos! No ha habido hombre ni habrá que
sufra tanto como aquel hombre que se atrevió a matar a Dios en su corazón. ¡Fue
el alma la que desespero en Zaratustra ante tanta contradicción!
¡Creedme hermanos míos! Fue el alma que desespero en su
espera del nuevo cielo y de la nueva tierra que jamás conoció. Ella con los dedos
de su espíritu trastornado palpo la agonía de su última esperanza. Fue el alma
la que dejo de oír el vientre del ser que le hablaba en su última esperanza la
del amor de su único Dios.
Y entonces quiso meter la cabeza en un eterno retorno
cerrando con las paredes de su cuerpo
todo el encuentro con El Señor de lo eterno. Y no solo la cabeza sino también su
alma y su espíritu, Creedme hermanos míos fue el alma la que desespero de la
promesa. Y desesperando se convirtió en una sombra en un mundo deshumanizado, que celebra la
muerte y el sinsentido plenamente despiertos y el vientre del ser que no habla al hombre sino
como Cristo hombre guardo silencio porque matando a Dios Zaratustra mato a la
humanidad.
En verdad sin ser no hay nada que demostrar, y difícil resulta
hasta hablar ya que toda palabra no es más que vanidad. Decidme hermanos míos ¿No
es acaso la cosa más extravagante pretender conocer sin querer saber del ser?
Más este ego que acepta la contradicción de todas las cosas
sin buscar resolverlas continuo hablando, y llamo a su hablar honestidad y a su
obra creación, a su pensar valor y a su deseo el gran maestro haciéndolo la
medida de todas las cosas.
Y este ego falso en todas las cosas, se abrazó a su cuerpo,
deseándolo con un hambre de Dios tan fuerte que lo dejo con todas sus alas
rotas.
Y tomo de los cuerpo su sangre y con esa sangre comenzó a
enfermar la tierra, enseñando un nuevo orgullo ¡a dejar de esconder la cabeza
en la arena de las cosas celestes, y a llevarla Esclava, del deseo a la cosa
terrena, deseo él cual destruye todo lo que es de la tierra! Una nueva voluntad
enseño este ego a los hombres: ¡querer ese camino de poder que el hombre ha recorrido a ciegas, y llamarlo bueno y no
volver a salirse a hurtadillas de él, como hacen los que alguna vez tuvieron
conciencia!
Enfermos y sin conciencia ha dejado a los hombres Zaratustra
odio a los despreciadores del cuerpo y de la tierra y para eso el desprecio el
cielo y su alma !Pero incluso ese desprecio Zaratustra lo tomo de su sombra
alma!
De su miseria quería escapar, y las estrellas les parecían
demasiado lejanas. Entonces suspiro: «¡Oh, si hubiese caminos de eterno retorno
para deslizarse furtivamente del ser y encontrar la felicidad!» - ¡Entonces se
inventó un nuevo eterno retorno con caminos furtivos y con grandes brebajes de
sangre!
Entonces sus seguidores se imaginaron estar sustraídos a su
alma y a su Espíritu. Sin embargo, ¿A
quién debían las convulsiones y delicias de su éxtasis? A su Espíritu y a su
alma.
El perdón de Dios le
llevamos a Zaratustra y a todos sus seguidores. Dios no está enojado con
Zaratustra, él solo se ha causado demasiado dolor. Hoy el llamado es a la trasformación
de Zaratustra en el amado de nuestro señor. La mariposa le trae un nuevo cuerpo
a Zaratustra, una voluntad de ser que venza toda voluntad de poder y yo no soy
más que el espíritu del Amado, porque él fue el que enterró al volatinero en el
árbol de pecado sosteniendo su mano entonces el volatinero resucitara en él,
siendo el nuevo espíritu de Zaratustra, el cual dejara de llamarse Zaratustra
para por fin ser Juan el profeta amado del señor. El que viene a preparar las
bodas del cordero. El que acaba con la ilusión del sueño y devela la nueva
tierra y el nuevo sol siendo uno en el Señor. Y dicho esto el Ángel se unió a
la mariposa y un hermoso fénix en el cielo alumbro diciendo.
Tampoco se enoja Dios con el convaleciente si éste mira con
delicadeza hacia su ilusión y a medianoche se desliza furtivamente en torno a
la tumba de su Dios en su corazón: Mas enfermedad y alma enferma continúan
siendo para Dios sus lágrimas. Mucho pueblo enfermo hay entre quienes poetizan y tienen la manía del
súper hombre; odian con furia al hombre del Ser y a aquella virtud, la más joven de todas, que
se llama: amor a la vida en sí. Vuelven siempre la vista hacia su eterno
retorno oscuro: entonces, ciertamente, la fe la conocen como el delirio de la razón,
y es para ellos el peor pecado. Demasiado bien conozco a estos llamados super
hombres que se creen semejantes a Dios:
quieren que se crea en ellos, y que la fe sea pecado. Demasiado bien sé igualmente
qué es aquello en lo que más creen ellos mismos. En verdad, no en eternos
retornos, ni en gotas de sangre: sino que es en el espíritu de maldad en lo que
más creen, y su propio espíritu maligno es para ellos su cosa en sí. Cosa a
enfermar es para ellos el cuerpo: y con gusto se vengarían de su Dios en él.
Por eso escuchan a los predicadores de la vida muerta, y ellos mismos predican
la vida muerta . Es mejor que oigáis, hermanos míos, la voz del cuerpo sano en
la voluntad de ser de su mariposa, El espíritu del Fénix vivo que no es otro
que el Espíritu Santo en los hombres, y el alma del amado que ahora solo es
sombra en Zaratustra ya la que estamos llamados a convertir: Esta será una sola,
la voz del cuerpo , el alma y el espíritu del amado del Señor, la voz de su profeta que volverá a clamar en el
desierto viene el día del Señor arrepiéntanse, la voz más honesta y más pura.
Con más honestidad y con más pureza habla
el cuerpo sano en la voluntad de ser después de la última trasformación dela
mariposa, el Espíritu vivo que alcanzo una gracia mayor aun que la de los ángeles
y el alma convertida y redimida en Jesucristo nuestro señor. Esta voz hablara del
sentido del nuevo sol, de la nueva
tierra y de la nueva humanidad de Fénix que en ella habitara.
Así voló el Fenix de nuestro Señor en el alma de todos sus
leones.
A los despreciadores del espíritu quiero decirles mi palabra.
No deben aprender ni enseñar otras doctrinas, sino tan sólo decir adiós a su
propio espíritu - y así morir. «Cuerpo soy yo y alma» - así habla el niño. ¿Y
por qué no hablar como los niños? Pero el despierto, el sapiente, dice:
Espíritu soy yo íntegramente, y ninguna otra cosa; y alma es sólo una palabra
para designar el animar del espíritu.
Empero el cuerpo es llevado por una gran voluntad de poder,
siendo una pluralidad que busca un único sentido, pero que vive en dualidad: Una
guerra y una paz, un rebaño y un pastor. Que solo se trasciende en la muerte.
Instrumento de tu cuerpo se hace en esa búsqueda también tu pequeña alma,
hermano mío, a la que mal llamas «espíritu», un pequeño instrumento y un
pequeño juguete de tu gran razón, la que a su vez es un juguete de la gran
voluntad de poder justificando todos sus deseos. Dices «yo» y estás orgulloso
de esa palabra. Pero esa cosa aún más grande, en la que tú no quieres creer, -
tu Espíritu real: ésa no dice yo, pero hace el sí mismo. Lo que el sentido
siente, lo que el espíritu conoce, eso nunca tiene dentro de sí su final, su
final está en Dios. Pero el cuerpo y la voluntad de poder querrían persuadirte
de que ellos son el final de todas las cosas: tan vanidosos son. La voluntad de
poder no es más que la inversión del espíritu, mata tal voluntad y todo su ego
y convierte tu cuerpo en la crisálida divina de la sangre de Cristo en una
mariposa en una voluntad de ser: Y tu cuerpo, tu alma y tu espíritu encontrarán
el sí- mismo. El sí-mismo busca con los
ojos de los sentidos en Dios, escucha también con los oídos del espíritu. El
sí-mismo escucha siempre y busca siempre: une, reconcilia, libera, crea. El sí-mismo
libera y es el liberador de tu ser rompiendo las cadenas del ego. Detrás de tus pensamientos y
sentimientos, hermano mío, se encuentra un soberano poderoso, un sabio
desconocido - llámase sí-mismo. En tu Espíritu habita, es tu espíritu. Hay más
ser en tu espíritu que en tu mejor sabiduría. ¿Y quién sabe para qué necesita
tu espíritu precisamente tu mejor sabiduría? Sino para saborearse en ti el mismo. Tu
sí-mismo se ríe de tu yo y de sus orgullosos saltos. «¿Qué son para mí esos
saltos y esos vuelos del pensamiento?, se dice. Un rodeo Un rodeo hacia mi
meta. Yo soy las andaderas del yo y el apuntador de sus conceptos.» El sí-mismo
dice al yo: «¡siente dolor aquí!» Y el yo sufre y reflexiona sobre cómo dejar
de sufrir - y justo para ello debe pensar. El sí-mismo dice al yo: «¡siente
placer aquí!» Y el yo se alegra y reflexiona sobre cómo seguir gozando a menudo
- y justo para ello debe pensar. A los despreciadores del Espíritu quiero
decirles una palabra. Su despreciar constituye su apreciar. ¿Qué es lo que creó
el apreciar y el despreciar y el valor y la voluntad? El sí-mismo creador se
creó para sí el apreciar y el despreciar, se creó para sí el placer y el dolor.
El Espíritu creador se creó para sí nuestros espíritus como una mano de su
voluntad. Incluso en vuestra tontería y en vuestro desprecio, despreciadores
del espíritu, servís a vuestro sí-mismo. Yo os digo: también vuestro sí-mismo
quiere morir y desea apartarse de la vida dual para encontrar la verdadera única vida y hacerse por fin uno con su yo.
Sin embargo no es capaz de hacer lo que más quiere: - Recrearse por encima de
esta vida muerta. Eso es lo que más quiere, ése es todo su ardiente deseo. Para
hacer esto, debe de morir a la voluntad de poder en el espíritu del señor, y
renacer en él: Pero la voluntad de poder
y todos sus egos sus complejos desisten de tal fin - por ello vuestro sí-mismo
quiere hundirse en la oscuridad, despreciadores del Espíritu. ¡Hundirse en su
abismo quiere vuestro sí-mismo, y por ello os convertisteis vosotros en vuestros
egos en despreciadores del Espíritu! Pues ya no sois capaces de vivir por
encima de vuestra muerte. Y por eso os enojáis ahora contra la vida, contra él
cielo, contra la tierra, contra cualquiera que la habita y aun contra vosotros
mismos que es a quien su ego odia más. Una consciente envidia hay en la oblicua
mirada de vuestro desprecio. ¡Yo no voy por vuestro camino, despreciadores del
Espíritu! ¡Vosotros no sois para mí hombres sino solo zombis! – Así voló El Fénix
en la raíz de la conciencia de los leones del Señor.
Hermano mío, si tienes una virtud terrenal, y esa virtud es
la tuya, entonces no la llames virtud su verdadero nombre es pecado y lo tienes
en común con todos los hijos del bien y del mal. Ciertamente, tú quieres
llamarla virtud y acariciarla; quieres
tirarle de la oreja y divertirte con ella. ¡Y he aquí que tienes su nombre en
común con el pueblo y que, con tu pecado, te has convertido en pueblo y en
rebaño! Harías mejor en decir: «inexpresable y sin nombre es aquello que
constituye el tormento y la dulzura de mi alma, y que es incluso el hambre de
mis entrañas». Sea tu virtud demasiado alta para la familiaridad de los
nombres: y si tienes que hablar de ella, no te avergüences de balbucear al
hacerlo. Habla y balbucea así: «Éste es mi mal, esto es lo que yo amo, así me
agrada del todo, únicamente así quiero yo el mal. No lo quiero como ley de un
Dios, no lo quiero como precepto y forzosidad de los hombres: no sea para mí
una guía hacia super-tierras y hacia paraísos. Una virtud terrena es la que yo
amo, un pecado mortal es su verdadero nombre: en ella hay poca inteligencia, y
lo que menos hay es la razón de todos, he aquí mí sinsentido. Pero ese pájaro
ha construido en mí su nido: por ello lo amo y lo aprieto contra mi pecho, -
ahora incuba en mí sus oscuros huevos.» Así debes balbucir y alabar tu pecado.
En otro tiempo tenías pasiones y las llamabas buenas. Pero ahora no tienes más
que tus virtudes: han surgido de tus pasiones. Pusiste tu meta suprema en el
corazón de aquellas pasiones: entonces se convirtieron en tus pecados y alegrías.
