Las aventuras de Odisea y su perro Diógenes
Quizás todo empezó cuando ella se acercó al perro y le
pregunto por el principio, la clásica pregunta del arjé, le perro tomo su lámpara
y le dijo: reflexiona
Ella respondió veo una capa de conciencia
Especula ordeno el perro
Asique ella cruzo esta capa como si cruzara un espejo y encontró
otra capa de conciencia, especula volvió a ordenar el perro, y ella volvió a cruzar y encontró otra capa de
conciencia, especula y otra capa de conciencia, especula, y otra más, y otra
más ya la vos del perro se sentía muy lejana,
entonces ella grito “esto es infinito yo
quiero el principio”
Y de pronto el ciclope Polifemo apareció preguntado: ¿Quién eres?
Ella respondió: Nada
Polifemo-¿Que me ofreces?
Nada-Este vino
Polifemo bebió gustoso quedando ebrio, nada aprovecho y le hirió
el ojo a lo que reacciono Polifemo gritando “Nada me ha herido” “Nada me ha
herido” provocando la burla da sus hermanos ciclopes que no fueron ayudarlo, lo
que permitió que nada escapara diciendo:
No fue nada fui yo Odisea
De las aventuras que tuvo en cada capa de consciencia poco sabemos,
de cuanto le costó regresar pareciera
que más de una vida pero el hecho es que regreso al reencuentro con Diógenes el
perro.
Odisea-¡Diógenes soy yo!
El perro le gruño desconfiado, ¿Religión?
Pregunto el perro, ella negó con la cabeza, ¡Arte! Dijo el perro mientras la
olía, ella volvió a negar ¡Filosofía! Grito con todo sus desprecio el perro,
ella negó de nuevo, el perro ladro con todas sus fuerzas gua gua ¡Ciencia!
Odisea pensó un momento y volvió a negar, Diógenes se acercó a ella y le orino largamente, ella tomo su
orina y grito ¡Locuraaaaa! Con lo que produjo
un estallido de felicidad en el perro, lamiéndola con todo su ser a Odisea.
Así se reencontraron y así fueron felices pero tenían que ir
por Pene, muchas pretendientes se peleaban por él, y él se masturba y se masturbaba siendo fiel a
Odisea.
Odisea entro al salón de las pretendientas con el único afán
de desenmascararlas.
Primero escucho atentamente a la pretendienta religiosa la
cual era muy crítica con toda religión:
Pretendienta- El engaño va más allá de la sospecha. La
Rochefoucauld
La crítica ilustrada
del fenómeno religioso se concentra de una manera estratégicamente inteligente
en los atributos de Dios y sólo secundariamente aborda la delicada «pregunta de
la existencia». En el fondo no se trata de si «hay» Dios; lo esencial es lo que
piensan los hombres que afirman que Dios existe y que quiere esto o lo otro.
Consiguientemente, de lo que se trata en primer lugar es de averiguar lo que se
pretende saber de Dios aparte de su existencia. Las tradiciones religiosas
aportan a este respecto el material. Puesto que Dios no aparece
«empíricamente», la subordinación de los atributos divinos a la experiencia
humana desempeña un papel decisivo en la crítica. Bajo ninguna circunstancia la
doctrina de Dios de las religiones puede obviar este acceso, a no ser que ésta
opte por una teología radical de los misterios o, más consecuentemente, por la
tesis mística del Dios innombrable. Esta consecuencia, correcta desde el punto
de vista filosófico-religioso, ofrecería una protección suficiente ante la
detectivesca pregunta que se hace la Ilustración acerca de las fantasías
humanas sobre Dios que se traslucen en sus atributos. Sin embargo, con la
renuncia mística, la religión no puede convertirse en institución social; vive
de presentar las narraciones seguras (mitos), atributos estandarizados (nombres
e imágenes), tanto como formas estereotipadas de trato con lo sagrado
(rituales) en formas que constantemente se repiten. De esta manera, sólo tienen
que observarse más de cerca estas presentaciones para seguir el rastro de los
secretos de su fabricación. El texto bíblico suministra la prueba decisiva al
crítico de la religión. En Génesis, capítulo primero, versículo 27, se dice: «Y
Dios creó al hombre a su imagen; a la imagen divina El lo creó».
