Como la idea de un símbolo divino se volvió un símbolo virtual tecno feudalista
Lo más importante de la transferencia ontológica es su poder
subversivo para alterar al tecnofeudalismo ciborg
El tecnofeudalismo es un
concepto que se basa en una analogía
con el sistema feudal histórico, pero adaptado al contexto de la era digital y
la economía globalizada. En el feudalismo tradicional, la
estructura social estaba claramente jerarquizada, con señores feudales que
poseían la tierra y los siervos o campesinos que trabajaban en ella, a cambio
de protección y una parte de la producción. Este sistema creaba una dependencia directa
de los siervos hacia los señores, quienes ejercían un control significativo
sobre la vida económica, política y social de la época.
De señores feudales a señores digitales
En la era digital, el tecnofeudalismo sugiere
una estructura similar, donde las grandes corporaciones tecnológicas, las Big Tech, asumen el papel de
los señores feudales. Estas compañías controlan los territorios digitales esenciales,
como los datos y las plataformas en línea, que son fundamentales para la
economía y la sociedad contemporáneas. Los usuarios de estas tecnologías, por
su parte, se asemejan a los siervos del feudalismo, dependiendo de estas plataformas para
una variedad de actividades diarias, desde la comunicación y el consumo hasta
el trabajo y el entretenimiento.
En este sistema, las Big Tech ostentan poder
no solo a través de la acumulación de capital, sino también mediante el control de la información y
los recursos digitales, lo que les permite influir en gran
medida en la economía y en la toma de decisiones políticas. Al igual que los
señores feudales tenían poder sobre la vida de los siervos, las Big Tech tienen la
capacidad de influir significativamente en la vida de los usuarios, dictando no
solo las condiciones de uso de sus servicios, sino también recopilando y
utilizando datos personales, a menudo de forma opaca y sin el pleno
consentimiento de los individuos.
El tecnofeudalismo también
refleja una disminución de la movilidad social y económica, similar a la
observada en el feudalismo clásico. En el mundo digital, la concentración de
poder y capital en unas pocas entidades limita la competencia y la innovación,
creando barreras para el ingreso de nuevos actores y restringiendo las
oportunidades para las pequeñas empresas y los emprendedores. La reciente demanda de EEUU contra Apple por
actuar en presunto régimen de monopolio y la histórica sanción de la Unión
Europea contra dicha compañía «busar de su posición dominante
en el mercado de distribución de aplicaciones de streaming de música», así lo
corroboran.
Los teóricos críticos del tecnofeudalismo
Uno de los autores más destacados
que ha contribuido al desarrollo de este concepto es Cédric Durand,
economista y profesor en la Universidad de París XIII. Durand argumenta en su
obra Techno-Feudalism que
estamos presenciando una transición de un capitalismo neoliberal a una forma
de feudalismo tecnológico, donde el poder económico se centraliza en unas pocas corporaciones tecnológicas.
Durand sostiene que estas empresas han logrado una posición dominante no solo
en términos económicos sino también en términos de control sobre la información
y la tecnología, lo que les otorga una capacidad sin precedentes para influir
en la sociedad.
El economista y político
griego Yannis Varoufakis también ha
abordado el tecnofeudalismo,
enfatizando quelas tecnologías digitales están facilitando una nueva forma de
capitalismo que se distancia del neoliberalismo. Varoufakis argumenta que la
digitalización de la economía ha permitido a las Big Tech acumular poder
no solo mediante la acumulación de capital sino también controlando los flujos
de información y datos. Él ve esta tendencia como una amenaza para la democracia y
la soberanía de los estados, ya que estos gigantes tecnológicos operan a menudo
más allá del alcance de las regulaciones nacionales.
El Ascenso de las Big
Tech en la Economía Global
En las últimas dos décadas,
las Big Tech han
experimentado un crecimiento exponencial, no solo en términos de valor de
mercado, sino también en su influencia en la economía global, la política y la
sociedad. Empresas como Amazon,
Google, Facebook (Meta), Apple y Microsoft han
transformado no solo el sector tecnológico sino también varios aspectos de nuestra
vida diaria y la economía en general. Por ejemplo, la capitalización de
mercado de Apple superó los 2 billones de dólares en 2020, destacando el enorme
crecimiento económico de estas corporaciones. Amazon controla una porción
significativa del comercio electrónico, mientras que Google y Facebook dominan la publicidad
en línea. Su dominio se extiende más allá de sus
respectivos mercados, impactando en la innovación, el empleo y la acumulación
de capital.
La concentración de poder en
estas corporaciones plantea interrogantes sobre la estructura de nuestro
sistema económico y las dinámicas de poder en la era digital. Su dominio en el mercado puede sofocar
la innovación por parte de empresas más pequeñas y limitar la diversidad en el
ecosistema tecnológico. Este dominio no solo afecta a la
economía, sino que también tiene implicaciones para la democracia, ya que estas
empresas tienen la capacidad de influir en la opinión pública y en la política
a través de sus plataformas y productos.
