domingo, 25 de mayo de 2025

Coreografías de Amor

 

 

 

Coreografías de Amor

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He llegado destrozado a Lima

La pierna es solo un signo de un desgarro interior

La ciudad está más caótica que nunca

El tráfico es infinito

Y yo tan vulnerable

Al pisar la plaza san Martin escucho el llanto

De una mujer puneña que ve a su paisano en la indigencia

Y ella al igual que yo sabe que su paisano ha perdido la guerra

Dina se quedó  en el poder y aun si la sacaran el congreso seguiría

Contralando institucionalmente todo

Su paisano lo dejo todo para combatir contra este gobierno

Y ahora pernocta en las calles de Lima

Ella llora su desgracia porque sabe en el fondo que es la nuestra

Las personas se conmueven, yo me conmuevo y le dan lo que pueden

Al compañero caído.

 

17 

Tanto tiempo escribiendo detrás de una computadora

Y había olvidado el arte de lo oral

Pero de a pocos lo voy recuperando

Y de a pocos me dejo escuchar

Cuanto los he extrañado y cuantos me han extrañado

Eso de sentirse amado o por los menos atendido que gusto da

Me invitan comida, bebida y me abren su mente por algunos minutos

Yo les abro mi corazón y los escucho

Joel ha venido, pensé que lo había perdido

  Pero el comprende una continuidad entre la filosofía Tomista y la Hegueliana

El resto de mi filosofía él no la comprende  o más bien no la quiere comprender

Heidegguer la escuela de Kioto esa ni siquiera indeterminación para él es algo vago

Y yo exijo dejar la filosofía ir al arte a la religión y a la vida misma

Pero Joel aun filosofa desde la distancia y aunque desde una distancia comprometida

Al punto que se autoafirma como cristiano y cuando dice eso se le escapa una sonrisa de luz

Que me da tanta belleza, que en ese instante me moriría para el solo para agradecerle.

 

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“Pon salud” eso es lo que repite y repite el hombre que me está  metiendo una manguera por el culo, para hacerme un lavado del colon, es un positivista y como todo positivista el piensa que cualquier negación a la positividad es demoniaca, yo lo hablo de Hegel de la organicidad de la autoconciencia, pero el solo comprende que lo bueno es bueno y lo malo es malo y que si yo estoy en contra del sistema que hago engordando, comiendo chatarra, asi que me da mi dieta y me dice que al siguiente día yo tengo que comer naranjas y si tengo hambre pues como más naranjas y yo le digo que ni naranjas  y entonces el me receta mandarinas.

Violado por esa positividad así se siente el agujero en mi ano, llego a la plaza y tengo un ramo de filósofos, yo no lo cree pero de mi aporte para que esto sucediera, me hace tan feliz verlos, como preguntan y como recuperan la información  mucho más rápido de lo que yo podría hacerlo, bien decía Hegel que la filosofía lograda espera  a la siguiente que la va a enterrar, pero antes de enterrarme me gustaría que comprendieran si hablamos del ser en si hablamos de Aristóteles cuya base está en Parménides pero Parménides es un chaman, alguien que hace el rito de la incubación para  Apolo, por esto puede contemplar el ser como inmóvil y a partir de aquí nace toda la metafísica occidental siendo el ser lo positivo que se alcanza en un conocimiento contemplativo  del pensar, en Platón ese ser es idea y en Aristóteles entelequia, pero cuando pasamos al ser para si en Hegel este ser es negativo e indeterminado , determinándose históricamente, como concepto en la ciencia de la lógica, como naturaleza orgánica en la filosofía de la naturaleza y como espíritu absoluto en la filosofía del espíritu pero el ser es ¿Negativo o positivo?  ¿Es trascendente o inmanente? Dependiendo como lo abordes si lo abordas desde una metafísica analítica el ser es positivo, si lo abordas desde una dialéctica el ser en negativo en el devenir pero lo que yo propongo es una meta dialéctica, comprendiendo que el para si es primero, como no ser existencial donde la acción logra la experiencia pura en una nada positiva o más bien ni negativa ni positiva, porque es una singularidad   que no puede ser comprendida como indeterminada en un devenir ni como determinada en un acto puro, el ir hacia ella es un redimir en la nada misma como fondo ontológico para comprender esto es crucial leer a la escuela de Kioto  con el Basho de Nishida y su proyecto de experiencia pura, con la metanoia de Tanabe donde entramos en esta nada desde la humildad y con Nishitani donde la nada por fin se alcanza en una religación tanto budista como Cristiana porque el fondo ontológico es el mismo, solo que desarrollado de distinta forma , más el misterio Dharmico y pascual son complementarios y entonces podemos lograr la transferencia pascual que se da en la filosofía de Hegel y culmina en el comunismo de Marx      1→0→10  como la retransferencia de la escuela de kioto donde volvemos a la experiencia   librándonos de toda condensación 10←1←0 y alcanzar una sintransferencia como la tenía la cultura andina que estaba religada con todo lo que había es decir con la pacha  10←1←0 ←→ 1→0→10  Este transferir y retransferir es el proceso que se da en una cibernética de tercer orden, biotejiendo el ahayu base del comunismo complementario.

En este ramo de filósofos tenemos a Tales así me dice que lo llame como para muchos el primer filósofo, él ha estudiado a Hegel con prolijidad y lo cita continuamente.

Yo les explico que Aristóteles está  muy bien, pero que sin el proceso de autoconciencia de Hegel Aristóteles no es orgánico, mas Hegel termina convertido en Dios, olvidando el ser, por esto es necesario Heidegger, para recordar el ser  y recordando el ser alterar todo sistema, mas Heidegger se queda en la poesía cuando la cuestión está  en la religación y ahí es necesario  lograr la experiencia pura que propone la escuela de Kioto y entonces tenemos por fin la ciencia del logos   condensado transferencialmente   y desplanzandonos retransferecialmente cuando ambos extremos coinciden hay verdad.

Pero Tales es materialista y comprende que una condensación que coincida con un despalzamisnto a la nada, solo podría lograrse en una comunión espiritual, no en un comunismo materialista  y como tal no solo lo ve utópico sino imposible y delirante al punto que no comprende cuando yo le digo que esto ya esta, que no hay nada que inventar que el ser así, que más bien hay que desaprender.      

 

En el otro lado esta Romel, un Tomista, Católico increíblemente consistente, dueño de una serenidad y atención realmente virtuosa, que se ver atraído por el ejercicio de la autoconciencia de Hegel   más en tanto este ejercicio vuelva a  lo católico, ene l fondo lo que esta´  en disputa en una iglesia ecuménica  que acepte el proceso de autoconciencia tanto de fe como racional de los protestantes y de los ilustrados, en tanto luego puedan volver en ese proceso a la iglesia.

Por más que yo le explique que de lo que se trata es de refundar la iglesia desde este fondo ontológico donde todas las religiones se pueden unir, él se distancia aunque escucha atentamente.

 

Joel va en la línea de Romel pero conoce más de mi filosofía, sabe que esta tiene un religiosidad en el evangelio de la Matria , un arte del biotejido él ha visto el entrenamiento con mis hijos una filosofía del sabor espiritual donde hay un espíritu absoluto en Cristo un espíritu revelado en San Francisco de Asis un espíritu subjetivo que esta alterado  en Hegel un espíritu objetivo en Marx alterado por la ciencia del logos donde el comunismo que propongo es ontológico partiendo de la cosmovisión andina  en tanto esta entre al fondo ontológico donde el cristianismo y el budismo se encuentran, un anti espíritu  donde el dasein se haga resein volviendo a la metafísica desde la apertura existencial, logrando el sinsein uniendo a la metafísica con la ontología en una metafísica de la violencia, el espíritu desintegrado con la biodramaturgia alterando y contraalterando sistemas logrando el espíritu integrado en la comunión santa la cual debe de superar al espíritu infernal más del todo Joel no sabe muy bien como esto podría funcionar y lo pero es que cada vez que explico altero mi propio sistema asi que el inteligentemente ha optado por su propia filosofía aun en ciernes.        

    

 El filósofo posmoderno académico a cada instante me corrige y pregunta agudamente, le preocupa que yo quiera dar un giro de lo inmanente a lo transcendente yo no sé si el comprende que lo que quiero es complementar, se da cuenta que mi experiencia pura está  de acuerdo con el ateísmo  pero no comprende que esta experiencia pura en la nada fundamenta a toda  religión y fundamentando a toda religión , fundamenta a todo arte, a toda filosofía , a toda ciencia como reveladoras del ser , no como constructuras en la nada , porque aunque estamos en la nada esa nada se revela como iluminación, como amor , como tinkuy y esas revelaciones no son relativas sino fundamentales, pudiendo tener un eje vertical y no quedarnos solo en unas líneas horizontales así que mi filosofía es un ataque a todo lo caviar que carece de fundamento pero radicalizando lo caviar en una redeconsrucción que nos lleve a lo religioso superándolo, yo exijo la muerte de Dios pero porque sé que resucita.  

 

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La playa en chorrillos que hermoso, pero pon salud  sigue haciendo su propaganda positivista y no me deja disfrutarla, al final hay una ruptura el me abandona en chorrillos, yo con mis muletas camino o más bien salto  y me arrastro de distrito a distrito, llego a Barranco , entro a su metro quiero ir al baño, hace dos días una persona de la nada me dio como 20 paquetes de galletas de kiwicha, estaban riquísimas, en este camino que dieron fuerzas me las comí todas pero ahora  quiero ir al baño e increíblemente me ven subir al baño por las escaleras y los vigilantes me dicen o más bien me ruegan que no lo haga que yo tengo baño preferencial, lo abren con una llave, me conducen ahí amablemente y yo me voy dando cuenta que en todo este viaje todos me han  tratado como si fuera un rey , es como si estuviera bendecido, ¿Qué ven en mí? ¿Realmente Dios hizo brillar su rostro en mí? Al salir del metro me encuentro con Dillon Daniel, su sensibilidad esta intacta, al verme se produce algo en él, yo quiero abrazarlo y el también, nos despedimos pero luego el me sigue, trata de ayudarme de darme ánimo , me dice que Robert ha logrado ser alguien importante en el teatro que yo lo forme que debo de estar orgulloso por lo que él ha logrado, luego me habla de su alejamiento del teatro de que todo ahí es odio , envidia  que no quiere saber nada sobre la movida teatral que el simplemente enseña y se va, yo comprendo su sensibilidad pero trato también de animarlo para que vuelva a ser teatro, nos reímos compartiendo nuestras lágrimas y me despido de él llevándolo en el corazón.

 

Después de estar atrapado dos horas en un bus llego tarde a la plaza, pero la plaza es la plaza y hasta la madrugada hay con quien conversar.

 

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Emanuel es mi amor, no lo podría llamar discípulo, porque nunca me hace caso, es mas no pierde  el tiempo leyéndome, y no retiene ninguno de mis conceptos, cuando hablamos , hablamos solo de lo personal, buenos obre todo el habla de lo que  le pasa, de lo que sufre, yo lo escucho y no se que decir porque nunca me va a hacer caso, yo solo disfrute de él , de su manera de  jugar con el lenguaje de su arte de mezclar todo entusiastamente y de abrir su corazón, ya es muy noche en la plaza y para variar no me está  escuchando , escucha a una loca , fanática, que yo no soporto porque en algo me hace recordar a mi madre pero el esta´ siendo iluminado por la loca , ella le dice lo que realmente necesita escuchar  y si yo realmente pudiera escuchar como el escucha, tanto y tanto hablo de abrir el logos pero Emanuel abre el logos  realmente más nunca se da cuenta le me dice maestro pero para mí  es claro yo aprendo de él.     

 

 

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Montoya es un viejo conocido de la Plaza san Martin he estado compartiendo con él y con Larrus, otro viejo conocido solo que Larrus es cálido de verdad se tomo en serio eso de que un ateo puede ser mejor que un cristiano y de alguna forma Larrus lo es por lo menos conmigo es muy amable  casi como un padre, él llega a la plaza con su andador rodante y se sienta cruzando las piernas con un estilo magistral, siempre adornándose con su sonrisa cachosa, siempre hablando contra los cristianos , a mí  me fascina pero su hablar y su pensar cada vez es más lento y ya solo le quedan sus ingeniosidades  con las cuales arranca alguna sonrisa, a Montaya  en cambio le queda ese furor explosivo que es lo único que siempre ha tenido y con lo que ha podído controlar los ruedos, yo con ese mismo furor me le voy encima, lo hiero “Dej de hacer demagogia Montoya” Tú  no eres nadie para organizar la macro región lima o el frente antifascista ,nadie te ha elegido , esta no es una asamblea es una ágora de gente que camina en la plaza por lo mismo ninguna autoridad puedes ganar de acá, mi ataque despierta la ira del profesor el dia anterior yo había cuestionado a gente que quería botar por Belmont ¿Por qué botar por un tecnócrata cuando de lo que se trata es de    destruir el status quo hay que socializar desde las comunidades que logran una propiedad comunitaria cambiando la constitución estableciéndose como el cuarto estamento del estado, mi discurso le agrado al profesor sobre todo cuando lo cuestionados se fueron con la cola entre las patas y en la huida él se puedo burlar de ellos, pero ahora era el profesor y Motonya los que se iban, no quisieron darme el mico y yo los llame cobardes y todos comenzaron a repetírselos burlándose.      

  La gente se quedó  conmigo y me dio la razón, pero entre la gente hubo un hombre que se sentó  frente a mí y que hablo coherentemente, primero era el verbo la acción a partir de esta acción se habría el logos y acontecía el ser como espacio tiempo autentico consciente el dasein pero para lograr esa conciencia del dasein era necesario toda esta condensación espiritual, así los filósofos tenían como fin la sabiduría que no era un sofos sino un sofos logos   el logos el gran mediador era el que se encontraba así mismo, esto incentivo a la loca y hablo del logos que es Cristo y yo por fin la escuche y quede iluminado al lado de ella había un hombre viejo , jorobado y con la cabeza chueca yo solo podía mirar su cara desde el suelo, y vi luz hablo con tal claridad de Cristo como ningún pastor me quede escuchando solo escuchando cada palabra era una bendición, les había dicho que la única manera de organizarnos era desde una identidad plasmática, había que amarnos y yo ahora con todo mi corazón amaba a esta mujer que había creído que estaba loca   y era súper lucida y a este hombre torcido que realmente estaba derecho.      

 

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Despedirme de los amigos, de los primos  y sobrinos de mi mujer que yo amaba a veces más que a mis propios sobrinos, de Jorge el primo de Terea con el que jugaba ajedrez y ahora me ganaba fácilmente y de mis hijos, que irían conmigo pero que habían crecido sin poder despedirme de su niñez, así que caminamos juntos por todo San juan de Lurigancho y nos despedimos, Kie ya era un joven, que no quería ser como su padre en nada  y yo tenía que aprender a respetarlo y Amira una adolescente que al no encontrar amor se había introvertido para en su soledad recordarlo, ahora juntos peleábamos pero esta pelea era distinta podíamos reírnos uno del otro.

En la plaza también fui a despedirme, me entregue en una abrazo profundo a Emanuel el detestaba ser tan compasivo y no poder tener otros sentimientos, yo amaba como él era, mas Emanuel como todos nosotros quería sufrir y lamentablemente yo no podría  detener su ansia de sufrimiento para en el dolor poder encontrarse.

A otro amigo trate de darle valor para que volviera a la universidad, sus compañero le hicieron bulling por preguntar y él se dio cuenta que el sistema no estaba hecho para aprender que en la plaza se aprendía más, pero yo lo anime para no perderse, descansar mas no dejar de alterar el sistema, mi animo no surtuio mayor efecto.

                     

  A la señora analítica que siempre me acompaña le exigí  que diera rienda suelta a su sexualidad   ella se opuso con todas sus fuerzas.

A Romel lo mande al infierno

A los 4 jinetes del apocalipsis los destruí  con un poco de aire, ellos se cagaron de risa y e lo agradecieron,

 

Al volver un amigo de la resistencia en la plaza Manco Capac me llevo a mi casa en su taxi, yo le recordé que había que seguir luchando, que la navidad más bonita de mi vida fue con la gente en la plaza Manco Capac.   

 

 

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Elías el primo de Teresa hermano de Jorge  se burlo de Pacho el otro primo de Teresa mi amor, todo el camino de ida a tomar el bus para Arequipa  y nos lloramos de risa y es que a nadie le había ido tan mal como a Pacho y nadie seguía siendo tan positivo como el, así nos consolamos sabiendo que hay alguien al que le va peor y ese alguien sigue siendo feliz  de alguna manera.

    

    Más lo cierto es que no había nada de que consolarme yo soy muy feliz y era bueno darme cuenta gracias Señor por ese hermoso viaje bendice a mis amigos de la plaza San Martin y a nuestra familia en Lima guárdalos en tu precioso amor.  

 

   

 

   

 

 

https://www.youtube.com/watch?v=U7FTrdVGbIM

https://www.tiktok.com/@eliaspolotv/video/7506761159308070200

https://www.facebook.com/100064507732102/videos/1407257596949213 (minuto 34-52)

https://www.facebook.com/100064507732102/videos/1900789390747172/ (minuto 1:38 hasta el final) 

Fundamento ontológico del  comunismo complementario

miércoles, 7 de mayo de 2025

Hermenéutica de la revelación

 

 

 

Hermenéutica de la revelación

Aprendiendo a Brillar o más bien desaprendiendo  la oscuridad

Yo soy el que soy

¿Es el Perú un país anarco capitalista conservador?  

 

https://www.youtube.com/watch?v=x5rXRoT4Poc

Nikolas Marquez sobre Laje

 

Desmontada la objetividad en nuestro anterior post siguiendo a Hegel   sabemos:

Que inicia con una ingenuidad positivista donde creemos conocer al objeto

Luego sigue con una duda que nos lleva a la crítica y hacemos pasar al objeto por la experiencia.

Y Nos damos cuenta que el objeto deviene en un proceso y que ese proceso es el de nuestra conciencia, entonces el objeto realiza al sujeto.

Por lo cual forzaremos el proceso para que el obejto se cumpla.

 

Y entonces tenemos el objeto el Perú, lo creemos conocer y decimos es  anarco capitalista conservador.

 

Pero si no hay experiencia, si no hay critica de lo que estamos diciendo, no estamos en una objetividad sino en un nivel pre teorico valorativo, Heidegger nos diría siguiendo a Aristoteles que estamos en el nivel retorico donde intentamos convencer a los otros  de neusros valores.

 

Pero para hacer esto Heidegger a tenido que  desmontar lo objetivo e ir aun mas alla del primer paso a la apertura mistma en un proceso redecontructivo.

Esto es realtivamente fácil, con el discurso actual de derecha y entonces podemos decir que el discruso de derecha carece de objetividad y que es un pensamiento débil,  pero cuidado el dicruso derecha a demontado su propia objetividad para quedarse con sus valores epuestos y hacer una batalla axiológica política en una guerra de imaginarios, no es que el dicurso de derecha carezca de objertividad es decir de una analítica critica, de una dialéctica donde ellos se asumen como el sujeto histórico que termina la historia  y que no fuercen violentamente si objetividad imponiéndola sino que después de Nietzsche y de Heidegerr, el campo de lo intelectual e una lucha de valoraciones irracionales, miren el video y vean como Nicolas Marquez elogia el neo misticismo de Milei donde se hace posible esta imagen de valor traferencial en el que todos quedan religados con Milei y con su discurso de derecha ultra liberal.      

    

¿Pero es esto lo que nos deja Heidegger y Nietzsche?

Una lucha irracional donde gana el más loco.

 

No, lo que sucede es que de la posmoderniodad hemos pasdo a la pos humanidad y  los medios de comunicación han dejado de mediar para ser el mensaje mismo, desintegrándonos, asi la mediación algorítmica es una simulación mediativa, que lo que hace es imposibilitar cualquier relación, manteniendo el estaus quo desintegrándonos, este es el espíritu desintegrado en el que vivimos, donde se aparenta la comunicación pero nadie se comunica sino mas bien se repite el código instituido y en especial el código valorativo.

 

Pero el código valorativo no es algo superficial, tiene una trafondo estético, religioso, miren la alusión a Santo Tomas  en el  discurso de Nicolas Marquez y entonces todo católico se siente identificado con el discuro, pero lo católico no es liberal, eso no importa, porque no entramos a una objetividad analítica, sino a una apertura valorativa y en esta la deecha convenientemente se abre a lo católico conservdor, claramente el medio de comunicación no va a ahondar en la imagen religiosa solo la menciona para legitimar su valoración en ese trasforndo religioso.    

     

¿Más si salireramos de los medios de comunicación a otro tipos de espacio como lo académico este discurrir de lo valorativo si podria ahondar en la imagen estética religiosa para ir al fundamento mismo del valor?

   

Veamoslo en esta conferencia de Zenon de paz sobre Gamaliel Churata

https://www.youtube.com/watch?v=RM7tWUVkkrg

 

Muñoz mi profesor en la facutad de teológica con el que tuve tantas peleas, haciendo de sus clases una verdadera guerra quiere que Zenón distancie  a Marx de Gamaliel Churata y en si de todo el paradigma moderno de productividad como la base de configuración  del mundo. 

 

 

 

 

 

 

 

Y es que si estudiamos el sistema, el marxismo logra invertir nuestra comprensión de todo sistema a partir del estudio infraestructural antes el idealismo  cuyo culmine esta en Hegel nos dice que si queremos estudiar al sistema cosmos, lo tenemos que hacer a partir  de la super estructura, del proceso de la autoconciena de la idea, pero con Mar esto se invierte más luego de Nietzsche y en especial de Heidegger se pasa a paradigma del lenguaje y el sistema será estudiado desde su estructura ¿Pero Heidegger intentaba el estudio del sistema a partir del lenguaje?   No muy por el contrario Heidegger esta denunciando el olvido del ser de la metafísica, es decir que Heidegger esta en unca critica no a la super estructura idealista ni a la infraestructura marxista sino a la meta estructura de occidente, que es lo realmente básico de toda super estructura, infraestructura y estructura y lo que intenta es ir a  la apertura del logos mismo donde hay un meta lenguaje que es el lenguaje mismo en su acontecer, porque la meta no es una dimensión reguladora, sino el acontecer mismo del ser que se apertura y entonces lo meta estructural no esta por fuera es lo que realmente hay pero sin ser determinado ni indeterminado simplemente es en una sigularidad ontológica que fundamentara toda retorica, toda analítica, toda dialéctica pero que no puede quedar reducida a ellas por eso mismo ninguna analítica y mucho menos una analítica metafísica puede dar cuenta de lo meta estructura que no refiere a lo ontico de los entes sino a lo ontológico del ser.

 

Zenon de paz comprendo que lo ontológico esta en Gamaliel Churata, esta apertura del ser que buscaba Heidegger y es aun mas potente que Heidegger porque la apertura ontológica que nos revela Churata intenta ir al mundo prehispánico donde lo occidental no nos determina, pero el grave problema de toda redecronstrucción es que se se queda en una deconstrucción donde lo multiple entra en conflicto con lo uno, donde la diferencia queda en conflicto con la unidad y en el discurso de Gamaliel  Chuirata la diferencia entra en contra transferencia con Platón y con todo el cristianismo.

 

¿Qué es la contra transferencia?