Indudablemente, esta referencia de imagen se puede explicar al revés. A partir
de ahí no hay ningún problema para saber de dónde provienen las imágenes; el
hombre y su experiencia son el material del que están hechos los sueños
oficiales de Dios. El ojo religioso proyecta imágenes terrenales al cielo. Una
de estas proyecciones elementales -¿cómo podría ser de otra forma?- proviene
del ámbito de las representaciones familia y creación. En las religiones politeístas
a menudo se encuentran entrelazadas sagas familiares auténticamente frivolas y
líos de procreación a cargo de divinidades, tal y como fácilmente se puede
estudiar en los olimpos griego, egipcio e hindú. El que la imaginación humana
haya actuado con demasiada decencia a la hora de representar plásticamente las
poblaciones celestiales no lo afirma nadie. Incluso la doctrina cristiana de la
Santísima Trinidad, sublime y teológicamente tan pretenciosa, no se queda libre
de esas fantasías de procreación y de familia. Su refinamiento peculiar, sin
embargo, hace que María quede embarazada del Espíritu Santo. La sátira ha
aceptado este reto. Con ello debe evitarse la representación de que entre Padre
e Hijo existe un lazo de unión fundado sexualmente. El Dios cristiano puede
bien «engendrar», pero no copular; por eso, el Credo, con verdadera sutileza,
dice: genitum, non factum. Muy emparentado con el pensamiento de la procreación
está el pensamiento de la autoría, de la creación del mundo, que se atribuye
especialmente a los dioses supremos y únicos. Aquí se mezcla la experiencia
humana del producir, una experiencia que arraiga en el empirismo campesino y
artesano. En su trabajo el hombre se descubrió a sí mismo modélicamente como
creador o autor de un efecto nuevo, antes inexistente. Cuanto más avanzaba la
mecanización del mundo, tanto más se veía desplazada la representación divina
desde una visión biológica del engendrar a la de la producción.
Correspondientemente, el Dios creador se fue convirtiendo paulatinamente en un
fabricante del mundo, en el productor originario. La tercera proyección
elemental es la de su carácter auxiliador, quizá la más importante de entre las
imaginaciones constitutivas de la vida religiosa. La mayor parte de las
llamadas religiosas se dirigen a Dios como auxiliador en las necesidades de la
vida y de la muerte. Pero, dado que el auxilio de Dios presupone su poder sobre
las apariciones terrenales, la fantasía del auxiliador se mezcla con las
experiencias humanas del vigilar, del proveer y del regir. La imagen popular de
Cristo le representa como el Buen Pastor. En el proceso de la historia de la
religión se han asignado a los dioses distritos de dominio y responsabilidad,
bien sea en forma de soberanía sectorial sobre un elemento de la naturaleza,
tales como el mar, el río, el viento, el bosque, los cereales, bien en una
forma de dominio general sobre el mundo creado. Las experiencias políticas
penetran evidentemente estas proyecciones. El poder de Dios está en analogía
con las funciones de jefe o de rey. La religión de la sociedad feudal es la que
menos encubre su proyección política de Dios, al constituirle sin ningún género
de dudas como Señor feudal superior y darle, efectivamente, el título feudal de
«Señor»; en inglés se dice todavía hoy My Lord. De la forma más ingenua salen a
la luz el antropomorfismo y el sociomorfismo, allí donde se intentaron
representaciones imaginativas de Dios. Por eso, tanto la teología como las
religiones reflejas han promulgado estrictas prohibiciones de representación
plástica, pues en ellas se reconoce el peligro de la cosificación. El judaismo,
el Islam y también ciertas fracciones «iconoclastas» del cristianismo han
practicado en este punto un distanciamiento inteligente. Ya la sátira de la
Ilustración se divertía con las divinidades africanas, para las que una piel
negra era igualmente tan natural como los ojos rasgados para los ídolos
asiáticos. Se regodeaba con la consideración de cómo lograrían representarse
los leones, camellos y pingüinos al buen Dios: ¿como león, como camello, como
pingüino? Con este descubrimiento de los mecanismos proyectivos, la crítica de
la religión ha puesto en manos de los movimientos de la Ilustración un arma
afilada. Sin gran esfuerzo se puede demostrar que el mecanismo de proyección es
siempre y en el fondo el mismo, tanto si se trata de ingenuidades sensibles,
tales como los ojos rasgados y la barba blanca del abuelo, o de atributos
sutiles como la personalidad, la creación del mundo, la permanencia o la
omnisciencia.
Odisea-Me permite ¿Mi buena amiga racional contarle algo?
Pretendienta racional religiosa-Claro
Odisea-Una contacto
en mi red de Facebook público esto: Hernández Helen
Colaborador destacado
· oedsSrpnote6ha9yhh:05t62a7243h4l979t 03Aa 5001 221c42gt19i1r ·
Estoy preparando un discurso de oratoria sobre la película "The
Truman show: La historia de una vida" desde un punto de vista filosófico
en el cuál necesito diversas opiniones ¿Se han preguntado que harían si
descubren que toda su vida es una mentira y que realmente son parte de un show
de televisión? ¿Que opinan de la visión del mundo que nos ofrece la película?
¿Cuál es el mensaje u propósito del filme? Todos sus aportes me serviran de
muchísima ayuda.
A lo que mi buen perro Diógenes respondió
El lenguaje inventa la
caverna Truman show podrá verse como una víctima del sistema pero si realmente
pensara donde empieza y acaba el sistema dejaría de hablar lo cual es imposible
porque nuestro actuar es una actuar de signos o inventaría su propio lenguaje con el que estaría creando su propia caverna que con
el tiempo sería tan horrible como las demás, la verdad es mucho más dura. Toca
redeconstruir las cavernas alterándolas para que entre un poco de luz.