Algunas propuestas económicas
En el marco del tecnofeudalismo, donde
las Big Tech asumen
un papel central en la economía, generando enormes cantidades de riqueza, pero
también consolidando su poder, surge la necesidad de una propuesta económica
que busque una
distribución más equitativa de los beneficios que estas corporaciones obtienen.
La idea es desarrollar un sistema tributario que no solo refleje la estructura
única del poder económico en la era digital, sino que también fomente una mayor
equidad social.
Una medida central podría ser la
introducción de un impuesto
sobre los beneficios extraordinarios, específicamente diseñado
para las corporaciones tecnológicas que superan ciertos umbrales de ingresos y
rentabilidad. Este impuesto se enfocaría en capturar una parte de los beneficios
que estas empresas obtienen gracias a su posición dominante en el mercado,
reflejando la idea de que con gran poder y beneficios viene una mayor
responsabilidad fiscal.
Otra propuesta es el impuesto
sobre la renta digital,
que se aplicaría a los ingresos generados por la venta de datos, la
publicidad en línea y otros servicios digitales. Este impuesto reconocería la
naturaleza única de la economía digital, en la que los datos y los servicios
digitales no siempre se valoran ni se gravan de manera efectiva en los marcos
tributarios tradicionales.
Además, se podría reformar la asignación de derechos
impositivos para que los impuestos se paguen en los países
donde las Big Tech generan
valor, no solo donde tienen su sede física o legal. Esto abordaría la práctica
de trasladar beneficios a jurisdicciones de baja imposición y aseguraría que
las contribuciones fiscales reflejen más precisamente el lugar donde se crea el
valor.
Implementar una tasa impositiva
global mínima para las corporaciones tecnológicas sería
otra estrategia, evitando la carrera hacia el fondo
de los paraísos fiscales. Esto requeriría una cooperación
internacional sólida, estableciendo un marco global para los impuestos
corporativos y asegurando que las Big
Tech contribuyan justamente a las sociedades de las que se
benefician.
Estas propuestas reflejan un
enfoque que no solo busca gravar de manera justa a las grandes corporaciones
tecnológicas, sino que también apuntan a reinvertir en la sociedad, fomentando
un ecosistema tecnológico más diverso y equitativo. En última instancia, el objetivo es asegurar que los
beneficios de la revolución digital se compartan de manera más amplia, en
lugar de acumularse en las cúspides del poder corporativo tecnofeudal.
Más estas iniciativas no superan el tecnofeudalismo sino más
bien se adaptan a él sin comprender, que el tecnofeudalismo no nos divide en
clases sociales sino en especies: Homo ciborg organismo procesadores de
información y los homo sapiens sapiens acabando así con el hombre y sus comunidades.
La clave del problema es la atención ¿Qué estamos
atendiendo? A qué y a quien nos estamos
transfiriendo?
https://www.youtube.com/watch?v=CzgkHIwSkP8
https://www.academia.edu/122912324/Tecnofeudalismo_Yanis_Varoufakis
¿Quién apoyan al clasista, racista y narcisista de
Trump?
Guty león
Si la
cultura es mercancía, la democracia no tiene otro horizonte más que el fascismo
https://www.youtube.com/watch?v=Ph75CMNGXgM
Theodor Adorno
Y es la que la cultura es la transferencia del ser que traspasa la experiencia para
reafirmase como una tesis en un proceso de negación de negación y la retransferencia del no ser, esta
experiencia no determinada, que retraspasa toda idea abriéndose a la
experiencia pura como una antítesis en un proceso de afirmación de la afirmación, así en ese encuentro de tesis y
antítesis se da una racionalidad
critica pero en la cultura capitalista la transferencia es reducida al valor de
cambio Dinero1→ Mercado0→Capital10 y la retransferencia al valor de uso Mercancía usada 0←Dinero 1←Mercancia 0 y entonces Dios es capital. Y en el tecno
feudalismo el capital es rentista siendo
Dios aquel que maneja la plataforma donde todos interactuamos. Adorno hace una crítica de la razón
instrumental pero no responde a la pregunta de cómo paso esto y de cómo
podríamos superarlo.
A continuación hacemos la pregunta y damos la respuesta:
¿Cómo la idea de un símbolo divino se volvió
un símbolo virtual tecnofeudalista ?
En la época mágica pre histórica aquel que era poseedor del
conocimiento, es decir aquel que tenía la transferencia del tótem, configuraba
el Tabu, lo que sería nuestra ley, logrando hacerse con el poder de la tribu.
En la época antigua teocrática el que imperaba era el que
representaba a Dios, así que la idea de Dios, era el fundamento de todo poder.
En la edad media fuel el timos del cruzado medieval el
que otorgaba el honor y la gloria.
En la modernidad fue la ilustración la que llevo la idea de
estado como representación del hombre libre, la que genero las
revoluciones burguesas.
Y entonces el burgués que no podía encarnar a Dios ni tener
el honor de un cruzado ofreció un estado
con derechos para todos y la idea de
libertad fue lo fundamental.