Si la traferencia es esa dialéctica en  la que yo me hago Dios es decir el sujeto que realiza  historía y la retransferencia es matar a este sujeto para librarme de su condensación, la contra transferencia es esta lucha entre hacerme Dios y matarlo, en el pez de oro hay una transferencialidad  retransferencial, que busca una  sintraferencialidad, donde no hay sujetos sino una comunión con la pacha desde el ahayu Watan el alma colectiva que se amarra, hubo una pregunta importantísima que quedo excluida de la conversación y es como desde esta concepción se reformula el sujeto político  si es que se puede hablar del sujeto. 

 

En Nietzche en Heidegger hay un matar a Dios en la retransferencialidad, en Nietzshce se da cuenta de esta muerte pero Heideger dice no aun no ha muerto queda su metafísica  y entonces  se acaba con la metafísica, pero queda el lenguaje y será la escuela de Kioto yendo a la experiencia Dharmica la que acabara con toda gramatica pero no en una destrucción de Dios, ni de la metafísica, ni de la gramatica sino en una redecontrución una radicalización para pensar lo que no pude ser pensado y entonces surge una apertura a la que solo le podemos llamar amor desde ocidente y mu desde oriente que nos da la idea de luz y en ea luz no hay contradicción, nisiquiera coincidencia de opuestos , ni contra transferencia es  sintraferencia es sincroniciad, es sintergia es  sincuusualidad por lo mismo no puede haber ningún conflicto, todo esta en todo y ya no tengo porque pelearme con nadie ni con nada, mi alma esta verdaderamente condensada con todo y desplazada en todo Yo soy el que soy.

 

Ese es el camino de Kierkegaard de Shopenhuer, de Nietzsche, de Heidegger y de Churata pero en todos ellos el camino es contra traferencial y de un conflicto tremendo y ninguno de ellos llega a lo que Buda, Cristo y Socrates vislumbro esa luz esa illa tiqsi con la que  Wiracoha hizo la pacha y lo pero es que los seguidores de Heidegger, Kieerkegaard, Nietzsche , Shopenahuer, Churta se quedan con la contratransferencia  con el conflicto que se da entre toda deconstrucción y construcción estructural olvidando la meta estructura, Munoz entrampla el dialogo con lo de Marx y Zenon quiere salir de ahí , pero Zeono no puede salir de ahí porque su clave es contratraferencial en un conflicto con la cultura occidental si hay ese conflicto ¿Porque Zenon no hace distancia también con Marx?  ¿Por qué Zenon es parte de un proyecxto de izquierda que empeiza con Mareategui?   O ¿Porque comprende que la cultura andina aperturandose es capaz de comer a otras culturas y entonces no hay conflicto con Occidente simplemente que los andinos se lo están comiendo y habrá que reapropiarse de todos sus elementos? 

Pero y  si en la cultura occidental hay una apertura mucho mas grande, que en la cultura andina ¿Quién se comería a quien?  “Eso es imposible” nos diría Zenon si su metafísica es limitada y limitante, ellos no se pueden abrir a la experiencia de la vida, pero cuando Kierrkegaard, Nietzsche  Heidegger abren este camino redeconstructico se encuentar con los apofaticos en especial con el maestro Ekhart y los misticos como San Juan de la cruz y es que el amor santo  se abre de una manera, que la cultura andina parece no poder abrirse.

 

Y es que lo andino se puede comer lo católico, se puede comer lo protestante, se pude comer al capitlismo mismo, de hecho cuando Marquez y Laje hablan de un anarco capitalismo ellos no comprenden que lo andino informal se ha comido a lo capitalista formal,  pero ¿Se puede comer a Cristo? 

 

No, porque cristo no es cultural es el logos mismo, donde el logos se integra como deseo libido, y logos sentido para revelarse y develarse como amor, Cristo es el logos mismo.    

 

     Y como tal apertura máxima.

 

Pero a esto solo podemos llegar desde una hermenéutica  de la revelación  y para comprendar la hermeutica de la revelación hay que comprender la hermeneutica fenomenológica fáctica  de Heidegger

 

 

  

 LA HERMENÉUTICA DE LA FACTICIDAD

 

2.1 Hermenéutica como autointerpretación de la vida fáctica: desmontaje crítico y apropiación de la situación hermenéutica

 

Heidegger no entiende la hermenéutica como un método de interpretación de textos históricos, literarios y sagrados. Para él, constituye un modo de acceder directamente a la vida del hombre que penetra en sus entramados de significación y articula la comprensión que la vida tiene de sí misma en cada caso. En otras palabras, la hermenéutica ofrece la posibilidad de una interpretación de la facticidad humana, permite comprender el carácter  de nuestra vida fáctica, la cual a partir de 1922 recibe el nombre

 

técnico de «Dasein»:??

 

La hermenéutica tiene la tarea de hacer accesible la existencia propia de cada uno, de rastrear la alienación de la que está afectada. En la hermenéutica se desarrolla para la existencia una posibilidad de

 

llegar a entenderse?

 

Heidegger recalca que con el concepto de facticidad se pretenden evitar las nociones de «yo», «persona», «ego», «sujeto» o «animal rationale», ya que cada una de ellas coloca de antemano la facticidad dentro de una determinada región categorial y distorsiona la determinación originaria de la existencia humana en su cuidarse del mundo en general. Al igual que se señaló en el capítulo anterior a propósito de la tarea de la ciencia originaria de la vida desarrollada por Heidegger en 1919, la hermenéutica ofrece la posibilidad de comprender la realidad de la vida, es decir, no es otra cosa que autointerpretación de la facticidad.

 

Este cambio de perspectiva permite romper con el ideal husserliano de una filosofía como ciencia estricta, exenta de presupuestos, transparente y neutra. El principio de neutralidad valorativa que encabeza la fenomenología de Husserl se asienta en dos presupuestos: la exclusión de toda teoría previa y el criterio de la evidencia fenomenológica.” Heidegger asume este último criterio metodológico hasta tal punto que lo vuelve contra su propio maestro. Husserl aplica el modelo de la actitud teorética sin una justificación preliminar, lo que a los ojos de Heidegger ya constituye una decisión previa, por tanto, un prejuicio:

 

[...] ausencia de prejuicios, si la expresión ha de significar algo, no es

 

otra cosa que la explícita apropiación del punto de vista.”

 

El acceso fenomenológico a las vivencias de Husserl se realiza desde el prisma de una representación subjetiva de procesos objetivos que responde al modelo de la actitud teórica. Sin embargo, el análisis heideggeriano de las vivencias del mundo circundante arroja un resultado bien diferente. El sentido original de estas vivencias difiere ostensiblemente del conocimiento teórico que ofrece la reflexión objetivante. La teoría no es la actitud natural del pensamiento, sino que encarna una posición determinada. A partir del descubrimiento del carácter posicional de la teoría, Heidegger establece la distinción entre actitud fenomenológica y teorética. La teoría desdobla la vida en el hecho mismo de vivir y en la mirada refleja de ésta.

 

Se pasa así de la conciencia reflexiva husserliana, que de manera intuitiva tiene ante sí su objeto, a lo que Heidegger denomina la «situación hermenéutica». Ésta precede a la mirada, mejor dicho, está indisolublemente presente en ella y forma parte de ella. Toda interpretación se mueve en el arco de una triple pre-estructura formada por un tener (Vorhabe), ver (Vorsicht) y concebir previos (Vorgriff) que configura todo proyecto primario de comprensión.” Ninguna interpretación es un aprehender sin supuestos de algo dado. La misma hermenéutica, en cuanto fáctica, se mueve esencialmente en la esfera de la comprensión preontológica que la vida humana tiene de su propio ser. En este sentido, la hermenéutica fenomenológica desarrolla las condiciones de posibilidad de toda investigación ontológica. La verdadera tarea hermenéutica consiste en lograr un adecuado acceso metodológico a la apertura originaria de la vida. La mirada fenomenológica debe dirigirse directamente a la vida fáctica misma. El acto filosófico que facilita la apropiación de la vida y que, por tanto, hace expresa la vivencia originaria pasa por un determinado tipo de intuición: la intuición hermenéutica. A la filosofía, por tanto, le está reservada la misión de explicitar el sentido del ser de la vida fáctica. Con la apropiación de la situación hermenéutica se gana el horizonte previo en el que ya siempre se mueve la vida.

 

Ahora bien, de entre los horizontes posibles, ¿cuál es el fenomenológicamente más cercano a la vida humana y que ha de guiar a la hermenéutica de la facticidad? La que aquí está en  juego es una decisión importante porque «[...] todo radica en que el objeto no sea falsificado de antemano en el primer arranque de la explicación hermenéutica». Heidegger escoge la situación en la que ya estamos de facto: la actualidad cotidiana, el «hoy» (das Heute). La interpretación arranca del modo específico como hoy nos vemos a nosotros mismos, esto es, de la comprensión cotidiana y de término medio determinada por el «uno» (das Man):

 

El uno tiene algo ciertamente positivo, no es sólo indicativo de un fenómeno de caída, sino que en cuanto tal manifiesta un modo de

 

la existencia fäctica.’®

 

Esto significa que la vida se mueve en cierto nivel de interpretación públicamente vertebrado que delimita de manera fluctuante las diferentes maneras de tratar con las cosas y de comportarse con las otras personas que nos salen al encuentro en el mundo de nuestras ocupaciones diarias. La apropiación fenomenológica se dirige a esa esfera pública (Öffentlichkeit). Sin embargo, ésta se presenta bajo ópticas diversas: desde la histórica, política y económica hasta la filosófica, psicológica y religiosa. ¿Cuál de ellas es la más adecuada? No hay una respuesta clara a esta cuestión. En el contexto del curso de 1923, Ontología. Hermenéutica de la facticidad, se señalan dos direcciones interpretativas: la conciencia histórica y la filosofía de la época; pero podrían haber sido otras como, por ejemplo, las encuestas sociológicas, el nivel de desarrollo de la ciencia o, como en Emil Durkheim, los índices de suicidio. Nada justifica que en ellas accedamos de manera privilegiada a la situación hermenéutica.

 

En cualquier caso, al reconocer que en la interpretación pública en la que nos movemos existen elementos que pueden desfigurar, encubrir, enmascarar o desvirtuar nuestra comprensión auténtica de la facticidad, se impone la necesidad metodológica de introducir un momento crítico de desmontaje (Abbau) o destrucción (Destruktion) de la orientación previa.” En las representaciones colectivas, se sedimenta y filtra, consciente e inconscientemente, todo un conjunto de normas, valores, imágenes del mundo y roles sociales constitutivos de la tradición en la que la vida fáctica se ve arrojada antes de tomar cualquier decisión y de emprender la acción que sea. Así, por ejemplo,

 

[...] la situación respectiva de una ciencia responde al estado concreto de las cosas. El mostrarse de éstas puede ser fruto de un asentamiento de la tradición, hasta tal punto que no pueda reconocerse el nivel de impropiedad que comporta y sea tenido por verdadero. Tomamos un encubrimiento por la cosa misma. [...] Se trata de sacar a la luz la historia de ese encubrimiento y remontar la investigación filosófica hasta las fuentes de la tradición. Hay que desmontar la tradición. Sólo de esta manera resultará posible un planteamiento

 

originario del asunto.”

 

El problema estriba en que la tradición nos transmite en bruto el uso de los conceptos sin una comprensión previa y una apropiación clara de su sentido. Por eso, la primera tarea de toda investigación fenomenológica consiste en reconocer el peso de la tradición y fijar en un ejercicio de autorreflexión los prejuicios operativos en ella. Pero ese desmontaje crítico no significa destrucción o aniquilación de la tradición:

La destrucciön no tiene el sentido negativo de un deshacerse de la tradiciön ontolögica. Por el contrario, lo que busca es circunscribirla en lo positivo de sus posibilidades, lo que implica acotarla siempre en sus límites. [...] La destrucción no se comporta negativamente con respecto al pasado ni pretende sepultarlo en la nada, sino que su crítica afecta al «hoy» y al modo corriente de tratar con

 

la historia.??

 

Este procedimiento eminentemente metodológico se dirige a una correcta apropiación de la tradición y, por ende, del pasado.

 

Con todo, se plantea la cuestión de si existen realmente dos horizontes: por una parte, el de la autocomprensión de la vida misma y el de la situación al que se desplaza este saber de sí y, por otra, el horizonte del pasado y del presente. Para Heidegger, la conciencia de sí y la histórica se mueven en un único horizonte móvil. En realidad, el horizonte del presente está en proceso de perpetua formación en la medida en que estamos incesantemente obligados a poner a prueba todos nuestros prejuicios. El horizonte del presente no se forma al margen del pasado. Desde una perspectiva formal, el pasado tan sólo proporciona una indicación, suministra una orientación de sentido que la interpretación debe de seguir. La asunción de nuestra imbricación histórica con el pasado debe ayudarnos a comprender cómo la vida de nuestra época está actuando efectivamente en las formas de la conciencia histórica y de la filosofía, pues el horizonte del presente no se forma al margen del pasado. Una vez conscientes de las cautelas metodológicas que hay que tomar con respecto a la interpretación del fenómeno de la vida, puede ponerse en marcha la hermenéutica de la facticidad en cuestión, a saber, proceder a la explicitación categorial de los modos de ser propios de la vida. Heidegger sentencia: 

 

El tema de la investigación: es la facticidad, esto es, el Dasein en

 

cuanto interrogado por su carácter de ser.

 

El sentido del ser implícito en el Dasein es una manera particular de existir por la que el Dasein tiene que ser. Y es tarea de la hermenéutica articular conceptualmente la autocomprensión prefilosófica que el Dasein tiene de su propio ser.

 

22 La indicación formal y la articulación categorial de la vida fáctica

 

La honda preocupación metodológica que muestra Heidegger en su período de juventud quizá se cuente entre los legados filosóficos más importantes para el pensamiento contemporáneo. El análisis de sus primeras lecciones pone al descubierto su interés por encontrar una solución al difícil problema de cómo acceder de forma adecuada al ámbito de donación inmediata de la existencia histórica del hombre. Justo la tarea fundamental de la hermenéutica de la facticidad consiste en articular categorialmente la comprensión que la vida tiene de sí misma. Los conceptos básicos que utiliza la hermenéutica para explicitar de manera reflexiva la comprensión que la vida tiene de su propio ser y saber cómo se desenvuelve en el mundo reciben en la obra temprana de Heidegger el nombre de «indicadores formales» (el equivalente a los «existenciarios» de Ser y tiempo). Con esta nueva formulación terminológica, se busca una alternativa al engorroso término de «categoría», demasiado cargado de resonancias epistemológicas. Todos los escritos de la década de los años veinte echan mano, de una u otra manera, de la expresión «indicación formal» (formale Anzeige)? Ésta se analiza con cierto detalle en las lecciones del semestre de invierno de 1920-1921, Introducción a la fenomenología de la religión, y en los cursos de 1921-1922, Interpretaciones enomenológicas sobre Aristóteles.” El mismo Heidegger recuerda en una carta dirigida a Karl Lówith en 1924 la importancia de la indicación formal para una comprensión correcta de su proyecto hermenéutico fenomenológico. A propósito de su plan de redactar un trabajo exhaustivo en torno a la publicación de la correspondencia entre Wilhelm Dilthey y el conde Yorck de Wartenburg, escribe:

 

Por desgracia, tuve que dejar de lado temas importantes, ante todo la «indicación formal», la cual resulta indispensable para una comprensión final y en la que he trabajado a fondo.”

 

     

La indicación formal se sitúa básicamente en el ámbito metodológico, es decir, desempeña un papel metódico fundamental en la investigación fenomenológica en cuanto facilita un primer acceso a la realidad primaria de la vida fáctica. Como comenta Heidegger en las lecciones del semestre de invierno de 1921-1922:

 

Precisamente, para poder siquiera hacer comprensible la problemática del sentido del ser de esta objetualidad (la vida fáctica) es necesario expresarla en una forma aguda de la indicación formal. A partir de este primer acceso puede rehacerse el camino apropiándoselo poco a poco.

 

A continuación, se trata de rastrear los antecedentes de la indicación formal a partir del modelo de la comunicación indirecta de Kierkegaard y del análisis fenomenológico de las expresiones ocasionales de Husserl para seguidamente concretar el significado y la función que desempefian los indicadores formales en la articulación conceptual de la vida humana. Y, por ültimo, el hecho de que la vida pueda desplegarse en categorías supone que interviene algo así como lo que la Sexta Investigación de Husserl llama «intuición categorial». En el apartado final, se intenta mostrar los paralelismos y las diferencias que pueden establecerse entre la intuición categorial y los indicadores formales. 

 

2.2.1 Antecedentes de los indicadores formales: la comunicación indirecta de Kierkegaard y las expresiones ocasionales de Husserl

 

La aproximación fenomenológica «a las cosas mismas» precisa un lenguaje depurado que evite la tendencia objetivante inherente a  la actitud teórica. El joven Heidegger de las lecciones de 1919 ya andaba preocupado por el problema metodológico de cómo elaborar un lenguaje filosófico capaz de articular y plasmar directamente la comprensión prerreflexiva que la vida ya siempre tiene de sí misma. Ese esfuerzo de transparencia tiene que hallar una respuesta a la cuestión de cómo aprehender esa vida en su inmediatez sin caer en la objeción que Natorp ya formuló a propósito de Husserl: el hecho de que toda experiencia, en cuanto expresada en conceptos, se somete a un proceso de homogeinización que disuelve la particularidad de toda experiencia vivida.9 A nuestro juicio, Heidegger entrevé una primera salida a ese problema en la noción kierkegaardiana de la comunicación indirecta.

 

La comunicación indirecta de Kierkegaard La comunicación indirecta ofrece un modelo interesante de aproximación al tema de la existencia humana.” Independientemente de sus connotaciones teolögicas, la concepciön que Kierkegaard tiene de la existencia humana se enmarca en el horizonte de discusión con Hegel. En este contexto, la contraposición que se plantea en Abschlieffende unwissenschaftliche Nachschrift [Postscriptum acientífico definitivo], de 1846, entre existir y pensar abstractamente, entre el pensamiento subjetivo, acientífico y con miras a la individualidad, por un lado, y el pensamiento objetivo, científico y con afán de sistema, por el otro, resulta esclarecedora en alto grado.°® Este escrito aborda básicamente el problema de cómo puede establecer el hombre concreto una relación correcta con el mensaje de la doctrina cristiana. A juicio de Kierkegaard, este asunto no recibe respuesta satisfactoria en la lógica especulativa de Hegel, ya que éste concibe el cristianismo como una etapa más del desarrollo del espíritu en su camino hacia la reconciliación absoluta. El pensador abstracto y sistemático no presta atención al fenómeno de la existencia fáctica, al discurrir aquí y ahora de la vida de cada uno, sino que la disuelve en la universalidad atemporal del concepto; en cambio, el pensador subjetivo considera que el devenir temporal forma parte del tejido humano, manifestándose explícitamente en todas  aquellas ocasiones en las que el individuo se ve obligado a tomar una decisión. Los maestros de la totalidad dan la espalda a los individuos y ofrecen soluciones universales. En cambio, los pensadores de la individualidad concentran sus esfuerzos sobre el hombre concreto, apelan a la vida que hay en él mismo, estimulan la acción recíproca entre las personas. La realidad se caracteriza esencialmente por su indeterminación y su constante movilidad; pero esta indeterminación se entiende en el sentido positivo de que la existencia siempre está abierta a nuevas posibilidades de acción. La existencia no puede encorsetarse en patrones científicos, no debe cosificarse bajo el signo de la identidad.” Sus diferentes formas de concreción responden más bien al modelo genuinamente acientífico de la creación artística del poeta y a su capacidad de combinar las fuentes de la imaginación y del sentimiento con el pensamiento.

 

La filosofía no es capaz de ofrecer soluciones generales. Su función, algo más modesta, se limita a indicar al ser humano el camino de la ética, la religión y la existencia." Esa indicación es indirecta, a saber, no responde al canon de objetividad y certeza propio de la ciencia. De ahí la diferencia que Kierkegaard establece entre los siguientes dos modos de comunicación: una directa y objetiva que se concreta en el lenguaje universalista del discurso científico, de los libros de texto, de las enciclopedias y de los sistemas lógicos, con el fin de conquistar la verdad absoluta; otra indirecta y subjetiva mediante la que el individuo, el hombre  concreto como sujeto responsable de sus actos y persona dotada de un destino intransferible, busca algün tipo de explicaciön al paradójico misterio de la figura humana de Cristo, es decir, la contradicción de que lo universal esté depositado en lo individual. Kierkegaard afirma la inconmensurabilidad insalvable entre la esfera del hombre y la de Dios. Cuanto más alto es el valor de una realidad, más difícil es aprehenderla; la realidad absoluta es, por definición, una incógnita irresoluble para la razón humana, resulta incomunicable, al menos de una forma directa e inmediata. De ahí que en Einúbung im Christentum [Ejercitación del cristianismo], de 1850, se declare la imposibilidad de toda comunicación directa. Negarla significa lo mismo que exigir la fe." Sólo el salto de la fe sobre el abismo de la razón permite reconocer a Dios. Y dado que esta verdad no puede expresarse directa y objetivamente, Kierkegaard se limita a «llamar la atención sobre», «a tomar nota de» esta situación en un lenguaje personal, acientífico, indirecto, que funciona por medio de seudónimos, epigramas, aporías, anécdotas e ironías.

 

La comunicación indirecta pretende devolver al lector u oyente a la verdad subjetiva que reposa en su propia situación histórica concreta. Pero ello sólo es posible después de desprenderse de las aparentes certezas de la vida pública y de superar la miopía en la que viven los hombres entregados pasivamente a las creencias transmitidas. Se da aquí un doble movimiento. Un primer elemento destructivo, de rechazo de las objetividades ideales de un saber absoluto. Obviamente, el enemigo intelectual a combatir es Hegel. Su idealismo representa un atentado al núcleo más íntimo de la persona, cuya libertad e individualidad se sacrifican en nombre de la necesidad y universalidad de la idea. Una vez nos hemos quitado de encima la pesada losa del sistema especulativo hegeliano, entra en escena un segundo elemento constructivo de aproximación a la vida. En Einúbung im Christentum, se afirma que el aspecto positivo de la comunicación indirecta consiste en apuntar en la dirección de una concreción de la vida:

 

Las diferentes proposiciones indirectas, en el mismo sentido de los milagros, sirven para llamar la atención sobre el que presta aten-

 

ción. Este topa con la contradicción y decide si creer o no.”

 

La verdad se conquista en un ejercicio de apropiación personal. Siempre se está en camino de la verdad, por lo que nunca se la posee por entero.

 

La comunicación indirecta crea un estado de intranquilidad que hace problemáticas las cosas. En ningún caso prescribe cómo hay que vivir, pues sólo afecta a decisiones concretas sobre el destino personal. Pero esta decisión no es duradera, sino que debe repetirse en cada instante «entre lo uno o lo otro». De ahí el valor concedido por Kierkegaard al momento, al kairós de la elección —una observación integrada luego en el programa filosófico de Ser y tiempo sin apenas modificaciones. En definitiva, «comunicación indirecta» no es sinónimo de «máscara» o «silencio». Esto sería una técnica empleada exclusivamente por los hombres que se creen superiores. «Comunicación indirecta» significa que en la búsqueda de claridad y de fórmulas capaces de explicar las paradojas de la vida humana topamos con los límites de nuestra razón y nuestro lenguaje; quiere decir que todo lo que podemos expresar y decir se limita a lo inesencial, a lo inauténtico; pero en aquél y en éste late lo esencial y lo auténtico. A nuestra existencia cotidiana y pública, según la posterior reformulación heideggeriana, subyace una precomprensión del ser que se va haciendo cada vez más explícita en la medida en que avanzamos de la impropiedad de la caída en el uno al estado de propiedad inherente al querer tomar conciencia de esa situación.