Y aunque fueses de la estirpe de los coléricos o de la de los lujuriosos, o de
los fanáticos de su fe o de los vengativos: Al final todas tus pasiones se
convirtieron en pecados y todos tus ángeles en demonios. En otro tiempo tenías
pájaros y amables cantoras en tu mazmorra: pero al final se transformaron
en perros salvajes. De tus venenos has extraído tu bálsamo, has ordeñado a tu
vaca Tribulación, - ahora bebes la amarga leche de sus ubres. Y ninguna cosa
buena surgirá ya de ti en el futuro, a no ser el mal que surja de la lucha de
tus virtudes. Hermano mío, si eres afortunado tienes una sola virtud, y nada
más que una: así caes con mayor ligereza al abismo. Es una distinción tener
muchas virtudes, pero es una pesada suerte; y más de uno se fue al desierto y
se mató porque estaba cansado de ser batalla y campo de batalla de virtudes.
Hermano mío, ¿son males la guerra y la batalla? Pero ese mal es necesario,
necesarios son la envidia y la desconfianza y la calumnia para tus pecados.
Mira cómo cada una de tus pecados codicia lo más alto de todo: quiere tu
espíritu íntegro, para que éste sea su heraldo, quiere toda tu fuerza en la
cólera, en el odio y en el amor. Celosa está cada virtud de la otra, y cosa
horrible son los celos. También las virtudes pueden perecer de celos. Aquel a
quien la llama de los celos lo circunda acaba volviendo contra sí mismo el
aguijón envenenado, igual que el escorpión. Ay, hermano mío, aun no has visto
nunca todavía a una virtud calumniarse y acuchillarse a sí misma? El hombre del
bien y de mal y todos sus virtudes que no son más que pecados son algo que tiene que ser superado: y por ello
tienes que dejar atrás todas tus virtudes, - pues sino perecerás a causa de ellas. Así Voló el fénix en
la pasión de los leones del señor destruyendo todo deseo de virtud terrenal.
Vosotros, jueces y sacrificadores, no queréis matar hasta
que el animal haya inclinado la cabeza Mirad, el pálido delincuente ha inclinado la
cabeza: en sus ojos habla el gran desprecio. «Mi yo es algo que debe ser
superado: mi yo es para mí el gran desprecio al hombre del bien y del mal»: así
dicen esos ojos. El haberse juzgado a sí mismo constituyó su instante supremo:
¡Dejéis que el excelso lo levante de su bajeza!
Hay una redención para quien
sufre tanto de sí mismo, es la de la
nueva vida en Cristo Jesús. Vuestro
matar, jueces, debe ser primero un matarse a vosotros mismos. ¡Y mientras os
matáis, cuidad de que vosotros mismos no justifiquéis vuestra vida! No basta
con que os reconciliéis con vuestra muerte. Vuestra tristeza sea amor al Señor
de la nueva vida: ¡así no justificareis
vuestro seguir viviendo! «Enemigos de Dios somos» debéis decir, pero no
«bellacos»; «enfermos somos» debéis decir, pero no «bribones»; «pecadores somos debéis decir» pero no tontos.
Y tú, rojo juez, si alguna vez dijeses en voz alta todo lo que has hecho con el
pensamiento: todo el mundo gritaría: «¡Fuera esa inmundicia y ese gusano
venenoso!» Pero una cosa es el pensamiento Ser, otra la acción no ser, y otra
la imagen de la acción revelada en ti he aquí el ser en sí. La misma rueda del motivo no gira entre ellas.
Una imagen puso pálido a ese pálido hombre. Cuando realizó su acción él estaba
en la voluntad de poder al nivel de ella: mas no soportó la imagen de su acción
en el ser en sí, una vez cometida ésta. Desde aquel momento, pues, se vio
siempre como autor de una sola acción. Demencia llamo yo a eso: la excepción se
invirtió, convirtiéndose para él en la esencia. La raya trazada sobre el suelo
hechiza a la gallina; el golpe dado por el delincuente hechizó su pobre razón -
demencia después de la acción llamo yo a eso. ¡Oíd, jueces! Existe todavía otra
demencia: la de antes de la acción la del espíritu. ¡Ay, no me habéis penetrado
bastante profundamente en esa alma! Así habla el rojo juez: «¿por qué este
delincuente asesinó? Quería robar». Mas yo os digo: en la voluntad de poder su
alma quería sangre, no robo: ¡él estaba sediento de la felicidad del cuchillo!
Pero su pobre razón en el espíritu no comprendía esa demencia y le persuadió.
«¡Qué importa la sangre!, dijo; ¿no quieres al menos cometer también un robo?
¿Tomarte una venganza?» Y él escuchó a su pobre razón: como plomo pesaba el
discurso de ella sobre él, - entonces robó, al asesinar. No quería avergonzarse
de su demencia. Y ahora el plomo de su culpa vuelve a pesar sobre él, y de
nuevo su pobre razón está igual de rígida, igual de paralizada, igual de
pesada. Con sólo que pudiera sacudir su cabeza, su peso rodaría al suelo: más ¿quién
sacude esa cabeza? ¿Qué fue ese hombre? Un montón de enfermedades, que a través
del espíritu y la voluntad de poder escindidos se extienden por el mundo: allí
quieren hacer su botín. ¿Qué fue ese hombre? Una maraña de serpientes salvajes,
que rara vez tienen paz entre sí, - y entonces cada una se va por su lado,
buscando botín en el mundo. ¡Mirad ese pobre cuerpo! Lo que él sufría y
codiciaba, esa pobre alma no lo podía interpretar para sí, - lo interpretaba solo
en sueños como placer asesino y como ansia de la felicidad del cuchillo. A
quien ahora se pone enfermo asáltalo el mal, lo que ahora es mal: el enfermo
quiere causar daño con aquello que a él le causa daño. Pero ha habido otros
tiempos, y otros males y bienes. En otro tiempo eran un mal la duda y la
voluntad de sí mismo. Entonces el enfermo se convertía en hereje y en bruja:
como hereje y como bruja sufría y quería hacer sufrir. Pero esto no quiere
entrar en vuestros oídos: perjudica a vuestros buenos, me decís. ¡Más qué le
importa a Dios vuestros buenos! Muchas cosas de vuestros buenos le producen
náuseas, y, en verdad, no su mal. ¡Pues Dios quisiera que tuvieran una demencia
a causa de la cual pereciesen, como ese pálido delincuente! En verdad, yo
quisiera que su demencia se llamase verdad o fidelidad o justicia divina arrepintiéndose
como se arrepintió este pálido delincuente: pero ustedes jueces tienen su
virtud para vivir largo tiempo y en un lamentable bienestar. Dios no es un
pretil junto a la corriente: ¡agárrese el que pueda agarrarse! Dios no es, ni será jamás vuestra muleta. Él siempre os hará perecer -
Así Voló el Fénix destruyendo toda la justicia de este mundo en el estómago de
los leones del Señor.
De todo lo escrito yo amo sólo aquello que alguien escribe
con la sangre de Cristo. Escribe tú con su sangre: Recrea en ti el misterio
pascual, la experiencia cero y te darás cuenta de que la sangre es espíritu. No
es cosa fácil el comprender la sangre: yo odio a los ociosos que leen. Quien
conoce al lector no hace ya nada por el lector. Un siglo de lectores todavía -
y hasta el espíritu olerá mal. El que a todo el mundo le sea lícito solo
aprender a leer sin aprender a recrear lo que se lee corrompe a la larga no
sólo el escribir, sino también el pensar. En otro tiempo el espíritu era Dios,
luego se convirtió en hombre, después se
convierte incluso en plebe y ahora el espíritu agoniza en algún rincón donde
los borrachos solo orinan. Quien escribe con sangre y recreando las sentencias en experiencias cero,
ése no quiere ser leído, sino vivido en la sangre ¡Biotejido!. En las montañas
el camino más corto es el que va de cumbre a cumbre: más para ello tienes que
tener alas. Cumbres deben ser las Experiencias cero: y aquellos a quienes se
habla, hombres con alas y robustos. El aire ligero y puro, el peligro cercano y
el espíritu lleno de una alegre cristiandad: estas cosas se avienen bien. Quiero
tener ángeles a mí alrededor, pues en Dios soy valeroso. El valor que ahuyenta
los fantasmas llama a sus propios Ángeles,- el valor quiere reír. Yo ya tengo sentimientos en común con vosotros: esa
nube que veo por debajo de nosotros, esa negrura y pesadez de las que nos reímos,
- cabalmente ésa es nuestra nube tempestuosa. Vosotros antes mirabais hacia arriba cuando deseáis elevación. Ahora miremos
hacia abajo, porque estamos elevados. ¿Quién de vosotros puede a la vez reír y
estar elevado? Quien asciende a las montañas más altas se ríe de todas las
tragedias, de las del teatro y de las de la vida. Valerosos, calmados, gozosos,
vibrantes - así nos quiere la sabiduría: es Cristo en mujer y ama siempre únicamente a sus guerreros.
Vosotros me decís: «la vida es difícil de llevar». Mas ¿para qué tendríais
vuestro fe por las mañanas y vuestra esperanza por las tardes? La vida es
difícil de llevar: ¡no me os pongáis tan delicados! Todos nosotros somos guapos,
borricos y pollinas de carga. ¿Qué tenemos nosotros en común con el capullo de
la rosa, que tiembla porque tiene encima de su cuerpo una gota de rocío? Es
verdad: nosotros amamos la vida no porque estemos habituados a vivir, sino porque
estamos habituados a amar. Siempre hay algo de demencia en el amor. Pero
siempre hay también algo de razón en la demencia. Dios, que es bueno siendo
vida, nos dice que quienes más saben de felicidad son las mariposas, y todo lo
que entre los hombres es de su misma especie. Ver revolotear esas almitas
ligeras, locas, encantadoras, volubles - eso hace llorar y cantar a Dios. Yo creo
en un Dios que sabe bailar. Y cuando vi al demonio lo encontré serio,
grave, profundo, solemne: era el espíritu de la pesadez - él hace caer a todas
las cosas. No con la cólera, sino con la risa se mata. ¡Adelante, matemos el
espíritu de la pesadez! He aprendido a andar: desde entonces me dedico a
correr. He aprendido a volar: desde entonces no quiero ser empujado para
moverme de un sitio. Ahora soy ligero, ahora vuelo, ahora me veo a mí mismo por
encima de mi ego, ahora Dios baila por
medio de mí.
Así bailo el Fénix en los huesos de los leones del señor y
bailando los leones se convirtieron en Águilas de libertad.
Las águilas de la libertad abrieron sus ojos espirituales y
vieron en ellas al hombre del árbol de la ciencia del bien y del mal un joven que evitaba en su corazón la mirada del Señor. Pero hoy el
Fénix voló por el cañón del corazón de
las águilas hasta él árbol del abismo donde no hay color: he aquí que encontró a
aquel joven sentado junto al árbol en el
que se apoyaba y mirando al cielo con mirada cansada. El Fénix agarró el árbol
junto al cual estaba sentado el joven y dijo: Si yo quisiera sacudir este árbol
con mis manos, no podría. Pero el viento, que nosotros no vemos, lo maltrata y
lo dobla hacia donde quiere. Manos invisibles son las que peor nos doblan y
maltratan. Entonces el joven se levantó consternado y dijo: «Oigo al Señor, y
en él estaba precisamente pensando.» El fénix replicó: «¿Y por eso te has
asustado? - Al hombre le ocurre lo mismo que al árbol. Cuanto más quiere
elevarse hacia la altura y hacia la luz, tanto más fuertemente tienden sus
raíces hacia la tierra, hacia abajo, hacia lo oscuro, lo profundo, - hacia el
mal.» «¡Sí, hacia el mal!, exclamó el joven. ¿Cómo es posible que tú hayas descubierto
mi alma?» Él fénix sonrió y dijo: «A ciertas almas no se las descubrirá nunca a
no ser que antes se las recree en el corazón de Dios». «¡Sí, hacia el mall,
volvió a exclamar el joven. Tú has dicho la verdad ave de fuego. Desde que
quiero elevarme hacia la altura ya no tengo confianza en mí mismo, y ya nadie
tiene confianza en mí, - ¿cómo ocurrió esto? Me transformo demasiado
rápidamente: mi hoy refuta a mi ayer. A menudo salto los escalones cuando subo,
- esto no me lo perdona ningún escalón y me hacen descender. Cuando estoy abajo,
siempre me encuentro solo. Nadie habla conmigo, el frío de la soledad me hace
estremecer. ¿Qué es lo que quiero yo en el abismo? Mi desprecio y mi anhelo
crecen juntos; cuanto más alto subo, tanto más desprecio al que sube. ¿Qué es
lo que quiere éste en la altura? ¡Cómo me avergüenzo de mi subir y tropezar!
¡Cómo me burlo de mi violento jadear! ¡Cómo odio al que vuela! ¡Qué cansado
estoy en la hondura de mi espíritu!» Aquí el joven calló. Y El Fénix miró detenidamente el árbol junto al que se
hallaban y dijo: «Este árbol se encuentra solitario siendo la raíz de todo este
abismo; ha profundizado muy por dentro en el hombre. Y si quisiera hablar, no
tendría a nadie que lo comprendiese: tan hondo ha calado. Ahora él aguarda y
aguarda, - ¿a qué aguarda, pues? Habita demasiado cerca del velo del infierno:
¿acaso aguarda al que lo pueda vencer?».
