martes, 11 de julio de 2023

Las aventuras de Odisea y su perro Diógenes

 

 

Las aventuras de Odisea y su perro Diógenes

 

Quizás todo empezó cuando ella se acercó al perro y le pregunto por el principio, la clásica pregunta del arjé, le perro tomo su lámpara y le dijo: reflexiona

Ella respondió veo una capa de conciencia

Especula ordeno el perro

Asique ella cruzo esta capa como si cruzara un espejo y encontró otra capa de conciencia, especula volvió a ordenar el perro, y ella  volvió a cruzar y encontró otra capa de conciencia, especula y otra capa de conciencia, especula, y otra más, y otra más   ya la vos del perro se sentía muy lejana, entonces ella grito  “esto es infinito yo quiero el principio”

Y de pronto el ciclope Polifemo apareció preguntado: ¿Quién eres?

Ella respondió: Nada

Polifemo-¿Que me ofreces?

    Nada-Este vino

Polifemo bebió gustoso quedando ebrio, nada aprovecho y le hirió el ojo a lo que reacciono Polifemo gritando “Nada me ha herido” “Nada me ha herido” provocando la burla da sus hermanos ciclopes que no fueron ayudarlo, lo que permitió que nada escapara diciendo:

No fue nada fui yo Odisea

 

De las aventuras que tuvo en cada capa de consciencia poco sabemos, de cuanto le costó  regresar pareciera que más de una vida pero el hecho es que regreso al reencuentro con Diógenes el perro.

Odisea-¡Diógenes soy yo!

    El perro le gruño desconfiado, ¿Religión? Pregunto el perro, ella negó con la cabeza, ¡Arte! Dijo el perro mientras la olía, ella volvió a negar ¡Filosofía! Grito con todo sus desprecio el perro, ella negó de nuevo, el perro ladro con todas sus fuerzas gua gua ¡Ciencia! Odisea pensó un momento y volvió a negar, Diógenes se acercó  a ella y le orino largamente, ella tomo su orina y grito ¡Locuraaaaa!  Con lo que produjo un estallido de felicidad en el perro, lamiéndola con todo su ser    a Odisea.   

 

Así se reencontraron y así fueron felices pero tenían que ir por Pene, muchas pretendientes se peleaban por él,  y él se masturba y se masturbaba siendo fiel a Odisea.

Odisea entro al salón de las pretendientas con el único afán de desenmascararlas.

 

Primero escucho atentamente a la pretendienta religiosa la cual era muy crítica con toda religión:

