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teórica de la Guerra de imaginarios
La
controversia entre Jürgen Habermas y Niklas Luhmann estuvo vigente durante
aproximadamente cuatro décadas. El punto de inicio fue una obra conjunta
publicada en 1971 llamada Theorie der Gesellschaft oder
Sozialtechnologie (Teoría de la sociedad o
tecnología social), el desenlace: el fallecimiento de Luhmann en
1998. Durante este periodo, la obra de ambos autores se mantuvo en constante
diálogo, adquiriendo la relevancia de debates tan recurridos como el
efectuado entre Jean Paul Sartre y Louis Althusser, o
entre Karl Popper y Theodor Adorno.
En esta discusión se confrontan
dos tradiciones de pensamiento que, antes del debate, habían permanecido en
mutua indiferencia: la teoría crítica y la teoría de sistemas.
La teoría crítica o escuela de
Frankfurt es una corriente de pensamiento orientada en redirigir el proyecto
emancipador de la ilustración, iniciado a finales del siglo XVIII, y supuestamente
distorsionado o desviado en las primeras décadas del siglo XX (Jay, 1989).
Es posible reconocer dos etapas
del pensamiento temprano de la escuela de Frankfurt. En la primera, se declara
la necesidad de reconstituir el proyecto originario de la razón objetiva
ilustrada mediante un aparato interdisciplinario de investigación empírica (Horkheimer, 1973), en la segunda, se
revela el carácter autodestructivo de la razón, presente no como desviación
sino como elemento originario (Horkheimer & Adorno, 1998; Adorno, 2005). El impulso inicial de la
obra de Habermas es superar las aporías de esta segunda etapa, para luego poder
retornar a la primera.
Podemos reconocer dos vertientes
de la teoría de sistemas: la teoría general de sistemas y la teoría social de
sistemas. La primera recoge los aportes de Ludwig Von Bertalanffy (1979) -ser vivo como totalidad-, Wiener (1981), Maruyama (1963) y Ashby (1957) -principio de la circularidad de la
cibernética-, Heinz von Foerster (1991) -sistemas auto-organizadores- y por
último Humberto Maturana y Francisco Varela (1998; 2003) -teoría de la autopoiesis-. La
segunda corresponde a la teoría de los sistemas de acción de Talcott Parsons (1968; 2005) . El impulso preliminar de la obra de Luhmann es superar
las dificultades de la obra de Parsons mediante la incorporación de los avances
de la teoría general de sistemas (Rodríguez & Arnold, 1991; Izuzquiza, 1990).
Si consideramos la controversia
entre Habermas y Luhmann teniendo en cuenta las principales obras de ambos
autores (y no solamente las referencias directas), podemos distinguir tres
aspectos del debate: teórico [I], empírico [II] y normativo [III].
[I] La obra de Habermas se
sustenta un concepto amplio de racionalidad, que posee cuatro dimensiones (y no
solamente dos, la verdad y la eficacia, como generalmente se había pensado) que
se manifiestan en cuatro tipos de acciones con cuatro respectivas pretensiones
de validez: a) acción instrumental, que relaciona a un sujeto con el mundo
objetivo (validez: eficacia); b) acción regulada por normas, que relaciona a un
sujeto con el mundo social (validez: rectitud); c) acción dramatúrgica, que
relaciona a un sujeto con el mundo subjetivo (validez: autenticidad), y; d)
acción comunicativa, en donde los sujetos intentan entenderse sobre una
situación para poder coordinar sus planes de acción y se refieren de forma
simultánea al mundo objetivo, al mundo social y al mundo subjetivo. En cada
caso, la racionalidad posee dos criterios: primero, la simetría (la equidad de
todos los participantes del discurso); segundo, la no coerción (la libertad
frente a los imperativos impuestos por la tradición) (Habermas, 1992a:110-156, 351-418).
https://www.youtube.com/watch?v=bCy1uoFix2Q
Para Luhmann, en cambio, no es
posible revelar ninguna postura frente a la racionalidad o la comunicación si,
como Habermas, se parte de los conceptos de sujetos y acción (Luhmann, 1998). La obra de Luhmann no se
refiere a objetos, acciones o sujetos, sino a un tipo particular de forma (a un
suceso del mundo que opera determinando una marca entre dos partes, lo que hace
imposible transitar de una parte a la otra sin atravesar la marca), a saber, la
forma sistema/entorno, en donde una parte de la forma (el sistema), puede
observar la forma misma, la unidad de la diferencia, y distinguir la propia
distinción sistema/entorno que le es constitutiva (Luhmann 2007:145-316).