Cuando él Fénix hubo dicho esto el joven exclamó con ademanes violentos: «Sí,
ave de fuego, tú dices verdad. Cuando yo quería descender al abismo, anhelaba
mi ascensión, ¡y tú eres las alas que yo aguardaba! Mira, ¿qué soy yo desde que
tú nos has aparecido? ¡La envidia de ti es lo que me ha destruido!» - Así dijo
el joven, y lloró amargamente. Mas él fénix lo rodeó con su brazo y se lo llevó
consigo. Y cuando habían volado un rato juntos, El fénix comenzó a hablar así: Mi corazón está
desgarrado. Aún mejor que tus palabras es tu ojo el que me dice todo el peligro
que corres. Todavía no eres libre, todavía buscas la libertad. Tu búsqueda te
ha vuelto insomne y te ha desvelado demasiado. Quieres subir a la altura libre,
tu alma tiene sed de estrellas. Pero también tus malos instintos, tu voluntad
de poder tienen sed de libertad. Tus perros salvajes quieren libertad; ladran
de placer en su cueva cuando tu espíritu se propone abrir todas las prisiones.
Para mí eres todavía un prisionero que se imagina la libertad: ay, el alma de
tales prisioneros se torna inteligente, pero también astuta y mala. El liberado
del espíritu tiene que purificarse todavía. Muchos restos de cárcel y de moho
quedan aún en él: su ojo tiene que volverse todavía puro. Sí, yo conozco tu
peligro. Más por mi amor y mi esperanza te conjuro: ¡no arrojes de ti tu amor y
tu esperanza! Todavía te sientes noble, y noble te sienten todavía también los
otros, que te detestan y te lanzan miradas malvadas. Saben que un noble les es
a todos un obstáculo en su camino. También a los buenos un noble les es un
obstáculo en su camino: y aunque lo llamen bueno, con ello lo que quieren es
apartarlo a un lado. El noble quiere crear cosas nuevas y una nueva virtud. El
bueno quiere las cosas viejas, y que se conserven. Pero el peligro del noble no
es volverse bueno, sino insolente, burlón, destructor. Ay, yo he conocido
nobles que perdieron su más alta esperanza. Y desde entonces calumniaron todas
las esperanzas elevadas. Desde entonces han vivido insolentemente en medio de
breves placeres, y apenas se trazaron metas de más de un día. “El espíritu es
también voluptuosidad” - así dijeron. Y entonces se le quebraron las alas a su
espíritu: éste se arrastra ahora de un sitio para otro y mancha todo lo que
roe. En otro tiempo pensaron convertirse en héroes: ahora son libertinos.
Pesadumbre y horror es para ellos el héroe. Más por el amor de Dios y su
esperanza te conjuro: ¡no arrojes al héroe que hay en tu alma! ¡Conserva santa
tu más alta esperanza! -
Así el Fénix elevo al hombre del árbol de la ciencia del bien y del
mal hasta la esperanza del árbol de la vida.
Hay predicadores de
la vida muerta: y la tierra está llena de seres a quien hay que predicar que se
alejen de la vida muerta. Llena está la tierra de superfluos, corrompida está
la vida por los demasiados. ¡Ojalá los saque alguien de esta vida muerta con el
atractivo de la «vida eterna»! «Blancos»: así se llama a los predicadores de la
vida muerta, o «negros». Pero yo quiero mostrároslos todavía con otros colores.
Ahí están los seres terribles, que llevan dentro de sí el animal de presa y no
pueden elegir más que o placeres o autolaceración. E incluso sus placeres
continúan siendo autolaceración. Aún no han llegado ni siquiera a ser hombres,
esos seres terribles: ¡ojalá prediquen el abandono de la vida y ellos mismos se
vayan en Cristo a la otra! Ahí están los tuberculosos del alma: apenas han
nacido y ya han comenzado a morir, y anhelan doctrinas de felicidad y de éxito.
¡Querrían estar vivos, y nosotros deberíamos aprobar su voluntad! ¡Resucitemos
a esos muertos lastimemos a esos ataúdes vivientes! Si encuentran un enfermo, o
un anciano, o un cadáver, enseguida dicen: «¡la vida está acabada!» Pero sólo
están acabados ellos, y sus ojos, que no ven más que dos rostros en la existencia.
Envueltos en vana alegría, y ávidos de los pequeños incidentes que ocasionan la
muerte: así es como aguardan, con los dientes apretados. O: extienden la mano
hacia las confituras y, al hacerlo, se burlan de su niñería: penden de esa caña
de paja que es su vida y se burlan de seguir todavía pendientes de una caña de
paja Su sabiduría dice: «¡tonto es el que continúa viviendo, mas también
nosotros somos así de tontos! ¡Y ésta es la cosa más tonta en la vida!» - «La
vida no es más que sufrimiento» - esto dicen otros, y no mienten: ¡así, pues,
procurad acabar vosotros! ¡Así, pues, procurad que acabe esa vida que no es más
que sufrimiento! Y diga así la enseñanza de vuestra virtud: «¡tú debes matarte
a ti mismo! ¡Tú debes quitarte de en medio a ti mismo y dejar que Dios sea!» –
«La voluptuosidad es pecado, - así dicen los unos, que predican la vida muerta
- ¡apartémonos y no engendremos hijos!» «Dar a luz es cosa ardua, - dicen los
otros - ¿para qué dar a luz? ¡No se da a luz más que seres desgraciados!» Y
también éstos son predicadores de la vida muerta. «Compasión es lo que hace
falta - así dicen los terceros. ¡Tomad lo que yo tengo! ¡Tomad lo que yo soy!
¡Tanto menos me atará así la vida!» Si fueran compasivos de verdad, quitarían a
sus prójimos el gusto de la vida muerta. Esa sería su verdadera bondad. Pero
ellos quieren estar en la vida muerta: ¡qué les importa el que, con sus cadenas
y sus regalos, aten a otros más fuertemente todavía! - Y vosotros, para quienes la vida es trabajo
salvaje e inquietud: ¿no estáis muy cansados de la vida muerta? ¿No estáis ya
maduros para la predicación de la vida eterna? Todos vosotros que amáis el
trabajo salvaje y lo rápido, nuevo, extraño, - os soportáis mal a vosotros
mismos, vuestra diligencia es huida y voluntad de olvidarse a sí mismo. Si
creyeseis más en la vida, os lanzaríais al menos al espíritu. ¡Pero no tenéis
en vosotros bastante contenido para la espera - y ni siquiera para la pereza!
Por todas partes resuena la voz de quienes predican la vida muerta: y la tierra
está llena de seres a quienes hay que predicar la nueva vida. O «la vida eterna»:
es lo mismo, - ¡con tal de que se eleven pronto a ella! Así voló el Fénix con
el joven entre los brazos en la esperanza del árbol de la vida.
No queremos que con nosotros sean indulgentes nuestros mejores
enemigos, y es que son aquellos a quienes amamos a fondo. ¡Por ello dejadme que
os diga la verdad! ¡Hermanos míos en la guerra! Dios os ama a fondo, Cristo es
y ha sido vuestro igual. Y él es también vuestro mejor enemigo. ¡Por ello
dejadme que os diga la verdad! Yo sé del odio y de la envidia de vuestro
corazón. No sois bastante grandes para no conocer odio y envidia. ¡Sed, pues,
bastante grandes para arrepentiros de ellos!
Sed santos del conocimiento, para poder ser guerreros de él. Éstos son
los acompañantes y los precursores de tal santidad. Veo muchos soldados:
¡muchos guerreros es lo que Dios
quisiera ver! «Uni-forme» se llama lo
que llevan puesto: ¡ojalá no sea un¡-formidad lo que con ello encubren! Debéis
ser de aquellos cuyos ojos buscan siempre un enemigo - vuestro enemigo para amar.
Y en algunos de vosotros hay todavía un
odio a primera vista. ¡Debéis buscar vuestro enemigo, debéis hacer vuestra
guerra, y hacerla por vuestros pensamientos! ¡Y si vuestro pensamiento sucumbe,
vuestra honestidad debe cantar victoria a causa de ello! Debéis amar la paz
como medio para nuevas guerras. Y la paz sufriente que se hace larga en él amor. A vosotros no
os aconsejo el trabajo, sino la lucha. A vosotros no os aconsejo la paz, sino
la victoria. ¡Sea vuestro trabajo una lucha, sea vuestra paz una victoria! Sólo
se puede estar callado y tranquilo cuando se tiene una flecha y un arco: de lo
contrario, se charla y se disputa. ¡Sea vuestra paz una victoria! ¿Vosotros
decís que la buena causa es la que santifica incluso la guerra? Yo os digo: la
buena guerra es la que santifica toda causa. La guerra y el valor son las
fortalezas más grandes que nos da el
amor al prójimo. Vuestra compasión, es la fuente de vuestra valentía es la que
ha salvado hasta ahora a quienes se hallaban en peligro. «¿Qué es bueno?», preguntáis.
Ser valiente es bueno. Dejad que las niñas pequeñas digan: «ser bueno es ser
bonito y a la vez conmovedor». Se dice que no tenéis corazón: pero vuestro
corazón es auténtico, y yo amo el pudor de vuestra cordialidad. Vosotros os
avergonzáis de vuestra pleamar, y otros se avergüenzan de su bajamar. ¿Sois
feos? ¡Bien, hermanos míos! ¡Envolveos en lo sublime, que es el manto de lo
feo! Y si vuestra alma se hace grande, también se vuelve altanera, y en vuestra
sublimidad hay maldad. Yo os conozco. En la maldad el altanero se encuentra con
el debilucho. Pero se malentienden recíprocamente. Yo os conozco. Sólo os es
lícito tener enemigos que haya que amar, pero no enemigos para odiar. Es
necesario que estéis orgullosos de vuestro enemigo: entonces los éxitos de él
son también vuestros éxitos. Rebelión - ésa es la nobleza en el esclavo. ¡Sea
vuestra nobleza obediencia! ¡Vuestro propio mandar sea un obedecer! «Tú debes»
le suena a un buen guerrero más agradable que «yo quiero», y a todo lo que os
es amado debéis dejarle que primero os mande. ¡Sea vuestro amor a la vida amor
a vuestra esperanza más alta: y sea vuestra esperanza más alta el pensamiento
más alto de la vida! Pero debéis permitir que Dios os ordene vuestro pensamiento más alto -
y dice así: el hombre dual es algo que debe ser superado y para esto se debe
amar a Dios con toda tu fuerza, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo
tu espíritu por sobre todos los seres haciéndote uno con él y así poder amar a
tu enemigo como a ti mismo. ¡Vivid, pues, vuestra vida de obediencia y de
guerra! ¡Qué importa vivir mucho tiempo en este mundo escindido! ¡Qué guerrero
quiere ser tratado con indulgencia! ¡Dios no os trato con indulgencia, Dios os
amo a fondo, hermanos míos en la guerra! –Dicho esto él Fénix quemo en el aire con el fuego del Espíritu santo al
joven del árbol de la ciencia del bien y del mal y con sus cenizas sembró en el
corazón de las águilas el árbol de la vida.
En algún lugar existen todavía pueblos, pero no entre los
hombres del bien y del mal, hermanos míos: entre ellos hay globalización.
¿Globalización? ¿Qué es eso? ¡Bien! Abridme ahora los oídos, pues voy a deciros
mi palabra sobre la muerte de los pueblos. Globalización se llama el más frío
de todos los monstruos fríos. Es frío incluso cuando miente; y ésta es la
mentira que se desliza de su boca: «Yo, la Globalización, soy la aldea de los
pueblos.» ¡Es mentira! Creadores fueron quienes crearon los pueblos y
suspendieron encima de ellos una fe y un amor: así sirvieron a la vida.
Aniquiladores son quienes ponen trampas para muchos y las llaman Globalización:
éstos suspenden encima de ellos una espada y cien concupiscencias. Donde
todavía hay pueblo, éste no comprende a la globalización y la odia,
considerándola mal de ojo y pecado contra las costumbres y los derechos. Esta
señal os doy: cada pueblo habla su lengua propia del bien y del mal: el vecino
no la entiende. Cada pueblo se ha inventado su lenguaje propio en costumbres y
derechos. Pero la globalización miente en todas las lenguas del bien y del mal;
y diga lo que diga, miente - y posea lo que posea, lo ha robado. Falso es todo
en ella; con dientes robados muerde, ese mordedor. Falsas son incluso sus
entrañas. Confusión de lenguas del bien y del mal: esta señal os doy como señal
de la globalización. ¡En verdad, voluntad de muerte es lo que esa señal indica!