Pretendienta- El engaño va más allá de la sospecha. La Rochefoucauld

 La crítica ilustrada del fenómeno religioso se concentra de una manera estratégicamente inteligente en los atributos de Dios y sólo secundariamente aborda la delicada «pregunta de la existencia». En el fondo no se trata de si «hay» Dios; lo esencial es lo que piensan los hombres que afirman que Dios existe y que quiere esto o lo otro. Consiguientemente, de lo que se trata en primer lugar es de averiguar lo que se pretende saber de Dios aparte de su existencia. Las tradiciones religiosas aportan a este respecto el material. Puesto que Dios no aparece «empíricamente», la subordinación de los atributos divinos a la experiencia humana desempeña un papel decisivo en la crítica. Bajo ninguna circunstancia la doctrina de Dios de las religiones puede obviar este acceso, a no ser que ésta opte por una teología radical de los misterios o, más consecuentemente, por la tesis mística del Dios innombrable. Esta consecuencia, correcta desde el punto de vista filosófico-religioso, ofrecería una protección suficiente ante la detectivesca pregunta que se hace la Ilustración acerca de las fantasías humanas sobre Dios que se traslucen en sus atributos. Sin embargo, con la renuncia mística, la religión no puede convertirse en institución social; vive de presentar las narraciones seguras (mitos), atributos estandarizados (nombres e imágenes), tanto como formas estereotipadas de trato con lo sagrado (rituales) en formas que constantemente se repiten. De esta manera, sólo tienen que observarse más de cerca estas presentaciones para seguir el rastro de los secretos de su fabricación. El texto bíblico suministra la prueba decisiva al crítico de la religión. En Génesis, capítulo primero, versículo 27, se dice: «Y Dios creó al hombre a su imagen; a la imagen divina El lo creó». Indudablemente, esta referencia de imagen se puede explicar al revés. A partir de ahí no hay ningún problema para saber de dónde provienen las imágenes; el hombre y su experiencia son el material del que están hechos los sueños oficiales de Dios. El ojo religioso proyecta imágenes terrenales al cielo. Una de estas proyecciones elementales -¿cómo podría ser de otra forma?- proviene del ámbito de las representaciones familia y creación. En las religiones politeístas a menudo se encuentran entrelazadas sagas familiares auténticamente frivolas y líos de procreación a cargo de divinidades, tal y como fácilmente se puede estudiar en los olimpos griego, egipcio e hindú. El que la imaginación humana haya actuado con demasiada decencia a la hora de representar plásticamente las poblaciones celestiales no lo afirma nadie. Incluso la doctrina cristiana de la Santísima Trinidad, sublime y teológicamente tan pretenciosa, no se queda libre de esas fantasías de procreación y de familia. Su refinamiento peculiar, sin embargo, hace que María quede embarazada del Espíritu Santo. La sátira ha aceptado este reto. Con ello debe evitarse la representación de que entre Padre e Hijo existe un lazo de unión fundado sexualmente. El Dios cristiano puede bien «engendrar», pero no copular; por eso, el Credo, con verdadera sutileza, dice: genitum, non factum. Muy emparentado con el pensamiento de la procreación está el pensamiento de la autoría, de la creación del mundo, que se atribuye especialmente a los dioses supremos y únicos. Aquí se mezcla la experiencia humana del producir, una experiencia que arraiga en el empirismo campesino y artesano. En su trabajo el hombre se descubrió a sí mismo modélicamente como creador o autor de un efecto nuevo, antes inexistente. Cuanto más avanzaba la mecanización del mundo, tanto más se veía desplazada la representación divina desde una visión biológica del engendrar a la de la producción. Correspondientemente, el Dios creador se fue convirtiendo paulatinamente en un fabricante del mundo, en el productor originario. La tercera proyección elemental es la de su carácter auxiliador,  quizá la más importante de entre las imaginaciones constitutivas de la vida religiosa. La mayor parte de las llamadas religiosas se dirigen a Dios como auxiliador en las necesidades de la vida y de la muerte. Pero, dado que el auxilio de Dios presupone su poder sobre las apariciones terrenales, la fantasía del auxiliador se mezcla con las experiencias humanas del vigilar, del proveer y del regir. La imagen popular de Cristo le representa como el Buen Pastor. En el proceso de la historia de la religión se han asignado a los dioses distritos de dominio y responsabilidad, bien sea en forma de soberanía sectorial sobre un elemento de la naturaleza, tales como el mar, el río, el viento, el bosque, los cereales, bien en una forma de dominio general sobre el mundo creado. Las experiencias políticas penetran evidentemente estas proyecciones. El poder de Dios está en analogía con las funciones de jefe o de rey. La religión de la sociedad feudal es la que menos encubre su proyección política de Dios, al constituirle sin ningún género de dudas como Señor feudal superior y darle, efectivamente, el título feudal de «Señor»; en inglés se dice todavía hoy My Lord. De la forma más ingenua salen a la luz el antropomorfismo y el sociomorfismo, allí donde se intentaron representaciones imaginativas de Dios. Por eso, tanto la teología como las religiones reflejas han promulgado estrictas prohibiciones de representación plástica, pues en ellas se reconoce el peligro de la cosificación. El judaismo, el Islam y también ciertas fracciones «iconoclastas» del cristianismo han practicado en este punto un distanciamiento inteligente. Ya la sátira de la Ilustración se divertía con las divinidades africanas, para las que una piel negra era igualmente tan natural como los ojos rasgados para los ídolos asiáticos. Se regodeaba con la consideración de cómo lograrían representarse los leones, camellos y pingüinos al buen Dios: ¿como león, como camello, como pingüino? Con este descubrimiento de los mecanismos proyectivos, la crítica de la religión ha puesto en manos de los movimientos de la Ilustración un arma afilada. Sin gran esfuerzo se puede demostrar que el mecanismo de proyección es siempre y en el fondo el mismo, tanto si se trata de ingenuidades sensibles, tales como los ojos rasgados y la barba blanca del abuelo, o de atributos sutiles como la personalidad, la creación del mundo, la permanencia o la omnisciencia.

Odisea-Me permite ¿Mi buena amiga racional contarle algo?

Pretendienta racional religiosa-Claro 

Odisea-Una contacto en mi red de Facebook público esto: Hernández Helen

Colaborador destacado

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Estoy preparando un discurso de oratoria sobre la película "The Truman show: La historia de una vida" desde un punto de vista filosófico en el cuál necesito diversas opiniones ¿Se han preguntado que harían si descubren que toda su vida es una mentira y que realmente son parte de un show de televisión? ¿Que opinan de la visión del mundo que nos ofrece la película? ¿Cuál es el mensaje u propósito del filme? Todos sus aportes me serviran de muchísima ayuda.

A lo que mi buen perro Diógenes respondió

El lenguaje inventa la caverna Truman show podrá verse como una víctima del sistema pero si realmente pensara donde empieza y acaba el sistema dejaría de hablar lo cual es imposible porque nuestro actuar es una actuar de signos o inventaría su propio lenguaje con el que estaría creando su propia caverna que con el tiempo sería tan horrible como las demás, la verdad es mucho más dura. Toca redeconstruir las cavernas alterándolas para que entre un poco de luz.