Pero luego esa libertad se hizo libertad de mercado no
libertad espiritual al punto que la idea no importo más como símbolo en cual
nos integramos sino como símbolo monetario por el que podemos comprar y vender.
¿Cómo sucedió esto?
De pronto la transferencia mágica que tuvo su realización
en el misterio pascual de Cristo se convirtió
en valor de cambio.
1 Vida →0 Muerte →1 Resurrección → 1Dinero→0 Mercado→1
Capital
Y la retransferencia
En valor de uso
Mercancía en
uso ←Dinero ←Mercancía← 0 Redención ← 1
Dharma←0 iluminación
Al punto de que
cuando los americanos dicen Dios bendiga américa están diciendo que el capital
bendiga américa porque Dios es eso capital que permite riqueza y consumo.
Para comprenderlo vayamos al nacimiento del dinero como deuda
La deuda
En este libro,
David Graeber revela que antes del dinero, existía la deuda.
https://www.solidaridadobrera.org/ateneo_nacho/libros/David%20Graeber%20-%20En%20deuda.pdf
Si debes cien mil dólares al banco, el banco te posee. Si
debes cien millones, tú posees el banco. Proverbio estadounidense
«Pero ¿cuál era tu posición?», preguntó la abogada. «¿Acerca
del FMI? Queríamos abolirlo». «No, acerca de la deuda del Tercer Mundo».
«También la queríamos abolir. La exigencia inmediata era que el FMI dejara de
imponer políticas de ajuste estructural, que eran las que causaban el daño
inmediato, pero resultó que lo conseguimos sorprendentemente rápido. El
objetivo a largo plazo era la condonación. Algo al estilo del Jubileo bíblico
[*] . Por lo que a nosotros concernía, treinta años de dinero fluyendo de los
países más pobres a los ricos era más que suficiente». «Pero», objetó ella,
como si fuera lo más evidente del mundo, «¡habían pedido prestado el dinero!
Uno debe pagar sus deudas». Fue entonces cuando me di cuenta de que ésta iba a
ser una conversación muy diferente de la que había imaginado al principio. ¿Por
dónde comenzar? Podría haber comenzado explicando que estos préstamos los
habían tomado dictadores no elegidos que habían puesto la mayor parte del
dinero en sus bancos suizos, y pedirle que contemplara la injusticia que
suponía insistir en que los préstamos se pagaran no por el dictador, o incluso
sus compinches, sino directamente sacando la comida de las bocas de niños
hambrientos. O que me dijera cuántos de esos países ya habían devuelto dos o
tres veces la cantidad que les habían prestado, pero que por ese milagro de los
intereses compuestos no habían conseguido siquiera reducir significativamente
su deuda. Podría también decirle que había una diferencia entre refinanciar
préstamos y exigir, para tal refinanciación, que los países tengan que seguir
ciertas reglas del más ortodoxo mercado diseñadas en Zúrich o en Washington por
personas que los ciudadanos de aquellos países no habían escogido ni lo harían
nunca, y que era deshonesto pedir que los países adopten un sistema democrático
para impedir que, salga quien salga elegido, tenga control sobre la política
económica de su país. O que las políticas impuestas por el FMI no funcionaban.
Pero había un problema aún más básico: la asunción de que las deudas se han de
pagar. En realidad, lo más notorio de la frase «uno ha de pagar sus deudas» es
que, incluso de acuerdo a la teoría económica estándar, es mentira. Se supone que
quien presta acepta un cierto grado de riesgo. Si todos los préstamos, incluso
los más estúpidos, se tuvieran que cobrar (por ejemplo, si no hubiera leyes de
bancarrota) los resultados serían desastrosos. ¿Por qué razón deberían
abstenerse los prestamistas de hacer un préstamo estúpido? «Bueno, sé que eso
parece de sentido común, pero lo curioso es que, en términos económicos, no es
así como se supone que funcionan los préstamos. Se supone que las instituciones
financieras son maneras de redirigir recursos hacia inversiones provechosas. Si
un banco siempre tuviera garantizada la devolución de su dinero más intereses,
sin importar lo que hiciera, el sistema no funcionaría. Imagina que yo entrara
en la sucursal más próxima del Banco Real de Escocia y les dijera: “Sabéis, me
han dado un buen soplo para las carreras. ¿Creéis que me podríais prestar un
par de millones de libras?”. Evidentemente se reirían de mí. Pero eso es porque
saben que si mi caballo no gana no tendrían manera de recuperar su dinero. Pero
imagina que hubiera alguna ley que les garantizara recuperar su dinero sin
importar qué pasara, incluso si ello significara, no sé, vender a mi hija como
esclava o mis órganos para trasplantes. Bueno, en tal caso, ¿por qué no? ¿Para
qué molestarse en esperar que aparezca alguien con un plan viable para fundar
una lavandería o algo similar? Básicamente ésa es la situación que creó el FMI
a escala mundial, y es la razón de que todos esos bancos estuvieran deseosos de
prestar miles de millones de dólares a esos criminales, en primer lugar».