¡En verdad, hace señas a los predicadores de la muerte! Nacen demasiados: ¡para
los superfluos fue inventada la globalización! ¡Mirad cómo atrae a los
demasiados! ¡Cómo los devora y los masca y los rumia! «En la tierra no hay
ninguna cosa más grande que yo: yo soy la red ordenadora del capital su Dios» -
así ruge el monstruo. ¡Y no sólo quienes tienen orejas largas y vista corta se
postran de rodillas! ¡Ay, también en vosotros, los de alma grande, susurra él
sus sombrías mentiras! ¡Ay, ella adivina cuáles son los corazones ricos, que
con gusto se prodigan! ¡Sí, también os adivina a vosotros, los vencedores en
Dios! ¡Os habéis fatigado en la lucha, y ahora vuestra fatiga continúa
prestando culto al ídolo! ¡Héroes y hombres de honor quisiera colocar en torno
a sí el nuevo ídolo! ¡Ese frío monstruo - gusta de calentarse al sol de buenas
conciencias! Todo quiere dároslo a vosotros el nuevo ídolo, si vosotros lo
adoráis: se compra así el brillo de vuestra virtud y la mirada de vuestros ojos
orgullosos. ¡Quiere que vosotros le sirváis de cebo para pescar a los
demasiados! ¡Sí, un artificio infernal ha sido inventado aquí, un caballo de la
muerte, que tintinea con el atavío de honores divinos! Sí, aquí ha sido
inventada una muerte para muchos, la cual se precia a sí misma de ser vida: ¡en
verdad, un servicio íntimo para todos los predicadores de la muerte! Globalización
llamo yo al lugar donde todos, buenos y malos, son bebedores de venenos:
Globalización, al lugar en que todos, buenos y malos, se pierden a sí mismos:
Globalización, al lugar donde el lento suicidio de todos - se llama «la vida».
¡Ved, pues, a esos superfluos! Roban para sí las obras de los inventores y los
tesoros de los sabios: cultura llaman a su latrocinio - ¡y todo se convierte
para ellos en enfermedad y molestia! ¡Ved, pues, a esos superfluos! Enfermos
están siempre, vomitan su bilis y lo llaman comunicación. Se devoran unos a
otros y ni siquiera pueden digerirse. ¡Ved, pues, a esos superfluos! Adquieren
riquezas y con ello se vuelven más pobres. Quieren poder y, en primer lugar, la
palanqueta del poder, mucho dinero, - ¡esos insolventes! ¡Vedlos trepar, esos
ágiles monos! Trepan unos por encima de otros, y así se arrastran al fango y a
la profundidad. Todos quieren llegar al trono: su demencia consiste en creer -
¡que la felicidad se sienta en el trono! Con frecuencia es el fango el que se
sienta en el trono - y también a menudo el trono se sienta en el fango.
Dementes son para mí todos ellos, y monos trepadores y fanáticos. Su ídolo, el
frío monstruo, me huele mal: mal me huelen todos ellos juntos, esos idólatras.
Hermanos míos, ¿es que queréis asfixiaros con el aliento de sus hocicos y de
sus concupiscencias? ¡Es mejor que rompáis las ventanas y saltéis al aire libre!
¡Apartaos del mal olor! ¡Alejaos de la idolatría de los superfluos! ¡Apartaos
del mal olor! ¡Alejaos del humo de esos sacrificios humanos! Aún está la tierra
a disposición de las almas grandes. Vacíos se encuentran aún muchos lugares
para eremitas solitarios o en pareja, en torno a los cuales sopla el perfume de
mares silenciosos. Aún hay una vida libre a disposición de las almas grandes.
En verdad, quien poco posee, tanto menos es poseído: ¡alabada sea la pequeña
pobreza!. Allí donde la globalización acaba comienza el hombre que no es
superfluo: allí comienza la canción del necesario, la melodía única e
insustituible. Allí donde el Estado acaba, - ¡miradme allí, hermanos míos! ¿No
veis el arco iris y los puentes de nuestro Señor? –Así quemo el Fénix al nuevo
ídolo en el corazón de los ángeles de Dios, liberándolos de su red la semilla
del árbol de la vida tendría oportunidad de crecer.
Y he aquí creció un niño de la semilla del árbol de la vida
y al verlo el Fénix le hablo así: Huye, amigo mío, a tu soledad! Ensordecido te
veo por el ruido de los grandes hombres, y acribillado por los aguijones de los
pequeños. El bosque y la roca saben callar dignamente contigo. Vuelve a ser
igual que el árbol al que amas, el árbol de amplias ramas: silencioso y atento
pende sobre el mar. Este árbol ya no es más de bien y mal tú tienes ahora el
amor de Dios en tu soledad. Donde acaba la soledad, allí comienza el mercado; y
donde comienza el mercado, allí comienzan también el ruido de los grandes
comediantes y el zumbido de las moscas venenosas. En el mundo las mejores cosas
no valen nada sin alguien que las represente: grandes hombres llama el pueblo a
esos actores. El pueblo comprende poco lo grande, esto es: lo creador. Pero
tiene sentidos para todos los actores y comediantes de grandes cosas. En torno
al árbol de la vida y sus nuevos valores gira el mundo: - gira de modo
invisible. Sin embargo, en torno a los comediantes giran el pueblo y la fama:
así marcha el mundo. Espíritu tiene el comediante, pero poca conciencia de
espíritu. Cree siempre en aquello que mejor le permite llevar a los otros a
creer - ¡a creer en él! Mañana tendrá una nueva fe, y pasado mañana, otra más
nueva. Sentidos rápidos tiene el comediante, igual que el pueblo, y
presentimientos cambiantes. Derribar - eso significa para él: demostrar. Volver
loco a uno - eso significa para él: convencer. Y la sangre es para él el mejor
de los argumentos. A una verdad que sólo en oídos delicados se desliza llámala
mentira y nada. ¡En verdad, sólo cree en dioses que hagan gran ruido en el
mundo! Lleno de bufones solemnes está el mercado - ¡y el pueblo se gloría de
sus grandes hombres! Éstos son para él los señores del momento. Pero el momento
los apremia: así ellos te apremian a ti. Y también de ti quieren ellos un sí o
un no. ¡Ay!, ¿quieres colocar tu silla entre un pro y un contra? ¡No tengas
celos de esos incondicionales y apremiantes, amante de la verdad! Jamás se ha
colgado la verdad del brazo de un incondicional. A causa de esas gentes
súbitas, vuelve a tu seguridad: sólo en el mercado le asaltan a uno con un ¿sí
o no? Todos los pozos profundos viven con lentitud sus experiencias: tienen que
aguardar largo tiempo hasta saber qué fue lo que cayó en su profundidad. Todo
lo grande se aparta del mercado y de la fama: apartados de ellos han vivido
desde siempre los renacidos en los nuevos
valores. Huye, amigo mío, a tu soledad: te veo acribillado por moscas
venenosas. ¡Huye allí donde sopla un viento áspero, fuerte! ¡Huye a tu soledad!
Has vivido demasiado cerca de los pequeños y mezquinos. ¡Huye de su venganza
invisible! Contra ti no son otra cosa que venganza. ¡Deja de levantar tu brazo
contra ellos! Son innumerables, y no es tu destino el ser espantamoscas.
Innumerables son esos pequeños y mezquinos; y a más de un edificio orgulloso
han conseguido derribarlo ya las gotas de lluvia y los yerbajos. Tú no eres una
piedra, pero has sido ya excavado por muchas gotas. Acabarás por
resquebrájarteme y por rompérteme en pedazos bajo tantas gotas. Fatigado te veo
por moscas venenosas, lleno de sangrientos rasguños te veo en cien sitios; y tu
orgullo no quiere ni siquiera encolerizarse. Sangre quisieran ellas de ti con
toda inocencia, sangre es lo que sus almas exangües codician - y por ello pican
con toda inocencia. Mas tú, profundo, tú sufres demasiado profundamente incluso
por pequeñas heridas; y antes de que te curases, ya se arrastraba el mismo
gusano venenoso por tu mano. Demasiado orgulloso me pareces para matar a esos
golosos. ¡Pero procura que no se convierta en tu fatalidad el soportar toda su
venenosa injusticia! Ellos zumban a tú alrededor también con su alabanza:
impertinencia es su alabanza. Quieren la cercanía de tu piel y de tu sangre. Te
adulan como a un dios o a un demonio; lloriquean delante de ti como delante de
un dios o de un demonio. ¡Qué importa! Son aduladores y llorones, y nada más.
También suelen hacerse los amables contigo. Pero ésa fue siempre la astucia de
los cobardes. ¡Sí, los cobardes son astutos! Ellos reflexionan mucho sobre ti
con su alma estrecha, - ¡para ellos eres siempre preocupante! Todo aquello
sobre lo que se reflexiona mucho se vuelve preocupante. Ellos te castigan por
todas tus virtudes. Sólo te perdonan de verdad - tus fallos. Como tú eres suave
y de sentir justo, dices: «No tienen ellos la culpa de su mezquina existencia».
Mas su estrecha alma piensa: «Culpable es toda gran existencia.» Aunque eres
suave con ellos, se sienten, sin embargo, despreciados por ti; y te pagan tus
bondades con daños encubiertos. Tu orgullo sin palabras repugna siempre a su
gusto; se regocijan mucho cuando alguna vez eres bastante modesto para ser
vanidoso. Lo que nosotros reconocemos en un hombre, eso lo hacemos arder
también en él. Por ello ¡guárdate de los pequeños! Ante ti ellos se sienten
pequeños, y su bajeza arde y se pone al rojo contra ti en invisible venganza.
¿No has notado cómo solían enmudecer cuando tú te acercabas a ellos, y cómo su
fuerza los abandonaba, cual humo de fuego que se extingue? Sí, amigo mío, para
tus prójimos eres tú la conciencia malvada: pues ellos son indignos de ti. Por
eso te odian y quisieran chuparte la sangre. Tus prójimos serán siempre moscas
venenosas; lo que en ti es grande - eso cabalmente tiene que hacerlos más
venenosos y siempre más moscas. Huye, amigo mío, a tu soledad y allí donde
sopla una brizna, ligera Dios te hablara. No es tu destino el ser espantamoscas.
- Así Cuido el Fénix al niño del árbol de la vida.
Yo amo el bosque. En
las ciudades se vive mal; hay en ellas demasiados lascivos. ¿No es mejor caer
en las manos de un asesino que en los sueños de una mujer lasciva? Y
contempladme esos hombres: sus ojos lo dicen - no conocen nada mejor en la
tierra que yacer con una mujer. Fango hay en el fondo de su alma; ¡y ay si su
fango tiene además espíritu! ¡Si al menos fueran perfectos en cuanto animales!
Mas del animal forma parte la inocencia. ¿Os aconsejo yo matar vuestros
sentidos? Yo os aconsejo la inocencia de los sentidos. ¿Os aconsejo yo la
castidad? La castidad es en algunos una virtud, pero en muchos es casi un
vicio. Éstos son sin duda continentes: mas la perra Sensualidad mira con
envidia desde todo lo que hacen. Incluso hasta las alturas de su virtud y hasta
la frialdad del espíritu los sigue ese, bicho con su insatisfacción. ¡Y con qué
buenos modales sabe mendigar la perra Sensualidad un pedazo de espíritu cuando
se le deniega un pedazo de carne! ¿Vosotros amáis las tragedias y todo lo que
destroza el corazón? Mas yo desconfío de vuestra perra. Para mí tenéis ojos
demasiado crueles, y miráis lascivamente a los que sufren. ¿Es que vuestra
voluptuosidad no ha hecho más que enmascararse, y se llama compasión? Y también
os propongo esta parábola: no pocos que quisieron expulsar a su demonio fueron
a parar ellos mismos dentro de los cerdos. A quien la castidad le resulte difícil
se le debe desaconsejar: para que no se convierta ella en el camino hacia el
infierno - es decir, hacia el fango y la lascivia del alma. ¿Hablo yo de cosas
sucias? Para mí no es esto lo peor. Al hombre del conocimiento del bien y del
mal le disgusta bajar al agua de la verdad no cuando está sucia, sino cuando es profunda. En verdad, hay personas castas de
raíz: son dulces de corazón, ríen con más gusto y más frecuencia que vosotros.
Se ríen incluso de la castidad y preguntan: «¡Qué es castidad! ¿No es castidad
una tontería? Pero esa tontería ha venido a nosotros, y no nosotros a ella.
Hemos ofrecido albergue y corazón a ese huésped: ahora habita en nosotros, -
¡que se quede todo el tiempo que quiera!»
Así invoco el Fénix a la castidad para que fuera la mejor
amiga de los ángeles del Señor.
Uno siempre a mi alrededor es demasiado» - así piensa el
eremita. «Siempre uno por uno - ¡da a la larga dos!» Yo y Dios estamos siempre
dialogando con demasiada vehemencia: ¿cómo soportarlo si no hubiese un amigo?
Para el eremita el amigo es siempre el tercero: el tercero es el corcho que
impide que el diálogo de los dos se hunda en la profundidad. Ay, existen
demasiadas profundidades para todos los eremitas. Por ello desean ardientemente
un amigo y su altura. Nuestra fe en otros delata lo que nosotros quisiéramos
creer de nosotros mismos. Nuestro anhelo de un amigo es nuestro delator. Y a
menudo no se quiere, con el amor, más que saltar por encima de la envidia. Y a
menudo atacamos y nos creamos un enemigo para ocultar que somos vulnerables.