 

Las expresiones ocasionales de Husserl

 

La distinción kiergekaardiana entre comunicación directa e indirecta, con sus correspondientes grados de verdad objetiva y subjetiva, es muy similar a la diferencia que Husserl reconoce en la «Investigación Primera» entre expresiones objetivas y expresiones ocasionales.” En las ciencias naturales, en la matemática y la lógica, la significación de una expresión como, por ejemplo, «existen sólidos regulares» es objetiva y comprendida «sin necesidad de tener en cuenta la persona que se manifiesta y las circunstancias de su manifestación».”* El sentido es atemporal y no se ve afectado por cambios de la situación; permanece siempre idéntico en los diferentes actos. En cambio, las expresiones ocasionales del tipo «hay pasteles» sólo resultan significativas para el oyente considerando «las efectivas circunstancias de la manifestación».”? En este caso, el significado queda vinculado a la situación del sujeto hablante y fluctúa en función de la perspectiva del oyente observador, por lo que nunca está completamente presente en la intuición. La cosa misma se escapa, no hay percepción en el sentido clásico de la presencia plena. Sucede así con los pronombres personales, los demostrativos y las locuciones indexicales del tipo «aquí», «arriba», «ayer», «después», etcétera. Son expresiones que, en términos de pragmática del lenguaje, sólo se comprenden a partir del contexto de uso y de emisión. Cuando, por ejemplo, el hablante dice «yo», el oyente sólo sabe lo que el hablante opina mirando a éste y viendo la situación en la que emite esa expresión. La palabra «yo» no puede actuar como la palabra «león», capaz de despertar en sí y por sí misma la representación del león. Únicamente, tiene un sentido indicativo, orientativo, direccional, como diría Heidegger.

 

En el uso de expresiones ocasionales, entran en juego dos niveles de significación superpuestos: el primero remite a la función general de la palabra misma «yo», a la indicación universalmente operativa pero vacía de contenido (significación indicativa); el segundo nivel remite a la representación singular que da a conocer al yo mentado en su aquí y ahora concretos (significación indicada). De ahí que las expresiones ocasionales sean esencialmente ambiguas. Husserl clarifica las razones de esa ambigüedad en la «Investigación Sexta». Ésta obedece al hecho de que la secuencia de la indicación no es la misma para el oyente y el hablante. 

 

Al decir «aquí», «en» o «ella», el hablante conoce de antemano lo indicado con estas expresiones. No así el oyente: si la cosa no cae dentro de su campo visual o se halla en ausencia de la persona designada, sólo alcanza una comprensión imprecisa y general de la situación del habla. El verdadero objetivo de la expresión no reside en esta representación general, sino en la intención directa hacia el respectivo objeto." A través de ella, se logra dar un sentido pleno y auténtico a la significación. Éste es el uso husserliano de «indicación», que tan notablemente está presente en Heidegger: la significación indicativa vaga sin rumbo, permanece vacía si no es plenificada;”® como diría Heidegger, la indicación formal carece de sentido si no está referida a una situación concreta.

 

La serie de impersonales que Heidegger comienza a emplear a partir de 1919, tales como es gibt («hay» o «se da»), es weitet («mundea»), es ereignet («se apropia»), son justamente expresiones ocasionales que operan al estilo de categorías indicativas de una situación. El mismo Husserl ya mostraba esto de la mano del siguiente ejemplo:

 

Nadie entenderá la frase «hay pastel» («es gibt Kuchen») de la misma manera que la proposición matemática «hay cuerpos regulares». En el primer caso no quiere decir que en general existan pasteles, sino que aquí y ahora hay pastel a la hora del café. La frase «llueve» («es regnet») tampoco significa que llueva en general, sino que llueve ahora y ahí afuera”?

 

          En este sentido, el término cotidiano «indicación» significa «noticia» o «anuncio» de un acontecimiento único que se produce en un hinc et nunc determinado, como el nacimiento de una persona, la boda de un pariente, el funeral de un amigo. Los giros heideggerianos de «algo», «facticidad», «caída», «cotidianeidad», «haber-sido», etcétera vienen a ser expresiones ocasionales cuya función indicativa es mantener abierta la comprensión situacional de la existencia humana. En el curso de 1920-1921, Heidegger empieza a mostrar cómo esas expresiones se extraen de la vida fáctica y se transcriben en indicadores formales.

 

Los indicadores formales también tienen una doble dirección: una negativa y destructiva; otra positiva y constructiva. En el primer caso, existe el riesgo de permanecer estancado en una concepción atemporal y estática de la vida, refugiándonos en un apaciguador sistema filosófico; en el segundo, en cambio, la indicación formal invita a abrirse a diferentes contextos vitales, ofreciendo a la vida diferentes modos de realización.*” Sin embargo, Heidegger reconoce:

 

[...] esta situación no es ni mucho menos la costa salvadora, sino que más bien empuja a saltar al bote en movimiento; y ahora sólo queda asir el cabo de la vela y colocarse a favor del viento.®

 

Cuando se desea saltar al terreno de la facticidad, uno tiene que saber sortear escollos de este tipo. Los indicadores formales nos proporcionan una brüjula para orientarnos en el insondable océano de la existencia humana, pero en ningún caso fijan el rumbo a seguir.

 

La filosofía huye de sistemas tranquilizadores, soluciones estereotipadas y tradiciones consagradas para zambullirse en la corriente fáctica de la vida. Siempre está en camino, abierta a nuevas preguntas, dispuesta a cambiar el rumbo, en constante proceso de realización. Pretender alcanzar la realidad con el mero utillaje de la intuición o del entendimiento sería como pretender coger el agua del río que fluye con una cesta de mimbre:

 

[...] siempre que se comprende la indicación formal como una proposición general, inamovible, y que se construyen con ella deduccio-

 

nes dialécticas, se incurre en un malentendido.?*?

 

Heidegger, a diferencia de Kierkegaard, no lanza sus dardos tanto contra Hegel como contra lo nocivo del esquema sujeto-objeto, que fatalmente acaba por reconducir cualquier tema a la parcela de la teoría del conocimiento. La existencia con su singularidad, su problematicidad y su riesgo infinito no tiene cabida en el cerco del sistema. En las aisladas y fragmentarias alusiones al estatuto de los indicadores formales, lo formal apunta siempre en una dirección, aporta un modo de abordar el sentido sin introducir contenido alguno, sirve de punto de partida, invita a la acción. Ahora bien, ¿qué sentido da Heidegger a lo formal? ¿Hacia dónde remite la indicación?

El significado y la función de los indicadores formales

 

En los cursos de 1920-1921, Introducción a la fenomenología de la religión, se recuerda que el sentido de la indicación formal se remonta a la diferencia que Husserl establece entre generalización y formalización en las Investigaciones lógicas y en Ideas.” En este último texto, Husserl señala que la generalización se aplica dentro de un determinado campo de experiencia, ascendiendo progresivamente de lo concreto a lo general. Por ejemplo, pasamos de rojo a color y de color a cualidad sensible, de alegría a sentimiento y de sentimiento a vivencia. La generalización se relaciona con un determinado ámbito de cosas y tiene por objeto determinar su contenido a partir de un escalonamiento de generalidades que ordena las cosas en el marco de una determinada ontología regional (como la geometría, la biología, la botánica, la geometría, etcétera). Esas ontologías regionales son el resultado de determinadas generalizaciones ordenadoras. La formalización, en cambio, está libre de la referencia al contenido material y se pliega sobre las estructuras lógicas y formales que ya siempre están presupuestas en el conocimiento. Cuando decimos «La piedra es un objeto», empleamos una categoría formal que no pertenece a la naturaleza de la cosa. Las categorías formales como «objeto», «esencia», «pluralidad», «relación» se aplican directa e independientemente del contenido, del «qué». Lo formal no reside en la cosa, no forma parte de su contenido como, por ejemplo, a superficie en la piedra o el color en la silla.°* Las categorías de la formalización, a diferencia de las categorías materiales de la generalización, no contienen ninguna relación con el objeto.

 

En un pasaje del mencionado curso de 1920-1921, Heidegger se desmarca explícitamente de la pretensión husserliana de una ontología no más que analítica, de una mathesis universalis al señalar que la «[...] indicación formal nada tiene que ver con lo universal, pues cae fuera del ámbito de lo teorético».* Precisamente, todos los indicadores formales que Heidegger va desgranando tanto en su interpretación de los textos agustinianos y de las epístolas paulinas («cuidado», «conciencia», «uno», etcétera) como en la de los escritos aristotélicos (phrónesis, práxis, proaíresis, etcétera) se caracterizan por este enconado esfuerzo de relativización de la teoría. La indicación formal no comparte el interés de la teoría por ordenar y catalogar los entes. No podemos olvidar que la hermenéutica arranca de una orientación previa de la que forma parte un determinado sentido del ser de la vida fáctica. El Dasein no acontece sin más como un puro estar ahí, como un conjunto de propiedades. Su existencia está condicionada por el factum de un tener que ser, un ocuparse de su propio ser. Lo decisivo en el planteamiento existenciario de Heidegger es que los rasgos que constituyen su esencia han de ser realizados, ejecutados, llevados a la práctica. El ser precomprendido en la orientación previa no es una esencia dotada de un «qué» (Was), un contenido material o eidético, sino un «cómo» (Wie), un determinado modo de ser. La autorreferencia de la vida adquiere en Heidegger un sentido activo y no meramente cognoscitivo, tiene que ver más con el hacerse que con el reconocerse. Para decirlo de un modo gráfico: existiendo nos jugamos el tipo. Salirse del círculo no es posible, pues ya estamos comprometidos con nosotros  mismos. No jugarse el tipo ya es una modalidad de existencia. Heidegger expresa esta inevitable autorreferencia que constituye la existencia con la fórmula «el hombre es un ente al que en su ser le va su ser».

 

El sentido de una indicación formal no está referido a una entidad objetiva dada cuyo eidos haya de ser captado, sino que significa en sentido literal «seguir una indicación», «tomar una dirección». Su vaciedad formal consiste en que sólo señala hacia dónde:

 

Precisamente el contenido, las determinaciones que se dan del objeto no deben convertirse como tales en tema, sino que la comprensión

 

que las capta ha de seguir la dirección indicada de sentido.**

 

Así, en el mismo acto en que el hombre realiza su vida está realizando su ser. No hay dos entidades diferentes, la vida y la realización; más bien nos hallamos ante un único acto que se completa en la ejecución del propio vivir. Un indicador formal como el «estar-en-el-mundo» no expresa ninguna propiedad del hombre, no mienta un predicado real como, por ejemplo, su habilidad para manipular objetos; más bien indica el modo como se ejerce esa habilidad, la forma de ejecutarla y realizarla. Heidegger destaca precisamente el carácter ejecutante de la indicación formal. Ésta no se guía por el contenido (el «qué», das Was); tan sólo indica el modo de realizarse (el «cómo», das Wie), señala el sentido de ejecución (Vollzugssinn).?"

 

En las escasas páginas que Heidegger dedica a la cuestión de los indicadores formales en las lecciones del semestre de invierno de 1929-1930, Los conceptos fundamentales de la metafísica. 

 

Mundo — Finitud — Soledad, se señala que éstos apuntan a un modo de concreción de la existencia individual del hombre sin transmitir contenido alguno. Heidegger nombra como ejemplos de indicación formal los términos «muerte», «resolución», «historia», «existencia». ¿Qué implica, sin embargo, poseer una comprensión formal-indicativa de un concepto como el de «existencia»? Realizar propiamente la existencia es una indicación que cada uno debe comprender e interpretar por sí mismo. Este postulado no es abstracto, ni mucho menos, sino que encierra un sentido eminentemente concreto que apunta en la dirección de la situación fáctica en la que nos encontramos en cada caso. La indeterminación material de los conceptos filosóficos no es tanto un síntoma de insuficiencia como un signo de su verdadero potencial:

 

El contenido significativo de estos conceptos [los indicadores formales] no mienta directamente aquello a lo que se refiere, sólo ofrece una indicación, un indicio que exhorta a quien comprende esta

 

indicación a llevar a cabo una transformación de su existencia.??

 

La pretensión originaria de esos conceptos consiste en mostrar al individuo la situación concreta en la que vive, pero sin prescribir valorativamente su contenido. Los indicadores formales son conceptos en el fondo dinámicos. Como recuerda Heidegger:

 

[Los indicadores formales] [...] inician metódicamente una actividad hermenéutica que suministra a la filosofía un punto de partida. Los indicadores formales no deben ser comprendidos como nexos

 

normativos, lo indicado no debe ser hipostasiado. 

 

 

Los conceptos hermenéuticos simplemente nos colocan ante el momento de la decisión, mas la decisión concreta queda en el aire. Los indicadores formales no son esquemas de acción prefijados; más bien diseñan diferentes posibilidades de ser de la vida. Su comprensión es sólo vacía y su función se limita a destacar el sentido de contenido (Gehaltssinn), de referencia (Bezugssinn) y de ejecución (Vollzugssinn) que, como se ha señalado, sólo puede experimentarse en la ejecución misma de la vida y nunca en el ámbito de lo puramente teorético.

 

El hecho de comprender una categoría hermenéutica no dice nada acerca de cuál es su intuición correspondiente, porque no remite a objeto alguno. En este punto, Heidegger muestra sus reservas frente al concepto husserliano de evidencia entendida como plenificación intuitiva de una significación vacía por medio de una percepción correspondiente y plenamente adecuada. La extracción de las categorías es un acto hermenéutico entregado al sentido de los fenómenos. Aquí no tiene cabida la noción de un acto intencional neutro en el plano reflexivo. La creencia en la evidencia, la creencia de que las cosas se dan de forma originaria a la mirada del yo es peligrosa en alto grado por cuanto parece dispensar de todo esfuerzo de apropiación.” La crítica heideggeriana va dirigida a la creencia de que la evidencia capta el sentido por el mero hecho de que la cosa esté inmediatamente ahí delante. La presencia de la cosa no nos exime de la tarea de la comprensión. Aún menos si tenemos en cuenta la tendencia encubridora de la vida, lo que aumenta considerablemente las posibilidades de una captación en términos teoréticos del objeto. Aquí se plantea la cuestión, nada baladí para la hermenéutica, de si toda autocomprensión de la vida es sinónimo de una comprensión originaria.

 

Los indicadores formales únicamente remiten a la realización del modo de ser por ella indicado, bien como «estar-en-el-mundo», «uno», «angustia», etcétera. Entonces, ¿cómo se aprehenden? Por medio de un determinado tipo de intuición: la intuición hermenéutica, esto es, la evidencia prerreflexiva que la vida tiene de sí misma, cooriginaria con el despliegue de la existencia. Por eso, Heidegger sostiene:

 

[...] las categorías no son algo inventado o una sociedad autónoma de esquemas lógicos, sino que de manera originaria viven en la vida misma; en la vida, «formando» vida. Tienen su propio modo de acceso, que en nada es ajeno a la propia vida, como si cayera sobre ella desde fuera, sino que precisamente es el modo sefialado en que la

 

vida viene a sí misma?

 

Las categorías de la vida expresan conceptualmente la comprensión que ésta posee de sí misma. El carácter indicativo y formal de la categoría muestra que entender el sentido pasa por la realización de las acciones indicadas:

 

Un «concepto» no es un esquema, sino una posibilidad de ser.”

 

Precisamente, el significado de la palabra hermeneuein recoge ese doble movimiento de comprensión y comportamiento: ambos se ejecutan en el mismo acto. Las categorías hermenéuticas se limitan a expresar un modo de ser de la misma facticidad. 

 

 

2.2.3 El trasfondo de la intuición categorial

 

Los indicadores formales, las categorías de la vida fáctica, los conceptos hermenéuticos sirven para expresar la autocomprensión que la vida tiene de sí misma. Pero el hecho mismo de que ésta pueda explicitarse en categorías invita a pensar que en ella se da algo así como lo que Husserl denomina en las Investigaciones lögicas «intuición categorial». Las referencias de Heidegger a la «Sexta Investigación», y en concreto a la cuestión del ser que aflora en el descubrimiento de la intuición categorial, son frecuentes y ocupan un lugar destacado en las lecciones del semestre de verano de 1925, Prolegómenos para la historia del concepto de tiempo?* Por ello es más que probable que en las categorías de la  vida, que justamente expresan su ser, encontremos algún rastro de la intuición categorial.

 

A propósito de la noción husserliana de la evidencia, comentada en el capítulo cuarto, hablamos de los actos signitivos y de su correspondiente plenificación.” Sin embargo, el concepto husserliano de objeto es mucho más rico y amplio; básicamente, cualquier cosa de la que puede predicarse algo es un objeto. En la «Sexta Investigación», Husserl distingue entre dos tipos diferentes de objetos: los reales (perceptivos) y los ideales (categoriales). A fin de cuentas, no sólo es posible pensar en manzanas, coches o el Cañón del Colorado, sino también en nociones ideales como la justicia, la libertad, el número rr, el principio de no-contradicción o un estado de cosas del tipo «La hoja de papel que está encima del escritorio es de color blanco». Cuando pensamos categorialmente transcendemos la esfera de los sentidos. En el párrafo 48 de la «Sexta Investigación», Husserl ilustra este movimiento de la siguiente manera: originariamente estamos dirigidos de manera perceptiva a un objeto, digamos la hoja de papel. En este nivel, el objeto nos está dado en todas sus determinaciones generales: su color, forma, tamaño, composición material y demás. A continuación, centramos nuestra atención en una de las propiedades de la hoja, por ejemplo, su color. Finalmente, y éste es el paso en el que entra en juego la articulación categorial, relacionamos los dos pasos anteriores. “Tomamos el objeto como un todo, la parte como parte y relacionamos la parte como una parte del todo articulándola en un juicio como «La hoja de papel que está encima del escritorio es de color blanco». Esta articulación predicativa responde a un acto categorial.

Ahora bien, aquí se plantea la siguiente cuestión: ¿cómo dar cumplimiento a los momentos intencionales de las formas categoriales, es decir, cómo se plenifican las intenciones categoriales? Retomemos el ejemplo la proposición «La hoja de papel que está encima de mi escritorio es de color blanco». En ella hallamos que las significaciones «hoja», «escritorio», «papel» y «blanco» pueden ser plenificadas por la correspondiente intuición sensible. Pero ¿qué sucede con las palabras «la», «encima», «de» y «es»? ¿Pueden llegar a ser vistas o percibidas? Evidentemente, no. Uno no puede ver un «es» o un «encima». Por tanto, en la proposición hay un excedente de intenciones que no puede ser cubierto por la simple percepción.” Los correlatos objetivos de las formas categoriales, por tanto, no son elementos reales. El «es» de la cópula, pero también todas las palabras que expresan constantes lógicas, como «y», «entonces», «porque», «donde», etcétera, no tienen su equivalente en el contenido intuitivo de la percepción, resulta imposible dar con un correlato objetivo en los actos de percepción.

 

En otras palabras, hay todo un grupo de objetos, incluidos los ideales como «justicia», «la raíz cuadrada de 625» y «la ley de la gravedad», que uno nunca es capaz de experimentar perceptivamente. Ninguno de estos objetos puede ser olido, oído o visto. Sin embargo, sólo es posible intuir la hoja blanca sobre la base de un acto superior, fundado en la percepción de la hoja blanca y el escritorio, pero que transciende lo inmediatamente percibido y permite establecer la unidad entre las partes percibidas. Aquí reside una de las principales innovaciones de Husserl al ampliar el concepto de intuición: no sólo podemos hablar de una intuición sensible, sino también de una intuición categorial Formalmente  expresado, la intuición es un acto que nos da el objeto mismo en propia persona y esto, a menudo, es fruto de una compleja actividad intelectual. De esta manera, Husserl amplía el concepto de experiencia heredado del empirismo. No sólo podemos experimentar objetos concretos y particulares, sino también abstractos y universales. Como Husserl puso de manifiesto en un artículo para la Encyclopedia Britannica, una de las tareas de la fenomenología consiste precisamente en superar y reemplazar el estrecho concepto empirista de experiencia por uno más amplio y clarificar todas sus diferentes formas (como, por ejemplo, evidencia apodíctica, intuición de estructuras esenciales, etcetera).”

 

Con todo, cabe plantearse la pregunta de cuál es el origen del concepto de ser y, por extensión, el de las restantes categorías. Existe la posibilidad, como sostiene Locke, de colocar el origen en la percepción interna como rendimiento inmanente de la reflexión. Pero si miramos prefenomenológicamente la conciencia —objeta Husserl- sólo topamos con procesos psíquicos y no con las formas categoriales. El ser y, en general, lo categorial es algo objetivo, que tiene su cumplimiento en determinados actos. Cada objeto posee su peculiar modo de darse. Resulta un error grave el tratar unos objetos como si tuvieran el modo de darse de otros: por ejemplo, pretender fundar los actos de la lógica en la percepción de los sentidos. Los actos en que se nos transmiten verdades matemáticas son distintos de aquellos en los que se nos da una mesa, un perro o una persona. Yo entiendo «a? - b? = (a + b) (a - bis de modo distinto a como veo la mesa. Esta distinción entre actos de intuición sensible y actos de intuición categorial desempefia un papel fundamental en la fenomenología husserliana. Cabe recordar que este planteamiento está presente en todas las teorías del conocimiento del pensamiento occidental y se remonta a la diferenciación ya establecida en la Antigúedad entre lo sensible y lo categorial, entre la percepción (a1o9y 015) y el entendimiento (von a: 5). Tradicionalmente, la percepción sensible facilita el acceso primario al mundo y a las cosas mientras que el entendimiento es la facultad que permite aprehender esa percepción. Por tanto, en la intuición sensible «[...] el objeto, que se constituye de modo simple en el acto de la percepción, es aprehendido directamente o está presente en persona. Con esto queremos decir que el objeto es un objeto inmediatamente dado» En la percepción sensible, la cosa externa aparece de golpe, en una sola dirección y se me presenta en persona (leibhaftig). Este darse en persona es el modo distinguido y originario en el que se dan las cosas mismas. A pesar de los diferentes escorzos perceptivos y de las innumerables propiedades particulares que podamos descubrir en una consideración ulterior de la cosa, ésta aparece en el acto de percepción como una unidad simple.'” Esto significa que aun cuando en la percepción sensible contemplo el objeto desde cierta perspectiva, veo siempre el mismo objeto como simplemente dado delante de mí. Heidegger, en cambio, se distancia de manera abierta de la idea husserliana de lo dado «en persona», pues esto presupone que las cosas se muestran primariamente como ya presentes ante un sujeto que las observa y percibe en lugar de comprenderlas como desplegadas en el mundo.