La frase siguió resonando en mi cabeza durante varios días.
«Uno debe pagar sus deudas». La razón por la que es tan poderosa es que no se
trata de una declaración económica: es una declaración moral. Al fin y al cabo,
¿no trata la moral, esencialmente, de pagar las propias deudas? Dar a la gente
lo que le toca. Aceptar las propias responsabilidades. Cumplir con las
obligaciones con respecto a los demás como esperaríamos que los demás las
cumplieran hacia nosotros. ¿Qué mejor ejemplo de eludir las propias
responsabilidades que renegar de una promesa, o rehusar pagar una deuda?
Me di cuenta de que era esa aparente evidencia la que la
hacía tan insidiosa. Era el tipo de frase que hacía parecer blandas y poco
importantes cosas terribles. Puede sonar fuerte, pero es difícil no albergar
sentimientos intensos hacia asuntos como éstos cuando uno ha comprobado sus
efectos secundarios. Y yo lo había hecho. Durante casi dos años viví en las
tierras altas de Madagascar. Poco antes de que yo llegara había habido un brote
de malaria. Se trataba de un estallido especialmente virulento, porque muchos
años atrás la malaria se había erradicado de las tierras altas de Madagascar,
de modo que, tras un par de generaciones, la gente había perdido su inmunidad.
El problema era que costaba dinero mantener el programa de erradicación del
mosquito, pues exigía pruebas periódicas para comprobar que el mosquito no
comenzaba a reproducirse de nuevo, así como campañas de fumigación si se
descubría que lo hacía. No mucho dinero, pero debido a los programas de
austeridad impuestos por el FMI, el gobierno había tenido que recortar el
programa de monitorización. Murieron diez mil personas. Me encontré con madres
llorando por la muerte de sus hijos. Uno puede pensar que es difícil argumentar
que la pérdida de diez mil vidas humanas está realmente justificada para
asegurarse de que Citibank no tuviera pérdidas por un préstamo irresponsable
que, de todas maneras, ni siquiera era importante en su balance final. Pero he
aquí a una mujer perfectamente decente, una mujer que trabajaba en una
fundación caritativa, nada menos, que pensaba que era evidente. Al fin y al
cabo, debían el dinero, y uno ha de pagar sus deudas
¿qué significa exactamente decir que nuestro sentido de la
moral y la justicia se reduce al lenguaje de un contrato económico? ¿Qué
significa que reducimos nuestras obligaciones morales a deudas? ¿Qué cambia
cuando unas se convierten en las otras? ¿Y cómo hablar acerca de ellas cuando
nuestro lenguaje está tan modelado por el mercado? A un primer nivel, la
diferencia entre una obligación y una deuda es sencilla y obvia: una deuda es
la obligación de pagar una cierta suma de dinero. Por ello una deuda, a
diferencia de cualquier otro tipo de obligación, se puede cuantificar con
precisión. Esto permite que las deudas sean sencillas, frías e impersonales, lo
que, a su vez, permite que sean transferibles. Si uno debe un favor, o la
propia vida, a otro ser humano, se lo debe específicamente a esa persona. Pero
si uno debe cuarenta mil dólares a un 12 por ciento de interés, en realidad no
importa quién es el acreedor. Tampoco ninguna de las dos partes ha de pensar
demasiado en qué necesita, quiere o es capaz de hacer la otra parte, cosa que
sí harían si lo que se debiera fuera un favor, respeto o gratitud. No es
necesario calcular los efectos humanos: sólo es necesario calcular el monto,
los balances, penalizaciones y tipos de interés. Si acabas teniendo que
abandonar tu casa y vagabundear por otras provincias; si tu hija acaba
trabajando de prostituta en un campamento minero… bueno, es una lástima, pero
para el acreedor es secundario. El dinero es el dinero, y un trato es un trato.
En mi anterior post donde analizo el mal como una herida del
ser https://apologiaalatristezateatroloco.blogspot.com/2025/02/el-mal-como-herida-del-ser.html
Dejo en claro que al perder la religación con el ser
misterio pascual o con el no ser lo que queda es la moral y la moral no es otra
cosa que la administración del mal, y esta administración no es otra cosa que
la administración del a deuda, si seguimos leyendo el libro de David veremos
como el mito del trueque tan funcional a los economistas no tiene ningún
sentido, porque el trueque no se practicaba con miembros de la mima aldea sino
con los de otras comunidades para superar toda rivalidad:
Todo esto no quiere decir que el trueque no exista, o que
nunca haya sido practicado por el tipo de gente que Smith llamaría «salvajes».