Obteniendo una pregunta de nuestro hermano Jared
Interesante hermano, ¿Y
la última caverna es Dios? ¿O más bien nosotros hacemos la caverna con el lenguaje?
A lo que podemos responder
Diógenes-Gua Gua
Claro mi buen perro ambas porque el fenómeno de proyección
que usted encuentra en la religión está presente en todo el lenguaje el cual inferirá analógicamente,
más la religión supera esta analogía en una univocidad mística donde la caverna
cae, al contrario de otros epistemes donde se crean modelos convencionales para hacer
referencias formales y así superar la proyección analógica cuando de verdad la están
convencionalizando.
Lo místico es inseparable de lo religioso más solo la
religión puede destruir las cavernas que crea volviendo al silencio místico, en
un símbolo corporal total donde se integran los dos mundos el del devenir y el
eterno, espejo frente a espejo entrelazados.
Así que yo no estaría segura de ver en la proyección una
creación simplemente humana porque el espejo nos devuelve la proyección y el
hombre es a imagen y semejanza en el amor.
El ser humano es una ciudad de cavernas
Cada mañana se abre una nueva
Dejando na alegría,
una depresión, una ansiedad
Cierta percepción momentánea constituye un visitante
inesperado
¡ Acógelos y atiéndelos a todos!
Aunque se trate de una multitud de penas
Que arrasen violentamente
Con todas las otras cavernas
Aun así trátalos con respeto
Puede que te estén aclarando el horizonte para un nuevo
deleite
A los pensamientos escabrosos, a la vergüenza a la malicia, recíbelos
a todos con risas en la puerta e invítalos
a pasar.
Da gracias por quien quiera que llegue
Porque todos han sido enviados allende como guías
Más en muy pocos se
esconde el mapa del tesoro que nos lleva al pico
Donde está la llave para salir de toda caverna.
A esta llave la llamamos cruz.
De cómo odisea y su perro Diógenes vencieron a la religión
Pretendienta religiosa- Pero, en todo esto, la crítica de la
religión consecuente deja intacta la cuestión de la «existencia de Dios». Es
propio del tacto racional no abandonar el ámbito que se plantea mediante la
pregunta: «¿Qué puedo saber?». La crítica sufrió de nuevo una recaída dogmática
cuando, con afirmaciones metafísicamente negativas por su parte, saltó más allá
de los límites del saber y comenzó a profesar un torpe ateísmo. Los
representantes de las religiones organizadas pudieron afirmar a partir de aquí,
complacidos, una aproximación de «la cosmovisión atea» a la teológica. Pues
donde hay una contradicción frontal no se da ningún avance más allá de ambas
posiciones. Instituciones a las que no les importa nada más que su autoconservación
no necesitan nada. Junto al desenmascaramiento antropológico de la proyección
de Dios, la Ilustración conoce, a partir del siglo XIX, una segunda estrategia
subversiva en la que nosotros descubrimos el germen de una teoría moderna del
cinismo. Esta se conoce con el nombre de teoría de la mentira piadosa. Con ella
la Ilustración echa una primera mirada instrumentalista a las religiones al
preguntarse a quién sirve la religión y qué función desempeña en la vida de la
sociedad. La respuesta a esto -aparentemente sencilla- no ponía en aprietos a
los ilustrados. Efectivamente, sólo necesitaban echar una mirada sobre mil años
de política religiosa cristiana, desde Carlomagno hasta Richelieu, para leer la
respuesta en las huellas sangrientas del poder religiosamente guarnecido. Todas
las religiones se han edificado sobre el suelo del miedo; las tempestades, los
rayos, las tormentas... son el origen de ese miedo. El hombre, que se sentía
impotente frente a los acontecimientos de la naturaleza, buscaba su refugio en
los seres que eran más fuertes que él mismo. Sólo posteriormente hombres
ambiciosos, políticos refinados y filósosos han sabido sacar ventaja de la
credulidad del pueblo. Para este fin buscaban un gran número de dioses, tan
fantásticos como crueles, que no servían para ningún otro fin que el de
asegurar y mantener su poder frente a los hombres. Así aparecen las diferentes
formas de culto que en última instancia sólo aspiran a imprimir una clase de
legalidad trascendental a un orden de sociedad existente..., el núcleo de todas
las formas del culto consistía en el sacrificio que el individuo tenía que
ofrecer para el bien de la comunidad... De esta manera, ya no resulta
sorprendente que en el nombre de Dios:., el mayor número de hombres se vea
oprimido por un pequeño grupo de gente que ha hecho del temor religioso un
aliado eficaz. (Thérése Philosophe, Ein Sitíenbild aus dem IH. Jahrhundert;
verfasst von dem intimen Freund Friednchs des Grossen, dem Marquis d'Argens,
traducido por J. Fürstenauer, Darmstadt s. f. La atribución al autor no está
clara, ya que se apoya meramente en una observación del Marqués de Sade; págs.