Obteniendo una pregunta de nuestro hermano Jared

Interesante hermano, ¿Y la última caverna es Dios? ¿O más bien nosotros hacemos la caverna con el lenguaje?    

A lo que podemos responder

Diógenes-Gua Gua

Claro mi buen perro ambas porque el fenómeno de proyección que usted encuentra en la religión  está  presente en todo el lenguaje el cual inferirá analógicamente, más la religión supera esta analogía en una univocidad mística donde la caverna cae, al contrario de otros epistemes donde se crean modelos convencionales   para hacer referencias formales y así superar la proyección analógica cuando de verdad la están convencionalizando.

Lo místico es inseparable de lo religioso más solo la religión puede destruir las cavernas que crea volviendo al silencio místico, en un símbolo corporal total donde se integran los dos mundos el del devenir y el eterno, espejo frente a espejo entrelazados.

Así que yo no estaría segura de ver en la proyección una creación simplemente humana porque el espejo nos devuelve la proyección y el hombre es a imagen y semejanza en el amor.

 

El ser humano es una ciudad de cavernas

Cada mañana se abre una nueva

 Dejando na alegría, una depresión, una ansiedad

Cierta percepción momentánea constituye un visitante inesperado

¡ Acógelos y atiéndelos a todos!

Aunque se trate de una multitud de penas 

Que arrasen violentamente

Con todas las otras cavernas

Aun así trátalos con respeto

Puede que te estén aclarando el horizonte para un nuevo deleite

A los pensamientos escabrosos, a la vergüenza a la malicia, recíbelos a todos con risas en la puerta  e invítalos a pasar.

Da gracias por quien quiera que llegue

Porque todos han sido enviados allende como guías

 Más en muy pocos se esconde el mapa del tesoro que nos lleva al pico

Donde está   la llave para salir de toda caverna.

A esta llave la llamamos cruz. 

           De cómo odisea  y su perro Diógenes vencieron a la religión

Pretendienta religiosa- Pero, en todo esto, la crítica de la religión consecuente deja intacta la cuestión de la «existencia de Dios». Es propio del tacto racional no abandonar el ámbito que se plantea mediante la pregunta: «¿Qué puedo saber?». La crítica sufrió de nuevo una recaída dogmática cuando, con afirmaciones metafísicamente negativas por su parte, saltó más allá de los límites del saber y comenzó a profesar un torpe ateísmo. Los representantes de las religiones organizadas pudieron afirmar a partir de aquí, complacidos, una aproximación de «la cosmovisión atea» a la teológica. Pues donde hay una contradicción frontal no se da ningún avance más allá de ambas posiciones. Instituciones a las que no les importa nada más que su autoconservación no necesitan nada. Junto al desenmascaramiento antropológico de la proyección de Dios, la Ilustración conoce, a partir del siglo XIX, una segunda estrategia subversiva en la que nosotros descubrimos el germen de una teoría moderna del cinismo. Esta se conoce con el nombre de teoría de la mentira piadosa. Con ella la Ilustración echa una primera mirada instrumentalista a las religiones al preguntarse a quién sirve la religión y qué función desempeña en la vida de la sociedad. La respuesta a esto -aparentemente sencilla- no ponía en aprietos a los ilustrados. Efectivamente, sólo necesitaban echar una mirada sobre mil años de política religiosa cristiana, desde Carlomagno hasta Richelieu, para leer la respuesta en las huellas sangrientas del poder religiosamente guarnecido. Todas las religiones se han edificado sobre el suelo del miedo; las tempestades, los rayos, las tormentas... son el origen de ese miedo. El hombre, que se sentía impotente frente a los acontecimientos de la naturaleza, buscaba su refugio en los seres que eran más fuertes que él mismo. Sólo posteriormente hombres ambiciosos, políticos refinados y filósosos han sabido sacar ventaja de la credulidad del pueblo. Para este fin buscaban un gran número de dioses, tan fantásticos como crueles, que no servían para ningún otro fin que el de asegurar y mantener su poder frente a los hombres. Así aparecen las diferentes formas de culto que en última instancia sólo aspiran a imprimir una clase de legalidad trascendental a un orden de sociedad existente..., el núcleo de todas las formas del culto consistía en el sacrificio que el individuo tenía que ofrecer para el bien de la comunidad... De esta manera, ya no resulta sorprendente que en el nombre de Dios:., el mayor número de hombres se vea oprimido por un pequeño grupo de gente que ha hecho del temor religioso un aliado eficaz. (Thérése Philosophe, Ein Sitíenbild aus dem IH. Jahrhundert; verfasst von dem intimen Freund Friednchs des Grossen, dem Marquis d'Argens, traducido por J. Fürstenauer, Darmstadt s. f. La atribución al autor no está clara, ya que se apoya meramente en una observación del Marqués de Sade; págs. 111-112.) Esto es una teoría instrumentalista de la religión que no admite ambages. Ciertamente, también pone la génesis de las religiones en la cuenta del desamparo human o (proyección del auxiliador). Pero esencialmente en ella está el ataque a una lógica abiertamente refleja e instrumentalista. En la cuestión sobre la función y el uso de la religión está la dinamita ideológico-crítica del futuro, el núcleo de cristalización del cinismo moderno reflexivo. Al ilustrado le resulta fácil decir para qué existe la religión: en primer lugar, para la superación de la angustia vital; en segundo lugar, para la legitimación de los ordenamientos sociales opresores. Esto significa, al mismo tiempo, la serie histórica, tal como el texto acentúa expresamente: «Sólo con posterioridad...». Los explotadores y utilizadores de la religión tienen que ser de u n calibre distinto al del pueblo creyente, llano y lleno de miedo. Correspondientemente , el texto elige sus expresiones: se trata de «hombres ambiciosos» y políticos y filósofos refinados. No se puede tomar suficientemente en serio el término «refinado». Apunta a una conciencia arreligiosa que utiliza la religión como instrumento de dominio. Ésta sólo tiene la tarea de establecer permanentemente una disposición muda al sacrificio en el interior de los subditos. El ilustrado supone que los dominadores saben esto y que lo hacen actuar con cálculo consciente a su favor. Refinamiento no significa otra cosa más que «finura en el saber del dominio». La conciencia del que detenta el poder ha brotado del autoengaño religioso; sin embargo, el engaño puede seguir trabajando a su favor.  