Tan sólo significa que casi nunca se ha empleado entre miembros de la misma
aldea, como lo imaginó Smith. Suele darse entre pueblos diferentes, incluso
entre enemigos. Comencemos con los nambikwara de Brasil. Parecen amoldarse a
todos los criterios: son una sociedad sencilla, sin una gran división del
trabajo, organizado en pequeños grupos que tradicionalmente constan de, como
máximo, un centenar de miembros. De manera ocasional, si un grupo detecta las hogueras
de otro grupo en sus proximidades, suele enviar emisarios para acordar un
encuentro con fines de negociación. Si se acepta la oferta, primero esconden a
sus mujeres y niños en los bosques, y luego invitan a los hombres del otro
grupo a su campamento. Cada grupo tiene un jefe; cuando todos están ya
reunidos, cada jefe pronuncia un discurso formal alabando a la otra parte y
menospreciando la suya; todos dejan sus armas para cantar y bailar juntos
—aunque se trata de una danza que imita una confrontación armada—. Entonces los
individuos de cada grupo se acercan a los del otro para negociar: Si un
individuo quiere un objeto lo toma alabando lo bonito o bueno que es. Si un
hombre valora un objeto y pide mucho a cambio, en lugar de decir que es muy
valioso dice que no es bueno, expresando así su deseo de quedárselo. «Esta
hacha no es buena, es vieja y está mellada», dirá refiriéndose a su hacha, que
el otro desea. Esta discusión se realiza en un tono de voz airado hasta que se
llega a un acuerdo. Cuando se llega al acuerdo, cada uno arranca el objeto de
las manos del otro. Si un hombre ha trocado su collar, en lugar de quitárselo y
dárselo al otro, es aquél el que ha de quitárselo con una exhibición de fuerza.
Las discusiones, que suelen acabar en pelea, surgen cuando una de las partes se
adelanta y se apropia del objeto antes de que el otro haya acabado de discutir
[17] . Todo el asunto concluye con un gran festín en que las mujeres
reaparecen, aunque esto también puede causar problemas, pues entre la música y
la alegría se dan amplias oportunidades para la seducción [18] . Esto lleva a
veces a peleas por celos. A veces muere gente. El trueque, pues, con todos sus
elementos festivos, se lleva a cabo entre personas que de otra manera serían
enemigos, y que estaban a un paso de la guerra directa y (si hemos de creer al etnógrafo) si un grupo creía
que el otro se había aprovechado de él, podía desencadenar guerras.
Y si se desencadenaban guerras se producía la deuda , entre
la misma comunidad no había deuda, entre las comunidades que realizaban trueque
tampoco al menos que el trueque no funcionara y entonces:
Una de las falacias más populares en relación al comercio es
que en los modernos tiempos se ha introducido un dispositivo para el ahorro
llamado crédito y que antes de que este dispositivo se inventara todo se pagaba
en metálico, es decir, con monedas. Una investigación cuidadosa revela que lo
correcto es exactamente lo contrario. Antaño las monedas jugaban un papel en el
comercio mucho menor que el que juegan hoy. Tan escasa era la cantidad de
monedas que no bastaban para las necesidades de la Casa Real [de la Inglaterra
medieval] y sus posesiones, que solían emplear fichas de varios tipos para
realizar pequeños pagos. Tan intrascendente era la acuñación que muchas veces
los reyes no dudaban en reunir todas las. piezas, refundirlas y volver a
acuñarlas, y sin embargo el comercio no sufría ningún cambio.
De hecho, la historia estándar de la moneda está
completamente trastocada. No comenzamos con trueques para descubrir el dinero y
finalizar con sistemas de créditos. Primero vino lo que hoy llamamos dinero
virtual. Las monedas aparecieron mucho más tarde, y su uso sólo se extendió de
manera irregular, sin reemplazar nunca los sistemas de crédito. El trueque, a
su vez, parece ser, en gran parte, un subproducto colateral del uso de monedas
o papel moneda; históricamente ha sido lo que han practicado personas
acostumbradas a transacciones en metálico cuando por una u otra razón no tenían
acceso a moneda.
Pero en las comunidades la transferencia era ontológica sin
deuda por el propio hecho de reconocerse uno a otros como iguales, más cuando
estallaba la guerra la transferencia ontológica se perdía y nacía la deuda y
con ella el crédito que se debía de pagar de lo que derivó el dinero:
¿Cómo pudo aparecer el crédito? Regresemos a la ciudad
imaginaria de los profesores. Pongamos por ejemplo que Josué va a dar sus
zapatos a Enrique y que éste, en lugar de deberle un favor, le promete algo de
valor equivalente [9] . Enrique entrega un pagaré a Josué. Éste podría esperar
a que Enrique tenga algo que le resulte útil, y cancelar la deuda. En tal caso
Enrique rompería el pagaré y aquí acabaría la historia. Pero supongamos que
Josué pasa el pagaré a una tercera persona, Sheila, a la que debe algo. Podría
redimirlo contra su deuda hacia una cuarta parte, Lola: ahora Enrique tendría
la deuda con ella. Es así como nace el dinero. Porque no hay un final necesario
a esta serie. Digamos que Sheila quiere comprarle un par de zapatos a Edith;
puede sencillamente pasar el pagaré a Edith y asegurarle que Enrique es de
fiar; en principio no hay razón por la que el pagaré no pudiera seguir
circulando por la ciudad durante años, siempre que la gente siga confiando en
Enrique. Es más; si sigue circulando el tiempo suficiente, la gente podría
olvidar completamente quién lo emitió. Estas cosas ocurren. El antropólogo
Keith Hart me contó una vez una anécdota de su hermano, que en la década de
1950 era un soldado británico destinado en Hong Kong. Los soldados solían pagar
sus cuentas mediante cheques contra sus cuentas corrientes en Inglaterra. Los
mercaderes locales solían emplearlos entre ellos como si fueran dinero: una vez
vio uno de sus propios cheques, escrito seis meses antes, en el mostrador de un
comerciante local, cubierto de diminutas inscripciones en chino. Lo que los
teóricos de la deuda circulante como Mitchell-Innes argumentaban era que
incluso si Enrique diera a Josué una moneda de oro en lugar de un pagaré en
papel, la situación seguía siendo básicamente la misma. Una moneda de oro es
solamente una promesa de pagar algo equivalente al valor de una moneda de oro.