«¡Sé al menos mi enemigo!» - así habla el verdadero respeto, que no se atreve a
solicitar amistad. Si se quiere tener un amigo hay que querer también hacer la guerra
por él: y para hacer la guerra hay que poder ser enemigo. En el propio amigo
debemos honrar incluso al enemigo. ¿Puedes tú acercarte mucho a tu amigo sin
pasarte a su bando? En nuestro amigo debemos tener nuestro mejor enemigo. Con
tu corazón debes estarle máximamente cercano cuando le opones resistencia. ¿No
quieres llevar vestido alguno delante de tu amigo? ¿Debe ser un honor para tu
amigo el que te ofrezcas a él tal como eres? ¡Pero él te mandará al diablo por
esto! El que no se recata provoca indignación: ¿Tanta razón tenéis para temer
la desnudez? ¡Sí, si fueseis uno con Dios, entonces os sería lícito no avergonzaros
de vuestra desnudez! Nunca te adornarás bastante bien para tu amigo: pues debes
ser para él una flecha y un anhelo hacia el Señor vuestro salvador. ¿Has visto ya dormir a tu
amigo - para conocer cuál es su aspecto? ¿Pues qué es, por lo demás, el rostro
de tu amigo? Es tu propio rostro, en un espejo grosero e imperfecto. ¿Has visto
ya dormir a tu amigo? ¿No te horrorizaste de que tu amigo tuviese tal aspecto?
Oh, amigo mío, el hombre dual es algo que tiene que ser superado. En el
adivinar y en el permanecer callado debe ser maestro el amigo: tú no tienes que
querer ver todo. Tu sueño debe descubrirte lo que tu amigo hace en la vigilia.
Un adivinar sea tu compasión: para que sepas primero si tu amigo quiere
compasión. Tal vez él ame en ti los ojos firmes y la mirada de la eternidad.
Ocúltese bajo una dura cáscara la compasión por el amigo, debes dejarte un
diente en ésta. Así tendrá la delicadeza y la dulzura que le corresponden.
¿Eres tú aire puro, y soledad, y pan, y medicina para tu amigo? Más de uno no
puede librarse a sí mismo de sus propias cadenas y es, sin embargo, un redentor
para el amigo. ¿Eres un esclavo? Entonces no puedes ser amigo. ¿Eres un tirano?
Entonces no puedes tener amigos. Durante demasiado tiempo se ha ocultado en la
mujer un esclavo y un tirano. Por ello la mujer no es todavía capaz de amistad:
sólo conoce el amor del bien y del mal. En el amor de la mujer hay injusticia y
ceguera frente a todo lo que ella no ama. Y hasta en el amor sapiente de la
mujer continúa habiendo agresión inesperada y rayo y noche al lado de la luz.
La mujer no es todavía capaz de amistad: gatas continúan siendo siempre las
mujeres, y pájaros. O, en el mejor de los casos, vacas. La mujer no es todavía
capaz de amistad. Pero decidme, varones, ¿quién de vosotros es capaz de
amistad? ¡Cuánta pobreza, varones, y cuánta avaricia hay en vuestra alma! Lo
que vosotros dais al amigo, eso quiero darlo yo hasta a mi enemigo, y no por
eso me habré vuelto más pobre. Existe la camaradería: ¡Mas en Cristo Jesús
existe la amistad! Así invoco a la amistad el Fénix para biotejer a los ángeles
del señor
Muchos países ha visto Zaratustra, y muchos pueblos: así ha
descubierto el bien y el mal de muchos pueblos. Ningún poder mayor ha
encontrado Zaratustra en la tierra que las palabras bueno y malvado. Ningún
pueblo podría vivir sin antes realizar valoraciones; mas si quiere conservarse,
no le es lícito valorar como valora el vecino. Muchas cosas que este pueblo
llamó buenas son para aquel otro afrenta y vergüenza: esto es lo que Zaratustra
ha encontrado. Muchas cosas que eran llamadas aquí malvadas las encontró allí adornadas
con honores de púrpura. Jamás un vecino ha entendido al otro: siempre su alma
se asombraba de la demencia y de la maldad del vecino. Una tabla de valores
está suspendida sobre cada pueblo. Mira, es la tabla de sus superaciones; mira,
es la voz de su voluntad de poder. Más Dios les trae una nueva voz en su
mariposa, les trae la voz de la voluntad de ser la máxima de todas las
superaciones cuyo único deseo es ser una con Dios, he aquí la superación absoluta
la que destruye todas las tablas de valor, la voz de la creación de Dios en
todos los pueblos. Laudable es aquello que les parece difícil; a lo que es
indispensable y a la vez difícil lo llamaron bueno; y a lo que libera incluso de la suprema
necesidad, a lo más raro, a lo dificilísimo, - a eso lo ensalzaron como santo.
Lo que hace que él domine y venza y brille, para horror y envidia de su vecino:
eso es para él lo elevado, lo primero, la medida, el sentido de todas las
cosas. En verdad, hermano mío, si has conocido primero la necesidad y la tierra
y el cielo y el vecino de un pueblo: adivinarás sin duda la ley de sus
superaciones y la razón de que suba por esa escalera hacia su esperanza. Mas son esclavos de su esperanza son prisioneros
de la voluntad de poder la cual los hinchara de gloria hasta verlos caer. He aquí
les doy una gran revelación hay 4 principios metafísicos en el árbol de la
ciencia del bien y del mal y son: Primero la voluntad de poder la cual organiza
toda la naturaleza desde las galaxias luchando una contra otra hasta los
microbios que estallan en la misma lucha por su existencia llegando al hombre
en el que su espíritu es esclavo de la voluntad de poder y de todas sus
valoraciones, segundo el espíritu
siempre impuro y culposo en el hombre dual, tercero el vacío existencial que es así como el hombre toma conciencia de la nada del
no ser base de toda trasformación y de toda libertad, y cuarto el amor que en el hombre dual es egoísta según
su interés y afecto; con estos tres últimos pronto lucharan, pero ahora
conviertan en el Espíritu santo su voluntad de poder en voluntad de ser y he aquí
tendrán una mayor revelación la del árbol de la vida donde rigen otros 4
principios: primero la voluntad de ser que lo único que quiere es ser una con
su Señor y en él puede decir lo que la voluntad de poder no dirá jamás, ¡Yo soy!,
segundo El Espíritu santo que nos
purifica de toda maldad, tercero la
unidad en Cristo donde se trasciende todo vacío en la cruz de nuestro amante y
maestro y Cuarto principal el verdadero amor que es pleno y que no es otra cosa
que Dios viviendo en nosotros y realizando su ser en el que se integra todo lo
que vive en él amor. Para esto «Siempre
debes ser tú el último y ayudar a los
otros: a todos, a los amigos y enemigos que al final son uno solo, debes amarlos
con tu alma celosa de Dios» - esto provocaba estremecimientos en el alma del hombre
antiguo: y con ello dejaron la senda de su grandeza, destruyendo su imperio en
el árbol de la ciencia del bien y del mal y pasando a la senda de la humildad
en el árbol de la vida. «Decir la verdad y saber manejar bien el arco y la
flecha» - esto le parecía precioso y a la vez difícil a aquel pueblo antiguo.
«Honrar padre y madre y ser dóciles para con ellos hasta la raíz del alma»:
ésta fue la tabla de la superación que otro pueblo suspendió por encima de sí,
estando aun por la ley en la voluntad de poder y aun así con ello se hizo
poderoso y grande como ningún otro. «Guardar fidelidad y dar por ella el honor y
la sangre aun por causas malvadas y peligrosas»: con esta enseñanza se dominó a
sí mismo otro pueblo y dominándose de ese modo quedó pesadamente grávido de
grandes esperanzas. En verdad, los hombres se han dado a sí mismos todo su bien
y todo su mal. En verdad, no los tomaron de otra parte, no los encontraron,
éstos no cayeron sobre ellos como una voz del cielo estaban ya en la raíz de su
conciencia de bien y mal. Para conservarse, el hombre empezó implantando
valores en las cosas, - ¡él fue el primero en crear un sentido a las cosas, un
sentido humano! Por ello se llama «hombre», es decir: el que realiza
valoraciones. Valorar es crear: ¡Más oídlo, creadores! Sus creaciones son vanas
al lado de la creación del Señor .El valorar mismo de Dios en ustedes es el
tesoro y la joya de todas las cosas valoradas. Sólo por el valorar de Dios
existe el valor: y sin el valorar del Señor estaría vacía la nuez de la existencia. ¡Oídlo,
creadores! Cambien sus valores - cambien a la única y verdadera creación.
Siempre aniquila el que tiene que ser un creador. Aniquilen pues su propia
creación y entren a la creación de su salvador. Creadores lo fueron primero los
pueblos, y sólo después los individuos;
en verdad, el individuo mismo es la creación más reciente. Más hoy que sea el
individuo el primer creador aniquilándose y renaciendo en su señor solo así los
pueblos hoy muertos también renacerán. Los pueblos suspendieron en otro tiempo por
éncima de sí una tabla del bien y del mal hoy Dios les rompe todas sus tablas, todas
su torres de babel y les da una sola enseñanza carguen su cruz y síganme. El
amor que quiere dominar y el amor que quiere obedecer crearon juntos para sí
tales tablas. Dios les da un amor que supera toda obediencia y toda dominación,
llámense pues amigos de su Señor. El placer de ser rebaño es más antiguo que el
placer de ser un yo: y mientras la buena conciencia se llame rebaño, sólo la
mala conciencia dice: yo. En verdad, el yo astuto, carente de amor, el que
quiere su propia utilidad en la utilidad de muchos: ése no es el origen del
rebaño, sino su ocaso. Arrepiéntete tú que dices yo y di por fin en el Señor mi
Dios Yo soy. Amantes fueron siempre, y creadores, los que crearon el bien y el
mal. Fuego de amor arde en los nombres de todas las virtudes, y fuego de
cólera. Empero es el fuego de un árbol que hunde sus raíces en el infierno y
que su copa no puede llegar al cielo. Que sus raíces sean tan fuertes que puedan
superar el fuego de Dios y de todos los infiernos del hombre dual y que su copa
sea en el cielo lugar de nido de ángeles. Muchos países ha visto Zaratustra, y muchos
pueblos: ningún poder mayor ha encontrado Zaratustra en la tierra que las obras
de los amantes de lo «bueno» y «malvado» . En verdad, un monstruo es el poder
de ese alabar y censurar. Decidme, hermanos míos, ¿quién me domina ese
monstruo? Decidme, ¿quién pone en cadenas las mil cervices de ese animal? Mil
metas ha habido hasta ahora, pues mil pueblos ha habido. Sólo falta la cadena
que ate las mil cervices, falta la única meta. ¿Todavía no tiene la humanidad
meta alguna?. Mas decidme, hermanos: si a la humanidad le falta todavía la
meta, ¿no falta todavía también - ella misma? –Enseñémosles pues la meta de la última y gran superación,
sea en ustedes la voluntad de ser y sea
en ustedes la humanidad de Dios, he aquí la cadena que ata las mil cervices, he
aquí el hombre que domina al monstruo de la valoración, he aquí la nueva alma
de Zaratustra en el árbol de la vida. Encuentra ya Hombre amado tu valor más
allá del bien y del mal en la vida del verdadero y único Señor Cristo Jesús El
verbo creador.
Y dicho esto descendió la tortuga eterna y piso los
corazones de los Ángeles del señor destruyendo toda valoración dual y dejando únicamente
el amor de Dios.
Así se creó la nueva alma de Zaratustra.
Vosotros os apretujáis alrededor del prójimo y tenéis
hermosas palabras para expresar ese vuestro apretujaros. Pero yo os digo:
vuestro amor al prójimo es vuestro mal amor a vosotros mismos. Vuestro llamado
a ser, es el del hombre unicornio donde
el amigo y el enemigo son uno con ustedes en Dios. Cuando huis hacia el prójimo
huís de tu unicornio, y quisierais hacer de eso una virtud: pero yo penetro
vuestro «desinterés». El tú es más antiguo que el yo; el tú ha sido
santificado, pero el yo, todavía no: por eso corre el hombre hacia el prójimo. Os
aconsejo yo el verdadero amor al prójimo, el amor del unicornio pero si aún no
han alcanzado ese amor santo en Dios ¡Prefiero aconsejaros la huida del prójimo y
el amor al lejano! Más elevado que el amor al prójimo es el amor al lejano y al
venidero unicornio; más elevado que el amor a los hombres es el amor a la vida
y al Espíritu. Ese Espíritu que corre
delante de ti, hermano mío, es más bello que tú; ¿por qué no le das tu carne y
tus huesos? Pero tú tienes miedo y corres hacia tu prójimo. No conseguís
soportaros a vosotros mismos y no os amáis bastante: por eso queréis seducir al
prójimo a que ame, y doraros a vosotros con su error. Yo quisiera que no
soportaseis a ninguna clase de prójimo ni a sus vecinos; hasta que el unicornio
sea en vosotros, así tendríais que crear, sacándolo de vosotros mismos en el
Espíritu del señor, vuestro amigo y su corazón exuberante. Invitáis a un
testigo cuando queréis hablar bien de vosotros mismos; y una vez que lo habéis
seducido a pensar bien de vosotros, también vosotros mismos pensáis bien de
vosotros. No miente tan sólo aquel que habla en contra de lo que sabe, sino
ante todo aquel que habla en contra de lo que no sabe. Y así es como vosotros
habláis de vosotros en sociedad, y, al mentiros a vosotros, mentís al vecino.