https://www.youtube.com/watch?v=6Bw1PY0jUzg
En la sociedad, el medium (elementos
acoplados débilmente que permiten la impresión de una forma) para el
surgimiento de los sistemas sociales es el sentido. Las operaciones de los
sistemas sociales son las comunicaciones (no las acciones). De los sistemas
psíquicos, los pensamientos. El medium para ambas operaciones es
el lenguaje. Así, mientras Habermas describe la sociedad partiendo de los
conceptos de acción y sujeto, Luhmann inicia con la idea de la forma
sistema/entorno, para luego deducir el significado de estos conceptos.
[II] En el campo empírico, en el
diagnóstico de la modernidad, la principal diferencia entre ambos autores es que,
mientras Habermas estudia el proceso dual del conflicto entre los sistemas
sociales, por un lado, y el mundo racionalizado de la vida, por otro, Luhmann
considera solamente la diferenciación funcional de los sistemas sociales.
Para Habermas, el mundo de la
vida corresponde al fondo aproblemático de la acción, que en cada situación
opera como plexo de remisiones que abandona la trivialidad y su solidez
incuestionada. En la modernidad, este fondo aproblemático se diferencia entre
tres componentes – cultura (el saber acumulado en forma de interpretaciones),
sociedad (las organizaciones socialmente legítimas) y personalidad (las
competencias que transforman a un sujeto en capaz de lenguaje y acción) –
constituyéndose en el contexto de la acción comunicativa. Pero,
paradójicamente, este mismo proceso de diferenciación es el que impulsa el
surgimiento de los sistemas sociales a los Luhmann se refiere. La
modernidad posee entonces dos etapas: primero, el desacoplamiento entre el
mundo de la vida (integración social) y los subsistemas de acción (integración
sistémica); segundo, la colonización del primero por parte de estos últimos (Habermas, 1992b:161-280).
Para Luhmann, en cambio, el
tránsito desde la sociedad estratificada europea a la sociedad moderna consiste
en la reduplicación de la diferencia sistema/entorno al interior de la misma
sociedad, proceso que concluye con la estructuración de sistemas parciales (Luhmann, 2007:471-676). El autor no
considera la posibilidad de que el mundo de la vida se tematice o en forma de
acción comunicativa o en forma de operación de sistemas sociales, como
Habermas, sino que tiene en cuenta solamente esta segunda opción, debido a que
la idea la integración social impulsada por la acción comunicativa y el
consenso parten erróneamente de los conceptos de sujeto y acción.
[III] Este diagnóstico disímil
del proceso de la modernidad sustenta dos posiciones normativas distintas.
Mientras Habermas plantea la necesidad de una ética procedimental (basada en el
proceso del discurso), cognitiva (que permite fundamentar normas morales) y
universal (que posee validez en todos los contextos del discurso), sustentada
en la idea de una comunidad ideal (simétrica, no coercitiva) de comunicación (Habermas, 1985), Luhmann, si bien no niega
la persistencia de la comunicación moral en la sociedad moderna, afirma que las
operaciones de los sistemas diferenciados funcionalmente son indiferentes a la
moral, por lo que la posibilidad de cualquier ética se difumina (Luhmann, 1989). Luhmann propone una
reflexión ética autorreferencial que contemple la unidad de la diferencia de la
distinción bueno/malo que le es constitutiva, y que, por un lado, se considere
no un saber moralmente superior sino una distinción entre distinciones, y que,
por otro, pueda distinguir cuándo es pertinente y cuándo no hacer uso de las
distinciones de la moral. Habermas plantea una ética encaminada a promover la
expansión de la integración social por sobre la integración sistémica. Luhmann
intenta describir la sociedad. Habermas procura enseñarle.
Más hay un grave problema pequeña Ernestina con Habermas y es
que Europa ya no tiene nada que enseñar, llego al culmine de su proceso con
Hitler donde realizo su eudaimonia, la
felicidad de su razón realizada. Así Heidegger dio el discurso rectoral https://eltalondeaquiles.pucp.edu.pe/wp-content/uploads/2017/10/heidegger--martin-el-discurso-rectoral.pdf
Donde queda establecido el
tercer vinculo el de del saber espiritual el cual se pierde para siempre después
de haber perdido la segunda guerra mundial y aun peor esta guerra, debela esta
saber como locura desde los griegos
hasta los alemanes lo único que hay es locura y es esto lo que tiene que decir la
filosofía francesa abriendo el escenario al pos humanismo donde el sistema
codifica ahora algoritmicamente porque
el hombre consciente critico ya no tiene nada que decir más que dar cuenta de
su fracaso.
Ernestina ¿Pero y que nos queda a nosotros ante la caída de
Europa y toda su ilustración? Es que Europa es la única posibilidad de la humanidad consciente?
No, hay otra: La integración espiritual de occidente y oriente
Ernestina-Occidente y Oriente se estas matando
Si y de esta guerra global permanente nacerá el ciborg, más Latinoamérica
y África pueden lograr la unión de
occidente y oriente si atraviesan toda la violencia, corrupción y opresión a la
que han sido y son sometidos, tiene una posibilidad.
Ernestina-¿En eso consiste la guerra del fin del mundo?
En eso consiste la guerra del imaginario que puedas integrar
el sujeto ilustrado europeo con el Dasein oriental en el arquetipo complementario
andino amazónico logrando un Tinkuy.
Ernestina-Pero si el sujeto europeo está atrapado en el bucle de la segunda guerra
mundial y el Dasein asiático en el bucle de la guerra fría, lo que queda es la
determinación norteamericana del ciborg,
todo el mundo cae en su red.
Abre tu corazón Ernestina te enseñare la cibernética del
tercer orden alteraras y contra alteraras
sistemas más solo si abres tu corazón lograras la
comunión.
Ernestina-¿Quieres a Arguedas no?
En las pampas de Comas el edifico una casa, sobre la arena,
con sus lágrimas, con su fuerza, con su sangre, cantando edifico una casa, el
rio de su pueblo, su sombra, su gran cruz de madera, con sus yerbas y arbustos que
florecen rodeándola, están, están palpitando dentro de esa casa, un picaflor dorado juega en el aire sobre el
techo. Yo quiero ese picaflor en la casa.
Y Entonces yo Ernestina fui en busca de ese
picaflor pero Robert Sapolsky me dijo: "No somos ni más ni menos que la suma de
aquello que no pudimos controlar.
"Detrás
de cada pensamiento, acción y experiencia yace una cadena de causas biológicas
y ambientales, que se extiende desde el momento en que se activa una neurona
hasta el inicio de nuestra especie y más allá. En ninguna parte de esta
secuencia infinita hay un lugar donde el libre albedrío pueda desempeñar un rol"
Y
entonces yo le pregunte:
¿Qué entiende usted por
libre albedrío?
"Probablemente el
mejor lugar para empezar sea en donde la gente comete su mayor error: donde no
hay libre albedrío", comienza respondiendo.
"Es una circunstancia en la que tomamos una decisión. Todos
los días tomamos decisiones. Por ejemplo, elegimos lo que vamos a comer".
"Somos
conscientes, tenemos una intención y actuamos en consecuencia. Sabemos cuál
será el resultado probable, también sabemos que no tenemos que hacerlo, nadie nos obliga, tenemos alternativas y,
para la mayoría de las personas, intuitivamente eso es libre albedrío.
"En Estados Unidos, todo el sistema legal se basa en si la
persona tenía la intención [de hacer algo] y si, aun sabiendo eso, pudo haber
hecho otra cosa. Eso es suficiente para terminar un juicio.
"Y desde mi perspectiva, esto
no tiene absolutamente nada que ver con el libre albedrío. Y centrarse en
eso es como preguntarle a alguien qué piensa de un libro cuando todo lo que hizo
fue leer la última página, porque el punto es: tienes una intención consciente
y elegiste actuar en consecuencia.
"Pero ¿cómo te
convertiste en el tipo de persona que tendría esa intención? ¿Cómo
sucedió eso? Y ahí es donde el libre albedrío simplemente no existe, ahí es
donde se evapora”.
"No está allí"
Otro ámbito en el que la gente ve "emocional e
intuitivamente" el libre albedrío es en los grandes logros, señala
Sapolsky.
Por ejemplo, cuando
miran a alguien que quizás no tenía tanto talento en ciertas áreas y, aun así,
con trabajo duro y autodisciplina sobresalió.