 

Ahora bien, todo acto simple de percepción puede funcionar como acto primario en el que se fundan otros nuevos y dar pie a objetividades novedosas, pero de tal suerte que remitan a los actos fundantes.'% Justamente, esos actos en los que aparece una objetualidad nueva son los que Husserl designa con el nombre de «intuición categorial». Lo categorial no es algo que flote en el aire, sino que debe ser comprendido a partir de lo sensible. Lo más interesante a retener aquí es que se trata de un acto fundado, que sólo puede mostrar su objetualidad a partir de lo mostrado en otro acto simple. Esto significa que la formación categorial no implica una transformación real del objeto. El objeto mostrado en la percepción no se ve en absoluto afectado por la nueva objetualidad emergente en la intuición categorial. Ésta se funda en la objetualidad simple de la intuición sensible, si bien la abre en una forma nueva. El objeto ya no está ahí sensiblemente y no se da de golpe, sino que es abierto de otra manera. Los nuevos objetos que crean las formas categoriales no lo son en sentido primario, no moldean ni dan forma como lo hace el alfarero. En otro caso, lo dado primitivamente en la percepción sensible sería modificado en su propia objetividad. De ahí que las formas categoriales dejen intactos los objetos primarios.'% «Ser», «sustancialidad», «pluralidad» y demás formas categoriales no son caracteres arbitrarios que se añadan a un objeto, sino aquello que posibilita la aparición sensible del mismo. A través de la intuición categorial, se produce una síntesis fenoménica, lo que tradicionalmente se caracteriza como el paso de la ato8yors a la voci. Husserl se mueve en la misma tradición interpretativa al afirmar que mediante la intuición categorial se abandona la esfera de la sensibilidad y se entra en la del entendimiento. Pero nuevamente, como tendremos ocasión de mostrar más tarde, esa síntesis fenoménica sólo es posible a través de la reflexión. El giro de la mirada del objeto sensible percibido hacia lo categorial está dirigido por la reflexión. 

 

 

En la intuición categorial, el objeto aparece en una nueva forma de aprehensión que manifiesta explícitamente su realidad. En sintonía con Husserl, Heidegger estima que la intuición categorial posibilita el aparecer de la objetividad de los objetos y con ella la comprensión explícita de su realidad. El texto de las lecciones del semestre de verano de 1925, Prolegómenos para la historia del concepto de tiempo, resulta concluyente a este respecto:

 

Por el camino de la comprensión de aquello que está presente en la intuición categorial puede aprenderse a ver que la objetividad de un ente no se agota en lo que se determina como realidad [entendida aquí en sentido estricto como el objeto de una percepción sensible]; también se aprende a ver que, en sentido amplio, la objetividad u objetualidad es mucho más rica que la realidad de una cosa, más aún, que la realidad de una cosa en su estructura sólo se comprende

 

desde la plena objetividad del ente simplemente percibido.

 

La interpretación heideggeriana de la intuición categorial como momento constitutivo de la aprehensión del ente en sí mismo pone de manifiesto sus esfuerzos por evitar el punto de vista transcendental de Husserl. ¿Cómo? Retirando el ser del ámbito subjetivo y ubicándolo en el área objetiva de nuestra comprensión del mundo. Heidegger no ve en las categorías tanto un modo de delimitar las diferentes regiones del ser como proyectos que anticipan y guían nuestra comprensión de los objetos dentro de su respectiva región ontológica; o, lo que es lo mismo, las categorías son ante todo anticipaciones que nos permiten operar en un contexto dado, en un espacio de iluminación, en una apertura previa del ser, posibilitando así una primera comprensión de los fenómenos que se dan en ese ámbito de sentido ya siempre descubierto y a nuestra disposición. En este sentido, puede decirse  que Heidegger trata de repensar la nociön husserliana de intuición categorial en términos de lo que en 1921-1922 llama «relucencia» (Reluzenz),!” es decir, el ámbito que ilumina preteoréticamente la comprensión de la vida, lo que en Ser y tiempo se identifica luego con el estado de abierto (Zrschlossenheit) del Dasein. A partir de este momento, el ser puede convertirse en fenómeno: algo que aparece, que se muestra en una esfera originaria de sentido no modificado por el esquema sujeto-objeto. Para Heidegger, resulta decisivo que ese ámbito categorial quede desvinculado de todo lazo subjetivo, que no obedezca a ningún acto de reflexión interna de la conciencia:

 

«Ser», «y», «es», «esto», «uno», «entonces» no están formados a la medida de la conciencia, sino que son correlatos de determinados actos. [...] Los actos categoriales constituyen una nueva objetividad. «Constituir»

 

no significa producir [...] sino dejar ver el ente en su objetividad».

 

Sobre esta base, puede plantearse la cuestión del significado del ser, de lo que es comprendido con la palabra «ser». A juicio de Heidegger, Husserl no pudo dar con el sentido del ser porque lo comprendió como dado a la intuición y no como horizonte de iluminación y desvelamiento de los entes. Con todo, en el «Protocolo de un seminario sobre la conferencia “Tiempo y ser”», se reconoce abiertamente que la intuición categorial abona el terreno para el desarrollo de la pregunta por el sentido del ser, pero también se afirma que Husserl no pudo desarrollar ese sentido porque lo comprende como dado a la intuición y no como horizonte de comprensión de los entes.'” Lo que realmente cautiva al joven Heidegger es la posibilidad de concebir el «ser» como un fenómeno de la experiencia vivida y susceptible de una explicitación categorial.

 

El problema de Husserl estriba en que su caracterización del ser queda restringida al campo específico de la teoría. El sentido básico que se le atribuye aquí es el de ser-objeto, ser-cosa, realidad, naturaleza.' No es éste el lugar de discutir si Husserl se planteó con la intuición categorial la pregunta por el ser, sino tan sólo mostrar que el acceso a la misma se acomete únicamente desde la reflexión. Con esta última, dicha pregunta se mantiene en el nivel de la conciencia, por lo que el ser sólo puede aparecer como ser conocido reflexivamente. Éste es un planteamiento de todo diferente al de Heidegger y que no encaja con el carácter arreflexivo y preteorético de su fenomenología hermenéutica. Husserl se limita, en opinión de Heidegger, a adoptar la idea tradicional del ser como cosa a la vista, olvidándose de discutir explícitamente la cuestión de su significado. La intención de Heidegger es reconducir el análisis fenomenológico al mundo de la vida originaria. Esta tarea ya la había iniciado Dilthey al extraer la noción husserliana de la objetividad intencional de su contexto lógico y transplantarla a la esfera vital del mundo práctico y cultural. En sintonía con Dilthey, Heidegger amplía las posibilidades de apertura más allá del campo estrictamente teorético del ego transcendental husserliano para dar entrada a los contextos históricos, sociológicos y cotidianos.

 

La posición reflexiva de la percepción interna de la conciencia ya no conserva en el joven Heidegger ningún estatuto de privilegio. La comprobación de las categorías sólo puede llevarse a buen puerto partiendo de la evidencia prerreflexiva que la vida tiene de sí misma. El origen de los indicadores formales se encuentra, por tanto, en la comprensión originaria que la vida posee de sus estructuras. Esa comprensión ya no obedece a los dictámenes metodológicos del rigor científico; más bien constituye el movimiento básico de la existencia humana. En este sentido, la filosofía da la espalda a las esencias intemporales. Heidegger considera que su competencia se limita a ofrecer indicaciones formales que apuntan en la dirección de las cosas mismas. Pero éstas, esencialmente fácticas, históricas y temporales, exigen un proceso de reapropiación constante. En definitiva, nos hallamos ante un pensar desde Husserl contra Husserl en nombre de un inicio radical y un retorno a las cosas mismas. Aplicar radicalmente el lema husserliano exige una crítica interna de la fenomenología de la conciencia pura para salvaguardar la prioridad del ser. La emergente ontología de la vida fáctica perfora las estructuras lógicas de la fenomenología a la par que la autodonación del ser acaba imponiéndose sobre la productividad reflexiva de la conciencia. Con ello se pasa de la lógica husserliana de la subjetividad transcendental a la ontología fundamental del «estar-enel-mundo» del Dasein. 

 

FENOMENOLOGÍA REFLEXIVA VERSUS FENOMENOLOGÍA HERMENÉUTICA

 

En diferentes momentos de este trabajo, se han resaltado algunas de las diferencias esenciales entre la fenomenología reflexiva de Husserl y la fenomenología hermenéutica de Heidegger. Ahora ha llegado el momento de concretar esas diferencias. Ambos autores comparten la máxima fenomenológica de «a las cosas mismas», pero se diferencian enel modo de acceso y de tratamiento de éstas. Nos hallamos, pues, ante dos conceptos de fenomenología que se diferencian básicamente en la determinación de la intuición fenomenológica: Husserl la comprende en clave de un «ver reflexivo»; Heidegger, en cambio, la entiende en términos de una «intuición hermenéutica». Como ha señalado Herrmann en repetidas ocasiones, la fenomenología de Husserl se determina a partir de una actitud eminentemente teorética y reflexiva, mientras que la versión heideggeriana de la fenomenología se caracteriza por su dimensión ateorética y prerreflexiva.'” Dicho en otras palabras, Husserl se mueve en las coordenadas de una fenomenología reflexiva; Heidegger, en cambio, desarrolla una fenomenología hermenéutica.

 

A continuaciön, se analiza con algo mäs de detalle cömo el joven Heidegger va desarrollando durante los años veinte su fenomenología hermenéutica en contraposición con la fenomenología reflexiva de Husserl. Ésta se realiza principalmente en cuatro pasos de desarrollo: el primero tiene lugar en las lecciones del semestre de posguerra de 1919, La idea de la filosofía y el problema

 

de la concepción del mundo, en las que se acomete una primera crítica de los postulados teoréticos de la fenomenología husserliana al mismo tiempo que se sientan las bases de la hermenéutica fenomenológica a partir del primado de lo preteorético; el segundo paso de desarrollo de la fenomenología hermenéutica se produce en las lecciones del semestre de invierno de 1923-1924, Introducción a la investigación fenomenológica: por una parte, Heidegger alaba el descubrimiento husserliano de la intencionalidad como constitución fundamental de la conciencia en las Investigaciones lógicas, pero, por otra, acusa al Husserl de /deas de distanciarse de la fenomenología al interpretar la subjetividad desde el punto de vista del ego cogito cartesiano. Este distanciamiento se consuma en un tercer paso en la extensa crítica inmanente a Husserl que encontramos en las lecciones del semestre de verano de 1925, Prolegómenos para la historia del concepto de tiempo, donde Heidegger se posiciona frente a temas clave de la fenomenología husserliana, como la intencionalidad, la conciencia, el ser y la intuición categorial. El cuarto y último paso se completa en Ser y tiempo con la elaboración plena del concepto de la fenomenología hermenéutica del Dasein.

 

3.1

 

La necesidad de una fenomenología hermenéutica

 

El interés del joven Heidegger por la fenomenología se remonta, como hemos tenido la oportunidad de ver en el capítulo tercero, a sus primeros artículos de juventud, la tesis doctoral y al escrito de habilitación."! También se sabe que fueron razones financieras las que lo llevaron a estudiar en Friburgo bajo los auspicios del neokantiano Heinrich Rickert, en lugar de dirigirse a Gotinga para trabajar al amparo de la tutela académica de Edmund  Husserl. Por ello, no es de extrañar que en la etapa de estudiante y doctorando recurra tanto al neokantismo como a la fenomenología en búsqueda de una lógica pura, de una gramática a priori, de una doctrina de las categorías capaz de explicar y ordenar satisfactoriamente «los múltiples modos de realidad que forman el ámbito entero del ser»? En la conclusión de su escrito de habilitación sobre Duns Escoto, que también integra los impulsos recibidos del misticismo del maestro Eckhart, del idealismo alemán y de la teología neohegeliana de Carl Braig, Heidegger se sirve de la fenomenología en el marco de una metafísica especulativa y religiosa que tiene por objeto la realidad verdadera del espíritu absoluto de Dios.''* Durante este período, su apropiación de la fenomenología se mueve en la órbita de lo que el mismo Heidegger calificaría más tarde en Identidad y diferencia de «ontoteología», esto es, el acontecimiento del ser como fundamento divino.

 

Sus primeros escritos académicos se adhieren a la crítica al psicologismo del volumen primero de las Investigaciones lógicas. Ahora bien, una vez delimitada con nitidez la diferencia entre los actos psíquicos del pensamiento y la validez del contenido lógico del mismo y, por tanto, una vez salvaguardada la autonomía de la lógica de cualquier impronta relativista, surge el problema de su fundamentación. La solución de Heidegger apunta hacia la existencia de un contexto translógico, de un horizonte protohermenéutico desde el que comprender los mecanismos formales del pensamiento humano. Con ello entra en juego el concepto de una precomprensión del mundo inherente a todo sujeto: hasta que uno no tiene un conocimiento previo del objeto de estudio, resulta imposible poner en marcha cualquier tipo de ciencia. 

 

 

Con todo, el auténtico giro hermenéutico no se producirá hasta el inicio de los primeros cursos de Friburgo, especialmente en las lecciones del semestre de posguerra de 1919, La idea de la filosofía y el problema de la concepción del mundo. El motivo recurrente de esos cursos será: ¡regreso a la vida en su originalidad! Una vindicación en plena consonancia con el clima intelectual de la época que, a nivel filosófico, se traduce en una radicalización del principio de todos los principios de Husserl. Esto implica suspender las estrategias filosóficas tradicionales, desconfiar de la autoridad transmitida dogmáticamente y dar preferencia a la descripción fenomenológica frente a la construcción de grandes edificios teóricos. Desde este momento, Heidegger mantendrá repetidamente que la fenomenología no es ni una disciplina ni un método filosófico entre otros muchos, sino que equivale a la más alta posibilidad de la filosofía misma. El lema de su propuesta de renovación podría ser el de «contra la fenomenología en nombre de la fenomenología misma». Todo este esfuerzo por repensar la fenomenología, como veremos enseguida, va encaminado en última instancia a lograr un acceso inmediato y directo a la vida: un esfuerzo que finalmente va a concretarse en la filosofía entendida primero como ciencia originaria de la vida (1919), luego como ontología fenomenológica del Dasein (1922), un poco más tarde como hermenéutica de la facticidad (1923) y, por último, como analítica existenciaria (1925 y 1927). Se trata, en definitiva, de desplegar todas las posibilidades de la fenomenología tomando como punto de partida el anclaje en la vida fáctica.

 

Sin embargo, antes de delimitar el horizonte temático de esa transformación, conviene tener presentes las siguientes advertencias. En primer lugar, la fenomenología hermenéutica también es  ontología: hablar de una transformación hermenéutica de la fenomenología implica hablar de una transformación ontológica. La fenomenología de Husserl, confinada a la investigación de los actos constitutivos de la conciencia transcendental, se reorienta en Heidegger hacia la cuestión del ser, por lo que se convierte en ontología fenomenológica. Para Heidegger, la «cosa» que la fenomenología debe permitir ver es el ser. La hermenéutica, al igual que la fenomenología, adquiere una dimensión ontológica que formalmente no tenía: ya no es una disciplina auxiliar de las ciencias humanas que fija las reglas de exégesis de los textos clásicos, sagrados y jurídicos. Ahora encarna una actitud filosófica en la que el ser humano se concibe como un animal interpretativo que actúa en todos los ámbitos de la vida cotidiana. De ahí que el ser humano ya tenga de antemano la posibilidad de interpretar el ser de alguna manera.

 

En segundo lugar, es preciso distinguir entre el llevar a cabo esa transformación y el ofrecer una explícita evaluación de lo transformado. La transformación hermenéutico-ontológica de la fenomenología husserliana es una cosa; confeccionar una crítica detallada es otra muy distinta. Parece ser que la primera tarea ya se realiza en los años de Friburgo, mientras que la confrontación madurada con la fenomenología de Husserl no toma cuerpo hasta los cursos de 1925, Prolegómenos para la historia del concepto de tiempo.

 

Y, en tercer lugar, la aproximación a la fenomenología está lejos de ser una asimilación neutra, ya que desde el principio irrumpen elementos discordantes por su afinidad con motivos de las filosofías de la vida. El verdadero interés de Heidegger es repensar la cuestión del ser desde el horizonte de la vida fáctica. Este proyecto de una ontología fenomenológica queda magníficamente retratado en un pasaje de su recensión de la Psicología de las concepciones del mundo, de Karl Jaspers (1919-1921):

 

 

En la primera irrupción de la fenomenología y su específica función de reapropiación originaria de los fenómenos de la experiencia y del conocimiento teóricos, se conquistó una visión no deformada del sentido de los objetos percibidos en esa misma experiencia teórica. Mas la posibilidad de una comprensión radical y de una apropiación genuina del sentido filosófico de la tendencia fenomenológica depende de que la experiencia entera se vea en su auténtico contexto fáctico de realización desde el «sí mismo» histórico. En último término, la filosofía se las tiene que ver con este «sí mismo». [...] Se trata, en definitiva, de tomar al «sí mismo» concreto como punto de partida de los problemas y de devolverlo al nivel de interpretación fenomenológica que en verdad le corresponde, a saber, al

 

de la experiencia fáctica de la vida como tal."?

 

Por tanto, la ciencia fenomenológica no propone un inventario enciclopédico de todas las manifestaciones de la vida. Esta ha de comprenderse desde su origen, como se fragua en el terreno de la

 

experiencia preteorética. ¿Qué sucede entonces con la fenomenología? ¿Cuáles son las condiciones que permiten a ésta ejercer suvocación de ciencia originaria de la vida en y para sí? La respuesta general a esta cuestión lleva en el plano metodológico a una transformación hermenéutica de la fenomenología y desemboca en el desarrollo de una ciencia originaria de la vida. 

Primer paso de desarrollo de la fenomenologia hermeneutica

 

La formulación inicial de la fenomenología hermenéutica que encontramos en las mencionadas lecciones del semestre de posguerra de 1919, La idea de la filosofía y el problema de la concepción del mundo, se enmarca en el intento de aprehender temáticamente la experiencia originaria de la vida preteorética y de responder de forma metodológica al esfuerzo por lograr un adecuado acceso a este ámbito de lo preteorético. Tema y método se relacionan íntimamente. La tematización fenomenológica de un nuevo campo de investigación, como el de la vida preteorética, requiere un nuevo método de análisis. El ámbito de lo preteorético no resulta accesible desde la reflexión y la teoría. La necesidad de hallar un método capaz de aprehender las tramas de significado en las que se da primariamente la vida desemboca en el desarrollo de una fenomenología hermenéutica de la vida fáctica y ateorética como la que encontramos en las primeras lecciones de Friburgo. Las diferentes formulaciones de esta hermenéutica, como la ciencia originaria de la vida (1919), la ontología fenomenológica del Dasein (1922), la hermenéutica de la facticidad (1923) y la analítica existenciaria de Ser y tiempo (1927), arrancan de esta experiencia originaria y determinan la metodología de la investigación heideggeriana. Por tanto, se puede decir que el descubrimiento de la dimensión preteorética de la vida en las primeras lecciones de 1919 es el punto arquimédico sobre el que descansa la transformación hermenéutica de la fenomenología y marca el inicio de un camino filosófico que se prolonga durante las lecciones de Friburgo y Marburgo hasta desembocar en Ser y tiempo. 

 

 

3.2.1 La ruptura de la actitud teorética y el descubrimiento de la dimensión preteorética

 

Las mencionadas lecciones del semestre de posguerra de 1919 esbozan todo un nuevo programa filosófico en el que el joven Heidegger se replantea el objeto de estudio y la metodología a emplear. El primero es la vida fáctica y el segundo, la hermenéutica. Tema y método están íntimamente interrelacionados. El método no se reduce a la mera aplicación de una técnica general, sino que debe tener en cuenta el modo de ser del ente temático. Como reconoce Heidegger ya en las lecciones del semestre de invierno de 1919-1920, Problemas fundamentales de la fenomenología, «[...] el método filosófico tiene sus raíces en la vida misma».!!° Así pues, desde el prisma temático, la filosofía se concibe como ciencia originaria de la vida y las vivencias. Y a este nuevo enfoque temático le corresponde un peculiar tratamiento metodológico, a saber, la fenomenología hermenéutica, que, al igual que la vida y la esfera de las vivencias, tiene un carácter en esencia ateorético y preteorético.

 

La pregunta que inquieta al joven Heidegger en realidad es la de cómo se accede primariamente a la esfera de la vida preteorética ignorada hasta la fecha por la historia de la filosofía. He aquí la tarea de estas primeras lecciones friburguesas: mostrar la posibilidad y la viabilidad de una fenomenología no reflexiva capaz de delimitar y articular sistemáticamente el ámbito de manifestación de la esfera primaria de la vida humana. Ésta permanece en el inicio oculta, distorsionada, desfigurada, desplazada por la incuestionable primacía de la actitud teorética y reflexiva que gobierna la filosofía moderna desde la atalaya del sujeto de  conocimiento. De ahí que sea necesario romper con el primado de lo teorético en aras de acceder al suelo originario del que brota la vida en su darse inmediato y captar la vida en su carácter preteorético y ateorético. ¿En qué ámbito se mueve, pues, una ciencia filosóficamente originaria? Heidegger se traslada en las lecciones del semestre de posguerra de 1919 al nivel de la relación primariamente práctica que establecemos con el mundo de la vida. La posibilidad de elaborar un nuevo concepto de filosofía emana de esta relación originaria entre vida y mundo. El origen de toda filosofía se remonta al subsuelo todavía no horadado por la reflexión y la determinación categorial del mundo. La filosofía como ciencia originaria de la vida resulta «catastrófica para todas las filosofías anteriores». Pero aquí «catastrófico» se entiende en el sentido griego de karaorpodn, de «giro», «vuelta», «cambio». La metafísica aristotélica, la filosofía transcendental de Kant, la ciencia absoluta de Hegel y la fenomenología transcendental de Husserl son el fruto de un largo y arduo proceso de abstracción teórica que culmina en un sistema filosófico lógicamente transparente. El nuevo concepto de filosofía elaborado por Heidegger pretende introducir un cambio de la mirada: ya no se parte del ámbito teorético de la reflexión, sino de la esfera preteorética de la vida.

 

La actitud teorética se manifiesta de forma más visible en el ámbito de la ciencia y la teoría del conocimiento. Y, como muestra la historia de la filosofía, ocupa siempre un rango de privilegio como fuente última de la verdad. Esta actitud, que de por sí ya entraña un juicio de valor que desdeña otros ámbitos del saber, como el arte, la literatura o la historia, encierra, además, otro peligro todavía mayor: elimina todo rasgo de nuestra experiencia inmediata, preteorética y arreflexiva del mundo, impide el acceso libre y directo al ámbito de donación originaria de la vida. De entrada, pues, «hay que romper con el predominio de lo teorético».!* Esto no significa lanzarse ciegamente a los brazos de la práxis del mundo de los valores y las rutinas de la actitud natural, ya que la misma distinción entre teoría y präxis, entre irracional y racional, se realiza en el marco de la misma actitud teorética que se pretende quebrar.