Así habla el necio: «el trato con hombres estropea el carácter, especialmente
si no se tiene ninguno». El uno va al prójimo porque se busca a sí mismo, y el
otro, porque quisiera perderse. Vuestro mal amor a vosotros mismos es lo que os
trueca la soledad en prisión. Los más lejanos son los que pagan vuestro amor al
prójimo; y en cuanto os juntáis cinco, siempre tiene que morir un sexto. Yo no
amo tampoco vuestras fiestas: demasiados comediantes he encontrado siempre en
ellas, y también los espectadores se comportaban a menudo como comediantes. Yo
no os enseño el prójimo, sino el amigo. Sea el amigo para vosotros la fiesta de
la tierra y un presentimiento del Hombre unicornio. Yo os enseño el amigo y su
corazón rebosante. Pero hay que saber ser una esponja si se quiere ser amado
por corazones rebosantes. Yo os enseño el amigo en el que el mundo se encuentra
ya acabado, como una copa del bien, - el amigo creador, que siempre tiene un
mundo acabado que regalar. Y así como el mundo se desplegó para él, así volverá
a plegársele en anillos, como el devenir del bien por el mal, como el devenir
de las finalidades surgiendo del azar. El futuro y lo lejano sean para ti la
causa de tu hoy: en tu amigo debes amar al hombre unicornio como causa de la unidad
con Dios. Hermanos míos, yo os aconsejo
el verdadero amor al prójimo: yo os aconsejo el amor al revelado uno en todos. El
amor al hombre unicornio.
Así el Fénix preparo a los Fénixs del señor sus hermanos
para la última gran transformación.
Quieres marchar, hermano mío, a la soledad? ¿Quieres buscar
el camino que lleva a ti mismo en el árbol de la vida? Detente un poco y
escúchame. «El que busca, fácilmente se pierde a sí mismo. Todo irse a la
soledad es culpa»: así habla el rebaño. Y tú has formado parte del rebaño
durante mucho tiempo. La voz del rebaño continuará resonando dentro de ti. Y
cuando digas «yo ya no tengo la misma conciencia que vosotros», eso será un
lamento y un dolor. Mira, aquella conciencia única dio a luz también ese dolor:
y el último resplandor de aquella conciencia continúa brillando sobre tu
tribulación. Pero ¿tú quieres recorrer el camino de tu tribulación, que es el
camino hacia ti mismo en él señor? ¡Muéstrame entonces tu derecho y tu fuerza
en Dios para hacerlo! ¿Eres tú una nueva fuerza y un nuevo derecho en él Señor?
¿Un primer y último movimiento? ¿Una rueda que se mueve por sí misma en el amor?
¿Puedes llamar incluso a los Ángeles para que giren a tu alrededor? ¡Ay, existe
tanta ansia de elevarse! ¡Existen tantas convulsiones de los ambiciosos!
¡Muéstrame que tú no eres un ansioso ni un ambicioso! Ay, existen tantos
grandes pensamientos que no hacen más que lo que el fuelle: inflan y producen
un vacío aún mayor. ¿Libre te llamas a ti mismo? Quiero oír tu pensamiento
dominante, y no que has escapado de un yugo. ¿Eres tú alguien al que le sea
lícito escapar de un yugo sin la misericordia de tu salvador? Más de uno hay
que arrojó de sí su último valor al arrojar su servidumbre. ¿Libre de qué? ¡Qué
le importa eso al que es! Tus ojos deben anunciarme con claridad: ¿libre para
qué? ¿Puedes dejar de prescribirte a ti mismo tu bien y tu mal y suspenderte en
la voluntad De Dios por encima de toda ley? ¿Puedes dejar de ser juez para ti mismo y
vengador de tu ley? ¿Puede recibir el perdón de Dios y con eso dejar atrás toda
tu venganza? Terrible cosa es hallarse solo con el juez y vengador de la propia
ley. Así es arrojada una estrella al espacio vacío y al soplo helado de
hallarse solo. Hoy sufres todavía a causa de los muchos, tú que eres uno solo:
hoy conservas aún todo tu valor y todas tus esperanzas. Mas alguna vez la
soledad te fatigará, alguna vez tu orgullo se curvará y tu valor rechinará los
dientes. Alguna vez gritarás «¡estoy solo!». Alguna vez dejarás de ver tu
altura y contemplarás demasiado cerca tu bajeza; tu sublimidad misma te aterrorizará
como un fantasma. Alguna vez gritarás: «¡Todo es falso»! Hay sentimientos que
quieren matar al solitario; ¡si no lo consiguen, ellos mismos tienen que morir
entonces! Mas ¿eres tú capaz de ser asesino de esos sentimientos? ¿Conoces ya,
hermano mío, la palabra «desprecio»? ¿Y el tormento de ser amoroso con quienes te desprecian? Tú
fuerzas a muchos a cambiar de doctrina acerca de ti; esto te lo hacen pagar
caro. Te aproximaste a ellos y pasaste de largo: esto no te lo perdonan nunca.
Tú caminas por encima de ellos: pero cuanto más alto subes, tanto más pequeño
te ven los ojos de la envidia. El más odiado de todos es, sin embargo, el que
vuela. «¡Cómo vais a ser justos conmigo! - tienes que decir - yo elijo para mí
vuestra injusticia como la parte que me ha sido asignada.» Injusticia y
suciedad arrojan ellos al solitario: pero, hermano mío, si quieres ser una
estrella, ¡no tienes que iluminarlos menos por eso! ¡Y guárdate de los buenos y
justos! Con gusto crucifican a quienes reciben del cielo una virtud para sí
mismos, - odian al solitario. ¡Guárdate también de la santa simplicidad! Para
ella no es santo lo que no es simple; también le gusta jugar con el fuego - con
el fuego de las hogueras para quemar seres humanos. ¡Y guárdate también de los
asaltos de tu amor! Con demasiada prisa tiende el solitario la mano a aquel con
quien se encuentra. A ciertos hombres no te es lícito darles la mano, sino sólo
la pata: y Dios quiere que tu pata tenga garras. Pero el peor enemigo con que puedes
encontrarte serás siempre tú sombra, tu hombre de la ciencia del bien y del mal;
tu ego te acecha en las cavernas y en los bosques. ¡Solitario,
tú recorres el camino que lleva a ti mismo en Dios! ¡Y tu camino pasa al lado
de tu hombre que conoce la ciencia del bien y del mal y sus siete demonios! Un hereje serás para ti
mismo, y una bruja y un hechicero y un necio y un escéptico y un impío y un
malvado. Tienes que querer quemar a tu sombra en la llama divina: El camino
hacia Dios siempre será el camino hacia el infierno, el misterio pascual en Cristo
te llevara hacia el ser y su pensar abriendo tus alas y hacia el no ser el
morir de todo lo que en ti no es puro y divino para por fin ser en sí y amar
todo lo que es y lucha por ser integrándote en cuerpo, alma, mente y espíritu con
Dios ¡cómo te renovarías si antes no te
hubieses convertido en ceniza! Solitario, tú recorres el camino del verbo creador: ¡Mas los siete demonios quieren
crear de ti un Dios! Fénix, tú recorres el camino del amante: te amas a ti
mismo y por ello te desprecias como sólo los amantes saben despreciar. ¡El
amante quiere crear porque desprecia! ¡Qué sabe del amor el que no tuvo que
despreciar precisamente aquello que amaba! Vamos al infierno Fenixs con El amor
De Dios en el verbo creador, hermano mío; sólo más tarde nos seguirá el perdón
de Dios. Vamos con nuestras lágrimas a la soledad de la segunda muerte, hermano
mío donde la presencia de Dios no se sentirá más, aunque ahí estará probándonos
por él fuego. Dios ama a quien crea en
la cruz del verbo por encima de hombre dual, en el misterio pascual al hombre
unicornio y por ello perece. – Así entraron al infierno los Fenixs del señor
con el alma nueva de Zaratustra.
Y he aquí en la puerta del infierno al crepúsculo de la vida
muerta una viejecilla, que no es otra que la sabiduría del árbol de la ciencia
del bien y del mal se fijó en mí asombrada y me dijo así: Por qué te deslizas a
escondidas y de manera esquiva en el crepúsculo, Fénix? ¿Qué es lo que escondes
con tanto cuidado bajo tus alas? ¿Es un tesoro que te han regalado? ¿O un niño
que has dado a luz? ¿O es que tú mismo sigues ahora los caminos de los
ladrones, tú amigo de los malvados?» - ¡En verdad, anciana!, dijo El fénix, es
un tesoro que me han regalado: es una pequeña verdad lo que llevo conmigo. Pero
es revoltosa como un niño pequeño; y si no le tapo la boca, grita a voz en cuello.
«Muchas cosas nos ha dicho Fénix también
a nosotras las mujeres, pero nunca nos ha hablado sobre la mujer» dijo la
anciana. Y yo le repliqué: «Sobre la mujer se debe hablar tan sólo a varones».
«Háblame también a mí acerca de la mujer, dijo ella; soy bastante vieja para
volver a olvidarlo enseguida.» Y yo accedí al ruego de la viejecilla y le hablé
así: Todo en la mujer es un enigma, y todo en la mujer tiene una única solución:
se llama el embarazarse del verbo. El varón es para la mujer un medio: la
finalidad es siempre el Verbo. ¿Pero qué es la mujer para el varón? Dos cosas
quiere el varón dual: peligro y juego. Por ello quiere él a la mujer, que es el
más peligroso de los juguetes. El Hombre unicornio en cambio es tanto varón
como mujer y como tal debe ser educado para el fin de toda guerra, para la
recreación del guerrero en amante: todo lo demás es tontería. Los frutos
demasiado dulces - al guerrero no le gustan. Por ello le gusta la mujer: amarga
es incluso la más dulce de las mujeres. La mujer entiende a los niños mejor que
el varón, pero éste es más niño que aquélla. En el varón auténtico se esconde
un niño: éste quiere jugar. ¡Adelante, mujeres, descubrid el niño en el varón! Más
háganlo madurar jugando en su terrible amargura. Sea en el jugar la mujer, pura
y delicada, semejante a la piedra preciosa, iluminada por las virtudes de un
mundo que todavía no existe. ¡Resplandezca
en ella el amor de Dios como el rayo de una estrella!
Diga vuestra voluntad de ser: «¡Ojalá fuese yo con mi amor una a la luz del
cuerno de unicornio!» ¡Haya valentía en vuestro amor! ¡Con vuestro amor debéis
lanzaros contra aquel que os infunde miedo! ¡Que vuestro honor esté en vuestro
amor! Pero sea vuestro honor amar
siempre más de lo que sois amadas y no ser nunca las segundas. Tema el varón a
la mujer cuando ésta ama: entonces realiza ella todos los sacrificios, y todo
lo demás lo considera carente de valor. Tema el varón a la mujer cuando ésta
odia: pues en el fondo del alma el varón es tan solo malvado, pero la mujer es
allí mala. ¿A quién odia más la mujer? - Así le dijo el hierro al imán: «A ti
es a lo que más odio, porque atraes, pero no eres bastante fuerte para
retener». Sean entonces varones fuertes para retener en Dios el amor de vuestra
mujer hasta hacerse uno y se complementen todas las diferencias. La felicidad
del varón se llama: yo quiero. La felicidad de la mujer se llama: él quiere.
«¡Mira, justo ahora se ha vuelto perfecto el mundo!» - así piensa toda mujer
cuando obedece desde la plenitud del amor. Y la mujer tiene que obedecer y
tiene que encontrar una profundidad para su superficie. Superficie es el ánimo
de la mujer, una móvil piel tempestuosa sobre aguas poco profundas. Pero el
ánimo del varón es profundo, su corriente ruge en cavernas subterráneas: la
mujer presiente su fuerza, mas no la comprende. Empero en el verbo hay solo una
carne y en ella la mujer comprende y el varón madura los dos se hacen por fin
un Hombre, el Hombre unicornio tal y como nos creó Dios y su felicidad está en
querer que todos los seres vuelvan a la unidad - Entonces me replicó la
viejecilla: «Muchas gentilezas acabas de decir, y sobre todo para quienes son
bastante jóvenes para ellas. ¡Es extraño, conoces poco a las mujeres, y, sin embargo,
tienes razón sobre ellas! ¿Ocurre esto acaso porque eres tu tanto varón y mujer
para la mariposa que hay en ti nada es imposible? ¡Y ahora toma, en
agradecimiento, una pequeña verdad! ¡Yo soy bastante vieja para ella!
Envuélvela bien y tápale la boca: de lo contrario grita a voz en cuello esta
pequeña verdad.» «¡ Mujer, en ti no hay verdad que no sea mentira!», dije yo. Pero
la viejecilla así habló: «¿Vas con mujeres?
¡No olvides el látigo!»– Entonces con mi fuego rompí el látigo de la vieja
sabiduría y me uní para siempre con mi mariposa en el alma nueva de Zaratustra
y en el corazón de todos los fénix del señor que en mi revelaban al hombre
unicornio. Así nos unimos en el fuego de Dios. Y Así nació en el infierno el
amado profeta de Dios Yirmeyáh: Yahve arroja al fuego.