Al fin y al cabo, una moneda de oro no es, en sí misma, útil. Uno tan sólo la
acepta porque sabe que los demás también lo harán. En este sentido, el valor de
una unidad de moneda no es la medida del valor de un objeto, sino el valor de
la confianza que se tiene en otros seres humanos.
Evidentemente, este elemento de confianza lo complica todo.
Los primeros billetes circulaban mediante un proceso casi idéntico al que he
descrito, excepto que, al igual que los mercaderes chinos, todo el mundo añadía
su firma para garantizar la legitimidad de la deuda. Pero, por lo general, el
problema de la percepción del cartalismo (así se dio en llamarlo, del latín
«carta», ficha) es establecer por qué la gente sigue confiando en un pedazo de
papel. Al fin y al cabo, ¿qué impediría a nadie poner el nombre de Enrique al
pie del pagaré? Este tipo de sistema de deuda-ficha sólo funcionaría en una
pequeña aldea en que todos se conocieran; o incluso en una comunidad más
amplia, como la Italia del siglo XVI o aquellos mercaderes chinos del siglo XX,
en que al menos todo el mundo tenía alguna manera de seguir la pista de los
demás. Pero sistemas de este tipo no pueden crear un sistema de moneda
plenamente desarrollado, ni hay pruebas de que jamás lo hayan hecho. Para
proporcionar una cantidad de pagarés suficiente para que todos los habitantes
de una ciudad mediana pudieran llevar a cabo sus transacciones se necesitarían
millones de papeles [10] . Para poder garantizarlos todos, Enrique debería ser
casi ilimitadamente rico. Todo esto sería menos problemático, sin embargo, si
Enrique fuera, digamos, Enrique II, rey de Inglaterra, duque de Normandía,
señor de Irlanda y conde de Anjou. El verdadero impulso del cartalismo llegó
con la llamada «escuela histórica alemana», cuyo exponente más famoso fue el
historiador G. F. Knapp, cuya Teoría estatal del dinero se publicó por vez
primera en 1905 [11] . Si el dinero es tan sólo una unidad de medida, tiene
sentido que reyes y emperadores se preocupasen de asuntos como éste. A los
reyes y emperadores suele interesarles establecer sistemas uniformes de peso y
medidas en sus reinos. También es cierto, como observó Knapp, que una vez
establecidos, estos sistemas tienden a permanecer notablemente estables a lo
largo del tiempo. Durante el reinado del auténtico Enrique II (1154-1189) casi
toda Europa Occidental mantenía su contabilidad en el sistema monetario
establecido por Carlomagno casi 350 años atrás (es decir, empleando libras,
chelines y peniques) pese a que algunas de estas unidades jamás habían existido
(Carlomagno jamás acuñó una libra de plata), a que ni uno de los chelines y
peniques de Carlomagno seguía en circulación y a que las monedas que circulaban
variaban enormemente en tamaño, peso, pureza y valor [12] . Según los
cartalistas, esto no importa demasiado. Lo que importa es que hay un sistema
uniforme para medir créditos y deudas, y que este sistema permanece estable con
el paso del tiempo. El caso de la moneda de Carlomagno es especialmente
dramático, pues su imperio como tal se deshizo de manera bastante rápida, pero
el sistema monetario que creó se siguió empleando en sus antiguos territorios,
para la contabilidad, durante más de 800 años. En el siglo XVI se referían a
él, de manera bastante explícita, como «el dinero imaginario», y los deniers y
livres (denarios y libras) tan sólo se abandonaron como unidades de
contabilidad con la Revolución francesa [13] . Según Knapp, que el dinero
«real» en circulación se corresponda o no con este «dinero imaginario» no es
especialmente importante. No hay la menor diferencia entre que sea plata pura, plata aleada, tiras
de piel o bacalao seco, siempre que el Estado desee aceptarlo como pago de
impuestos. Porque lo que fuera que el Estado estaba dispuesto a aceptar, por
esa misma razón, se convertía en moneda. Una de las formas de moneda más
importantes durante la época de Enrique eran los palos de conteo con muescas,
empleados para registrar deudas. Los palos de conteo eran explícitamente
pagarés: ambas partes de una transacción tomaban una rama de avellano, le
hacían una muesca para indicar la cantidad debida y la partían por la mitad. El
acreedor se quedaba una mitad, llamada stock (he aquí el origen de la expresión
stock holder, accionista), y el deudor la otra, llamada stub (he aquí el origen
de la expresión ticket stub, recibo). Los asesores de impuestos empleaban estas
ramitas para calcular las cantidades que les debían los sheriffs locales. Sin
embargo, a menudo el fisco de Enrique, en lugar de esperar a la recaudación de
impuestos, vendía los palos de conteo con descuento, y éstos circulaban, como
cartas de pagaré de deuda del gobierno, entre quien quisiera comerciar con
ellos [14] . Los billetes modernos funcionan bajo un principio similar, sólo
que al revés [15] . Recordemos aquí la pequeña historia del pagaré de Enrique.