111-112.) Esto es una teoría instrumentalista de la religión que no admite ambages.
Ciertamente, también pone la génesis de las religiones en la cuenta del
desamparo human o (proyección del auxiliador). Pero esencialmente en ella está
el ataque a una lógica abiertamente refleja e instrumentalista. En la cuestión
sobre la función y el uso de la religión está la dinamita ideológico-crítica
del futuro, el núcleo de cristalización del cinismo moderno reflexivo. Al
ilustrado le resulta fácil decir para qué existe la religión: en primer lugar,
para la superación de la angustia vital; en segundo lugar, para la legitimación
de los ordenamientos sociales opresores. Esto significa, al mismo tiempo, la
serie histórica, tal como el texto acentúa expresamente: «Sólo con
posterioridad...». Los explotadores y utilizadores de la religión tienen que
ser de u n calibre distinto al del pueblo creyente, llano y lleno de miedo.
Correspondientemente , el texto elige sus expresiones: se trata de «hombres
ambiciosos» y políticos y filósofos refinados. No se puede tomar
suficientemente en serio el término «refinado». Apunta a una conciencia
arreligiosa que utiliza la religión como instrumento de dominio. Ésta sólo
tiene la tarea de establecer permanentemente una disposición muda al sacrificio
en el interior de los subditos. El ilustrado supone que los dominadores saben
esto y que lo hacen actuar con cálculo consciente a su favor. Refinamiento no
significa otra cosa más que «finura en el saber del dominio». La conciencia del
que detenta el poder ha brotado del autoengaño religioso; sin embargo, el engaño
puede seguir trabajando a su favor.
No cree, pero deja creer. Tiene que haber muchos tontos para
que los listos sigan siendo unos pocos. Considero que esta teoría ilustrada de
la religión representa la primera construcción lógica del moderno y reflexivo
cinismo señorial". Sin embargo, esta teoría no se ha podido aclarar a sí
misma la propia estructura y amplitud, y ha desaparecido en el curso del
desarrollo teórico. En general, domina la concepción de que sólo con Marx la
crítica de la ideología ha encontrado su forma válida, forma en la que los
sistemas de Nietzsche y Freud, entre otros, siguieron trabajando. La opinión
del manual sobre la teoría de la mentira piadosa indica que su comienzo ha sido
insuficiente y con razón ha sido vencido por las formas más «maduras» de la
crítica sociológica y psicológica de la conciencia. Esto es sólo en parte
correcto. Se puede comprobar que ésta capta una dimensión ante la que no sólo
fracasaron las críticas sociológica y psicológica, también quedaron completamente
ciegas cuando ella empezó a manifestarse dentro de su propio campo: la
dimensión refinada. La teoría del engaño es reflexivamente más compleja que la
teoría del desenmascaramiento político-económico y que la de la psicología de
las profundidades. Ambas teorías del desenmascaramiento ponen el mecanismo del
desengaño tras la falsa conciencia: se engaña, se es engañado. La teoría del
engaño, por otra parte, supone que se puede observar bipolarmente el mecanismo
del error. No sólo se pueden sufrir engaños, también se puede utilizar éste
contra los otros. Exactamente esto han tenido ante los ojos los pensadores del
Rococó y de la Ilustración, no pocos de los cuales, por lo demás, se habían
ocupado del antiguo quinismo (por ejemplo, Diderot, Christoph M. Wieland).
Denominan esta estructura -a falta de una terminología más desarrollada-
«refinamiento», que está en una alianza con la «ambición»; ambas son cualidades
que en aquel tiempo fueron corrientes al saber mundano en las esferas
cortesanas y urbanas. En realidad, esta teoría del engaño significa un gran
descubrimiento lógico: un avance de la crítica de la ideología hacia el
concepto de una ideología reflexiva. Toda la restante crítica de la ideología
posee ya una inclinación notable a constituirse en patrón de «la falsa
conciencia» de los otros y a considerar a éstos 73 ofuscados. La teoría del
engaño, por el contrario, esboza el nivel de una critica que concede al enemigo
una inteligencia, por lo menos, de igual rango. Se sitúa concienzudamente en
rivalidad con la conciencia enemiga, en vez de comentarla desde arriba. Desde
finales del siglo XVIII la filosofía tiene en sus manos, por ello, el comienzo
del hilo hacia una crítica de la ideología multidimensional. Retratar al
enemigo como a un estafador despierto y reflexivo, como a un «político»
refinado, es al mismo tiempo ingenuo y refinado. De esta manera, se llega a la
construcción de una conciencia refinada a través de otra que incluso lo es más.
El ilustrado supera al engañador al considerar sus maniobras y exponerlas de
tal manera que las desenmascara. Si el sacerdote mentiroso o el dominador son
un cerebro refinado, es decir, modernos cínicos del señorío, el ilustrado es,
frente a ellos, un metacínico, un irónico, un satírico. Puede consumar de una
manera soberana las intrigas del engaño en la cabeza del enemigo y hacerlas
estallar riendo: no querréis vendernos como si fuéramos tontos. Pero esto
apenas es posible sin una cierta reflexiva situación de enzarzamiento dentro de
la cual las conciencias están recíprocamente a la altura. En este clima, la
Ilustración exige un entrenamiento en la desconfianza que aspira a la
superación del engaño a través de la sospecha.
Diógenes ríe si es posible que un perro ría pero Diógenes es
un hombre perro, que no habla como hombre sino como perro con señales subconscientes
meta estructurales que solo Odisea puede interpretar hasta sus últimas
consecuencias.
Odisea- El doble engaño como estrategia nos deja en el mundo
de las máscaras, una máscara desenmascarando a otra es una tarea infinita que jamás acaba y es que
el engaño vera el engaño del engaño del engaño y el cínico se dará por engañado
para descubrir al engañador al cual está engañando, aun no me toca diacriticar a la
pretendienta moral pero quisiera acercarme
a la moral a partir de estos comentarios.
Karla Vargas
La moralidad es necesaria cuando la espiritualidad está ausente
La
moralidad y la espiritualidad son conceptos independientes que pueden coexistir
o no en la vida de una persona. La moralidad se refiere a los principios y
valores que guían nuestras acciones y decisiones, mientras que la
espiritualidad se relaciona con la búsqueda de un sentido más profundo, la
conexión con lo trascendental y la exploración de preguntas existenciales.
Sugerir
que la moralidad es necesaria cuando la espiritualidad está ausente implica que
solo las personas religiosas o espiritualmente orientadas pueden ser moralmente
correctas, y esto es absolutamente falso. Hay muchas personas que se adhieren a
principios morales sólidos sin tener una orientación espiritual específica. La moralidad
puede basarse en una variedad de fundamentos éticos, como el utilitarismo, el
deber, la justicia o el cuidado hacia los demás, que no necesariamente dependen
de creencias religiosas o espirituales.
Además,
la espiritualidad no es un concepto universalmente definido y puede tener
diferentes significados para diferentes personas. Algunos pueden encontrar una
base moral en sus creencias espirituales, mientras que otros pueden encontrarla
en la filosofía, la razón o la ética secular. Por lo tanto, la presencia o
ausencia de espiritualidad no debe ser considerada como un factor determinante
en la moralidad de una persona.
A lo que yo respondo:
Toda moralidad es inconsistente sin espiritualidad pero ¿Qué
es la espiritualidad? En esta ocasión tratemos de acercarnos a la
espiritualidad de la manera más científica, el problema es que la ciencia
empírica está limitada por su propia
metodología para investigar aquello que no es un fenómeno sino un noúmeno pero
vayamos a los límites de su investigación con este video
https://tv.apple.com/us/episode/misterios-del-subconsciente/umc.cmc.6ophxh25l4ckuqludqmxb1c38?l=es
y aquí lo que tendremos es una meta comunicación por señales subconscientes,
que nos permiten inter relacionarnos con otros más allá de los signos, que nos
permiten curarnos al punto de poder activar nuestros genes, que nos permiten
realizar trabajos por medio de una inspiración que los científicos logran
provocar por medio de estimulación directa al cerebro lo cual es algo terrible
como siempre la ciencia tratando de crear robots más lo que tenemos es un
indicio de lo que llamaron los antiguos espiritualidad es decir un acto de
corazón carente de contradicción diríamos ahora nosotros un acto subconsciente
que nace orgánicamente, y que es lo que la biblia nos dirá Crea en mí, oh Dios,
un corazón limpio,
Y renueva un espíritu recto dentro de mí. Los sacrificios de Dios son el
espíritu contrito; al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás.
¿Porqué nos dice esto la biblia? Porque el pensar consciente implica una
contradicción entre esta primera intención y una segunda que obstaculizara la
primera, la moralidad podría comprenderse como una tercera intencionalidad
instaurada desde el deber la cual terminara reprimiéndonos y no permitiéndonos
la religación espiritual al no actuar de corazón nos nos comunicamos metacomunicacionalmente
es decir desde el subconsciente hay un dobles una hipocrecía que la moral jamás
podrá superar, ¿Quiere decir que toda intención subconsciente es pura, buena,
integra? No solo si se logra una comunión con lo divino así es sino estamos
rotos adentro y nuestras primeras intenciones pueden ser dañinas ahí la moral
hace su papel represor y si bien puede ser efectiva en un momento a la larga el
deber sucumbirá o creara una violencia peor a la que intentaba evitar.
Detrás
de las cavernas están vibrando las heridas, la religión no es una estructura de
poder es la religación de unas heridas con otras eso es la espiritualidad lo
cual es posible si primero nos hemos religado con Dios, más la religión como
toda estructura deviene en una estructura de poder.
Mi amigo Joel Agon lo entiende muy bien
A los que dicen ¿Por qué la divinidad
creo el mal? un tipo de hace más de 2000 que existió los responde.
Aristóteles: ''Es evidente, pues, que
el mal no existe fuera de las cosas sensibles, porque el mal, es por
naturaleza, posterior a la potencia. Entonces, en las realidad primordiales y
eternas no existe ni el mal ni el error, ni tampoco nada que se pueda corromper
(porque la corrupción es uno de los males)…''
(Libro IX Metafísica)
A lo que yo respondo
Ahora si comprendemos a
Hegel sabremos que en el devenir prima el mal.
Miremos otra vez esto
de la construcción de las cavernas en el lenguaje
https://www.youtube.com/watch?v=P1ww1IXRfTA
Veamos este video de Richard
Feynman en el minuto 15 el hace una clase de epistemología cuando le preguntan
sobre el magnetismo y veras como en todo el video el hace analogías pero llega
el punto en que no puede analogar el magnetismo
a nada conocido y solo queda el lenguaje matemático, pero esas analogías que
parecen inocuas en el devenir van generando entendimientos dentro de
estructuras ideológicas porque el devenir en el hombre adquiere esta formación socio
cultural aun la estructura formal matemática no escapa del todo de esta
estructura de hecho es el culmine de la esta misma en su
pretensión de objetividad.
En la religión también hay
esta pretensión de objetividad porque toda estructura humana es en esencia
religiosa y el arte la filosofía la ciencia están haciendo también religión la cual
solo culmina cuanto estamos en comunión, lo que significa salir de nuestras
cavernas para esta biotejidos en una espiritualidad pero si nosotros nos
quedamos en la voluntad de poder y la enfrentamos con otra voluntad de poder tratando
de desenmascarar solo conseguiremos otra mascara, mira a Diógenes él se
entristece profundamente cuando yo estoy triste para luego pasar a animarme ¿Diremos
que Diógenes es un cínico, un quínico o un verdadero hombre al ser un
perro? Él se religa a mí, ¿Entonces el camino está en dejar toda razón de lado e ir a lo primitivo
animal que es donde encontraremos la verdadera
religión? No, debemos lograr la súper consciencia Diógenes no es un perro es un
hombre superconsciente que decidió explorar este leguaje meta estructural que
pertenece a nuestro subconsciente pero que podemos revelarlo conscientemente,
lo otro es como los científicos estimular eléctricamente el cerebro con lo que
jamás obtendremos la libertad que Diógenes experimenta.
Sino porque está prohibido el vino
Cuando el rayo de
inteligencia del profeta
Cayó sobre el tonto que
lo acompañaba
Este se sintió muy
feliz y se volvió dicharachero.
Al poco tiempo entro en
un delirio soez
Este es el problema de
una generosidad
Surgida de repente como
en el vino.
Si el bebedor es poseedor de una gran
gentileza
Esto es lo que le
aflorará
Cuando esté borracho.
Pero si lo que oculta
es rabia y arrogancia
Eso es lo que aparecerá
Y como esto es lo que
ocurre con la mayoría de la gente
Por eso el vino está prohibido para todos.
Y entonces la moral y
es que la sintraferencial en la meta estructura esta comunión de nuestro campo ontológico
con el campo ontológico divino es el don que llamamos amor y que Dios da gratuitamente pero que pocos
tiene el valor de recibir y mucho menos cultivar y es que su fruto es una cruz.
Pretendienta religiosa-Dirá
usted un gran pene, porque ese lenguaje meta estructural del que habla no es más
que el gozo de una libido Como sociedad capitalista estamos marcados por el tropo,
por la re-negación, por la ironía. A propósito de lo anterior Zizek hace una
crítica a Umberto Eco sobre su obra “El nombre de la rosa”: “Lo que tendría que incomodarnos de este libro es su tesis
fundamental: la fuente del totalitarismo es un vínculo dogmático con la palabra
oficial: la falta de risa, de separación irónica”.[13] Completando más adelante en este mismo texto que: “Lo
que perturba de El nombre de la rosa, sin embargo, es
la creencia subyacente en la fuerza liberadora y antitotalitaria de la risa, de
la distancia irónica. Nuestra tesis aquí es casi exactamente lo opuesto a esta
premisa subyacente en la novela de Eco: en las sociedades contemporáneas,
democráticas o totalitarias, esa distancia cínica, la risa, la ironía, son, por
así decirlo, parte del juego”.[14] Lo vemos a diario en la risa enlatada de la TV, La TV
se ríe constantemente en vez de nosotros espectadores reales, tanto que en
ocasiones uno se ríe sólo como consecuencia de que la TV se rió. En el chat, en
los mensajes por teléfono (la palabra escrita es importante para la tecnología)
la risa siempre aparece como acompañante, un: jaja, haha, jeje… La risa está
presente en nuestro discurso habitual a manera irónica y de continuidad.
El sujeto cínico está al tanto de la distancia entre la máscara ideológica y la
realidad social, pero pese a ello insiste en la máscara. La fórmula, como la
propone Pedrito Sloterdijk, sería
entonces: “Ellos saben muy bien lo que hacen pero aun así lo hacen”. La razón
cínica ya no es ingenua, sino que es una paradoja de una falsa conciencia
ilustrada: uno sabe de sobra la falsedad, está muy al tanto de que hay un
interés particular oculto tras una universalidad ideológica, pero aún así, no
renuncia a ella.[15]
Vivimos
en una sociedad enigmática, el síntoma nos subyace y es ahí donde buscamos el
plus del goce, y será también en ese momento cuando lo imaginario cobre más
fuerza, como se apuntaba en la época de la fantasmagoría: “bien sé que los
fantasmas no existen, pero de todos modos”. El objeto está plagado de una
entidad fantasmática que lo desprovee de su exceso negativo: La New Age y el
multiculturalismo se empañan en ironizar todo (en tanto negación de la
substancia), en pensar que es posible habitar el planeta sin consumir sus
recursos, en pensar a la naturaleza como armonía, en tratar de asemejarnos a
ese ritmo armonioso. Habría que pensar de dónde viene el petróleo, cómo se
originó el universo según los físicos teóricos.
Como
apunta Zizek: “love is evil”, el amor es el mal en tanto que
conflicto, en tanto que continua pugna (a manera de Heráclito); la naturaleza
es lo más violento que podemos percibir. No puede haber guerras sin bajas,
focos para la casa que en realidad no contaminen, no puede haber un consumo
excesivo sin repercutir en un mal. Nuestra contemporaneidad manejada por el
comercio del producto, de la cosa, se maneja en este nivel fantasmático: El
objeto desprovisto de su negatividad, de su esencia. Hay un fantasma
habitando nuestra sociedad, y aunque los fantasmas no son reales, en ocasiones
funcionan como si lo fueran. Para Hamlet el fantasma de su padre era real y
funcionó de marco para entender su entorno. Habría que hacer una reflexión en
torno a este fantasma a partir de la realidad virtual: “Instead of talk about virtual reality we must talk about the real
of the virtual” (Conferencia de Slavoj Zizek: The reality of the
virtual). Ese fantasma aunque no es real, estructura nuestra vivencia cotidiana
como si fuera Real. Estamos insertos en un mercado de la continua negación,
como se menciona en Matrix[16]: “Welcome to the desert of the
real”.
Vea usted, querida amiga, aquí tiene, pues, mi sermón al
capítulo de la religión. No es otra cosa que el fruto de veinte años de
observación y de reflexión. Siempre intenté separar la verdad de la mentira,
como manda la razón; por eso creo que deberíamos llegar a la conclusión de que
el placer que a nosotros nos une tan cariñosamente, mi querida amiga, es puro e
inocente. ¿No garantiza la discreción con la que nos entregamos que esto no
hiere ni a Dios ni a los hombres? Sin duda, sin esta discreción tales placeres
podrían originar un escándalo maligno... Finalmente, nuestro ejemplo sería
apropiado para confundir a jóvenes almas desprevenidas e inducirlas a la
negligencia en los deberes que tienen frente a la sociedad... -Pero -objetó
Madame muy acertadamente-, en mi opinión, si nuestros placeres son tan
inocentes como yo quiero con gusto creer, ¿por qué no deberíamos entonces
confiarlos a todo el mundo? ¿Qué mal puede entrañar entonces el que nosotros
hagamos partícipes a nuestros semejantes de los frutos del placer? ¿No me ha
dicho usted continuamente que no puede darse mayor felicidad humana que la de
hacer feliz a los otros...? -Efectivamente, mi querida amiga, eso he dicho
-añadió el Abbé-. Pero esto no significa que nosotros debamos descubrir a la
plebe tales secretos. ¿No sabe usted que la sensibilidad de esta gente es lo
suficientemente grosera como para abusar de esto que a nosotros nos parece
sagrado? No se la puede considerar como personas capaces de pensar
razonablemente... De diez mil personas apenas hay veinte que puedan pensar
lógicamente... Éste es el motivo por el que nosotros tenemos que proceder
cuidadosamente con nuestras experiencias Toda prepotencia, una vez que se ha
puesto a hablar, no puede por menos que irse de la lengua, pero tan pronto ha
asegurado la discreción, entonces puede ser increíblemente sincera. Aquí, por
boca del Abbé, llega a una confesión verdaderamente clarividente en la que
suena ya una buena parte de la teoría de la cultura de Freud y de Reich. Pero
el privilegiado ilustrado también sabe exactamente lo que pasaría si todos
pensaran como él. Por ello, el despierto saber de las cabezas dominantes
pretende ponerse unos límites discretos; pues prevé un caos social si de la
noche a la mañana las ideologías, los temores religiosos y acomodaciones
desaparecieran de las cabezas de muchos. Estando él mismo desilusionado
reconoce la absoluta necesidad funcional de la ilusión para el statu quo
social. De este modo trabaja la Ilustración en las cabezas que han reconocido
el surgimiento del poder. Su precaución y discreción es perfectamente realista,
pues encierra una sobriedad impresionante, una sobriedad en la que reconoce que
«los frutos dorados del placer» prosperan sólo en el statu quo que pone en el
regazo de unos pocos las oportunidades de individualidad, sexualidad y lujo. No
sin referencia a tales secretos de un poder podrido, era como Talleyrand decía
que la dulzura de la vida sólo la había conocido aquel que había vivido antes
de la Revolución. ¿Quizá signifique algo el que sea la voluptuosa y aplicada
dama la que candorosamente (?) exija para todos los dulces frutos del placer y
aluda a la felicidad de compartir, mientras que el realista Abbé se aferra al
secreto, a la discreción en tanto que la «plebe» no esté madura para
compartirlos? Por boca de la dama resuena, quizá, la voz de lo femenino, del
principio democrático, de la generosidad erótica: una Madame Sans-Géne de la
política. No puede comprender que el placer es escaso en el mundo y por qué
aquello que tan frecuentemente se da se tiene que buscar indirectamente. Al
principio de su Wintermárchen, Heinrich Heine ha apelado a este argumento de la
generosidad. Puso la «antigua canción de la resignación», que los dominadores
dejaban cantar a la plebe estúpida, en su lugar dentro del sistema de la
opresió n. Conozco la melodía, conozco el texto. Conozco también a los señores
autoras. Sé que en secreto beben vino y en público predican el agua. Aquí están
reunidos los motivos: la «crítica cLel texto», el argumento ad hominem, la
refinada superación del refinamiento; lo que queda más allá de esto es el
cambio entusiasta d-el programa elitistamente cínico-señorial hacia la chanson
popular. Aquí abajo crece pan suficiente para todo hijo de hombre. Y no son
menos las rosas y los mirto.s, la belleza, el placer y los guisantes. ¡Sí,
guisantes para cualquiera tan pronto las vainas revienten! Dejemos el cielo
para los ángeles y los gorriones. En el universalismo poético de Heine aparece
la respuesta adecuada de la Ilustración clásica al cristianismo: ellla toma el
saber por la palabra en vez de dejarlo a las ambigüedades de la fe. La
Ilustración sorprende a la religión al tomarla, en lo refferente al ethos, más
en serio de lo que ella hace consigo misma. Po:r eso, las consignas de la
Revolución francesa al comienzo de la mocdernidad fulgen como la más cristiana
supresión del cristianismo. Lo insuperablemente razonable y lo adecuadamente
humano en las grandes religiones es lo que hace que éstas, de sus núcleos
renascibles, avancen sin pausa. Y tan pronto notan esto, todas las formas de la
crítica de la supresión se ven obligadas a la circunspección frente a los
fenómenos religiosos. Las psicologías profundas pusieron en claro que no sólo
en las representaciones desiderativas de tipo religioso está actuando la
ilusión, sino también en el «no» a las religiones./La religión podría
clasificarse entre aquellas «ilusiones» que tierten un futuro junto a la
Ilustración, ya que ninguna mera crítica negativa y ningún desengaño les hace
justicia. Quizá sea la religión realmente una «psicosis ontológica» incurable
(Ricceur), y las furias de la crítica de la eliminación tienen que estar hartas
del eterno retorno a lo eliminado.
Odisea-Así que se sabe bien una racionalidad
religiosa como toda religiosidad
Pretendienta
religiosa-Y como toda religiosidad la mía es la del goce, la que revelo Osho a la
plebe, ese goce sexual que esconde toda cruz y que tu perro sabe bien, por eso
todas mis entrañas desean a pene y nada ni nadie podría evitar nuestro
encuentro.
Odisea-Excepto tu misma
al no abrirte al goce divino, como u plus más allá de todo plus donde la
mercancía desaparece y solo queda el espíritu, pero para esto tu dolor tendría que
ser tan profundo como el dolor divino ven y mira Odisea camino con Diógenes
y por donde andaban crecían flores, los demás pretendientas botaban a Odisea diciéndole
que donde pisaba era sagrado , Odisea se iba a otro lado y volvían a aparecer
flores eso una y otra vez fue entonces cuando la pretendienta religiosa se
acercó y se humillo ante Odisea y su perro este le orino pero ella no fue capaz
de tomar de su orín, Odisea le toco su corazón pero ella no fue capaz de soportar tal dolor.
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