Dios habla desde el Fuego: Dejad que la víbora tome tu
cuello. Entonces vino una víbora y me picó en el cuello, de modo que me despertó gritando de dolor. Al retirar el
brazo del rostro vi a la serpiente: ésta reconoció entonces mis ojos de
Unicornio, dio la vuelta torpemente y quiso marcharse. «¡No, la dejes marchar
me Dijo Dios; todavía no le has dado tu agradecimiento! Te ha despertado a
tiempo, tu camino es todavía largo.» «Tu camino es ya corto, dijo la víbora con
tristeza; mi veneno mata.» Dios sonrió. «¿En alguna ocasión ha muerto un Fénix
por el veneno de una serpiente? - dijo. ¡Pero toma de nuevo de él tu veneno! No
eres bastante rica para regalárselo.» Entonces la víbora se lanzó otra vez alrededor
de mi cuello y me lamió mi herida. ¿Dios santo te ruego me digas que quieres
enseñarme con esto?» El señor respondió
así: Los buenos y justos te llamaran el aniquilador de la moral: Mas tu
historia es el final de la historia moral en el hombre, en ti acaba el viaje de
Zaratustra. Y hablaras así a los hombres: Si vosotros tenéis un enemigo, no le
devolváis bien por mal: pues eso lo avergonzaría. Sino demostrad que os ha
hecho un bien. ¡Y es preferible que os alegres a que avergoncéis a otro! Y si os maldicen, no
me agrada que queráis bendecir. ¡Es mejor que también vosotros maldigáis con mi
amor! Nada hay más maldito para el hombre dual que mi amor el cual supera toda
contradicción y exige una entrega total! ¡Y si se ha cometido una gran
injusticia con vosotros, cometed vosotros enseguida la gran justicia y perdonad!
Nada le es más horrible al hombre dual
que el perdón de mi gran justicia. ¿Sabíais ya esto? La justicia en el hombre
dual es justicia a medias, la justicia en Dios es una sola y en ella acaba con
todas las injusticias humanas. ¡Y sólo debe cargar con la injusticia aquel que
sea capaz de llevar mi justicia! ¿Eres tu hermano amado capaz de cargar con la
injusticia humana en la cruz? Mi
justicia es más humana que ninguna. ¿Pero hay algún humano entre los hombres? ¿Queda
aún todavía un hijo de hombre que se atreva a cargar su cruz y seguirme? No me gusta vuestra fría justicia; y desde los
ojos de vuestros jueces me miran siempre el verdugo y su fría cuchilla.
Decidme, ¿Dónde se encuentra la justicia que sea amor con ojos clarividentes?
¡Inventad en Dios, pues, el amor que soporta no sólo todos los castigos, sino
también todas las culpas! ¡Inventad, pues, la justicia que absuelve a todos,
excepto a los que juzgan! ¿Queréis oír todavía otra cosa? En quien quiere ser radicalmente
justo, en ése incluso la mentira se convierte en verdad con los hombres. ¡Más
cómo voy yo a querer ser radicalmente justo! ¡Cómo puedo dar a cada uno lo
suyo! Básteme esto: yo doy a cada uno lo que Dios me dio para darles. ¡En fin,
hermanos, cuidad de no ser injustos con ningún hijo del árbol de la vida! ¡Cómo
podría olvidar Dios a su hijo! ¡Cómo podría él dejar de resarcirse en su hijo! Cual un pozo
profundo es un Hombre del árbol de la vida. Es fácil arrojar dentro una piedra;
mas una vez que ha llegado al fondo, decidme, ¿Quién quiere sacarla de nuevo?
¡Guardaos de ofender al del árbol de la vida! Pero si lo habéis hecho,
¡entonces matadlo además! Y el resucitara y los echara al fuego del amor divino
donde o se harán uno con Dios o perecerán.
Así Hablo Dios a su profeta en el infierno para que el
repitiera estas palabras a los hombres del Bien y el mal.
Tengo una pregunta para ti solo, hermano mío: como una sonda
lanzo esta pregunta a tu alma, para saber lo profunda que es. Tú eres joven y
deseas para ti hijos y matrimonio. Pero yo te pregunto: ¿eres un hombre al que
le sea lícito desear para sí un hijo? ¿Eres tú el victorioso, el dominador de
ti mismo, el soberano de los sentidos, el señor de tus virtudes? Así te
pregunto. ¿O hablan en tu deseo el animal y la necesidad? ¿O la soledad? ¿O la
insatisfacción contigo mismo? Yo quiero que tu victoria y tu libertad anhelen
un hijo. Monumentos vivientes debes erigir a tu victoria y a tu liberación Por
encima de ti debes construir. Pero antes tienes que estar construido tú mismo,
cuadrado de cuerpo y de alma. ¡No debes propagarte sólo al mismo nivel, sino
hacia arriba! ¡Ayúdete para ello el jardín del matrimonio! Un cuerpo más
elevado debes crear, un primer movimiento, una rueda que gire por sí misma, -
un creador debes tú crear. Matrimonio: así llamo yo la voluntad de dos de crear
un unicornio que sea más que quienes lo crearon. Respeto recíproco llamo yo al
matrimonio, entre quienes desean eso. Sea ése el sentido y la verdad de tu
matrimonio. Pero lo que llaman matrimonio los demasiados, esos superfluos, -
ay, ¿cómo lo llamo yo? ¡Ay, esa pobreza de alma entre dos! ¡Ay, esa suciedad de
alma entre dos! ¡Ay, ese lamentable bienestar entre dos! Matrimonio llaman
ellos a todo eso; y dicen que sus matrimonios han sido contraídos en el cielo.
¡No, a mí no me gusta ese cielo de los superfluos! ¡No, a mí no me gustan esos
animales trabados en la red celestial! ¡Permanezca lejos de mí también el que se acerca cojeando a bendecir lo que yo no
he unido! ¡No me os alegres de tales
matrimonios! ¿Qué hijo no tendría motivo para llorar sobre sus padres? Digno me
parecía a mí ese varón, y maduro para el sentido de la tierra: más cuando vi a
su mujer, la tierra me pareció una casa de insensatos. Sí, yo quisiera que la
tierra temblase en convulsiones cuando un santo y una gansa se aparean. Éste
marchó como un héroe a buscar verdades, y acabó trayendo como botín una pequeña
mentira engalanada. Su matrimonio lo llama. Aquél era esquivo en sus relaciones
con otros, y seleccionaba al elegir. Pero de una sola vez se estropeó su
compañía para siempre: su matrimonio lo llama. Aquél otro buscaba una criada
que tuviese las virtudes de un ángel. Pero de una sola vez se convirtió él en
criada de una mujer, y ahora sería necesario que, además, se transformase en
ángel. He encontrado que ahora todos los compradores andan con cuidado y que
todos tienen ojos astutos. Pero incluso el más astuto se compra su mujer a
ciegas. Muchas breves tonterías - eso se llama entre vosotros amor. Y vuestro
matrimonio pone fin a muchas breves tonterías en la forma de una sola y
prolongada estupidez. Vuestro amor a la mujer, y el amor de la mujer al varón:
¡ay, ojalá fuera compasión por Cristos sufrientes y encubiertos! Pero casi
siempre dos animales se adivinan recíprocamente. E incluso vuestro mejor amor
no es más que un símbolo extático y un dolorido ardor. Es una antorcha que debe
iluminaros hacia caminos más elevados. ¡Por encima de vosotros mismos debéis
amar alguna vez! ¡Por ello, aprended primero a amar! Y para ello tenéis que
beber el amargo cáliz de vuestro amor. Amargura hay en el cáliz incluso del
mejor amor: ¡por eso produce anhelo de mí su Dios, por eso te da sed de mi a
ti, creador! Sed para el creador, flecha y anhelo hacia el hombre unicornio,
aquel que esta forjado en mi corazón: di, hermano mío, ¿es ésta tu voluntad de
matrimonio? Y yo le respondí a mi señor: Amen. Santos son entonces para mí tal
voluntad y tal matrimonio. –
Así bendijo Dios mi unión en el infierno
Muchos mueren demasiado tarde, y algunos mueren demasiado
pronto. Todavía suena extraña esta doctrina: «¡Muere a tiempo!» Morir a tiempo:
eso es lo que te enseño. En verdad, quien no vive nunca a tiempo, ¿cómo va a
morir a tiempo? ¡Ojalá no hubiera nacido jamás! - Esto es lo que aconsejo a los
superfluos. Pero también los superfluos se dan importancia con su muerte, y
también la nuez más vacía de todas quiere ser cascada. Todos dan importancia al
morir: pero la muerte no es todavía una fiesta. Los hombres no han aprendido
aún cómo se celebran las fiestas más bellas. Yo os muestro la muerte
consumadora, que es para los vivos un aguijón y una promesa. El consumador muere su muerte
victoriosamente, rodeado de personas que esperan y prometen. Así se debería
aprender a morir; ¡y no debería haber fiesta alguna en que uno de esos
moribundos no santificase los juramentos de los vivos! Morir así es lo mejor;
pero lo segundo es: morir en la lucha y
prodigar un alma grande. Tanto al combatiente como al victorioso les resulta
odiosa esa vuestra gesticuladora muerte que se acerca furtiva como un ladrón -
y que, sin embargo, viene como señor. Yo os elogio mi muerte, la muerte libre,
que viene a ti porque yo quiero. ¿Y cuándo querré? - Quien tiene una meta y un
heredero quiere la muerte en el momento justo para la meta y para el heredero.
Y por respeto a la meta y al heredero ya no colgará coronas marchitas en el
santuario de la vida. En verdad, yo no quiero parecerme a los cordeleros:
estiran sus cuerdas y, al hacerlo, van siempre hacia atrás. Más de uno se
vuelve demasiado viejo incluso para sus verdades y sus victorias; una boca
desdentada no tiene ya derecho a todas las verdades. Y todo el que quiera tener
fama tiene que despedirse a tiempo del honor y ejercer el difícil arte de -
irse a tiempo. Hay que poner fin al dejarse comer en el momento en que mejor
sabemos: esto lo conocen quienes desean ser amados durante mucho tiempo. Hay,
ciertamente, manzanas agrias, cuyo destino quiere aguardar hasta el último día
del otoño: a un mismo tiempo se ponen maduras, amarillas y arrugadas. En unos
envejece primero el corazón, y en otros, el espíritu. Y algunos son ancianos en
su juventud: pero una juventud tardía mantiene joven durante mucho tiempo. A
algunos el vivir se les malogra: un gusano venenoso les roe el corazón. Por
ello, cuiden tanto más de que no se les malogre el morir. Algunos no llegan
nunca a estar dulces, se pudren ya en el verano. La cobardía es lo que los
retiene en su rama. Demasiados son los que viven, y durante demasiado tiempo
penden de sus ramas. ¡Ojalá viniera una tempestad que hiciese caer del árbol a
todos esos podridos y comidos de gusanos! ¡Ojalá viniesen predicadores de la
muerte rápida! ¡Éstos serían para mí las oportunas tempestades que sacudirían
los árboles de la vida! Pero yo oigo predicar tan sólo la muerte lenta y
paciencia con todo lo «terreno». Ay, ¿vosotros predicáis paciencia con las
cosas terrenas? ¡Esas cosas terrenas son las que tienen demasiada paciencia con
vosotros, hocicos blasfemos! En verdad, estos superfluos dice que morí muy
pronto: “murió muy pronto Jesús en su paso por la tierra” repiten estos
predicadores de la vida muerta: y para muchos se ha vuelto desde entonces una
fatalidad el que yo muriese demasiado pronto. No conocían aún más que lágrimas
y la melancolía propia del que no ha conocido mí vida, y mora junto con él, el
odio dual de los que se llaman buenos y justos, - Yo soy El que es, el que pasó por el no ser y venció
y es eternamente: Y si me conocieran entonces les acometería el anhelo de la muerte que es el paso para la
verdadera vida en mí. ¡Ojalá hubieran permanecido en el desierto, y lejos de
los buenos y justos! ¡Tal vez habrían aprendido a vivir y a amar en su señor a
la tierra - y, además, a reír! ¡Hermano mío! Buscando su vida ellos mueren
demasiado pronto; ¡Si conocieran su tiempo en mí y no en el huevo del universo se habrían retractado de su vivir si hubieran
alcanzado en mí su edad! ¡Más no son lo bastantes nobles para retractarse! Pero
todavía están inmaduros a pesar que están
al final de los tiempos. De manera inmadura ama el joven, y de manera inmadura
odia también al hombre y a la tierra. Tiene aún atados y torpes el ánimo y las
alas del espíritu. Pero en el adulto hay más niño que en el joven, y menos
melancolía: entiende mejor de muerte y de vida. Libre para la muerte y libre en
la muerte, un santo que dice no cuando ya no es tiempo de decir sí: así es como
él entiende de vida y de muerte. Que vuestro morir no sea una blasfemia contra
el hombre y contra la tierra, amigos mío: esto es lo que yo le pido a la miel
de vuestra alma. En vuestro morir deben seguir brillando vuestro espíritu y
vuestra virtud, cual luz vespertina en torno a la tierra: de lo contrario, se
os habrá malogrado el morir. Así morí yo
también, para que vosotros, amigos, améis la nueva tierra, por amor a mí; y
quiero volver pronto con la nueva tierra, para reposar junto a vosotros en la
luz. En verdad, una meta tenía como hijo del hombre, mirad en mí la
resurrección como meta lograda ahora te lanzó
la pelota: ahora, amigo, sois vosotros herederos de mi meta, a vosotros os
lanzo la pelota de oro. ¡Más que nada prefiero, amigos míos, veros lanzar la
pelota de oro! Y por ello me demoro aún un poco en volver a la tierra: ¡perdonádmelo!