No cree, pero deja creer. Tiene que haber muchos tontos para que los listos sigan siendo unos pocos. Considero que esta teoría ilustrada de la religión representa la primera construcción lógica del moderno y reflexivo cinismo señorial". Sin embargo, esta teoría no se ha podido aclarar a sí misma la propia estructura y amplitud, y ha desaparecido en el curso del desarrollo teórico. En general, domina la concepción de que sólo con Marx la crítica de la ideología ha encontrado su forma válida, forma en la que los sistemas de Nietzsche y Freud, entre otros, siguieron trabajando. La opinión del manual sobre la teoría de la mentira piadosa indica que su comienzo ha sido insuficiente y con razón ha sido vencido por las formas más «maduras» de la crítica sociológica y psicológica de la conciencia. Esto es sólo en parte correcto. Se puede comprobar que ésta capta una dimensión ante la que no sólo fracasaron las críticas sociológica y psicológica, también quedaron completamente ciegas cuando ella empezó a manifestarse dentro de su propio campo: la dimensión refinada. La teoría del engaño es reflexivamente más compleja que la teoría del desenmascaramiento político-económico y que la de la psicología de las profundidades. Ambas teorías del desenmascaramiento ponen el mecanismo del desengaño tras la falsa conciencia: se engaña, se es engañado. La teoría del engaño, por otra parte, supone que se puede observar bipolarmente el mecanismo del error. No sólo se pueden sufrir engaños, también se puede utilizar éste contra los otros. Exactamente esto han tenido ante los ojos los pensadores del Rococó y de la Ilustración, no pocos de los cuales, por lo demás, se habían ocupado del antiguo quinismo (por ejemplo, Diderot, Christoph M. Wieland). Denominan esta estructura -a falta de una terminología más desarrollada- «refinamiento», que está en una alianza con la «ambición»; ambas son cualidades que en aquel tiempo fueron corrientes al saber mundano en las esferas cortesanas y urbanas. En realidad, esta teoría del engaño significa un gran descubrimiento lógico: un avance de la crítica de la ideología hacia el concepto de una ideología reflexiva. Toda la restante crítica de la ideología posee ya una inclinación notable a constituirse en patrón de «la falsa conciencia» de los otros y a considerar a éstos 73 ofuscados. La teoría del engaño, por el contrario, esboza el nivel de una critica que concede al enemigo una inteligencia, por lo menos, de igual rango. Se sitúa concienzudamente en rivalidad con la conciencia enemiga, en vez de comentarla desde arriba. Desde finales del siglo XVIII la filosofía tiene en sus manos, por ello, el comienzo del hilo hacia una crítica de la ideología multidimensional. Retratar al enemigo como a un estafador despierto y reflexivo, como a un «político» refinado, es al mismo tiempo ingenuo y refinado. De esta manera, se llega a la construcción de una conciencia refinada a través de otra que incluso lo es más. El ilustrado supera al engañador al considerar sus maniobras y exponerlas de tal manera que las desenmascara. Si el sacerdote mentiroso o el dominador son un cerebro refinado, es decir, modernos cínicos del señorío, el ilustrado es, frente a ellos, un metacínico, un irónico, un satírico. Puede consumar de una manera soberana las intrigas del engaño en la cabeza del enemigo y hacerlas estallar riendo: no querréis vendernos como si fuéramos tontos. Pero esto apenas es posible sin una cierta reflexiva situación de enzarzamiento dentro de la cual las conciencias están recíprocamente a la altura. En este clima, la Ilustración exige un entrenamiento en la desconfianza que aspira a la superación del engaño a través de la sospecha.