 

Nos hallamos —como comenta Heidegger en un tono henchido de pathos— en una «encrucijada metódica que decide sobre la vida y la muerte de la filosofía en general»:!? o bien seguimos el camino trazado por la tradición filosófica y su modo reflexivo de explicar el fenómeno de la vida, o bien abrimos una nueva vía de acceso a la vida que habrá de conducirnos por caminos todavía no surcados por la filosofía y nos permitirá saltar a un mundo diferente. Naturalmente, ese mundo es el de la vida y de las vivencias, de lo ateorético y de lo arreflexivo, en definitiva, el mundo simbólicamente articulado en el que ya siempre se encuentra anclada la vida. No es el mundo entendido a la manera de un receptáculo que contuviera la totalidad de las cosas percibidas. Aquí se trata de un mundo revestido del manto de la significatividad, en que ya no nos encontramos primeramente con objetos, sino en el que tratamos con útiles y nos relacionamos con otras personas. Un mundo al que accedemos de una manera directa a través de cierto grado de familiaridad con él, que nos resulta ya siempre comprensible de un modo u otro. Un mundo, por tanto, que se nos abre de manera hermenéutica y no reflexiva: «[...] en lugar de conocer cosas, hay que comprender mirando y mirar comprendiendo». No se niega el conocimiento en general, sólo la primacía otorgada infundadamente al conocimiento  de tipo teorético y objetivante. El conocimiento del mundo de la vida se basa en un mirar ateorético, en un comprender no reflexivo. El conocimiento preteorético que adquirimos a partir de nuestro contacto directo con el mundo de la vida se condensa en la comprensión y no tanto en la explicación. Esto no significa que el acceso reflexivo a la esfera de las vivencias sea falso o erróneo. Simplemente, un modo derivado, es un acto de segundo orden que sólo es posible a partir de la comprensión previa, atemática y prerreflexiva del mundo inmediato de la vida y las vivencias.

 

En definitiva, la fenomenología reflexiva accede a la realidad inmediata a través de la teoría, mientras que la fenomenología hermenéutica establece una clara distinción entre actitud teorética y actitud fenomenológica. Desde este punto de vista, las lecciones del semestre de posguerra de 1919 resultan tremendamente reveladoras en la medida en que anticipan el programa heideggeriano de una hermenéutica de la facticidad y fijan con claridad las principales diferencias entre el concepto de fenomenología de Husserl y Heidegger.

 

3.2.2 La estructura hermenéutica de la vivencia del mundo circundante

 

La segunda parte de las lecciones de 1919, La idea de la filosofia y el problema de la concepción del mundo, muestra cómo la realización filosófica de una ciencia originaria de la vida está íntimamente relacionada con una transformación hermenéutica de la fenomenología. Heidegger se interroga: ¿cómo experimentamos la vida, cómo aprehendemos la realidad antes de toda consideración científica, observación valorativa o concepción del mundo? De entrada, se invoca el principio de todos los principios según el cual «[...] todo lo que se manifiesta originariamente en la “intuición” se ha de tomar simplemente [...] como lo que se da»? para añadir a continuación que la aplicación que hace el propio Husserl de ese principio se limita a la descripción de los diferentes modos de darse las cosas a una conciencia orientada sólo de forma teorética. Heidegger replica que en las vivencias que tenemos en nuestro mundo circundante raras veces nos comportamos siguiendo un patrón teorético. La actitud originaria de la vivencia no es de este tipo. Para ilustrar este cambio de perspectiva se parte del análisis fenomenológico de una vivencia inmediata de nuestro entorno más familiar y cotidiano: la vivencia de «ver una cátedra». Veamos a continuación la densa descripción fenomenológica de esta vivencia:

 

Ustedes entran como siempre en el aula a la hora acostumbrada y van a su puesto de costumbre. Retengan con firmeza esta vivencia del «ver su puesto»; o bien, si ustedes quieren, pueden compartir mi propia experiencia: entro en la clase y veo la cátedra. Nos abstenemos de cualquier formulación lingüistica de esta experiencia. ¿Qué «veo»? ¿Superficies marrones que se cortan en ángulo recto? No, veo algo diferente. ¿Acaso una caja, en concreto, una caja mayor montada sobre una más pequeña? ¡De ninguna manera! Yo veo la cátedra desde la que he de hablar. Ustedes ven la cátedra desde la cual se les habla, y en la que yo he hablado ya. En la vivencia pura, como suele decirse, no se da ningún nexo de fundamentación. O sea, no es que primero yo viera superficies marrones que se cortan, y que luego se me presentaran como cajas, después como pupitres y finalmente como pupitre académico, de manera que yo pegara en la caja la etiqueta de la cátedra. Todo esto es una interpretación mala y tergiversada, un cambio en la dirección de la mirada pura de la vivencia. Yo veo la cátedra de golpe; no la veo aislada, sino que  veo el pupitre como si fuera demasiado alto para mí. Veo un libro  puesto allí, como moleständome inmediatamente (un libro, y no un número de páginas historiadas y salpicadas de manchas negras), veo la cátedra en una orientación, en una iluminación, en un trasfondo. [...] Este objeto que aquí percibimos tiene de alguna manera el significado concreto de «cátedra». [...] En la vivencia de ver la cátedra se me da algo desde un entorno inmediato. Este mundo que nos rodea no consta de cosas con un determinado contenido de significación, de objetos a los que además se añada el que hayan de significar esto o aquello, sino que, por el contrario, lo significativo es lo primario, es lo que se me da inmediatamente, sin ningún rodeo intelectual a través de una captación desnuda de la cosa. Viviendo en un mundo circundante, hay significación para mí siempre y por doquier, todo

 

es mundano, «mundea».!?

 

Aquí, la desconcertante expresión «mundea», que tanto cautivara a Gadamer, remite al hecho de que experimentamos la significatividad de la cátedra, su función, su ubicación en el aula, el recuerdo del camino que he de recorrer por los pasillos universitarios hasta sentarme ante la cátedra y delante de los alumnos, etcétera. ? El «mundear» de la cátedra congrega todo un mundo espacial y temporal. Así, por ejemplo, si en otro momento evocamos la vivencia de la cátedra, advertimos que recordamos toda una situación de la vida, como hacía el protagonista de la novela de Marcel Proust al mojar una magdalena en la taza de té. 

 

Sacamos a relucir la cátedra y con ella se extiende ante nosotros todo un universo de recuerdos, haciéndose patente el mundo vivencial de nuestro pasado desde nuestra situación presente.

 

El ejemplo de la vivencia del mundo circundante (Umwelterlebnis) de la cátedra ilustra el modo originario de darse las cosas. Éstas no se manifiestan primariamente en la región interior de la conciencia según el tradicional esquema sujeto-objeto; antes bien, nos resultan accesibles y comprensibles desde la pertenencia previa del sujeto a un mundo articulado de manera simbólica, es decir, desde el horizonte de precomprensión del mundo inherente al ser humano.” La vivencia inmediata del mundo circundante no  arranca de la esfera de objetos colocados ante mí y que percibo, sino del plexo de útiles de los que me cuido y comprendo. No es que primero veamos colores, superficies y formas de un objeto para asignarle más tarde un significado; en realidad, de alguna manera ya comprendemos las cosas gracias a nuestra familiaridad con el mundo en el que habitualmente vivimos. La cátedra se da inicialmente en un contexto significativo, en una situación hermenéutica determinada como la clase magistral impartida en el aula universitaria de siempre y sólo después se percibe con sus cualidades objetivas como el color, la forma, la ubicación, el peso, etcétera. Efectivamente, si reflexionamos sobre el acto de «ver una cátedra», pasamos de repente a otro orden, que ya no es el del percibir. En el orden de la percepción todavía pensamos según el modelo de sujeto y objeto: existe un yo que percibe un objeto con diferentes propiedades. Heidegger argumenta que al entender la percepción como la experiencia privada de un sujeto aislado se corre el riesgo de un individualismo metodológico que distorsiona por completo la experiencia humana del mundo. Heidegger ofrece una explicación hermenéutica de nuestra experiencia que hace posible comprender a los seres humanos como habitando un mundo simbólicamente estructurado, en el que cada cosa ya se entiende como algo. El sentido de la vivencia de la cátedra se comprende de golpe, antes de descomponerla reflexivamente como un cuerpo denso, de superficie un tanto rugosa, de color gris y colocada encima de la tarima. No, toda esta serie de determinaciones puramente objetivas sólo «[...] es una interpretación mala y errónea, una desviación de la mirada pura de la vivencia»."?

 

Asimismo, el de la cátedra no es un significado aislado, no remite a un acto de comprensión cerrado y completo, sino que se  enmarca en un plexo de significados. Pero podría objetarse que el sentido concreto de «cátedra» sólo resulta comprensible a aquellos que están familiarizados con un aula universitaria. Asi, por ejemplo, quizá un campesino de la Selva Negra no logre captar el significado completo de la «cátedra». A lo sumo, verá el lugar que ocupa el profesor. Pero en ningún caso percibirá un simple cuerpo material; antes bien, en cada caso comprenderá ese algo como algo concreto dentro de su respectivo horizonte de comprensión. Aun cuando viera la cátedra sólo como una caja o una talanquera, el campesino no vería simples cuerpos desnudos, sino un objeto con el significado de caja o talanquera. Es más —sefiala Heidegger— imaginemos que por la puerta del aula entrara un senegalés que nunca en su vida ha visitado un aula universitaria. Incluso en este caso extremo, el senegalés asignaría a ese algo que nosotros llamamos «cátedra» un significado que, evidentemente, se integraría en su contexto cultural de comprensión. Por ejemplo, podría ver la cátedra «como algo relacionado con la magia o como algo que sirve de escudo para protegerse de las flechas del enemigo».'?° Y al igual que el campesino de la Selva Negra, el senegalés no se limitaría a aglutinar una colección de datos sensibles alrededor de un cuerpo determinado. No, de entrada ya lo comprendería de esta o aquella manera. Es más que probable que el ver del senegalés no esté familiarizado con el mismo horizonte de comprensión de un estudiante alemán, pero en ningún caso su ver se reduce a un simple acto de percepción. Sus vivencias, como las de un estudiante alemán, también tienen una estructura hermenéutica.

 

El ejemplo de la cátedra pone de manifiesto que la vida humana vive esencialmente en horizontes de significatividad con independencia de su nacionalidad, localización geográfica, contexto cultural y sistema de creencias. Y en cuanto pertenece a la  esencia de la vida humana comprenderse en y a partir de estos horizontes, ésta no se relaciona tanto con cosas simplemente percibidas como con otras comprendidas de manera primordial. Por tanto, el mundo circundante no mienta la totalidad de las cosas percibidas, ni siquiera la de las cosas en general. El mundo condensa la totalidad de significaciones desde la que se comprenden las cosas y las personas que comparecen en el trato con el mundo circundante de la vida. La percepción y el conocimiento no sólo significan percepción de algo y conocimiento de algo, sino percepción y conocimiento en un mundo, en un horizonte. Este horizonte significativo es anterior a todo acto de percepción y conocimiento, puesto que ya todo acto lo presupone y lo pone en juego tácita o expresamente.”

 

Queda claro, pues, que la investigación filosófica de la vida y de las vivencias sólo es posible desde el contexto significativo de la vida misma. En otro ejemplo altamente ilustrativo, extraído  de las lecciones del semestre de invierno de 1919-1920, Problemas fundamentales de la fenomenología, Heidegger vuelve sobre la idea de que la vida ya siempre está integrada en un mundo de significados:

 

Al beber el té, cojo mi taza con la mano; durante la conversación, sostengo la taza delante de mí. No es que yo perciba el dato sensible de cierto color y esta cosa como una taza determinada en plano espacial y temporal. «La taza de la que yo bebo», se plenifica realmente en la significatividad. De hecho, siempre vivo cautivo de significados, y cada significado se agrupa alrededor de otros nuevos. [...] Vivo en la facticidad como en un contexto muy particular de

 

significados que se entrecruzan sin cesar.!?®

 

El análisis de las estructuras de la vida no sigue el procedimiento deductivo del método científico, pues éste extingue de forma progresiva el contexto mundano de la experiencia para atrapar el contenido, el «qué» (Was) de un objeto. Sin embargo, la vida fáctica no se ajusta a los parámetros de las teorías epistemológicas. Parafraseando un nuevo ejemplo de Heidegger puedo decir que, cuando veo a un conocido y éste me saluda con la mano, estoy interpretando este gesto primera e inmediatamente como saludo y no como el movimiento de un cuerpo material en un espacio objetivo, que con posterioridad concibo como indicación de un saludo. Es más, si tengo alguna duda, no preguntaré a mi acompañante: «¿Has visto el mismo movimiento de brazos que  yo?», sino que le diré: «¿Nos ha saludado o no aquel sefior?».?? De nuevo, he aquí toda una descripción fenomenológica enraizada en la estructura hermenéutica de la vida misma y encaminada a mostrar el modo, el «cómo» (Wie) de su manifestación fenoménica.!*%

 

Nuevamente, nos encontramos ante el problema de la donación de ese campo originario. Un problema que la fenomenología no puede eludir si realmente quiere aclarar cómo se comporta la vida consigo misma, con el mundo y con los otros. El origen de la vida no obedece ni a un axioma ni a una entidad mística o mítica inefable porque la «donación más originaria no está jamás dada directamente; al contrario, ha de conquistarse laborio-

 

samente».!*

 

La vida no es algo compacto, definido y acabado desde el principio; por el contrario, se va realizando en el transcurso de su propio devenir existencial. Tampoco obedece a ninguna autoridad ajena a la vida misma ni se instala en la jerarquía ontológica de un orden transcendente ni responde a religión o cosmovisión alguna. La particularidad fenomenológica fundamental de la vida reside en su autosuficiencia (Selbstgenüg-

 

samkeit):

 

La vida se dirige y responde a sí misma en su propio lenguaje, de

 

suerte que estructuralmente no puede salir de sí misma.'??

 

Podemos establecer, pues, la siguiente ecuación: facticidad = en sí de la vida = autosuficiencia.

 

Dado que esta ecuación preside todos los análisis de la vida, conviene protegerla de ciertos malentendidos. Uno de los errores  más frecuentes consiste en identificar la autosuficiencia con una suerte de autosatisfacción o autocomplacencia. Pero «[...] la vida también se basta a sí misma en las imperfecciones y las insuficiencias».!* Las experiencias de frustración y de insatisfacción son modalidades que, como las del placer y las de la alegría, se integran en la matriz de la autosuficiencia. Según otro de los malentendidos más recurrentes, e inverso al anterior, se acostumbra a asimilar la vida con una especie de facticidad bruta, ciega y sin sentido al estilo del absurdo sartriano. La interpretación heideggeriana de la vida se sitúa en las antípodas de toda idea de absurdidad. En un pasaje que lo distancia de las imposturas irracionalistas, declara con contundencia:

 

La vida no es un embrollo caótico de oscuras fluctuaciones, un pesado principio de fuerza, una monstruosidad ilimitada que todo lo

 

devora; sólo es lo que es por estar dotada de un sentido concreto.**

 

Si la vida nos aparece en ocasiones incomprensible, no es por una falta de sentido, sino por un exceso de significaciones. Esta autosuficiencia, a su vez, admite diferentes formas de manifestación y significación. Recordemos que Heidegger habla constantemente del carácter mundano de la vida y establece la tesis de que «toda vida vive en un mundo».'** Esto significa que la vida establece un vínculo de familiaridad inalienable con el mundo, se siente afectada e interpelada por éste.

 

En definitiva, con el reconocimiento de la referencia al mundo (Weltbezogenheit), de la significatividad (Bedeutsamkeit) y de la autosuficiencia (Selbstgenügsamkeit) como elementos constitutivos de la vida fáctica se consuma en el joven Heidegger un  cambio radical de perspectiva: se pasa del paradigma de la percepción de la filosofía de la conciencia al de la comprensión de la hermenéutica. Decididamente, nos hallamos ante dos formas de «ver» la cátedra: una desde la actitud teorética de la fenomenología husserliana y otra desde la actitud ateorética de la hermenéutica heideggeriana. Y a estas dos formas de «ver» les corresponden dos formas de acceso fenomenológico: la del método de la reflexión descriptiva de Husserl y la del método de la comprensión hermenéutica de Heidegger.

 

3.2.3 La vivencia del mundo circundante en la actitud teorética de Husserl y la actitud preteorética de Heidegger

 

La fenomenología es ante todo una actitud que privilegia la atención a las «cosas mismas». Esto significa que éstas no se nos dan sin más en la actitud natural. Precisamente, la reducción fenomenológica se encarga de suspender la validez de ese comportamiento natural que obstruye la captación libre de los fenómenos. Por tanto, al momento de la intuición de las cosas se suma el momento del distanciamiento crítico con la pretensión de lograr una comprensión del sentido vivido en la inmediatez. Hasta aquí, las posturas de Husserl y Heidegger coinciden. ¿Dónde radica entonces la diferencia entre ambos? Fundamentalmente, en el lugar desde el que se realiza la descripción. La investigación fenomenológica de Husserl opera siempre en un marco reflexivo, a saber, convierte la vivencia en objeto de una mirada teorética, mientras que Heidegger rechaza la idea de que la reflexión pueda satisfacer la exigencia fenomenológica de mantenerse fiel a la donación originaria de las cosas.

La vivencia del mundo circundante

 

en la actitud teorética de Husserl

 

Husserl ofrece una primera descripción fenomenológica de la vivencia del mundo circundante desde el punto de vista de la actitud natural en /deas I, en concreto, en el parágrafo titulado «El mundo en la actitud natural: yo y mi mundo circundante».?6 La meditación fenomenológica arranca con una primera descripción del mundo inmediato en el que de ordinario la vida humana se relaciona con las demás personas y manipula objetos de diversa índole. Husserl comenta:

 

Este mundo está persistentemente para mí «ahí delante», yo mismo soy miembro de él. Pero no está para mí ahí como un mero mundo de cosas, sino, en la misma forma inmediata, como un mundo de valores y de bienes, un mundo práctico. Sin necesidad de más, encuentro las cosas ante mí pertrechadas, así como con cualidades de cosa, también con caracteres de valor, encontrándolas bellas y feas, gratas e ingratas, agraciadas y desgraciadas, agradables y desagradables, etcétera. En forma inmediata hay ahí cosas que son objetos de uso, la «mesa» con sus «libros», el «vaso», el «florero», el «piano», etcétera. También esos caracteres de valor y estos caracteres prácticos son inherentes constitutivamente a los objetos que «están» «ahí delante» en cuanto tales, vuélvame o no a ellos y a los objetos en general. Lo mismo vale, naturalmente, así como

 

para las meras cosas, también para los hombres y animales de mi  entorno. Son ellos mis amigos o enemigos, mis servidores o jefes,

 

extraños o parientes, etcétera.!?”

 

Dos rasgos definen el mundo natural: su existencia y su carácter de ámbito de referencia de mis actos espontáneos de conciencia. En lo que se refiere al primero, en la actitud natural el mundo está ahí dado para mí como un conjunto de objetos espacio-temporales, de los que yo mismo y los otros sujetos forman parte. En ese horizonte ilimitado de la realidad mundana es donde percibo todos y cada uno de los objetos particulares. Todo objeto está en el mundo. Esta expresión encierra en sí la posibilidad de descubrimientos ulteriores: yo puedo recordar acontecimientos pasados, dilatar mi percepción actual o planear acciones para el futuro. Acciones todas limitadas en sí, pero que presuponen un horizonte de posibilidades. El mundo natural está ahí como ámbito de referencia. En definitiva, se trata de una caracterización del mundo natural en la misma línea de los análisis heideggerianos de la vivencia del mundo circundante. Pero la posición natural ingenua de la vida diaria no nos permite una aproximación sistemática a las evidencias originarias, pues nos podemos dejar engañar por las impresiones fugaces sobre lo que es la experiencia inmediata y errar sobre aquello de lo que la experiencia inmediata tiene evidencia originaria. Volver a las cosas mismas significa ganar las cosas mediante la eliminación de todas las capas de sentido con que la actitud natural las ha cubierto. En este nivel, la fenomenología se enfrenta básicamente a dos retos: limitar la primacía de la ciencia natural y demostrar el fracaso de la psicología naturalista. Aquí entra en escena el método husserliano de las reducciones.”

 

 

En cualquier caso, lo importante a tener en cuenta en la descripción husserliana de la vivencia del mundo circundante es que yo soy consciente de mi mundo más cercano, que lo experimento intuitivamente de manera inmediata a través de la experiencia sensible:

 

[...] a través de las diferentes formas de percepción sensible (como el ver, tocar, oír, etcétera) se me dan simplemente los cuerpos en

 

alguna distribución espacial.!??

 

Las diferentes formas de percepción sensible constituyen el primer modo de acceso al mundo circundante. Este ültimo, que se da en la conciencia, es primariamente un mundo perceptivo, igual que las cosas que en él se presentan son cosas percibidas. También es cierto que éstas no se dan sólo en un mundo de coSas, esto es, que se integran simultáneamente en un determinado universo práctico de valores y utensilios.'* La silla, al margen de su condición de cosa, puede ser bonita o fea, cómoda o incómoda, cara o barata, útil o inútil. Pero en última instancia, los caracteres valorativos e instrumentales de todo objeto se fundan en las características sensiblemente percibidas de las cosas. Las cosas del mundo circundante son primero conscientes como cuerpos extendidos en el espacio, coloreados de tal o cual manera, elásticos o duros, etcétera. El significado de las cosas (silla, cátedra, tiza, pizarra, etcétera), sus caracteres estéticos e instrumentales se fundan en la percepción sensible.

 

Ahora bien, la aplicación de este modelo de explicación de las vivencias basado principalmente en la percepción provoca -como comenta más tarde Heidegger en su amplia crítica a Husserl de las lecciones del semestre de verano de 1925— una «ilusión fenomenológica» por la que el acto fenomenológico fundamental de la intuición originaria que muestra la cosa misma queda sometido a un proceso de objetivación que antepone la aprehensión reflexiva de las cosas al trato cotidiano que establecemos con el mundo.!* A pesar de su atención a lo inmediato y de su estado de alerta ante los prejuicios, la ilusión fenomenológica introduce inadvertidamente en la vida natural la relación objetivante propia del sujeto de conocimiento. La adopción espontánea de la posición teorética es la verdadera responsable de la deformación de la vida inmediata. La denuncia de la ilusión fenomenológica y el rechazo de la reflexión tienen consecuencias decisivas para el acceso metódico a la vida fáctica.

 

La mirada reflexiva reproduce un comportamiento teorético.'* La reflexión reconoce todo lo que está implícito en la vivencia, pero no puede revivir la vivencia primitiva. La convierte en objeto. Es más, la pone «en» la conciencia al mismo nivel de la experiencia teórica. La corriente de la conciencia, ora psíquica, como momento del fluir real de la conciencia natural según las Investigaciones lógicas, ora pura, como mero correlato del acto reflexivo según las /deas, se erige en la zona en la que queda ubicada la vivencia directa. El problema de la reflexión teorética radica en que coloca la vida inmediata ante la región autónoma de la conciencia. Pero ese modelo óptico de interpretación de la vida prerreflexiva en términos del «estar ahí delante» (vorhanden sein) constituye la forma esencial de la objetividad.

 

La vivencia del mundo circundante

 

en la actitud preteorética de Heidegger

 

Heidegger se pregunta: ¿en qué terreno se manifiesta la vida con este grado de inmediatez? Su respuesta es: en el ámbito de las vivencias del mundo circundante en el que de entrada nos encontramos  fácticamente. Más que reflexionar sobre la vivencia, hemos de revivirla, es decir, repetirla en su espontaneidad originaria. En su intento por solventar este problema, Heidegger elabora los conceptos de «repetición» e «intuición hermenéutica». La repetición ha de tomar íntegramente todo lo que aparece en el vivir inmediato y muy en particular el modo no-teorético, prerreflexivo de ese aparecer. Una postura, sin embargo, opuesta a la epoché. El mecanismo de la epoché resulta trivial porque pone entre paréntesis algo que originariamente no se da. ¿Qué significa esto? La misma suspensión de algo ya es fruto de una operación reflexiva que toma las vivencias como cosas dadas en la percepción de la conciencia.'* Ahora bien, esa repetición sólo tiene sentido si la vida ya se autocomprende de alguna manera en ese nivel primario. En sintonía con Dilthey, Heidegger sostiene que la vida fáctica se interpreta a sí misma, a saber, posee una forma prerreflexiva de comprenderse y revelarse a sí misma. La actitud fenomenológica, que deja aparecer el sentido de lo inmediatamente vivido, se condensa en la intuición hermenéutica. Ésta simpatiza, sintoniza con la vida, recoge el elemento fenomenológico de la donación de la «cosa misma», garantiza la articulación inteligible de lo intuido, aprehende la significatividad primaria de la vida. Los fenómenos de la vida no son visibles como los objetos, inteligibles como las formas, sino que, haciendo uso de una expresión fotográfica, se ven a contraluz; o dicho de otro modo, no se encuadran en el formato de una predeterminada visión del mundo, en el sector de una realidad categorialmente compartimentada. Unas veces, han de reconquistarse del anonimato de la cotidianeidad, otras, han de rescatarse del olvido y de la ignorancia, pero en cualquier caso sólo pueden ser revelados a través de un proceso más hermenéutico que intuitivo.

 

La actitud teorética que guía el procedimiento fenomenológico de Husserl sacrifica el carácter inmediato de las vivencias. Husserl mismo era consciente de que la objetivación reflexiva de las vivencias altera de algún modo el sentido originario de las cosas.'** Pero a pesar de que la reflexión modifica la conciencia directa del objeto, no encuentra otra manera de hacer explícita su propia vida consciente. En cambio, en la actitud hermenéutica que adopta Heidegger, las vivencias como las de la cátedra se comprenden de manera espontánea sin la necesidad de la reflexión y de la mediación de la percepción sensible de un cuerpo material. Para una fenomenología hermenéutica, «lo significativo es lo primario». La experiencia sensible está profundamente enraizada en el contexto significativo de la vivencia. Esto, por supuesto, no implica ignorar la percepción sensible. Ésta se halla incluida en la propia comprensión del significado, forma parte del mismo proceso de comprensión. Simplemente, pierde su carácter primario y fundante en favor de la comprensión inmediata y ateorética de la vida humana. Las cosas, personas y situaciones del mundo cotidiano no aparecen de forma primaria como objetos percibidos, sino como objetos revestidos de un significado concreto.

 

Heidegger pretende que ese ámbito originario de las vivencias se haga transparente para nosotros. En la llamada actitud teorética, en la actitud objetivante de la ciencia, se diluye la significatividad primaria del mundo circundante. Todo se reduce al esquema de un sujeto desprovisto de su sustrato vivencial y contrapuesto artificialmente a un objeto. Pero, a juicio de Heidegger,  lo que la filosofía moderna y, partiendo de ella, la ciencia moderna establecen como el lugar originario, libre de todo presupuesto y como ámbito de la certeza última, no responde en verdad al principio de la neutralidad valorativa. La situación originaria no comienza así. Heidegger protesta contra la «injustificada absolutización de la teoría, [pues] el aferramiento a lo teorético es un gran obstáculo para percibir el ámbito de la vivencia del mundo circundante».!*

 

La actitud teorética, por útil que sea y por más que nos ayude a mejorar nuestra capacidad de entender y explicar el mundo, es expoliadora de la vida:

 

Los problemas últimos, empero, permanecen ocultos si se absolutiza la actitud teorética y si su origen no se comprende desde la «vida». El proceso de una creciente objetivación lleva a un proceso de privación de vida. Y uno de los problemas más difíciles de resolver es el del tránsito de la vivencia del mundo circundante a la primera

 

objetivación.*

 

La relación entre vivencia inmediata y su objetivación se plasma en este proceso de privación de la vida (Ent-lebung): la vivencia se interpreta en clave de autopercepción de un sujeto encarado a objetos. Con ello abandonamos el ámbito inmediato del ser y nos situamos en el nivel de otros objetos que pueden ser determinados analíticamente según sus propiedades, funciones, etcétera. Desde la óptica teorética, la vivencia de la cátedra se describiría de la siguiente manera:

 

[...] es marrón; marrón es un color; el color es un verdadero dato sensible; el dato sensible es resultado de procesos psíquicos o fisiológicos; los procesos psiquicos son las causas primeras y responden a un determinado número de ondas de éter; los núcleos de éter se disgregan en elementos más simples; entre esos elementos se establecen

 

sencillas correspondencias; los elementos son algo en general.

 

La donación de la vivencia de la cátedra ilustra a la perfección el modo teorético de acceder a la vida y sus vivencias planteado por la fenomenología reflexiva de Husserl y el modo preteorético de la fenomenología hermenéutica de Heidegger. Husserl parte de una conciencia que percibe las cosas para a continuación determinar el contenido objetivo de las vivencias a través de un mecanismo de representación reflexiva que, en última instancia, trae consigo una ruptura con el mundo de la vida; Heidegger, en cambio, arranca de una vida fáctica que comprende los entes que comparecen en su trato cotidiano con el mundo por medio de una repetición comprensiva que debe permitir una verdadera apropiación de las vivencias que nos salen al encuentro en el mundo circundante. Hablando en propiedad, las vivencias del mundo circundante comparecen más que estar dadas. La donación (Gegebenheit) no caracteriza adecuadamente el modo en que se vive lo circundante:

 

¿Cómo vivo yo lo circundante? ¿Me es «dado»? No, pues lo circundante dado está ya afectado de teoría, está ya arrancado de mí, el yo histórico, con lo que el «mundear» ya no es algo primario. «Dado» es una silenciosa, aún insignificante, pero auténtica reflexión teorética.

 

 

nen el carácter de la comparecencia (Begegnung). La donación es una forma teorética diferente del modo de comparecencia que caracteriza al mostrarse ateorético de la significatividad de lo circundante en nuestro trato con el mundo. Nuevamente, nos encontramos con otro elemento en que la fenomenología reflexiva y la fenomenología hermenéutica se distinguen radicalmente.

 

3.2.4 La vivencia como proceso versus la vivencia como apropiación

 

Una vez realizado el análisis hermenéutico-fenomenológico de la vivencia del mundo circundante, puede pasarse a precisar la estructura de las vivencias. Éstas no obedecen a la lógica de un mecanismo de objetivación; tampoco se trata de una re-presentación de las mismas referida en última instancia al polo subjetivo. En la filosofía de la conciencia de Husserl, las vivencias se manifiestan bajo la forma de lo que Heidegger denomina técnicamente un «pro-ceso» (Vor-gang), en particular un proceso de objetivación teórica. El guión enfatiza este carácter objetivo, este efecto de distanciamiento de las cosas con respecto al yo que las percibe. Pero para Heidegger no se trata de una re-presentación de la vivencia anclada en el polo subjetivo de un yo puro. Ese yo teorético se disuelve en la vivencia inmediata y se transforma en un yo fáctico que sintoniza con el ritmo mismo de la vivencia, que se deja llevar por la corriente significativa de la vida misma. Si extraemos artificialmente las vivencias de esa corriente significativa, negamos su carácter originario y se produce un fenómeno que Heidegger denomina «privación de vida» (Ent-lebung)." 

 

 

El proceso teorético que presenta las cualidades del objeto es un acto derivado que se funda originariamente en la previa apropiación comprensiva de las vivencias o, dicho de otra manera, la vivencia teorética es una modificación de la vivencia preteorética. El ejemplo de la cátedra remite justo a ese nivel de apropiación de la vida que, antes de que el yo reflexione sobre las cosas, ya se encuentra con y en ellas en una especie de simpatía vital (Lebenssympathie) que nos hace transparente el mundo que nos rodea.'* La vivencia ya no se comprende como un proceso objetivo, sino como «algo totalmente nuevo y diferente». Desde la perspectiva de la fenomenología hermenéutica, las vivencias se dan en términos de un «acontecimiento» o una «a-propiación» (Er-eignis). La vida es en su esencia acontecimiento. Para Heidegger, se trata de una vida ateorética que acontece y no de una vida que discurre de un modo teorético. La apropiación es el modo de acceder de forma arreflexiva y preteorética a la esfera de las vivencias. La vivencia remite originariamente al a-propiarse (er-eignen) algo que emerge de la  vida misma, a algo que le es propio (eigen), que por esencia le pertenece en propiedad (Zigentum). El prefijo alemán er- denota el nivel originario, primario, inicial del que surge toda vivencia.

 

Proceso y apropiación nos colocan ante dos tipos de actitud fenomenológica: la primera convierte la vivencia en objeto de un acto reflexivo de la conciencia pura; la segunda se sumerge en la corriente significativa de la vivencia, cumpliendo así la exigencia metodológica de ejecutar, consumar la vivencia en toda su vitalidad. Heidegger ilustra las diferencias entre proceso y apropiación, entre yo teorético y yo fáctico, de la mano de la descripción del fenómeno de la salida del sol descrita por Sófocles en Antígona. Evidentemente, no se trata de un simple proceso natural que se limite a describir el arco de la circunferencia que el sol describe sobre el horizonte, sino de apropiarse de la emoción que nos embarga al ver la luz áurea del sol y el juego de luces de sus rayos.” El fenómeno de la salida del sol no se agota en la simple observación (Hinsicht). En la observación teorético-contemplativa, la vivencia se «pone como cosa» y aparece como «conciencia de donación». La vivencia se pone como cosa cuando ésta se toma en el sentido de una experiencia sensible, cuando nos referimos intencionalmente a ella en clave perceptiva. El mundo aparece en este caso como un mundo poblado por cuerpos percibidos y «dados» a la conciencia. Heidegger prefiere hablar de una «inmersión» (Hingabe), de una absorción atemätica y prerreflexiva en la realidad inmediata del mundo significativo de la vivencia. Hingabe es un modo esencialmente práctico de acceder a los fenómenos que nos salen al encuentro en nuestro trato con la vida humana, que se diferencia de manera sustancial de la mirada cosificadora propia de la Hinsicht.” 

 

 

Una cosa es estar inmerso en las diferentes actividades del mundo (Hingabe) y otra contemplarlas desde la mirada distante y distanciadora de la reflexión (Hinsicht). Como se afirma en las lecciones del semestre de 1919:

 

La mirada reflexiva convierte una vivencia que inicialmente no era observada, que se vivía simplemente de una manera arreflexiva, en una vivencia «observada». La observamos. En la reflexión la tenemos delante de nosotros, estamos dirigidos hacia ella y la convertimos en un objeto sin más, es decir, en la reflexión adoptamos una actitud teorética. Todo comportamiento teorético implica una privación de vida. Esto se pone claramente de manifiesto en el caso de las vivencias, que en la reflexión ya no son vividas, sino observadas. Colocamos las vivencias delante de nosotros, arrancándolas del

 

vivir inmediato.'®

 

La diferencia entre realización y contemplación, entre práxis y theoría, entre hermenéutica y reflexión, que atraviesa toda la obra temprana de Heidegger, quizá se entienda mejor desde la óptica de la dicotomía Hingabe e Hinsicht. La vida se realiza primariamente  a través del contacto directo con los entes del mundo circundante, mientras que el conocimiento teórico se adquiere con posterioridad a través de la observación con la intención de comprender el ser de los objetos, de aprehender el eidos de las cosas.

 

Así pues, topamos con dos modos de acceder a la esfera de las vivencias. Como apunta Heidegger, lo que está en juego es «[...] el problema de la aprehensión metódica de las vivencias en general, es decir: ¿cómo es posible una ciencia de las vivencias como tales?».?? La pregunta se centra en cómo (wie) han de articularse las vivencias, en cómo debe proceder metodológicamente la filosofía. Y aquí topamos nuevamente con dos soluciones diferentes: Husserl, a juicio de Heidegger, opta por la reflexión y la teoría en el marco de su ideal de filosofía como ciencia estricta; Heidegger, en cambio, apuesta por la comprensión y la hermenéutica como métodos de su nuevo concepto de filosofía como ciencia originaria de la vida.

 

3.2.5 E] método de la reflexión descriptiva de Husserl versus el método de la comprensión hermenéutica de Heidegger

 

Una vez analizada la estructura de la vivencia, hay que dirigir la atención a la cuestión metodológicamente decisiva de cómo se aprehenden las vivencias en general, de cómo se accede a la apertura fenomenológica de las vivencias, es decir, hay que plantear la pregunta de «cómo es posible una ciencia de las vivencias como tales».' El acceso a la dimensión preteorética de las vivencias precisa un nuevo método y, por consiguiente, un nuevo concepto de fenomenología. Como ha mostrado Herrmann con un gran lujo de detalles, aquí vuelven a hacerse patentes las profundas  diferencias entre el método de la reflexión descriptiva de Husserl y el de la comprensión hermenéutica de Heidegger.'*

 

Husserl y el método de la reflexión descriptiva

 

La reflexión descriptiva es el método empleado tanto en las Investigaciones lógicas como en las Ideas. En las Investigaciones lógicas, la reflexión descriptiva es el método utilizado para acceder a las vivencias psiquicas.'° En la actitud natural nos movemos en una multiplicidad de actos en la que asumimos con ingenuidad los objetos mentados por estos actos como existentes. En cambio, en la actitud fenomenológica se debe abandonar esa actitud natural y volver de manera reflexiva sobre los actos y las vivencias.'? Cotidianamente, vivimos en nuestros actos, pero no reflexionamos sobre ellos. Para que se conviertan en objetos intencionales hay que romper con la absorción inmediata en la vida prerreflexiva o prefenomenológica. El tránsito de la actitud prefenomenológica a la fenomenológica se produce por medio de la reflexión. Esta última se coloca fuera de la corriente de las vivencias y convierte éstas en objetos intencionales de la conciencia. De esta manera, la vivencia prerreflexiva puede convertirse en reflexionada. Mediante la reflexión, se produce una modificación de la vivencia: pasamos del acto al objeto intencional. Husserl lo reconoce con claridad en la «Quinta Investigación»:

 

La descripción se lleva a cabo sobre la base de una reflexión objetivadora; en ella se enlaza la reflexión sobre el yo con la reflexión sobre la vivencia actual. [...] Esto implica, como es notorio, un cambio

 

descriptivo esencial. Ante todo, el acto primitivo ya no existe meramente; ya no vivimos en él, sino que atendemos a él y juzgamos

 

sobre él. '

 

Al reflexionar vemos la vivencia como un objeto intencional. Sólo así es vista y dada a la conciencia, si bien este mismo darse acontece en el marco de la actitud teórica.

 

Pero con la reflexión también se da la posibilidad del conocimiento, pues «[...] sólo por medio de actos de experiencia reflexiva sabemos algo de las corrientes de las vivencias y de la necesaria referencia de ellas al yo puro».'9 Únicamente lo que se somete a la modificación reflexiva puede ser cognoscible. Es evidente que tenemos conciencia de las vivencias concretas, pero sólo la reflexión permite un saber explícito de ellas. Por ejemplo, cuando monto en bicicleta, estoy dirigido a la carretera, al tráfico que me rodea, al manillar y a los frenos, pero no veo el acto «montar en bicicleta» como tal. Sólo al bajar de la bicicleta y al dirigir la mirada a la vivencia experimentada mediante otra vivencia, la vivencia reflexiva, aparece el «montar en bicicleta» como acto. Esta aparición del acto como objeto va acompañada de un cambio de actitud: se pasa de la actitud natural a la actitud teórica.

 

En Ideas, encontramos un desarrollo mucho más extenso de la reflexión fenomenolögica.'° Aquí, Husserl adopta el lenguaje cartesiano y afirma que mientras vivimos en el cogito, es decir, en la vivencia, no tenemos conscientemente la cogitatio misma como objeto intencional. Pero una vivencia puede convertirse en cualquier momento en un objeto intencional por medio de un giro reflexivo. Este mismo giro es un acto, una vivencia que convierte  el cogito vivido con anterioridad de manera atemätica en un objeto intencional. El método fenomenolögico, como se repite en varias ocasiones en las /deas, se mueve por completo en actos de la reflexión.” Ésta es la manera propia como deben ser tratados los fenómenos. De nuevo, aflora la diferencia entre el vivir en las vivencias y la mirada reflexiva sobre ellas. Ciertamente, cada yo vive en sus vivencias, pero éstas pueden aprehenderse en sus posibilidades ideales con ayuda de la reflexión. En este caso, la vivencia se convierte en «un objeto para el yo». Se pasa así de una vivencia de primer grado, atemática y simplemente intuida, a una de segundo grado: la vivencia reflexiva que transforma la inmediata en objeto intencional del yo. Cada reflexión tiene el carácter de una modificación de la conciencia que permite aprehender reflexiva y objetivamente cualquier vivencia atemática. Esta determinación husserliana de la reflexión es la que Heidegger tiene presente en las lecciones de 1919, cuando critica la actitud teorética de la reflexión como responsable de un proceso de objetivación y cosificación de las vivencias inmediatas del mundo circundante.

 

Heidegger y el método de la comprensión hermenéutica

 

El análisis del acceso reflexivo a la esfera de las vivencias de la fenomenología husserliana lleva a Heidegger a plantearse la siguiente pregunta:

 

¿Es este método de la descripción reflexiva o de la reflexión descriptiva capaz de analizar la esfera de las vivencias, de abrirla cientificamente?.

 

La respuesta es «no», pero se trata de un «no» a medias. El método fenomenológico de la descripción reflexiva está en disposición de abrir teoréticamente la esfera de las vivencias. Sin embargo, la cuestión es de si también puede hacerlo de manera preteorética. Y aquí la respuesta es un «no» tajante por los motivos ya expuestos con anterioridad. Heidegger propone como alternativa el método de la comprensión hermenéutica. En ésta, no hay objetos, ni procesos psíquicos que discurran en la temporalidad inmanente de la conciencia"? Esta comprensión muestra las vivencias como acontecimientos que emanan de la misma temporalidad de la corriente de la vida.

 

' Heidegger intenta resolver el problema metodológico fundamental de la fenomenología de cómo acceder y abrir originariamente la esfera de las vivencias a través de una radicalización del «principio de todos los principios» establecido por Husserl en Ideas. Este principio establece que «[...] toda intuición en que se da algo originariamente es un fundamento de derecho del conocimiento».”' Nuevamente, la diferencia entre Husserl y Heidegger se sitúa en el modo de determinar la intuición y la naturaleza del principio en cuestión. Para Husserl, el principio es de naturaleza teórica y privilegia la intuición reflexiva como el modo propio de aprehender la esencia de las vivencias. Pero si tomamos el principio al pie de la letra “comenta Heidegger- debemos suspender todas las teorías y posiciones, incluyendo la posición teorética en la que se mueve Husserl. Cabe recordar que esta máxima remite sólo a cómo debe uno acercarse a los fenómenos o —según recuerda Heidegger en Ser y tiempo— al modo de tratamiento de los fenómenos. El principio de todos los principios es un principio neutral y libre de teoría. Sin embargo, en la versión reflexiva de  la fenomenología husserliana queda encubierto el carácter ateorético y la dimensión hermenéutica del principio fenomenológico. Heidegger, con su radicalización no teorética de este principio, ya no se mueve en el marco de la reflexión y la teoría de una subjetividad pura, sino en el originario horizonte significativo de la vida fáctica. Y ese horizonte se aprehende en un tipo de intuición diferente: la hermenéutica. Ésta no debe entenderse como una forma del observar reflexivo. La intuición hermenéutica simplemente expresa las vivencias ya comprendidas de forma atemática en nuestro trato con el mundo, es decir, hace comprensibles la vida y las vivencias.

 

3.2.6

 

Reducción versus angustia

 

Hasta ahora se han mostrado las diferencias entre la forma de analizar las vivencias de la actitud teorética de Husserl y la preteorética de Heidegger. Asimismo, se han puesto de relieve los modos desde los que cada uno accede a la apertura fenomenológica de la esfera de las vivencias: el método de la reflexión descriptiva en el caso de Husserl y el método de la comprensión hermenéutica en el caso de Heidegger. Por último, hay que ver cómo cada uno logra remontarse al núcleo de la subjetividad pura y de la vida fáctica, respectivamente. Aquí encontramos de nuevo dos maneras muy diferentes de proceder. Husserl desarrolla el método de la reducción. A partir de una desconexión del mundo y por medio de diferentes niveles de reducción, se llega a la subjetividad transcendental. En cambio, para Heidegger el acceso originario al mundo de la vida fáctica acontece o sobreviene repentinamente a través de una afección fundamental, como es la angustia. La principal diferencia entre Husserl y Heidegger consiste en que la reducción se puede activar libremente en cualquier momento pasando de la actitud natural a la  reflexiva, mientras que la angustia tiene el carácter de un acontecimiento que escapa al control reflexivo de la vida. Como tratamos de mostrar a continuación, la angustia tiene una enorme importancia metodológica porque de una manera pasiva, es decir, sin que el yo ejecute la actitud reflexiva, permite alcanzar un nivel de autocomprensión de la vida similar al que ofrece la reducción.

 

Husserl y los tres niveles de la reducción: gnoseológico, eidético y transcendental Una de las principales diferencias entre las Investigaciones lógicas y los escritos posteriores de Husserl radica en la creencia del significado fundacional de la fenomenología. Ésta se presenta como una ciencia nueva, crítica y rigurosa que no trata tanto de rivalizar con las ciencias positivas como de mantener un compromiso con el ideal de un conocimiento plenamente justificado; un ideal, por cierto, que las ciencias positivas parecen ir abandonando al ser incapaces de reflexionar sobre sus propios presupuestos metafísicos y epistemológicos y su exclusiva orientación hacia la adquisición de más y más resultados. La tarea de la fenomenología consiste en tematizar y elucidar las cuestiones filosóficas fundamentales concernientes a la naturaleza de la realidad. Pero esta tarea no puede llevarse a cabo con la suficiente radicalidad, si uno simplemente presupone y acepta las asunciones epistemológicas y metafísicas que caracterizan nuestra vida cotidiana. ¿A qué tipo de asunciones metafísicas se refiere Husserl? La más fundamental es nuestra creencia implícita en una realidad independiente de la teoría y la mente. Este presupuesto realista está profundamente anclado tanto en las ciencias positivas como en la vida preteorética, razón por la cual Husserl habla de «actitud natural».

 

A despecho de lo obvio que este presupuesto pueda parecer, Husserl insiste en que es filosóficamente inaceptable darlo por  valido sin mäs. La fenomenologia como ciencia estricta tiene que ser crítica y no dogmática, lo que equivale a poner al descubierto cualesquiera prejuicios metafísicos. La cuestión fundamental, sin embargo, es la de cómo proceder ignorando los resultados ya adquiridos. La respuesta husserliana es engañosamente simple: prestar atención a la donación misma de la realidad, es decir, centrarse en el modo como la realidad se nos da en la experiencia. Sin embargo, es mucho más sencillo hablar de la necesidad de volver, como reza el principio de todos los principios invocado en el parágrafo 24 de Ideas, a lo dado intuitivamente como fuente de conocimiento que dar cumplimiento efectivo a esa necesidad. Para evitar caer en la ingenuidad de los presupuestos del sentido común es necesario suspender la aceptación de la actitud natural. Este procedimiento de suspensión de nuestra natural inclinación realista y neutralización de toda actitud dogmática hacia la realidad recibe el nombre técnico de epoché o reducción."? La epoché implica un cambio de actitud hacia la realidad, no una exclusión de la realidad.

 

La fenomenología, pues, pretende volver a las cosas mismas. Pero esto significa suspender todo juicio sobre las cosas, cancelar las opiniones previas acerca del mundo y de la realidad, lo cual nos incluye a nosotros mismos en cuanto partes empíricas de la realidad. Del mismo modo, el saber positivo del mundo, incluido el saber de las ciencias empíricas, no entra a formar parte de la descripción fenomenológica. No es que se niegue como resultado de hallazgos científicos ni que se excluya como orientación práctica para la vida diaria: 

 

[lo] [...] ponemos, por decirlo así, «fuera de juego», lo «desconectamos», lo «colocamos entre paréntesis». La tesis sigue existiendo, como lo colocado entre paréntesis sigue existiendo dentro del pa-

 

réntesis, pero no hacemos de ella ningún uso.'?

 

Este tipo de saber debe excluirse de la manera más congruente posible a la hora de realizar una descripción realmente fenomenológica del núcleo de los objetos originarios de la conciencia. He aquí el primer nivel de la reducción gnoseolögica o epoché. El filósofo que analiza el conocimiento se encuentra con tantos problemas que, sin poner en duda el hecho cognoscitivo mismo, se interroga acerca de su posibilidad; no en el sentido de preguntarse si el conocimiento es posible, sino solamente en el de saber cómo es posible.

 

En concreto, ¿cómo podemos estar ciertos de que el conocimiento se adecua a su objeto, de que al conocer hacemos pie en algo absoluto y firme? Este interrogante siembra una sombra de duda sobre todos los conocimientos, incluidos los científicos. Por lo demás, la suspensión del juicio de las opiniones previas, las valoraciones axiológicas y los saberes mitológicos, religiosos y científicos es sólo el primer paso a seguir en el análisis fenomenológico. Es necesario llegar al epicentro de los objetos intencionales. Por encima de todo, es preciso dar con un punto de partida radical, una dimensión de conocimiento totalmente cierta y evidente similar al fundamentum inconcussum, que buscaba Descartes. Husserl encuentra en la vuelta al cogito cartesiano una solución al problema del conocimiento. El realismo propio de la actitud ingenua debe ser descartado mediante una primera reducción fenomenológica. De manera similar a la dubitatio de Descartes, esta primera epoché pone fuera de juego toda afirmación de existencia relativa a un objeto transcendente al acto de  conocimiento para quedarse con el fenömeno puro como tal. Desde este punto de vista, se entiende mejor la posterior critica heideggeriana al giro cartesiano que da la fenomenología transcendental comentada en el apartado anterior.

 

Llegamos así al segundo nivel de la reducción: la eidetica. Ésta aísla la conciencia como residuo fenomenológico y es el nivel donde se opera el análisis eidético de los contenidos intencionales de la conciencia.'’* El fenomenólogo pone ahora entre paréntesis no sólo lo transcendente a la conciencia, algo que ya ha hecho en la anterior reducción gnoseológica, sino todo lo que no es dado por completo en la pura intuición. El campo de la investigación fenomenológica se centra exclusivamente en la esfera de las esencias universales y suprasensibles. Analicemos un ejemplo para ilustrar la idea de la reducción eidética. En la posición de la vida diaria, la mesa ante la que me siento no es un objeto problemático, sino, sobre todo, un objeto unitario en el mundo que me rodea: un objeto real en un mundo circundante real.” También co-pertenece a la mesa, por ejemplo, el suelo sobre el que reposa, la pared contra la cual se apoya, el libro que está sobre ella. El suelo, la pared y el libro son objetos que forman parte de la misma realidad de la mesa. Por tanto, la mesa aparece con derecho a la realidad. En estrecha conexión con ese derecho está mi saber sobre la mesa. Este saber se compone de diferentes partes. Si fuera físico, podría comenzar diciendo algo sobre la materia en general; como ebanista, sería capaz de contar detalles sobre la calidad de las maderas; como fabricante de muebles, estaría en condiciones de dar explicaciones sobre los distintos tipos de mesa. Pero también sé algo distinto sobre esta mesa. Junto a los conocimientos generales sobre la misma, dispongo de recuerdos asociados a ella: hace dos años pagué por ella una suma elevada, a mi mujer nunca le acabó de  gustar, decenas de amigos se han sentado, comido y bebido en esta mesa. Su historia se resume en mis recuerdos. No sólo mis conocimientos sobre la mesa, también la memoria de su historia pertenece al objeto intencional «esta mesa es mía».

 

Pues bien, en la reducción eidética, este derecho a la realidad, los conocimientos sobre la mesa y mis recuerdos se ponen entre paréntesis. Y, pese a ello, la «mesa» persiste; esto es, conserva cierta composición material y formal, tiene cierta edad, sigue siendo algo esencialmente producido. «Mesa» es este objeto de la conciencia, incluso después de la suspensión del juicio de su historia, pero ya no es «esta mesa mía», sino la «mesidad de la mesa». El reducto «mésico», el eidos de la mesa, resta después de esta puesta entre paréntesis radical de la realidad mundana «mesa». A cambio de haber colocado entre paréntesis la realidad de las cosas sustentada en la creencia del mundo natural, hemos cobrado nada menos que el ser mismo de las cosas, su esencia. Y éste es el objeto de la filosofía. Con semejante reducción, también se gana la idea de que los objetos intencionales de la conciencia responden a una estructura regular dentro de los procesos de la conciencia. Los objetos intencionales son un conjunto de pretensiones sobre la realidad, componentes del saber, depósitos mnémicos, indicadores de sentido y modos de darse, por nombrar sólo los elementos estructurales más importantes de su constitución.

 

En resumen, el regreso a las cosas mismas incluye un primer nivel negativo, que Husserl llama epoché, que consiste en suprimir la realidad del mundo natural, y un segundo nivel positivo de reducción, que nos permite captar la esencia de las cosas. Por tanto, podemos atribuir a la reducción dos tareas: una de limitación (Einschränkung) del mundo natural y otra de reconducción (Zurückführung) a la vida subjetiva. Con la aplicación del tercer nivel de la reducción transcendental, la posición filosófica de Husserl queda retratada por un ego que quiere fundamentar radicalmente desde sí mismo toda posible verdad.  

 

 

La reducción transcendental se caracteriza por una abstención de juzgar sobre el mundo real en sí para centrarse en la representación de éste. La psicología señala que no se trata de una mera representación de algo, sino de la representación de un mundo real; la epoché, en cambio, desconoce la fuerza dóxica de ese mundo. Con ella, me fijo en mi simple representación de un mundo que no es ni real ni irreal. Por tanto, se suprime la objetividad mundana de nuestra vida y de todos sus contenidos para dar paso al análisis de la conciencia que subyace a la actitud natural. Con la reducción fenomenológica, se cancela la actitud natural con el fin de descubrir y analizar la vida subjetiva. Ahora bien, mientras se permanece en la actitud fenomenológica fundada por la epoché, resulta imposible eliminar la tensión entre mundo fenomenológico y real, entre mundo qua cogitatum y qua realitas, entre mundo y representación del mismo. Precisamente, la misión de la reducción transcendental consistirá en superar esa diferencia, permitiendo llegar a las cosas mismas y posibilitando de ese modo la constitución de la fenomenología como ciencia universal. Llegamos así, como resultado final de la aplicación de los tres niveles de reducción, a la subjetividad transcendental constituyente de la realidad y del mundo. Esa actividad de constitución es previa a su descubrimiento por la reducción, sólo que antes de ejercerla permanecía oculta. Y a diferencia de Kant y el idealismo alemán, Husserl no aprehende la subjetividad transcendental en términos de un sujeto abstracto, ideal transpersonal. Al contrario, la subjetividad transcendental, o para ser más precisos, mi subjetividad transcendental, es mi subjetividad individual y concreta."

En última instancia, el método de la reducción permite establecer la contingencia de la cosa mundana y la necesidad del yo puro. La cosa y el mundo en general posiblemente no existan, pero el residuo fenomenológico de la subjetividad resulta obvio para sí mismo con una evidencia apodíctica incuestionable:

 

Frente a la tesis del mundo, que es una tesis «contingente», se alza, pues, la tesis de mi yo puro y de la vida de este yo, que es una tesis «necesaria», absolutamente indubitable. Toda cosa dada en persona puede no existir, ninguna vivencia dada en persona puede no existir: tal es la ley esencial que define esta necesidad y aquella contin-

 

gencia."

 

La reducción fenomenológica constituye el paso decisivo que permite trascender el mundo de lo en sí a la vez que descubrir en la subjetividad transcendental un mundo para la conciencia. Ésta no consiste, como Kant pretende, en un sujeto que conforma el objeto en cuanto tal. Todo lo contrario, la conciencia y su objeto no están en función de conformidad, sino de mera correlación.

 

La reducción toma el mundo y la vida natural del hombre y los deja perfectamente intactos en su contenido. Lo único que hace es suspender la creencia en su realidad. La conciencia no hace el objeto. Se limita a tenerlo como algo manifestado a ella, nada más. Por la reducción trascendemos del yo mundano a un ego puro en correlación con su objeto en cuanto fenómeno. No son dos yos, sino un mismo yo y unas mismas cosas vividas según dos actitudes distintas: la natural y la reducida. La subjetividad transcendental no es distinta de la subjetividad empírica que funciona en la actitud ingenua: sólo que para esta última su verdadero sentido permanece velado. El sujeto transcendental es  el sujeto en su primaria función constituyente. El sujeto empírico es el mismo sujeto, pero ahora aprehendido e interpretado como un objeto en el mundo, esto es, como un ente constituido y mundano. La reflexión natural nos presenta un sujeto constituido, objetivado y naturalizado, pero no nos facilita un acceso a la dimensión constituyente y transcendental de la subjetividad.'”* ¿Qué método, pues, nos permite acceder a esa dimensión? La reducción. La reducción fenomenológica quita ese velo y hace patente lo que estaba escondido, a saber, el papel constituyente de la subjetividad transcendental.

 

A diferencia de las ciencias positivas, que pueden acceder directamente a sus diferentes ámbitos de investigación, la región que investiga la fenomenología no resulta accesible en el acto. Antes de emprender cualquier investigación fenomenológica concreta, es menester poner en práctica la reducción para escapar de la actitud natural. Sólo a través de una suspensión metódica de todas las preconcepciones, sólo a través de un regreso a lo que está dado estrictamente en primera persona, puede iniciarse el análisis transcendental. Con esta posición se consuma, como veremos más adelante en la crítica heideggeriana a Husserl, el idealismo transcendental de /deas.

 

Heidegger y la función metodológica de la angustia

 

Al abordar la cuestión de la apropiación de la situación hermenéutica a través del fenómeno de la actualidad cotidiana, advertimos que la interpretación pública condiciona las posibilidades de ver de la vida y que quizá no fuera lo suficientemente original ria." Ésa es una sospecha que se confirma rápidamente con una primera valoración de la obra temprana de Heidegger. En las diferentes lecciones de este período, aparece la idea recurrente de que la vida muestra una tendencia estructural al encubrimiento (Verdeckung), a la ruina (Ruinanz), a la precipitación (Sturz), al enmascaramiento (Maskierung) y a la caída (Verfallen)!® También vimos que el análisis fenomenológico de la vida fáctica nos colocaba ante tres elementos intencionales fundamentales: el sentido objetivo (Gehaltssinn), el sentido de relación (Bezugssinn) y el sentido de realización (Vollzugssinn). El primero hace referencia directa a la vida y al mundo en el que se llevan a cabo nuestras acciones; el segundo señala el modo como nos relacionamos por medio del cuidado con el mundo circundante, compartido y propio; y el tercero indica la manera en que se temporaliza la vida en la modalidad de la ruina.'** En este tipo de realización impropia de la existencia, se hace transparente la tendencia al encubrimiento y a la caída que es inherente a la vida: una vida que, no pudiendo asumir su propia existencia, se refugia detrás de la máscara de las representaciones colectivas dominantes.

 

La idea de que el saber de sí implícito en el ocuparse del mundo también encierra la posibilidad de una desfiguración del ser mismo de la vida aletea por encima de estas lecciones de juventud. La vivencia cotidiana inmediata en que la vida y el mundo se copertenecen no parece suministrar una autocomprensión definitiva y amenaza con un encubrimiento. Resulta obvio que nos estamos moviendo en los parámetros de la impropiedad de Ser y tiempo, aunque en un lenguaje mucho más desgarrador y expresionista. Sirva de botón de muestra el siguiente pasaje del Informe Natorp:  La movilidad del cuidarse-de no es una realizaciön indiferente, como si con ella la vida se redujera nada mäs que a acontecimientos y que ella misma fuera un suceso. La movilidad del cuidado muestra una propensión hacia el mundo, tiende a absorberse en él y dejarse llevar por él. Esta propensión del cuidar-se expresa una tendencia fáctica fundamental de la vida a precipitarse desde sí misma y a caer

 

en el mundo y con ello a destruirse a sí misma.'??

 

Pero esto no implica un autoengafio absoluto, sino una forma particular de encubrimiento que, evidentemente, no excluye la posibilidad de una autocomprensión propia y genuina. Incluso en la deformación tenemos una conciencia atemática de lo original, al igual que a través de los rasgos deformantes de las caricaturas se atisban los rasgos de los verdaderos rostros.

 

Esta tendencia estructural al encubrimiento afecta al nivel de originalidad que proporciona la vida fáctica misma. Aquí interviene nuevamente la hermenéutica como movimiento de desencubrimiento, de des-velamiento, des-enmascaramiento. Pero la vida manifiesta, a su vez, una constante capacidad de cuestionarse a sí misma, tiene la potencia de interrogarse por el estado de su existencia. En esa büsqueda prerreflexiva de transparencia, se genera un contra-movimiento a la caída, una fuerza capaz de neutralizar, de suspender la validez de las interpretaciones püblicas que abre la posibilidad de una comprensión originaria «en guerra permanente contra su propia ruina fäctica».'?? Ese contramovimiento se asienta en último término en una experiencia fundamental que nos hace tomar conciencia de nuestro ser. En la conferencia de 1924 «El concepto de tiempo», esa experiencia empieza a fraguarse en la anticipación de la posibilidad extrema   de la muerte.'* A partir de las lecciones del semestre de verano de 1925, Prolegómenos para la historia del concepto de tiempo, y de Ser y tiempo, interviene el fenómeno de la angustia. El «ante qué» peculiar de la angustia es la nada, es decir, la simple y desnuda experiencia del estar en el mundo. La ausencia de determinación de la angustia es la que justamente nos coloca ante la pura condición de arrojado (Geworfenheit) y nos permite asumir las posibilidades que en cada caso somos. Como se señala en Ser y tiempo:

 

Sólo en la angustia se da la posibilidad de una apertura privilegiada, porque la angustia aísla. Este aislamiento recupera al Dasein de su caída y le revela la propiedad e impropiedad como posibilidades de

 

su ser,!86

 

La angustia, por tanto, abre el campo de autodonación inmediata de la vida y posibilita así un acceso originario a la misma. En este sentido, la angustia, al desconectarnos de la comprensión cotidiana en la que estamos habitualmente inmersos, guarda no pocas similitudes con la reducción fenomenológica de Husserl.

 

La invocación de las cosas mismas supone que no las vemos en sí mismas, sino encubiertas en un campo que las distorsiona y desfigura (como, por ejemplo, el de una tradición que nos enseña qué cosas vemos y cómo tenemos que verlas). De ahí nace la noción husserliana de reducción como esfuerzo por reconducir las cosas a su fundamento verdadero, independientemente de creencias religiosas, opiniones públicas, prejuicios sociales, instituciones públicas, etcétera. El lema «a las cosas mismas» significa eliminar los presupuestos de índole filosófica, científica o histórica  que recubren la experiencia inmediata de la vida. El propio análisis etimológico del término «fenomenología» que propone Heidegger en Ser y tiempo se mueve en estas coordenadas:

 

Fenomenología significa ároda verda: ra darvópeva: hacer ver desde sí mismo aquello que se muestra, y hacerlo ver tal como se

 

muestra desde sí mismo.!*”

 

Husserl apuesta por la reducción como herramienta metodológica capaz de llegar a la esencia de las cosas mismas y al descubrimiento de la subjetividad transcendental que constituye el mundo como correlato suyo. Pero ¿qué sucede con la epoché, la reducción y la constitución en la radicalización heideggeriana de la fenomenología de Husserl? Es conocida la postura de Heidegger en su conferencia «El final de la filosofía y la tarea del pensamiento», de 1964, según la cual dichos elementos constituyen las piezas de una fenomenología de corte cartesiano y, por tanto, adherida a la idea de evidencia científica.'* Con todo, resulta conveniente precisar qué entiende Husserl realmente por reducción para evitar simplificaciones que llevan a pensar que se trata de una simple técnica, un procedimiento metodológico más. En 1907, cuando la reducción se introduce por primera vez en las lecciones de Gotinga La idea de la fenomenología, se habla de un requisito metodológico indispensable para satisfacer plenamente el ideal de la ciencia y dar cumplimiento a las aspiraciones de una filosofía como ciencia estricta.

 

Ahora bien, retomando nuestra pregunta inicial: ¿qué pasa con la reducción en la fenomenología hermenéutica de Heidegger? Mejor dicho, ¿qué es una fenomenología sin reducción? Desde hace años, la literatura crítica ofrece dos tipos de respuestas a estas preguntas. En primer lugar, están quienes mantienen la tesis de que en Ser y tiempo no hay ningún rastro de la reducción: bien por la intención de Heidegger de abandonar el proyecto husserliano, bien por el hecho de que el análisis del «estar-en-el-mundo» excluye toda idea de suspensión.?? En segundo lugar, encontramos a los que afirman que los análisis del mundo presuponen en realidad la temática husserliana ente-

 

191

 

ra de la reducción.?! La ausencia de la misma no vendría a sig-

 

nificar tanto un olvido de la problemática fenomenológicotranscendental como su verdadera radicalización. La ausencia de la epoche responde a un deseo: mantener la intencionalidad fuera del esquema de la posición teórica y objetivante.?? Desde el trasfondo de esta discusión, se ha planteado con frecuencia la pregunta de si Heidegger se encontraba desde el principio ya fuera de la fenomenología!” o si en cierto momento se despidió  de ella.?* Incluso el mismo Husserl reconoció en una carta a Pfánder escrita en 1931 que «[...] la fenomenología de Heidegger es algo completamente diferente de la mía» y sentenció diciendo:

 

He llegado a la triste conclusión de que filosóficamente no tengo nada que ver con este sentido profundo heideggeriano, con esta ge-

 

nial acientificidad.'”

 

Held y Herrmann, en cambio, no aceptan este planteamiento y han insistido en repetidas ocasiones en que Heidegger se mantuvo siempre en el marco de la fenomenología, incluso cuando después ya no hiciera uso de ese término. Nosotros nos atrevemos a ir un poco más lejos al afirmar que Heidegger radicalizó la fenomenología en el sentido literal de «ir a la raíz de las cosas mismas» en su darse inmediato antes de cualquier tipo de ruptura, suspensión, cancelación, reducción (epoché) del mundo de las vivencias. Sus múltiples y precisas investigaciones en torno a los modos de ser de la vida fáctica y del Dasein se mueven desde sus primeros cursos en Friburgo en el marco general de la fenomenología, pero no en el transcendental de Husserl. El hecho de que Heidegger no practique la reducción husserliana no significa que se despida de la fenomenología. Lo que caracteriza a la fenomenología no es la epoché, sino el modo de llegar a las cosas mismas. Y en este sentido, Heidegger es profundamente fenomenológico.

 

La publicación de los cursos de Friburgo y Marburgo, especialmente los estivales de 1925, Prolegómenos para la historia del concepto de tiempo, permite tener una visión bastante clara de la  radicalización que Heidegger lleva a cabo de la fenomenología husserliana al hilo de una crítica inmanente del concepto de reducción transcendental expuesto en /deas. El hilo conductor de la crítica se centra en la caracterización de la reducción como

 

reconducción a los actos constituyentes de la esfera absoluta de la conciencia pura:

 

En la reducción se hace abstracción de la realidad de la conciencia, tal como se da en la actitud natural del hombre fáctico. [...] Por consiguiente, la reducción, conforme a ese sentido metódico de «hacer abstracción de», no es la más apropiada para determinar positiva-

 

mente el ser de la conciencia.!?

 

Este modo de ser de la conciencia no permite aprehender las determinaciones ontológicas originarias. Como señala Heidegger:

 

La primera pregunta de Husserl no deja guiarse por los caracteres ontológicos de la conciencia, sino que más bien responde a esta reflexión: ¿cómo puede en general convertirse la conciencia en objeto posible de una ciencia absoluta? La idea de que la conciencia debe ser región de una ciencia absoluta no ha sido simplemente inventada, sino que es la idea que ocupa a la filosofía moderna desde Descartes. La elaboración de la conciencia pura como campo temático de la fenomenología zo se ha conquistado fenomenológicamente por medio de un retroceso hacia las cosas mismas, sino retrocediendo hacia una idea tradicional de filosofia.

 

 

 

Dicho de otro modo, la crítica de la reducción es el punto de partida de una crítica general tanto del olvido de la cuestión del ser como de los modos de ser de la intencionalidad. Si admitimos, en efecto, la tesis de la radicalización, resta plantearse: ¿qué significa radicalizar? En la línea de lo ya expuesto en apartados anteriores, radicalizar significa sintonizar con el nivel de donación originaria de la vida en el ámbito de las vivencias preteoréticas inmediatas. Y eso se consigue por medio de una triple operación: la reducción fenomenológica, la construcción fenomenológica y la destrucción fenomenológica."?

 

Para aprehender el ser es preciso ante todo dirigir la mirada fenomenológica hacia el ente en que el ser sale a la superficie. Éste es el elemento de la reducción, que coincide con lo que Husserl denomina «reducción fenomenológica». Heidegger, en cambio, le da un sentido ontológico nuevo: la reducción fenomenológica es el método que permite retrotraer la mirada fenomenológica de la captación categorial del ente a la comprensión ontológica del ser que la hace posible. Como se señala en las lecciones del semestre de verano de 1927, Los problemas fundamentales de la fenomenología:

 

[...] el ser debe ser aprehendido y traído a tema. El ser es en cada caso ser del ente y, por consiguiente, sólo es accesible a partir de un ente. [...] La comprensión del ser, esto es, la investigación ontológi-

 

ca, se dirige primero y necesariamente al ente, pero después se aleja,

 

de algún modo, de este ente y se vuelve al ser del ente. 

 

 

Pero no basta con esa fase reductiva. El ser no se nos pone nunca delante como un ente. Para poder alcanzarlo y convertirlo en tema de investigación hay que llevarlo a la mirada con libertad y proyectar expresamente un ente dado hacia su ser y sus estructuras. Es el nivel de la construcción fenomenológica. Sin embargo, con este segundo paso, tampoco se agota la tarea fenomenológica. La investigación del ser arranca de una interpretación que inicialmente está determinada por un abanico de posibilidades condicionadas fáctica e históricamente. La historia del ser muestra que la ontología utiliza un concepto de éste que no responde a su constitución originaria. Aquí interviene el tercer paso de la destrucción fenomenológica, el desmontaje crítico de los conceptos heredados para volver al fondo de la experiencia originaria de la que surgieron.