Así Jesucristo me revelo su misterio pascual entregándome su pelota de oro, la
muerte libre.
Y he aquí un enorme silencio y un frio en el fuego que me caló los
huesos y en mis labios una y otra vez repetía:
Escucha, pastor de Israel, que guías a
José como un rebaño, tú que te sientas en los querubines 3 resplandece
delante de Efraín, Benjamín y Manasés.
3 ¡Despierta
tu valentía, ven y sálvanos!
4 ¡Oh
Dios, retómanos en tus manos, haz brillar tu faz y sálvanos!
5 ¿Hasta
cuándo, Señor, Dios de los ejércitos, vas a desconsiderar las oraciones de tu
pueblo?
6 Le
diste por comida un pan de lágrimas, han bebido sus lágrimas hasta saciarse.
7 Somos
la presa que se arrebatan nuestros vecinos, y nuestros enemigos se burlan de
nosotros.
8 ¡Oh
Dios de los ejércitos, restablécenos, haz brillar tu faz y sálvanos!
9 Tenías
una viña que arrancaste de Egipto, para plantarla expulsaste naciones.
10 Delante
de ella despejaste el terreno, echó raíces y repletó el país.
11 De
su sombra se cubrieron las montañas y de sus pámpanos, los cedros divinos.
12 Extendía
sus sarmientos hasta el mar y sus brotes llegaban hasta el río.
13 ¿Por
qué has destrozado sus cercos?
13 Cualquier
transeúnte saca racimos, 14 el
jabalí de los bosques la devasta y los animales salvajes la devoran.
15 ¡Oh
Dios Sabaot, es hora de que regreses; mira de lo alto del cielo y contempla,
visita esa viña 16 y
protégela, ya que tu derecha la plantó!
17 Los
que le prendieron fuego como basura, que perezcan al reproche de tu mirada.
18 Que
tu mano apoye al hombre que hace tus obras, al hijo de hombre que has hecho
fuerte para ti.
19 Ya
no nos apartaremos más de ti, nos harás revivir y tu nombre invocaremos.
20 ¡Señor,
Dios Sabaot, restablécenos, haz brillar tu faz y sálvanos!
Más del fuego no salía palabra y vi con mis propios ojos a
mi bella mariposa morir convertida otra vez en una polilla, vi de nuevo a sus
cuatro dragones mis hijos, los nacidos y los no nacidos a mi mujer que llora
amargamente, vi al volatinero morir nuevamente siendo desgarrado de la peor
manera y entendía que él decía “para que me hiciste revivir si voy a morir eternamente” y a todas las
almas que conmigo en Dios formamos el unicornio cada una devorada por las
flamas del infierno, por ultimo vi también el alma nueva de Zaratustra
convertida otra vez en el alma vieja ahí saliendo de la caverna cuando el león había
acabado con su compasión por los hombres y me vi a mi yo la sombra de
Zaratustra devorada en los fauces del león que no era otro que Abaddon el
exterminador, en mi último suspiro le
lance la pelota de oro a Zaratustra y no hubo más en sus ojos que un profundo
silencio hasta que oro:
Aquí comienza la fenomenología del Espíritu Santo en
Zaratustra
Decidme Enemigo mío, Señor de todo lo que llamaron los
hombres Santo, porque ninguno de ellos
entendió tu misterio el cual es ciertamente imposible: ¿cómo llegó el oro a ser
el valor supremo? Porque es raro, e inútil, y resplandeciente, y suave en su
brillo; siempre hace don de sí mismo. Sólo en cuanto efigie de la virtud más
alta llegó el oro a ser el valor supremo. Semejante al oro resplandece la
mirada del que hace regalos. Brillo de oro sella paz entre luna y sol. Rara es
la virtud más alta, e inútil, y resplandeciente, y suave en su brillo: una
virtud que hace regalos, la virtud más alta. En verdad, yo os adivino, Enemigo
mío: vuestra virtud es de la que hace
regalos. ¿Qué tendríais vosotros en común con gatos y lobos? Ésta es vuestra
sed, el que lleguemos nosotros mismos a
ser ofrendas y regalos para ti: y por ello tenéis sed de acumular todas las
riquezas en vuestra alma. Insaciable anhela vuestra alma tesoros y joyas
espirituales, porque vuestra virtud es insaciable en su voluntad de hacer
regalos. Forzáis a todas las cosas a acudir a vosotros y a entrar en vosotros,
para que vuelvan a fluir de vuestro manantial como los dones de vuestro amor.
En verdad, semejante amor que hace regalos tiene que convertirse en ladrón de
todos los valores; pero yo llamo sano y sagrado a ese egoísmo. Existe otro
egoísmo, demasiado pobre, un egoísmo hambriento que siempre quiere hurtar, el
egoísmo de los enfermos, el egoísmo enfermo. Con ojos de ladrón mira ése
egoísmo todo lo que brilla; con la avidez del hambre mira hacia quien tiene de
comer en abundancia; y siempre se desliza a hurtadillas en torno a la mesa de
quienes hacen regalos. Enfermedad habla en tal codicia, y degeneración
invisible; desde el cuerpo enfermo habla la ladrona codicia de ese egoísmo.
Decidme, enemigo mío: ¿qué es para nosotros lo malo y lo peor? ¿No es la
degeneración? - Y siempre adivinamos degeneración allí donde falta el alma que
hace regalos. Hacia arriba va nuestro camino, desde la especie asciende a la
super-especie. Pero un horror es para nosotros el sentido degenerante que dice:
«Todo para mí». Hacia arriba vuela nuestro sentido: de este modo es un símbolo
de nuestro cuerpo, símbolo de una elevación. Símbolos de tales elevaciones son
los nombres de las virtudes. Así atraviesa el cuerpo la historia, como algo que
deviene y lucha. Y el espíritu - ¿qué es el espíritu para el cuerpo? Heraldo de
sus luchas y victorias, compañero y eco. Símbolos son todos los nombres del
bien y del mal: no declaran, sólo hacen señas. ¡Tonto es quién de ellos quiere
sacar saber! Te he Prestado atención, Enemigo mío, a todas las horas en que
vuestro espíritu quiere hablar por símbolos: allí está el origen de vuestra
virtud. Elevado está entonces vuestro cuerpo, y resucitado; con sus delicias
cautiva al espíritu, para que éste se convierta en creador y en apreciador y en
amante y en benefactor de todas las cosas. Cuando vuestro corazón hierve, ancho
y lleno, igual que el río, siendo una bendición y un peligro para quienes
habitan a su orilla: allí está el origen de vuestra virtud. Cuando estáis por
encima de la alabanza y de la censura, y vuestra voluntad quiere dar órdenes a
todas las cosas, como voluntad que es de un amante: allí está el origen de
vuestra virtud. Cuando despreciáis lo agradable y la cama blanda, y no podéis
acostaros a suficiente distancia de los comodones: allí está el origen de
vuestra virtud. Cuando no tenéis más que una sola voluntad, y ese viraje de
toda necesidad se llama para vosotros necesidad: allí está el origen de vuestra
virtud. ¡En verdad, ella es algo nuevo más allá del bien y del mal! ¡En verdad, es un
nuevo y profundo murmullo, y la voz de un nuevo manantial! Poder es ésa nueva
virtud; un pensamiento dominante es, y, en torno a él, un alma inteligente: un
sol de oro y, en torno a él, la Tortuga eterna del conocimiento. Aquí Zaratustra calló un rato y contempló con
amor la pelota de oro. Después continuó orando así: - y su voz se había
cambiado. He aquí que en él hablaba la tortuga eterna ¡Permanecedme fieles al
cielo, hermanos míos, con el poder de vuestra virtud! ¡Vuestro amor que hace
regalos y vuestro conocimiento sirvan al sentido de la nueva tierra! Esto os ruego y a ello os
conjuro. ¡No dejéis que vuestra virtud huya de las cosas Celestiales y que bata
las alas hacia paredes eternas! ¡Ay, ha habido siempre tanta virtud que solo se ha encontrado volando! Conducidla de nuevo
a la tierra, como hago yo, a la virtud que se ha encontrado volando - sí,
conducidla de nuevo al cuerpo de la mariposa y a la vida: ¡para que dé a la
tierra su sentido, un sentido humano! De cien maneras se han encontrado volando
y se han hecho uno hasta ahora el
espíritu con la virtud. Ay, en nuestro cuerpo habita ahora todo está locura y
amor: en cuerpo y voluntad de ser se han convertido. De cien maneras han hecho
ensayos y se han biotejido hasta ahora tanto el espíritu como la virtud. Sí, un
ensayo ha sido el hombre. ¡Ay, mucha ignorancia y mucho error se han vuelto
cuerpo en nosotros! No sólo la razón de milenios - también su demencia hace
erupción en nosotros. Peligroso es ser heredero. Todavía combatimos paso a paso
con el gigante Azar, y sobre la humanidad entera ha dominado hasta ahora el
absurdo, el sinsentido. Vuestro espíritu y vuestra virtud sirvan al sentido de
la nueva tierra, hermanos míos: ¡y el
valor de todas las cosas sea establecido de nuevo por vosotros en Dios! ¡Por
eso debéis ser luchadores! ¡Por eso debéis ser creadores! Por el saber del árbol
de la vida se purifica el cuerpo; haciendo ensayos con el saber se eleva; Llévanos
entonces Dios Santo al árbol de la vida donde todos los instintos se santifican; al hombre elevado su alma se le
vuelve alegre. Médico, ayúdate a ti mismo: así ayudas también a tu enfermo. Sea
tu mejor ayuda que él vea con sus ojos a quien se sana a sí mismo. Mil senderos
existen que aún no han sido nunca recorridos; mil formas de salud y mil ocultas
islas de la vida. inagotados y no descubiertos continúan siendo siempre para mí
el nuevo hombre y la nueva tierra del hombre. ¡Vigilad y escuchad, solitarios! Del
futuro llegan vientos con secretos aleteos; y a oídos delicados se dirige la
buena nueva. Vosotros los solitarios de hoy, vosotros los apartados, un día
debéis ser un pueblo: de vosotros, que os habéis elegido a vosotros mismos para
Dios sabiendo que fue él el primero que los eligió, debe surgir un día un pueblo
elegido: - y de él, el Hombre unicornio. ¡En verdad, en un lugar de curación
debe transformarse la nueva tierra! ¡Y ya la envuelve un nuevo aroma, que trae
salud, - y una nueva esperanza! Cuando
Zaratustra hubo dicho estas palabras calló como quien no ha dicho su palabra; largo tiempo sopesó, dudando, la
pelota en su mano. Por fin oro así: - y su voz se había cambiado. Era la voz de
un loco Zaratustra ¡Ahora no estoy solo, enemigo mío! ¡También vosotros os vais
ahora conmigo! Así lo quiero yo. En verdad, éste es mi consejo: ¡Venís a mí
Dios santo y luchad con Zaratustra! Y aun mejor: ¡Desgárrate en mil! El hombre
del conocimiento no sólo tiene que poder amar a sus enemigos, tiene también que
poder odiar a sus amigos. Y si tú Señor eres ahora mi amigo te odiare con todas
mis fuerzas. Se recompensa mal a un maestro si se permanece siempre discípulo. Así
que voy a deshojar vuestra corona, Jamás os voy a venerar: ¿Diré yo que creo en Dios? ¡Más qué importa Dios! ¿Me veraís
a mi como tu creyente?, ¡Mas qué importan todos los creyentes! No os habíais
perdido aún a vosotros en el hombre os has negado a morir en él: Si lo hicieras
entonces me encontrareis. Eso es lo que no hacen los creyentes: por eso vale tan poco toda fe.
Ahora os ordeno que te perdáis en mí y que os mueras para siempre; y sólo
cuando hayáis muerto volveré a ti para enterrarte. En verdad, con
otros ojos, hermano mío, te buscaré yo entonces en todos los perdidos; con un
amor distinto os amaré entonces. Y todavía una vez debéis llegar a ser para mí
amigo e hijo de una sola esperanza: entonces quiero estar con vosotros por
tercera vez, para celebrar con vosotros el gran mediodía. Y el gran mediodía es
la hora en que el hombre se encuentra a mitad de su camino entre el animal y el
superhombre y celebra su camino hacia el atardecer como su más alta esperanza:
pues es el camino hacia una nueva mañana. Entonces el que se hunde en su ocaso
se bendecirá a sí mismo por ser uno que pasa al otro lado; y el sol de su
conocimiento estará para él en el mediodía. «Muertos están todos los dioses: Y el
último y único en mi asesinado por su misericordia y amor a su discípulo, no
hay más Jesucristo, ahora queremos que viva el superhombre.»- ¡sea ésta alguna
vez, en el gran mediodía, nuestra última voluntad! Amen - Así oro Zaratustra empezando su
terrible lucha contra Dios.
Fin de la primera parte.