Diógenes ríe si es posible que un perro ría pero Diógenes es un hombre perro, que no habla como hombre sino como perro con señales subconscientes meta estructurales que solo Odisea puede interpretar hasta sus últimas consecuencias.

Odisea- El doble engaño como estrategia nos deja en el mundo de las máscaras, una máscara desenmascarando a otra    es una tarea infinita que jamás acaba y es que el engaño vera el engaño del engaño del engaño y el cínico se dará por engañado para descubrir al engañador al cual está  engañando, aun no me toca diacriticar a la pretendienta moral pero quisiera  acercarme a la moral a partir de estos comentarios.     

 

Karla Vargas

La moralidad es necesaria cuando la espiritualidad está  ausente

 

Alex Keaton

La moralidad y la espiritualidad son conceptos independientes que pueden coexistir o no en la vida de una persona. La moralidad se refiere a los principios y valores que guían nuestras acciones y decisiones, mientras que la espiritualidad se relaciona con la búsqueda de un sentido más profundo, la conexión con lo trascendental y la exploración de preguntas existenciales.

Sugerir que la moralidad es necesaria cuando la espiritualidad está ausente implica que solo las personas religiosas o espiritualmente orientadas pueden ser moralmente correctas, y esto es absolutamente falso. Hay muchas personas que se adhieren a principios morales sólidos sin tener una orientación espiritual específica. La moralidad puede basarse en una variedad de fundamentos éticos, como el utilitarismo, el deber, la justicia o el cuidado hacia los demás, que no necesariamente dependen de creencias religiosas o espirituales.

Además, la espiritualidad no es un concepto universalmente definido y puede tener diferentes significados para diferentes personas. Algunos pueden encontrar una base moral en sus creencias espirituales, mientras que otros pueden encontrarla en la filosofía, la razón o la ética secular. Por lo tanto, la presencia o ausencia de espiritualidad no debe ser considerada como un factor determinante en la moralidad de una persona.

 

 

 

A lo que yo respondo:

Toda moralidad es inconsistente sin espiritualidad pero ¿Qué es la espiritualidad? En esta ocasión tratemos de acercarnos a la espiritualidad de la manera más científica, el problema es que la ciencia empírica está  limitada por su propia metodología para investigar aquello que no es un fenómeno sino un noúmeno pero vayamos a los límites de su investigación con este video https://tv.apple.com/us/episode/misterios-del-subconsciente/umc.cmc.6ophxh25l4ckuqludqmxb1c38?l=es y aquí lo que tendremos es una meta comunicación por señales subconscientes, que nos permiten inter relacionarnos con otros más allá de los signos, que nos permiten curarnos al punto de poder activar nuestros genes, que nos permiten realizar trabajos por medio de una inspiración que los científicos logran provocar por medio de estimulación directa al cerebro lo cual es algo terrible como siempre la ciencia tratando de crear robots más lo que tenemos es un indicio de lo que llamaron los antiguos espiritualidad es decir un acto de corazón carente de contradicción diríamos ahora nosotros un acto subconsciente que nace orgánicamente, y que es lo que la biblia nos dirá Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
Y renueva un espíritu recto dentro de mí. Los sacrificios de Dios son el espíritu contrito; al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás. ¿Porqué nos dice esto la biblia? Porque el pensar consciente implica una contradicción entre esta primera intención y una segunda que obstaculizara la primera, la moralidad podría comprenderse como una tercera intencionalidad instaurada desde el deber la cual terminara reprimiéndonos y no permitiéndonos la religación espiritual al no actuar de corazón nos nos comunicamos metacomunicacionalmente es decir desde el subconsciente hay un dobles una hipocrecía que la moral jamás podrá superar, ¿Quiere decir que toda intención subconsciente es pura, buena, integra? No solo si se logra una comunión con lo divino así es sino estamos rotos adentro y nuestras primeras intenciones pueden ser dañinas ahí la moral hace su papel represor y si bien puede ser efectiva en un momento a la larga el deber sucumbirá o creara una violencia peor a la que intentaba evitar.  