"Cuando pudo haberse relajado y haberse ido de fiesta con
los demás, se quedó estudiando. Y eso es muy inspirador. Tal vez no tenía una
gran memoria o una gran mente lógica o analítica, o lo que sea que no
controlaba, pero mostró mucho libre
albedrío en la disciplina y la tenacidad".
Una percepción similar -de acuerdo con el investigador- se
aplica a lo opuesto: alguien que, pese a poseer grandes dones, "los
desperdició".
"Y esas son dos áreas en las que las personas simplemente
se chocan contra una pared y deciden que ahí es donde está el libre albedrío, y
no está allí. No creo que esté en ninguna parte".
Le cuento que estoy buscando un picaflor en la casa de
Arguedas es decir una imagen que se
carga de transferencias miles, pero yo me quedaría con esa decisión que permita
que Arguedas ya no se siga suicidando.
Pero él no me comprende y creo que no comprende que lo suyo
al igual que toda la ciencia es un ejercicio de interpretación donde se hacen
modelos, pero su modelo determinista de infinitas causas lo posee
Y es que Sapolsky
plantea que cuando nuestro cerebro genera un comportamiento en particular es
por "el determinismo que vino poco antes, el cual fue causado por el
determinismo que hubo antes de ese y el de antes de ese" y así una larga
cadena.
Entonces le pregunto: ¿qué es el determinismo?
"Para mí, es como
si cada momento fuera el resultado de lo que vino antes", sostiene.
"Este es un mundo en el que no
hay nada que suceda sin una explicación, sin lo que vino antes".
Pero quizás hay una excepción: la mecánica cuántica.
En su libro, el neurocientífico examina "algunos de los
dominios fundamentales del universo en los que cosas extremadamente pequeñas
operan de maneras que no son deterministas", es decir, el mundo cuántico.
Al mismo tiempo, sin embargo, me cuenta que unos físicos le
enviaron recientemente un trabajo en el que planteaban que "el mundo es
más determinista debido a la mecánica cuántica".
Más allá de lo enriquecedor que pueda resultar ese debate, para
Sapolsky hay algo claro: "La mecánica cuántica no es lo que determina si
eres la Madre Teresa o Vladimir Putin. Fuera de eso, nada ocurre sin una
explicación".
"Lo que acaba de suceder
pasó debido a lo que vino justo antes y eso se aplica a cada mecanismo
que nos hace quienes somos".
Yo intento por todos los medios de que se dé cuenta de lo
que dice cuando dice para mí, pero él va más
adelante y formula un imperativo moral
desde su interpretación
Sapolsky dejó de creer
en el libre albedrío cuando era un adolescente.
"Ha sido un imperativo moral para mi ver a los humanos sin
juzgarlos y sin creer que cualquier persona merece algo especial, vivir sin
capacidad de odiar o de creer que merezco privilegios", escribió.
Le pregunto a qué se refiere.
"Si aceptas que
no existe el libre albedrío en absoluto, que no somos ni más ni menos que la
suma de la biología y del entorno, si realmente crees eso, la culpa y el castigo no tienen ningún sentido,
a menos que los entiendas en términos instrumentales".
Por ejemplo -señala- si tomamos la aplaysia, un caracol marino
que ha sido objeto de amplios estudios en el campo de la neurociencia, sabemos
que si le pegamos en la cabeza va a provocar una reacción.
"Lo haces para entender el comportamiento. No le pegas
porque crees que es malvado", explica.
"De la misma forma, los elogios y las recompensas no tienen
sentido en sí mismos. Pueden usarse de manera instrumental, pero no son virtudes en sí mismos.
"Y si ese es el caso, nadie tiene derecho a que sus
necesidades se consideren más importantes que las necesidades de los demás. Y
odiar a alguien es como odiar un coronavirus. Nada de eso tiene sentido.
"Hay que hacer algo sobre el hecho de que todos hemos sido
educados para aceptar que algunas personas sean tratadas mucho mejor que el
promedio por cosas sobre las que no tenían control.
"De la misma manera, algunas son tratadas mucho peor por
cosas sobre las que no tenían control. El mayor problema es que eso nos parece
bien la mayor parte del tiempo".
La pregunta
En la discusión sobre el libre albedrío, hay una pregunta que
para Sapolsky es clave: ¿de dónde vino esa
intención en primer lugar?
No hacerse esa pregunta -asegura- es como creer que todo lo que
necesitas para valorar una película es ver únicamente los últimos tres minutos.
https://www.facebook.com/herbert.soto.12/videos/4152645330697
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