El lector habrá notado un aspecto desconcertante de la ecuación: el pagaré puede
funcionar como moneda en tanto Enrique nunca pague su deuda. Ésta es la lógica
sobre la que se fundó el Banco de Inglaterra (el primer banco central moderno
con éxito). En 1694, un consorcio de banqueros hizo un préstamo de 1 200 000
libras al rey. A cambio recibieron el monopolio real sobre la emisión de
billetes. En la práctica esto significaba que podían emitir pagarés por una
porción del dinero que el rey les debía a cualquier ciudadano del reino que
quisiera comprarlos, o depositar su dinero en el banco: en efecto, hacer
circular (o «monetizar») la recién creada deuda real. Esto resultó ser todo un
negocio para los banqueros (cargaban al rey un 8 por ciento anual por el
préstamo original y cargaban un interés simultáneo sobre el mismo dinero a los clientes
que lo tomaban prestado), pero sólo funcionaba en tanto el préstamo original
nunca se cancelara. A fecha de hoy el préstamo no se ha pagado. Nunca se
pagará. Si alguna vez ocurriera, todo el sistema monetario británico dejaría de
existir [16] . Por lo menos, este enfoque ayuda a resolver uno de los evidentes
misterios de la política fiscal de tantos reinos de la Antigüedad: ¿por qué
hacían pagar impuestos a sus sujetos? No se trata de una pregunta que estemos
acostumbrados a hacernos. La respuesta parece evidente por sí misma. Los
gobiernos exigen impuestos porque quieren meter mano en el dinero de la gente.
Pero si Smith tenía razón, y el oro y la plata se convirtieron en moneda a
través del funcionamiento de los mercados, independientemente de los gobiernos,
¿no sería lo más lógico hacerse con el control de las minas de oro y plata? Así
el rey tendría todo el dinero que pudiera necesitar. Esto es lo que los
antiguos reyes hacían. Si había minas de oro y de plata en sus territorios, se
hacían con su control. De modo que ¿qué razón había para extraer el oro, acuñar
la propia imagen en él, hacerlo circular entre los propios súbditos, y luego
exigírselo de vuelta?
Esto parece un enigma. Pero si el dinero y los mercados no
emergen de forma espontánea, tiene mucho sentido. Porque se trata de la manera
más sencilla y eficaz de crear los mercados. Tomemos un ejemplo hipotético.
Digamos que un rey desea mantener un ejército de cincuenta mil hombres. En las
condiciones de la Antigüedad, o de la Edad Media, alimentar una fuerza de tal
tamaño era un problema enorme: a menos que estuviera en marcha, era necesario
emplear una fuerza casi igual de personas y bestias sólo para hallar, adquirir
y transportar las provisiones necesarias [17] . Por otra parte, si uno simplemente
entrega monedas a los soldados y luego exige que toda familia del reino
devuelva una de estas monedas, se hace que, con un solo golpe, toda la economía
de la nación se convierta en una enorme máquina de aprovisionamiento de los
soldados, dado que toda familia, a fin de hacerse con las monedas, encuentre
una manera de contribuir al esfuerzo general para proveer a los soldados con
aquello que quieren. Se crean los mercados como efecto colateral. Ésta es una
versión un tanto caricaturesca, pero está claro que los mercados surgieron
alrededor de los ejércitos de la Antigüedad; basta con echar un vistazo al
Artha-sastra de Kautilia, el Ciclo de soberanía sasánida o las Discusiones
sobre la sal y el hierro chinos para descubrir que los gobernantes de la Antigüedad
pasaban una buena parte de su tiempo pensando en la relación entre minas,
soldados, impuestos y comida. La mayoría llegaban a la conclusión de que la
creación de mercados de este tipo no era conveniente sólo para alimentar a los
soldados, sino que era útil de muchas más maneras, pues significaba que los
oficiales ya no tenían que requisar todo lo que necesitaban directamente del
populacho, o buscar una manera de fabricarlo en las granjas o fábricas reales.