 

        Detrás de las cavernas están vibrando las heridas, la religión no es una estructura de poder es la religación de unas heridas con otras eso es la espiritualidad lo cual es posible si primero nos hemos religado con Dios, más la religión como toda estructura deviene en una estructura de poder.

Mi amigo Joel Agon lo entiende muy bien

A los que dicen ¿Por qué la divinidad creo el mal? un tipo de hace más de 2000 que existió los responde.

Aristóteles: ''Es evidente, pues, que el mal no existe fuera de las cosas sensibles, porque el mal, es por naturaleza, posterior a la potencia. Entonces, en las realidad primordiales y eternas no existe ni el mal ni el error, ni tampoco nada que se pueda corromper (porque la corrupción es uno de los males)…''

(Libro IX Metafísica)

 A lo que yo respondo

 

Ahora si comprendemos a Hegel sabremos que en el devenir prima el mal.

Miremos otra vez esto de la construcción de las cavernas en el lenguaje

 

https://www.youtube.com/watch?v=P1ww1IXRfTA

 

Veamos este video de Richard Feynman en el minuto 15 el hace una clase de epistemología cuando le preguntan sobre el magnetismo y veras como en todo el video el hace analogías pero llega el punto en que no puede analogar  el magnetismo a nada conocido y solo queda el lenguaje matemático, pero esas analogías que parecen inocuas en el devenir van generando entendimientos dentro de estructuras ideológicas porque el devenir en el hombre adquiere esta formación socio cultural aun la estructura formal matemática no escapa del todo de esta estructura   de hecho es el culmine de la esta misma en su pretensión de objetividad.

En la religión también hay esta pretensión de objetividad porque toda estructura humana es en esencia religiosa y el arte la filosofía la ciencia están haciendo también religión la cual solo culmina cuanto estamos en comunión, lo que significa salir de nuestras cavernas para esta biotejidos en una espiritualidad pero si nosotros nos quedamos en la voluntad de poder y la enfrentamos con otra voluntad de poder tratando de desenmascarar solo conseguiremos otra mascara, mira a Diógenes él se entristece profundamente cuando yo estoy triste para luego pasar a animarme ¿Diremos que Diógenes es un cínico, un quínico o un verdadero hombre   al ser un perro? Él se religa a mí, ¿Entonces el camino está  en dejar toda razón de lado e ir a lo primitivo animal   que es donde encontraremos la verdadera religión? No, debemos lograr la súper consciencia Diógenes no es un perro es un hombre superconsciente que decidió explorar este leguaje meta estructural que pertenece a nuestro subconsciente pero que podemos revelarlo conscientemente, lo otro es como los científicos estimular eléctricamente el cerebro con lo que jamás obtendremos la libertad que Diógenes experimenta.

Sino porque está  prohibido el vino

Cuando el rayo de inteligencia del profeta

Cayó sobre el tonto que lo acompañaba

Este se sintió muy feliz y se volvió dicharachero.

Al poco tiempo entro en un delirio soez

Este es el problema de una generosidad  

Surgida de repente como en el vino.

 Si el bebedor es poseedor de una gran gentileza

Esto es lo que le aflorará

Cuando esté borracho.

Pero si lo que oculta es rabia y arrogancia

Eso es lo que aparecerá

Y como esto es lo que ocurre con la mayoría de la gente

Por eso el vino está  prohibido para todos.

 

Y entonces la moral y es que la sintraferencial en la meta estructura esta comunión de nuestro campo ontológico con el campo ontológico divino es el don que llamamos amor  y que Dios da gratuitamente pero que pocos tiene el valor de recibir y mucho menos cultivar y es que su fruto es una cruz.

 

Pretendienta religiosa-Dirá usted un gran pene, porque ese lenguaje meta estructural del que habla no es más que el gozo de una libido Como sociedad capitalista estamos marcados por el tropo, por la re-negación, por la ironía. A propósito de lo anterior Zizek hace una crítica a Umberto Eco sobre su obra “El nombre de la rosa”: “Lo que tendría que incomodarnos de este libro es su tesis fundamental: la fuente del totalitarismo es un vínculo dogmático con la palabra oficial: la falta de risa, de separación irónica”.[13] Completando más adelante en este mismo texto que: “Lo que perturba de El nombre de la rosa, sin embargo, es la creencia subyacente en la fuerza liberadora y antitotalitaria de la risa, de la distancia irónica. Nuestra tesis aquí es casi exactamente lo opuesto a esta premisa subyacente en la novela de Eco: en las sociedades contemporáneas, democráticas o totalitarias, esa distancia cínica, la risa, la ironía, son, por así decirlo, parte del juego”.[14] Lo vemos a diario en la risa enlatada de la TV, La TV se ríe constantemente en vez de nosotros espectadores reales, tanto que en ocasiones uno se ríe sólo como consecuencia de que la TV se rió. En el chat, en los mensajes por teléfono (la palabra escrita es importante para la tecnología) la risa siempre aparece como acompañante, un: jaja, haha, jeje… La risa está presente en nuestro discurso habitual a manera irónica y de continuidad. El sujeto cínico está al tanto de la distancia entre la máscara ideológica y la realidad social, pero pese a ello insiste en la máscara. La fórmula, como la propone  Pedrito Sloterdijk, sería entonces: “Ellos saben muy bien lo que hacen pero aun así lo hacen”. La razón cínica ya no es ingenua, sino que es una paradoja de una falsa conciencia ilustrada: uno sabe de sobra la falsedad, está muy al tanto de que hay un interés particular oculto tras una universalidad ideológica, pero aún así, no renuncia a ella.[15]  

  Vivimos en una sociedad enigmática, el síntoma nos subyace y es ahí donde buscamos el plus del goce, y será también en ese momento cuando lo imaginario cobre más fuerza, como se apuntaba en la época de la fantasmagoría: “bien sé que los fantasmas no existen, pero de todos modos”. El objeto está plagado de una entidad fantasmática que lo desprovee de su exceso negativo: La New Age y el multiculturalismo se empañan en ironizar todo (en tanto negación de la substancia), en pensar que es posible habitar el planeta sin consumir sus recursos, en pensar a la naturaleza como armonía, en tratar de asemejarnos a ese ritmo armonioso. Habría que pensar de dónde viene el petróleo, cómo se originó el universo según los físicos teóricos.

Como apunta Zizek: “love is evil”, el amor es el mal en tanto que conflicto, en tanto que continua pugna (a manera de Heráclito); la naturaleza es lo más violento que podemos percibir. No puede haber guerras sin bajas, focos para la casa que en realidad no contaminen, no puede haber un consumo excesivo sin repercutir en un mal. Nuestra contemporaneidad manejada por el comercio del producto, de la cosa, se maneja en este nivel fantasmático: El objeto desprovisto de su negatividad, de su esencia.  Hay un fantasma habitando nuestra sociedad, y aunque los fantasmas no son reales, en ocasiones funcionan como si lo fueran. Para Hamlet el fantasma de su padre era real y funcionó de marco para entender su entorno. Habría que hacer una reflexión en torno a este fantasma a partir de la realidad virtual: “Instead of talk about virtual reality we must talk about the real of the virtual” (Conferencia de Slavoj Zizek: The reality of the virtual). Ese fantasma aunque no es real, estructura nuestra vivencia cotidiana como si fuera Real. Estamos insertos en un mercado de la continua negación, como se menciona en Matrix[16]: “Welcome to the desert of the real”.

 

Vea usted, querida amiga, aquí tiene, pues, mi sermón al capítulo de la religión. No es otra cosa que el fruto de veinte años de observación y de reflexión. Siempre intenté separar la verdad de la mentira, como manda la razón; por eso creo que deberíamos llegar a la conclusión de que el placer que a nosotros nos une tan cariñosamente, mi querida amiga, es puro e inocente. ¿No garantiza la discreción con la que nos entregamos que esto no hiere ni a Dios ni a los hombres? Sin duda, sin esta discreción tales placeres podrían originar un escándalo maligno... Finalmente, nuestro ejemplo sería apropiado para confundir a jóvenes almas desprevenidas e inducirlas a la negligencia en los deberes que tienen frente a la sociedad... -Pero -objetó Madame muy acertadamente-, en mi opinión, si nuestros placeres son tan inocentes como yo quiero con gusto creer, ¿por qué no deberíamos entonces confiarlos a todo el mundo? ¿Qué mal puede entrañar entonces el que nosotros hagamos partícipes a nuestros semejantes de los frutos del placer? ¿No me ha dicho usted continuamente que no puede darse mayor felicidad humana que la de hacer feliz a los otros...? -Efectivamente, mi querida amiga, eso he dicho -añadió el Abbé-. Pero esto no significa que nosotros debamos descubrir a la plebe tales secretos. ¿No sabe usted que la sensibilidad de esta gente es lo suficientemente grosera como para abusar de esto que a nosotros nos parece sagrado? No se la puede considerar como personas capaces de pensar razonablemente... De diez mil personas apenas hay veinte que puedan pensar lógicamente... Éste es el motivo por el que nosotros tenemos que proceder cuidadosamente con nuestras experiencias Toda prepotencia, una vez que se ha puesto a hablar, no puede por menos que irse de la lengua, pero tan pronto ha asegurado la discreción, entonces puede ser increíblemente sincera. Aquí, por boca del Abbé, llega a una confesión verdaderamente clarividente en la que suena ya una buena parte de la teoría de la cultura de Freud y de Reich. Pero el privilegiado ilustrado también sabe exactamente lo que pasaría si todos pensaran como él. Por ello, el despierto saber de las cabezas dominantes pretende ponerse unos límites discretos; pues prevé un caos social si de la noche a la mañana las ideologías, los temores religiosos y acomodaciones desaparecieran de las cabezas de muchos. Estando él mismo desilusionado reconoce la absoluta necesidad funcional de la ilusión para el statu quo social. De este modo trabaja la Ilustración en las cabezas que han reconocido el surgimiento del poder. Su precaución y discreción es perfectamente realista, pues encierra una sobriedad impresionante, una sobriedad en la que reconoce que «los frutos dorados del placer» prosperan sólo en el statu quo que pone en el regazo de unos pocos las oportunidades de individualidad, sexualidad y lujo. No sin referencia a tales secretos de un poder podrido, era como Talleyrand decía que la dulzura de la vida sólo la había conocido aquel que había vivido antes de la Revolución. ¿Quizá signifique algo el que sea la voluptuosa y aplicada dama la que candorosamente (?) exija para todos los dulces frutos del placer y aluda a la felicidad de compartir, mientras que el realista Abbé se aferra al secreto, a la discreción en tanto que la «plebe» no esté madura para compartirlos? Por boca de la dama resuena, quizá, la voz de lo femenino, del principio democrático, de la generosidad erótica: una Madame Sans-Géne de la política. No puede comprender que el placer es escaso en el mundo y por qué aquello que tan frecuentemente se da se tiene que buscar indirectamente. Al principio de su Wintermárchen, Heinrich Heine ha apelado a este argumento de la generosidad. Puso la «antigua canción de la resignación», que los dominadores dejaban cantar a la plebe estúpida, en su lugar dentro del sistema de la opresió n. Conozco la melodía, conozco el texto. Conozco también a los señores autoras. Sé que en secreto beben vino y en público predican el agua. Aquí están reunidos los motivos: la «crítica cLel texto», el argumento ad hominem, la refinada superación del refinamiento; lo que queda más allá de esto es el cambio entusiasta d-el programa elitistamente cínico-señorial hacia la chanson popular. Aquí abajo crece pan suficiente para todo hijo de hombre. Y no son menos las rosas y los mirto.s, la belleza, el placer y los guisantes. ¡Sí, guisantes para cualquiera tan pronto las vainas revienten! Dejemos el cielo para los ángeles y los gorriones. En el universalismo poético de Heine aparece la respuesta adecuada de la Ilustración clásica al cristianismo: ellla toma el saber por la palabra en vez de dejarlo a las ambigüedades de la fe. La Ilustración sorprende a la religión al tomarla, en lo refferente al ethos, más en serio de lo que ella hace consigo misma. Po:r eso, las consignas de la Revolución francesa al comienzo de la mocdernidad fulgen como la más cristiana supresión del cristianismo. Lo insuperablemente razonable y lo adecuadamente humano en las grandes religiones es lo que hace que éstas, de sus núcleos renascibles, avancen sin pausa. Y tan pronto notan esto, todas las formas de la crítica de la supresión se ven obligadas a la circunspección frente a los fenómenos religiosos. Las psicologías profundas pusieron en claro que no sólo en las representaciones desiderativas de tipo religioso está actuando la ilusión, sino también en el «no» a las religiones./La religión podría clasificarse entre aquellas «ilusiones» que tierten un futuro junto a la Ilustración, ya que ninguna mera crítica negativa y ningún desengaño les hace justicia. Quizá sea la religión realmente una «psicosis ontológica» incurable (Ricceur), y las furias de la crítica de la eliminación tienen que estar hartas del eterno retorno a lo eliminado.

 

   Odisea-Así que se sabe bien una racionalidad religiosa como toda religiosidad

Pretendienta religiosa-Y como toda religiosidad la mía es la del goce, la que revelo Osho a la plebe, ese goce sexual que esconde toda cruz y que tu perro sabe bien, por eso todas mis entrañas desean a pene y nada ni nadie podría evitar nuestro encuentro.

Odisea-Excepto tu misma al no abrirte al goce divino, como u plus más allá  de todo plus   donde la mercancía desaparece y solo queda el espíritu, pero para esto tu dolor tendría que ser tan profundo como el dolor divino ven y mira Odisea camino   con Diógenes y por donde andaban crecían flores, los demás pretendientas botaban a Odisea diciéndole que donde pisaba era sagrado , Odisea se iba a otro lado y volvían a aparecer flores eso una y otra vez fue entonces cuando la pretendienta religiosa se acercó y se humillo ante Odisea y su perro este le orino pero ella no fue capaz de tomar de su orín, Odisea le toco su corazón pero ella no fue capaz  de soportar tal dolor.     

 

      



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