 

En este contexto, Courtine lanza la sugestiva hipótesis de que la angustia constituye una repetición de la problemática husserliana de la reducción fenomenológico-transcendental.?? Más allá de las primeras interpretaciones de la angustia enarboladas por aquellos que defendían el existencialismo, se trata de averiguar cuál es la función metodológica que desempeña la angustia en el seno del análisis de la vida humana. La angustia sirve para hacer comprensible el tránsito de la impropiedad a la propiedad. El punto de partida efectivo de la ontología fundamental es el factum de la impropiedad que, por las razones que sea, lleva consigo un desconocimiento de la propiedad.  

 

 

[De ahí que el ser humano,] [...] como está perdido en el uno, primero deba encontrarse. Y para poder de algún modo encontrarse, ha de ser «mostrado» a sí mismo en su posible propiedad. El Dasein necesita el testimonio de un poder-ser-sí-mismo, que él ya es siem-

 

pre como posibilidad."

 

Precisamente ésta es la función de la angustia y de la llamada de la conciencia.

 

El fenómeno de la angustia permite hallar la unidad de todas las determinaciones estructurales del Dasein:

 

La angustia tomada en su totalidad muestra al Dasein como un estar-en-el-mundo fácticamente existente. Los caracteres ontológicos fundamentales de este ente son la existencialidad, la facticidad

 

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y la caída.

 

En la angustia, lo que amenaza no es ninguno de los entes intramundanos. En este aspecto, ella se distingue del miedo por el hecho de que lo que amenaza no es nada, ni está en ninguna parte. Angustia y nada se pertenecen mutuamente. La insistencia en el «nada» (nichts) y el «en ninguna parte» (nirgends) quiere decir fenoménicamente que aquello «ante lo que» (wovor) la angustia se angustia es el mundo en cuanto tal.% Por ello, pasada la angustia, el habla cotidiana suele decir que «no era realmente nada». Esta manera de hablar es sorprendentemente exacta. El «ante qué» de la angustia no es ónticamente nada. Sin embargo, esa nada se funda en algo más originario, a saber, el mundo como estructura ontológica fundamental del Dasein. En último término, aquello ante lo que la angustia se angustia es el mismo «estar-en-el-mundo». A su vez, no es sólo angustia ante, sino también angustia «de». Aquello «de lo que» (wovon) se angustia la angustia es el mismo Dasein como poder-ser en el mundo. La angustia arroja al Dasein contra aquello mismo de que se angustia: contra su propio poder-ser y contra la libertad de elegirse a sí mismo.

 

En este sentido, la cancelación de las certezas del mundo cotidiano que lleva a cabo la angustia procede estructuralmente de la misma manera que la puesta entre paréntesis de la actitud natural operada por la reducción husserliana. Ahora bien, la angustia no responde a una actitud reflexiva ejecutada de manera metodológica con el objetivo de cancelar la validez del mundo cotidiano y volver sobre la conciencia pura. Más bien encarna un modo de encontrarse, una afección fundamental (Grundstimmung) que nos coloca ante nosotros mismos. Heidegger se opone expresamente a la reducción egológica de Husserl por considerar que ésta desemboca en un yo privado de mundo. En este punto es donde se hace más evidente la diferencia entre reducción y angustia: mientras ésta se origina en un estado de ánimo que se apodera de nosotros, aquélla refleja una actitud que podemos ejercer metódicamente en cualquier momento.?*

 

Con la angustia, se invierte el método de la reflexión transcendental. Husserl cancela la validez del mundo natural con el fin de llegar al ámbito de la conciencia pura. Heidegger, en cambio, rechaza la artificialidad de la reducción transcendental y toma  como punto de partida de su análisis fenomenológico-hermenéutico la vivencia inmediata de nuestro mundo circundante. Las vivencias ya no se analizan desde el prisma de la subjetividad, sino desde el modo como nos encontramos fácticamente en el mundo. Estas vivencias, en cuanto ya siempre abiertas al mundo, encierran un valor metodológico fundamental para la analítica existenciaria, la cual deberá atenerse a las más destacadas y amplias posibilidades de apertura del Dasein para recibir de ellas la aclaración de este ente. Ahora bien, este modo de ser «destacado», «amplio» y «originario» no lo facilita la reflexión; por el contrario, se da en la vivencia de la angustia. En la angustia y en la llamada de la conciencia, se atestigua la posibilidad de la propiedad que al principio permanecía totalmente oculta. La angustia y la llamada de la conciencia tienen un enorme peso metodológico en la ontología fundamental porque de forma pasiva producen el mismo rendimiento que Husserl asigna a la autotransparencia que aporta su método de las reducciones.

 

La angustia coloca al Dasein ante sí mismo y ante el mundo sin necesidad de recurrir a ningún tipo de artilugio reflexivo. La insignificatividad del mundo experimentada en la angustia desplaza la atención sobre las cosas y obliga a fijarla en la existencia de cada uno. Así, se descubren los rasgos básicos de la estructura del cuidado:

 

En la angustia se hunde lo circunmundantemente a la mano y, en general, el ente intramundano. El «mundo» ya no puede ofrecer nada, ni tampoco la coexistencia de los otros. De esta manera, la angustia le quita al Dasein la posibilidad de comprenderse a sí mismo en forma cadente a partir del «mundo» y a partir del estado interpretativo público. Arroja al Dasein de vuelta hacia aquello por

 

lo que él se angustia, hacia su propio poder-ser-en-el-mundo. 

 

 

 

Sólo en la angustia «[...] se da la posibilidad de una apertura privilegiada, porque ella aísla. Este aislamiento recobra al Dasein sacándolo de su caída, y le revela la propiedad e impropiedad como posibilidades de su ser».2%

 

¿Qué se hace entonces manifiesto en la reducción fenomenológica? En Husserl, la subjetividad transcendental como instancia última que constituye el mundo; en Heidegger, el ser del Dasein en sus diversos modos de existencia. Cabría hablar, pues, de una doble forma de manifestación de la vida: la de una subjetividad que huye del mundo y la de un Dasein que llama al mundo.?” A su vez, a cada una de estas manifestaciones le es inherente un doble carácter: en Husserl, encontramos el sujeto en cuanto constituye el mundo y lo observa; en Heidegger, el Dasein topa con las dos modalidades de la impropiedad y la propiedad. Si bien Husserl y Heidegger asignan a la reducción fenomenológica la tarea de evidenciar esta duplicidad de la vida, están lejos de decir lo mismo. El modo de aparecer de la subjetividad transcendental y del Dasein es fundamentalmente diferente.

 

Para Husserl, el espectador que se hace consciente en la reducción fenomenológica no genera la conciencia pura. La conciencia transcendental constituye el mundo antes e independientemente de toda reducción. Sin embargo, mientras que no se realiza la reducción, la conciencia transcendental permanece tan ocupada con el mundo y tan fijada en las cosas que su propia actividad constituyente queda oculta y adormecida. La conciencia pura vive en el anonimato de la vida natural, y es la intervención del espectador la que evidencia la ceguera ante sí mismo. Este espectador fenomenológico no existe antes de la reducción. Su  principal función consiste en desocultar y despertar a la conciencia transcendental pre-existente de su vinculación ordinaria con el mundo y poner de relieve la diferencia ontológica entre mundo constituido y conciencia constituyente.

 

La estructura argumentativa de Heidegger discurre por unos derroteros similares a los de Husserl, si bien fija su objetivo de diferente manera. La aparición de ciertas disfunciones en la vida natural (como, por ejemplo, la avería de un utensilio, el retraso de la llegada de un tren, etcétera) introduce una primera ruptura que revela la correlación entre el Dasein y el mundo al que está referido inmediatamente en su trato cotidiano con las cosas. En lo que cabría llamar una segunda reducción de corte hermenéutico-ontológico opuesta a la reducción fenomenológico-transcendental de Husserl, el Dasein llega a comprender a través del fenómeno de la angustia la futilidad de una entrega a las cosas del mundo circundante. Merced a la angustia y, especialmente, a la llamada de la conciencia, el Dasein descubre que su ser se escinde entre la inmersión en los acontecimientos rutinarios de la vida mundana y la reactivación de sus posibilidades más propias. En esta segunda reducción, el Dasein, sumido en un mundo que ya no siente como suyo, se coloca delante de sí mismo en la doble posibilidad de la propiedad y de la impropiedad. 

 

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Amira-Papá porqueno hay una papa mujer

-Mi amor, hay que diferenciar lo espirtuald e lo cultural,si hacemos una redecontrucción y nos abrimos complemetamente al amor, no hay código cultura que no puede ser superado, toda religión, todo arte, toda filosofía, toda ciencia queda superada.

Amira-Pero la iglesia Catolica no se abre al amor completamente

-Nadie lo hace solo Cristo lo hizo y antes que el buda y algo de esto visulumbro Sócrates, pero comprende lo espirtual no implica una lucha cultural, esta mas alla de la cultura, ni una lucha política esta mas alla de lo político

Amira-Entonces como cristianos debemos de renunciar a las luchas políticas, culturales

-No, podemos, y debemosd e participar en ellas, pero no apegarnos a ellas , porque esa no es la gran lucha espiritual

Amira-¿Qué es el espíritu? 

-No es la idea como lo creía Hegel, y aunque  se encuentre en la idea en el espíritu absoluto como símbolo , como ideoelecto eprtesivo en el espíritu revelado , como concepto en el espíritu subjetivo, y como formula en el espíritu objetivo no es la idea Heidegger abre la voluntad o esta en ese camino que filosóficamente lo logra la escuela de Kioto y ahí en esa apertura en ese quinto espíritu que hemos llamdo anti espíritu, pero que es el dasein siendo sinsein al lograr el retorno del resein , ahí esta el espíritu como una apertura de amor pleno, realmente universal, más esa apertura se hace humuilde y vivie nuestros problemas, al punto de vivir nuetra desintegración y en ea compasión revelarse como lo que realmente es el espíritu:  santidad.

Amira-Pero nadie es es santo

-Ohhh eso es lo que realmente somos, Cristo siempreo proyecto luz, pero en un momento permitio que sus discípulos lo vean, más nosotros tenemos miedo y no no atervemos a brillar y entonces nosotros noe stamos por compasión en este mundo relamente sufrimos el mundo,no hemos dejado todo temor.

 

Mira esta película: https://www.youtube.com/watch?v=sgQZhO-51B0  y veras lo que somos al punto de que creamos a Dios desde nuestro miedo pero cuando relamente nso aperturamos al amor Dios se revela como es,mas alal de toda imaginación , o creación o especualación , aquí esta lo real que no puede Ver Lacan, porque el piensa desde el deseo y no puede comprender del amor, desde el deseo Dios es una creación para sanar la herida , pero desde el logos que se abre como amor , como agape Dios esta mas alla de todo concepto , quedando solo la poesía o el silencio , esa inmovuilidad que Churata puede interpretar como muerte es realmente vida y es que todo se mueve a tal punto que nada se mueve.

 

Amira -¿Como podemos llegar a esta luz santa?  

Dese la filosofía yo he construido un camino ,ya será grande y comprenderas más no he sido yo, el camino lo consruyo Dios en mi a pesar de todos los obstáculos que siempre puse y que siempre pongo , pero ahora te dejo ete cuadro para diferenciar entre la hermenéutica de Huserl de Heidegger y la nuestra.

 

Tienes que saber que neustra filosofía empieza como una ontoteologica creativa de la liberación integrando lo onto y lo  ontológico para después de superar una onteologia apostatica lograr la hermenéutica de la revelación, siempre en la metadialectica sintraferencial, dodne se libra una metafísica de la violencia que nos lleve a una guerra de imaginarios en el arte del biotejido, pasando de una lcuha cultura a una espiritual, superando toda revoluciíon donde se revela  al sujeto, como todo evangelio donde se lo absuelve , en un apocalipsis donde por fin se retira el velo alterando todos los sistemas.

 

 

1-FENOMENOLOGÍA FENOMENOLOGÍA REFLEXIVA

 

La subjetividad transcendental, desgajada del mundo inmediato, es la instancia constitutiva de la realidad.

 

 

2 Fenomenologia Hermeneutica

Vida fáctica

La vida fáctica, en cuanto inmersa ya siempre en una situación hermenéutica, se convierte en el punto de partida del análisis filosófico.

 

3 hermeneutica de la revelación

Noumenologia

La singularidad radical de la experiencia entra en sintraferencia con la singularidad de la idea

 

1 DONACIÓN (Gegebenbeit)

 

El ámbito de los objetos intencionales se da primariamente en la mirada cosificadora de la conciencia que arranca de manera artificial las vivencias inmediatas del mundo del que emergen.

 

 

2 Comparecencia (Begegnun)

 

Las vivencias inmediatas del mundo circundante no se dan en o ante la conciencia, sino que comparecen o salen al encuentro en el horizonte de significados que articula el mundo simbólico en el que vivimos ordinariamente. 

 

3 Gracia  

Las intuiciones se abren la sensible a la herida del pecado y luego a la nada singular de la experiencia, la intelectual a la limitación fenomenológica para luego pasar al noumeno ques e puede comprender comoun fenómeno saturado,  esto gracias al amor del Dios que nos abre desde dentro en gracia divina una donación del ser donde todo lo simbolico e imaginario queda superado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1 PERCEPCIÓN (Wahrnehmung)

 

El acceso primario al mundo inmediato se funda en la percepción sensible de los colores, las formas, las superficies y las resistencias de los objetos intencionales dados a la conciencia, cualidades que son descritas siguiendo el modelo de las ciencias naturales.

 

2 SIGNIFICADO (Bedeutung) 

 

La percepciön sensible conserva su validez, pero pierde su caräcter primario y fundante en favor de la comprensión inmediata y ateorética de la vida humana. Las cosas, personas y situaciones del mundo cotidiano no aparecen primariamente como objetos percibidos, sino como objetos revestidos de un significado concreto

 

3  Más alla de toda valoración y código

 Estamos en la raiz misma de toda intuición de todo saber inmediato de toda fe, el espíritu Santo inspira y expira en nosotros, en una retraferencia y en un trasferencia, las personas son atridas hacia nosotros, pero también destruidas en nosotros y por esto se alejan, no hay juicio racional ni valoración irracional solo una apertura total hacia ellas y hacia todo lo que hay.    

 

 

 

1 Qué (Was)

 

La actitud teorética de las ciencias naturales y la actitud reflexiva de la fenomenología tratan de establecer las determinaciones objetivas de las cosas existentes y dadas en los actos de una conciencia con capacidad de articularlas categorial y conceptualmente. Se lleva a cabo un análisis de las estructuras de la conciencia próximo al procedimiento deductivo de la ciencia que suprime el contexto mundano e histórico de la experiencia para fijar el contenido objetivo, el «qué» de las vivencias (como, por ejemplo, el color, la figura, la pesadez, la resistencia, etcétera).

 

   

2 Como (wie)

 La actitud ateorética y genuinamente fenomenológica no establece las propiedades objetivas de los entes que aparecen en el mundo en el que vivimos, sino el modo como nos insertamos en él. Se realiza un análisis de las estructuras de la vida humana inspirado en el método hermenéutico de las ciencias del espíritu con el fin de mostrar las raíces significativas.

que nutren el subsuelo del mundo ya precomprendido en cada caso por la vida humana y de mostrar el modo, el cómo de su manifestación fenoménica (por ejemplo, en términos de «estar-en-el-mundo», cuidado, solicitud, uno, caída, etcétera). 

3  Amen  

No como una palabra que asiente sino como el logos mismo que acontece en nosotros abriéndose y religando a todos los que haya que religar y desligando a todos lo que haya que desligar en un atar Chaupi quipu y en un desatar, condensación y desplazamiento.

 

1 Proceso (Vorgang)

 

Mecanismo de representación reflexiva por el que las vivencias pasan delante de mí a modo de un proceso que desemboca en un fenómeno de privación de vida.

 

 

2  APROPIACIÓN (Zreignis)

 

Mecanismo de repetición comprensiva de las vivencias circunmundantes que trata de aprehender prerreflexivamente su forma originaria de donación en mi yo histórico.

 

3 Meta historia

En la comunión sintransferencial la historia progresiva traferencial entra en comunión con la ahistoria regresiva retraferencial repetitiva  superando la pos historia en unameta historia donde el eterno retorno de lo profano y el eterno retorno de lo sagrado entran en un nuevo día santo.

 

 

1 PRIVACIÓN DE VIDA (Ent-lebung)

 

Resultado de la aplicación de la actitud teorética y reflexiva que analiza objetivamente las vivencias de la conciencia sin dar cuenta del carácter fáctico, histórico y temporal de la vida misma.

2 VIVENCIA (Er-lebnis)

 

Resultado de la aplicación de la actitud ateorética y hermenéutica que interpreta las vivencias en su darse inmediato desde el subsuelo primario del mundo de la vida.

3 Vida eterna

El espacio y tiempo se abre a la vida misma, esta acontece en multiples espacios tiempos simultáneamente.

 

 

 

1 ExpLIcaAcióN (Erklärung)

 

Método que consiste en desplegar las cosas percibidas ante la conciencia para a continuación describirlas y exponerlas a un examen detallado de sus cualidades. En el caso de las ciencias naturales, se trata de determinar las causas que provocan un fenómeno; en la fenomenología husserliana, se pretende retrotraer todo fenómeno a la subjetividad constituyente del ego transcendental.

 

 

2 COMPRENSIÓN (Verstehen)

 

Método que consiste en penetrar en las tramas de significación que configuran el mundo como un espacio simbólico irrebasable y un horizonte de sentido ya siempre abierto y a disposición del individuo. No responde a un ejercicio de objetivación y representificación, sino a un ejercicio de inmersión en la textura histórica de la vida.

 

 3  Liberación

De toda locura de todo intento de explicación, de todo intento de conocimiento y aun de todo intento de comprensión, hay una compasión, un sentir la pasión del otro pero al mismo tiempohay una liberación de toda acción y de toda pasión en una paz en el vacio mismo.

 

 

1 CIENCIA (Wissenschaft)

 

Husserl se mueve en el marco de una concepción de la fenomenología que imita el modelo de las ciencias naturales, poniendo entre paréntesis la existencia del mundo natural con el fin de lograr un acceso ideal a las vivencias puras del yo. La descripción eidética de esta ciencia fenomenológica todavía opera con categorías.

 

2  CIENCIA ORIGINARIA (Urwissenschaft)

 

La concepción heideggeriana de la fenomenología se mueve en la esfera originaria de la vida fáctica y no en la región de una determinada ciencia. La comprensión que la vida tiene de sí misma y que extrae directamente de su relación práctica con el mundo se articula en términos de indicadores formales.

 

3 Ciencia del logos

 Juego,Magia, religión, arte, filosofía, ciencia, biodramaturgia  articulados en el arte del biotejido, recreando la experiencia traferencial misterio pascual, retransferencial misterio dharmico y sintraferencial misterio trinitario, hasta lograr la comunión.

 

    

 

 

1INTENCIONALIDAD (Intentionalitát)

 

La descripción fenomenológica arranca básicamente del yo, es decir, de una intencionalidad dirigida a un elemento inmanente a la conciencia psicológica que actúa como soporte de las vivencias.

 

2 CUIDADO (Sorge)

 

Heidegger niega la existencia de una región psíquica como ámbito propio de la intencionalidad y coloca el acento en el cuidado que la vida presta a las vivencias del mundo circundante.  

 

 3 Santa Voluntad

Como tal una volutad de poder de creación y destrucción y una volutad de ser de redención, como una voluntad abierta en el mu en la nada misma,s in ninguna intencionalidad o acción estando en todo , cuando se esta en nada. 

 

 

  

 

 

 

1 ReDuccióN (Reduktion)

 

El acceso a la subjetividad pura como fundamento último y la correspondiente desconexión del mundo se logra a través de un acto reflexivo explícito, es decir, descansa en una actitud reflexiva que el ego puede activar libremente en cada momento. La angustia, en cambio, nos arroja contra nuestra voluntad al mundo en cuanto tal.

 

 

 2 ANGUSTIA (Angst)*

 

E] acceso originario al mundo acontece o sobreviene a través de una afección fundamental como la de la angustia. La angustia tiene una enorme importancia metodológica, porque de una manera pasiva (esto es, sin que el yo ejecute una actitud reflexiva) permite alcanzar un nivel de auto-transparencia similar a la reducción husserliana.

 

3 Nuevo nacimiento

 

Se muere a la carne y ser nace al espíritu, pero también se muere al espíritu para nacer en la carne y es la carne la que se abre completamente y en ella se devela el amor, es el hijo prodigo el que ama al padre, en el amor del padre, porque  es el padre el que ama en el.

 

 

1 REFLEXIÓN (Reflexion)

 

Husserl parte de la suspensiön de la actitud natural y del mundo inmediato dado al yo, estableciendo asi una interpretaciön objetivante del modo primario de presentarse las cosas. La fenomenologia piensa que sölo en la reflexiön hay una verdadera conciencia de si que hace posible todo saber empirico

 

2 RepETICIÓN (Wiederholung) Heidegger parte de la base de que la

 

vida fáctica tiene un modo prerreflexivo de revelarse a sí misma antes de su explicitación reflexiva. La repetición es una prolongación de ese primer movimiento de autocomprensión; es decir, la vida misma es consciente de este saber de sí en el nivel primario y espontáneo de donación prerreflexiva.

 

3 Recreación

 

Se recrea la experiencia cero en rito, mito, representación, diacrítica, alteración de sistemas, biodramaturgia  hasta lograr la comunión, preparándonos desde el juego.

 

  

 

 

1 OBSERVACIÓN (Hinsicht)

 

Modo propio de ver las cosas desde una mirada distante y reflexiva del mundo que arranca la vivencia del vivir inmediato y la convierte en un objeto puramente observado.

 

2  Inmersión (Hingabe) 

 Modo esencialmente práctico de captar el significado de la vivencia desde la inmersión en la corriente significativa de la vida y el contacto directo con las cosas del mundo circundante

 

3 Alteración

Somos una otredad radical que altera todo a su paso, sin ninguna intencionalidad de alteración, esto simplemente sucede pro nuestra presencia en la que se reverla y devela la presencia del logos.

 

 

 

 

1 ÄCTOS DE CONCIENCIA (Bewufstseinsakte)

 

La fenomenologia reflexiva se concentra en el anälisis de los diferentes tipos de actos que se dan en la regiön interior de la conciencia (ver, recordar, imaginar, etcétera). 

 

2 MoDO DE COMPORTAMIENTO (Verhaltensweise)

 

La fenomenología hermenéutica analiza los diferentes modos de comportamiento eminentemente prácticos que la vida establece en su trato con el mundo (solicitud, ocupación, preocupación, etcétera).

 

3 Apocalipsis

No es una revolución que construya a un sujeto, pero se puede participar de toda revolución no es eun evangelio que salve pero se puede particpar de todo evangelio y de toda religión o ateísmo, es un sacar el velo a todo la cuestión es hacerlo con compasión, el problema es que siempre nos perderemos, por esto es importante la fenomenología de Huserl y la hermenéutica de Heidegger para encontrarnos, pero lo mas importante es rendirnos al  Yo soy  y clamar desde el abismo.