En otras palabras, y pese a la obstinada percepción liberal (recordémoslo,
legado de Smith) de que la existencia de Estados y mercados se oponen de alguna
manera, el registro histórico sugiere que es exactamente al contrario. Las
sociedades sin Estado tienden a ser sociedades sin mercados.
Y entonces la cuestión es muy simple, los imperios antiguos
destruyeron la transferencia ontológica de las comunidades, los emperadores se
hacían dioses con el poder de su moneda generada por la guerra, para cobrar la
deuda a los conquistados que sus ejércitos dominaban.
Así el verdadero poder transferencial estaba en la moneda,
ya no en el poder del chaman pero vino el cristianismo y se volvió al poder
ontológico y el cruzado lucho por la tierra sagrada en nombre de Dios, y el
señor feudal sacralizo la tierra transferencialmente viviendo de las rentas que
esta le daba pero reapareció el dinero y la transferencia volvió a ser
monetaria pero ahora ya no se trataba de imperios sino de bancos que llevaron
adelante inversiones que generaron la revolución industrial, el capitalismo y
con el estado moderno donde se volvió a una transferencia ontológica ahora al
sujeto moderno libre y racional garantizado en sus derechos por el estado
republicano democrático, pero otra vez la transferencia paso a ser monetaria y el
sujeto a no importar, hasta que surge el tecnofeudalismo y el caiborg dueño del
espacio virtual vuelve a tener la transferencia ontológica.
Así tenemos:
Comunidad en transferencia ontológica no hay dinero, ni
truque entre ellos, hay favores, servicios de uno al otro como en una familia. Levedad del ser
1←0←1←→0→1→0
Imperios la guerra crea la deuda y la deuda el dinero y el
dinero el estado y el estado el mercado
gravedad del devenir
1→0→1→←0←1←0
Surge el Cristianismo universal las comunidades vuelven a la
transferencial que ahora es espiritual, pero devenir en una moralidad donde la
iglesia y los señores feudales administraran el mal.
1←0←1←0←1←0
Cristianismo
1→0→1→0→1→0→←1←0←1←0←1←0
Administración moral del mal iglesia feudo
A lo que seguirá las revoluciones desde las liberales hasta
las comunistas donde se vive una emancipación de la voluntad, que logra formar
al sujeto moderno, pero el capitalismo administrara el deseo a partir del
dinero esclavizándonos perdiendo la transferencia nuevamente.
1→0→1→0→1→0→1→0→10
Revolución sujeto moderno
1→0→1→0→1→0→1→0→10→←10←1←0←1←0←1←0←1←0
Determinación del sujeto y de toda diferencia por el sistema
capitalista
Luego vendrá la libertad diferencial del cuerpo sin órganos donde
hay cierta transferencia en el espacio simulado virtual, logrando un cuerpo sin
órganos que luego será organizado en el tecno feudalismo donde nos desintegramos
algorítmicamente en ciber tribus conservadoras de derecha y ciber tribus de
izquierda.
1→0→1→0→1→0→1→0→10→10→1→0→1→0→1→0→1→0
1 0 1→←1 0 0 1→←1 0 01→←10 0 0 1→←1 0 0 1 1 0 0 1→←1
Así todo la meta historia puede ser comprendida como una
recuperación de la transferencia ontológica
¿Qué hacer?
El apocalipsis
Volver a la transferencia ontológica en comunidades en
biotejido
10←1←0←1←0←1←0←1←0←→1→0→1→0→1→0→1→0→10
Y en esas comunidades socializar el espacio virtual pero
sobre todo salir del espacio virtual al
convivio transferencial.
Para esto debemos recuperar nuestra concentración en un
entrenamiento en el arte del biotejido y aprender a manejar nuestra atención transfiriendo conscientemente si nos damos
cuenta ahora el poder lo tenemos nosotros, en tanto recuperemos nuestra mente y
no este fragmentada en el espacio virtual donde se nos acostumbra la shock y al
efecto preceptivo, esto es lo esencial de la transferencia porque volvemos a un
flujo espiritual y de voluntad donde el
algoritmo no puede determinarnos ni fragmentarnos y así logramos hacer
comunidades abiertas de alteración y contra alteración donde
realmente podamos ser libres.
https://apologiaalatristezateatroloco.blogspot.com/2025/02/el-mal-como-herida-del-ser.html
http://exaltacionalmiedo.blogspot.com/2025/02/perdon-si-te-gusta-byun-chul-han-como.html
http://teatroloco.blogspot.com/2025/02/inteligencia-transferencial.html
http://adagioalamor.blogspot.com/2025/01/despertando.html
https://apologiaalatristezateatroloco.blogspot.com/2025/01/el-movimiento-del-logos.html
http://exaltacionalmiedo.blogspot.com/2025/01/pensando-el-movimiento-rewoke.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario