La dialéctica en el
comunismo complementario
Recuerdo cuando hablaba con un filósofo en el búho rojo y yo
quedaba impresionada porque él me decía que todo se reduce a una idea, yo le
discutía y él decía que el arte no intenta expresar una idea sino expresar el ser, y él se reía
para él era claro todo se reducía a la idea, yo realmente estaba confundido
porque a él se lo identificaba como un filósofo materialista, ahora comprendo
aun los marxistas tendrán que ir a la filosofía clásica occidental y lo que
encontraran es que hay una sustancia primera la existente individual y una sustancia segunda esencial
donde encontraremos a la idea, y entonces no se podrá salir de la dicotomía
existencia esencia, aunque comprendamos que hay una sustancia primera material
existente, nada se podrá decir de ella sin la segunda sustancia ideal esencial,
así muchos entenderán la filosofía como idealista y materialista, si para
Platón primero es la idea como lo real y el mundo es una copia para
Aristóteles, lo real es lo existente y lo ideal surge de una abstracción de lo
existente, donde lo que queremos es concebir lo esencial así también para los materialistas la idea
es un epifenómeno de la materia y para los idealistas la materia es un
despliegue de la idea en un búsqueda espiritual de autoconocimiento de la idea
misma pero ¿No hay más que idea y materia?
Gracias a la investigación de Heidegger sabemos que hemos
olvidado el ser y el ser no es idea ni
materia. ¿Qué es el ser entonces? Es decir ¿Qué
es lo real? Sabemos que el ser se manifiesta en todo ente porque el ser es lo que permite
la existencia de toda entidad, pero al no ser una entidad, el ser no tiene
esencialidad, es decir que no nos podemos hacer ninguna idea del ser y entonces nos queda decir que
el ser es nada ya que carece de toda entidad de toda cosa, de todo objeto, pero
¿Que es la nada? Pues nada para que hacernos problemas pero la cuestione es que
en la nada siempre hay algo, es decir
que en la nada siempre encontramos el ser, si decimos que la nada es ausencia
de ser, es como decir que la oscuridad es ausencia de luz, pero si no hubiera
luz no podríamos saber que esta oscuro, es decir que nunca hay una oscuridad completa siempre hay algo de
luz para saber que esta oscuro,
siempre hay algo de calor para
saber que hay frio, siempre hay algo de ser , alguna entidad para saber que
estamos en la nada y entonces el ser y
la nada son lo mismo y cuando devine la entidad estamos en el ser y cuando la
entidad se descompone estamos en la nada
pero en la nada siempre hay ser , siempre hay algo y en el ser siempre hay
nada, si comprendemos los transcendentales del ser, bondad, belleza, verdad, unidad comprenderemos que invertidos hay maldad,
fealdad, falsedad, multiplicidad y entonces el árbol de la ciencia del bien y
del mal es un solo árbol y del surge tanto el bien como el mal y aquel que
conoce el bien es porque conoce el mal, no como un conocimiento exterior sino como un conocimiento interior
de sí mismo. Y esto lo hace estar
obligado a cuidarse a sí mismo y de sí mismo porque el bien se puede invertir
en mal en cualquier momento y felizmente el mal se puede convertir en bien.
Aquí es donde nos rendimos ante Hegel porque l introduce
algo a la filosofía que la filosofía no había reflexionado realmente y eso es
el espíritu, lo que nos da la posibilidad de invertirnos y convertirnos he
aquí nuestra libertad y la verdadera fundación del hombre moderno, un hombre
que está más allá del bien y del mal, porque el espíritu supera
el bien y el mal en la santidad es decir
en el espíritu absoluto, absuelto del devenir del ser y del no ser, supera toda
historia y se realiza como lo que
realmente es, porque el ser es Espíritu.
¿Qué es el Espíritu?
Una metáfora de la respiración exhalamos nuestro ser y nos
invertimos en no ser, inhalamos desde el
no ser y nos convertimos al ser.
1(exhalamos el ser)→0(inhalamos desde el no ser)→1
Muchas culturas lo han comprendido antes de la idea y la
existencia material está el ser
·
De hecho
encontrar el Dharma es encontrar esta respiración y los hinduistas practican y
practican el pranaiama prāṇāyāma, en el sistema AITS (alfabeto internacional para la
transliteración del sánscrito).1
·
प्राणायाम, en escritura devanagari del
sánscrito.1
·
Pronunciación: /pranáiama/ o /pranaiáma/.1
Etimología[editar]
El término sánscrito pranaiama significa
‘control de la respiración’1
·
prāṇá: aire, respiración, vida, aire
inspirado, fuerza vital2
·
iāma: control
Según algunos grupos de yoga, pranaiama significaría
‘expansión de la respiración’:
·
prāṇá: respiración;
·
āiāma: estirar, extender; detener;
expandir la longitud (ya sea en el espacio o en el tiempo), la duración de una
respiración
En el taoísmo tenemos el ki en una secuencia del Yin Yang
que es una secuencia de inspiración de energía yin y de expiración de energía
yang
El yin y
el yang (en chino tradicional, 陰陽; pinyin, yīnyáng)
son dos conceptos del taoísmo, que son usados para representar o referirse a
la dualidad que
esta filosofía atribuye a todo lo existente en el universo.
Describe las dos fuerzas fundamentales opuestas y complementarias, que se
encuentran en todas las cosas. El yin es el principio femenino, la tierra, la
oscuridad, la pasividad y la absorción. El yang es el principio masculino, el
cielo, la luz, la actividad y la penetración.1
Según esta idea, cada ser, objeto o
pensamiento posee un complemento del que depende para su existencia y que a su
vez existe dentro de él mismo. De esto se deduce que nada existe en estado puro
ni tampoco en absoluta quietud, sino en una continua transformación. Además,
cualquier idea puede ser vista como su contraria si se la mira desde otro punto
de vista. En este sentido, la categorización solo lo sería por conveniencia.
Estas dos fuerzas, yin y yang, serían la fase siguiente después del tao, principio generador
de todas las cosas, del cual surgen.
En
particular, el budista Anapanasati Sutta, también conocido como el “Discurso
Sobre la Plena Consciencia de la Respiración”, detalla las instrucciones de
Buda sobre cómo usar la respiración para cultivar el enfoque y la atención
plena.
La leyenda dice que
Buda pronunció este discurso en una noche de luna llena ante una multitud de
aproximadamente 1.000 monjes.
En el Sutra, Buda
nos enseña que el primer paso para transformar nuestro miedo, ansiedad y mente
inestable es simplemente prestar atención a nuestra respiración, tal como
es.
Traemos plena
consciencia a la respiración y notamos que entra por las fosas nasales y que
fluye por las fosas nasales.
Nos enfocamos en la
respiración que entra y la respiración que sale.
Inhalando, calmo mi cuerpo y mi
mente. Exhalando, sonrío. morando en el momento presente, sé que es un
momento maravilloso.
En la cultura andina estamos en
una reciprocidad con la naturaleza respirando
con ella intercambiando energías, Illay
camac, hasta lograr el samay como un respiración clamada y liviana en
hayni en reciprocidad con la naturaleza evitando todo jucha toda
vibración que entre en conflicto.
Racionalidad andina Los principios de equilibrio y armonía
se manifiestan tanto en lo interior como en su entorno; convirtiendo al mismo
tiempo al ambiente en un hábitat natural y una expresión simbólica de la
espiritualidad [8]; en donde se destacan categorías y paradigmas, leyes y
principios como los siguientes: - Relacionalidad del todo: es uno de los rasgos
fundamentales de la cosmovisión andina, como principio sostiene que todo está
de una u otra manera relacionado, vinculado o conectado con todo; nada
permanece aislado o separado [2, 4]. - Correspondencia: respetando el principio
de relacionalidad, se plantea que cada objeto o fenómeno puede ser comprendido
analizando sus dos opuestos correspondientes; en donde cada uno necesita del otro
para encontrar su significado o sentido, es así como si no existiese la noche y
todo fuera claridad no se podría comprender el sentido de la claridad del día
[2, 4]. - Complementariedad: es un principio de inclusión de opuestos para
formar un todo integral. Se incluyen a los opuestos que son complementarios y
que no son contrapuestos, ni mutuamente excluyentes [2, 4]. De cierto modo el
principio de complementariedad es un alcance de los dos principios anteriores,
ningún ser, objeto o acción existe aislado, sino siempre en coexistencia con su
opuesto-complemento. Se trata del yanantin o dualidad complementaria [9], López
Austin citado en Zuckerhut aplica este principio en la división del cosmos en
partes celestes masculinas (los estratos superiores del cielo, asociados con lo
luminoso, caliente y seco) y partes terrestres femeninas (los pisos inferiores,
el inframundo, connotados con oscuro, frío y húmedo) [10]; expresa la dualidad
y unidad [11, 12]. - Reciprocidad: el principio de correspondencia se expresa a
nivel pragmático y ético; a cada acto le corresponde como contribución
complementaria un acto recíproco; y ético no solo ligado al ser humano, sino
abarcando dimensiones cósmicas [2]; otra forma de concebirlo es el dar y
recibir o dando y dando [4]. - El principio de ciclicidad cuestiona la
concepción occidental de la linealidad del tiempo que implica al mismo tiempo
progresividad, irreversibilidad y cuantificabilidad. El principio cíclico
sostiene que el Pacha que es espacio-tiempo se manifiesta en forma de una
espiral en movimiento permanente hacia atrás donde está el futuro; es decir se
puede ver solamente lo hecho, el pasado; una suerte de utopía retrospectiva
caminando de espaldas, en una expresión metafórica que fija los ojos en el
pasado como punto de orientación [11, 13], la persona avanza por la vida
caminando de espaldas.
En la cultura griega de hecho antes del eidos filosófico en
el arte en especial en el teatro los principios dionisiacos y apolíneos daban
cuenta de una respiración agonica, una respiración de constante lucha, de la
que da cuenta tanto Homero, Hesiodo como los dramaturgos clásicos.
En el judeo Cristianismo la fuerza vital viene de Dios el
Ruah
(Espíritu Santo, pnenma). Palabra hebrea que
significa “espíritu” (en griego pneuma). Hemos estudiado en otras entradas el
sentido básico del espíritu y del pneuma. Ahora recogemos algunos aspectos
distintivos de la experiencia del espíritu en la Biblia hebrea, tomando como
base la palabra ruah. (1) Comparación. Griegos e israelitas. La cultura hebrea
no está muy alejada de la griega, como muestra el sentido y evolución de esta
palabra. Ruah se puede traducir como “viento, espíritu”, y se encuentra muy
cerca del pneuma griego: es el viento original y misterioso, imprevisible,
omnipresente; es el aire, realidad fundante, divina y numinosa, en la que se
asienta todo lo que existe. Es el humo de un incendio, expresión del gran fuego
que todo lo destruye; pero es, a la vez, el aliento donde todo nace y recibe su
sentido. En ese contexto, debemos recordar que, en contra de otros pueblos,
Israel no ha tendido a divinizar el viento como aislado, convirtiéndole en un
dios junto a otros, en el interior de un panteón de dioses cósmicos. Al
contrario, Israel ha partido de una concepción casi divina del viento y lo ha
ido des-divinizando progresivamente, hasta convertirlo en agente de Dios o símbolo
de su presencia y acción entre los hombres. En este contexto se puede trazar un
paralelo significativo: los griegos desmitifican el espíritu, para concebirlo
como una realidad cósmica o para ponerlo bajo el poder del pensamiento (de la
nolis racional, que todo lo conoce, porque tiene una raíz divina); los hebreos
lo desmitifican haciéndolo expresión de la presencia de un Dios personal que
dialoga con los hombres. “Es verosímil que, a causa de lo que se puede llamar
mentalidad primitiva, el viejo Israel haya conocido en su con texto
histórico-geográfico la divinización de diversas fuerzas naturales: todo lo que
tiene un gran poder es numinoso y revela la presencia de un alma. Se podría,
pues, hablar muy bien de espíritus del desierto, del mar, de la tempestad,
etc. No está excluido que en la literatura de Israel se encuentren restos de la
así llamada visión animista del mundo. Pero, significativamente, a estos
demonios (espíritus del desierto, etc.) no se les conoce jamás con el término
de ruah. La ruah designa, más bien, una fuerza de la naturaleza, y se expresa
con su mismo nombre: es el viento… Es poco verosímil que los hebreos hayan
partido de un aspecto material y casi científico del viento para
espiritualizarlo luego. En contra de eso, debemos reconocer que el viento era
un elemento muy apropiado para hallarse espiritualmente divinizado en la
mentalidad primitiva. Todo nos permite suponer que el término ruah tenía
resonancias espirituales… porque, en su mismo sentido de viento, presentaba ya
un significado espiritual. Se puede pensar que si este término ha tenido un
despliegue extraordinario, no ha sido a causa de sus notas objetivas (como viento
físico), sino a causa de su carácter divino…” (D. Lys, 337).
(2) Ruah, la acción de Dios. No empieza siendo un
término físico, bien objetivo y preciso, que después se convierte en signo de
la acción de Yahvé, sino que es desde el principio algo misterioso, espiritual
y material al mismo tiempo, cósmico y divino; en ese sentido, puede presentarse
como expresión de la unidad más honda que vincula a Dios y al mundo. Quizá
pudiéramos hablar de una totalidad sagrada, de un espaciotiempo abarcador que rodea
y vincula a Dios y a los hombres, en la misma línea de Grecia donde el pnetuna
puede evocar la totalidad divina en la que estamos inmersos. Pero a través de
un proceso de reconocimiento histórico y de diálogo con Dios, la ruah ha venido
a dualizarse, apareciendo por un lado como realidad creada (puro viento, aire
cósmico) y por otro como símbolo de la presencia actuante de Yahvé. En ese
segundo aspecto se puede hablar incluso de una personificación de la ruah, como
vemos ya en 1 Re 22,20-22, donde Yahvé dialoga con el “ejército de los cielos”,
es decir, con la corte divina de sus ángeles-espíritus a los que pide consejo
so bre la manera de destruir a Ajab, el rey israelita. “Entonces se adelantó el
Ruah, se puso ante Yahvé y dijo: “Yo le engañaré”. Yahvé le preguntó: “¿De qué
modo?”. Respondió: “Iré y me haré ruah de mentira en la boca de todos sus
profetas”. Yahvé dijo: “Tú conseguirás engañarle. Vete y hazlo así”” (1 Re
22,20-22). La ruah está aquí personificada de forma masculina (en general el
término suele ser femenino, con sentido más bien impersonal). Este Ruah, que
aparece aquí como un ser independiente, que dialoga con Dios (como un gran
Angel de su corte), representa la misma acción de Dios que puede presentarse
como fuerza destructora para los perversos. Estamos ante una visión sacrodemoníaca
de Dios, que puede presentarse como fuerza de engaño y destrucción para los
perversos, en el principio de una línea que lleva al discernimiento de los
espíritus, a la separación de poderes sagrados, positivos y perversos
(dualismo*). En este caso, Dios utiliza su mal espíritu para destruir a los
perversos. Este discernimiento de los espíritus nos sitúa ante el enigma de la
ambivalencia de la ruah, que se vinculará más tarde a los buenos y malos espíritus,
a los dioses y diablos, ángeles y demonios. En las reflexiones que siguen
destacaremos el aspecto positivo de la ruah. (3) Notas de la ruah. Ella es,
casi siempre, ambivalente: indica, por un lado, un fenómeno del cosmos (como el
viento que Dios envió, según Ex 14,21, para separar las aguas del mar de los
Juncos); pero, al mismo tiempo, expresa algo que es propio de Dios, como en 2
Sm 22,16, donde se dice que fue la misma respiración de Dios (el soplo de sus
narices) la que secó las aguas del mar. Posiblemente, ambos lenguajes son
complementarios. Viento y aliento aparecen por un lado como obra de un Dios
trascendente y por otro como su presencia concreta en el mundo. Sólo hay un
Dios que es trascendente (no se identifica con nada que podamos representar o
pensar, no se puede fijar en estatuas o signos del cosmos); pero, al mismo
tiempo, este Dios actúa de una forma poderosa, creadora, de manera que el
viento del mundo (y el aliento del hombre) se conciben como un momento de su
acción, pudiendo convertirse en símbolo de su presencia salvadora. La Biblia
sabe que la respiración del hom bre es presencia de la ruah de Dios (cf. Gn
2,7), de manera que todos los hombres tienen ruah, de un modo que podemos
llamar ordinario. Pero hay algunos que la tienen o reciben de una forma
extraordinaria, de manera que pueden realizar grandes obras. El hombre al que
Dios concede la ruah queda capacitado para realizar empresas imposibles para
otros: el hombre de ruah puede interpretar los sueños (Gn 41,38) y predecir las
cosas futuras (cf. Nm 24,2), venciendo en la guerra (profetas* carismáticos);
pero, sobre todo, el hombres de ruah puede dialogar con Dios, en cuya presencia
vive. Desde esa base podemos evocar tres rasgos básicos de la presencia y
actuación del Espíritu, como fuerza creadora, salvadora y escatológica.
(4) Fuerza creadora. En el principio creó Dios los
cielos y la tierra. La tierra era algo caótico y vacío, pero la ruah de Dios
aleteaba sobre la superficie de las aguas (Gn 1,1-2). Sin el soplo directo de Dios,
la realidad del mundo es caos. Sin su ruah el hombre muere: pierde su aliento,
se agota su vida y se convierte en un cadáver. Sólo el aliento de Dios ofrece
vida y orden al caos subyacente de las cosas. Aquí no se habla sólo de una
acción primera de Dios que por su voluntad y palabra ha suscitado el mundo para
siempre, en el principio, sino que se habla de una acción y presencia
permanente de Dios. El mundo en sí carece de orden, fondo o consistencia.
Existe, y es distinto de Dios; pero no puede mantenerse ni alcanzar sentido por
sí mismo. Pero la ruah de Dios está presente y hace que el mundo se convierta
en lugar y habitación, camino y vida para el hombre. En un sentido, la realidad
existe y es distinta de Dios; pero en su verdad más honda, ella sólo adquiere
ser y existe por el aliento de Dios que la sostiene. El cometido del aliento de
Dios en Gn 1,2 es, ante todo, de carácter vivificante: hace milagrosa y
libremente que la vida exista. Debemos precisar que esa vida no se limita a la
animación de vivientes superiores e inferiores (animales y plantas), sino que
ella está presente en todo lo que existe, en cuanto opuesto a la nada y a la
muerte. La ruah es presencia creadora: es la misma realidad de Dios como
cercano y actuante (cf. Gn 2,7). Utilizando una terminología moderna, podríamos
decir que la misma realidad del mundo (naturaleza) se encuentra apoyada y
sostenida por la gracia (presencia vivificante de Dios). No hablamos así del
Dios en sí; tampoco existe el hombre (el mundo) por sí mismo. Existe (desde
nosotros) un Dios para el mundo (Dios que sostiene el mundo con su ruah); y
existe un mundo en Dios (fundado en la ruah divina). A Dios se le conoce por su
ruah (su acción); el mundo existe sólo en cuanto está fundamentado en esa
acción divina.
(5) Fuerza salvadora. Recordemos los textos clásicos: “Moisés
extendió su mano sobre el mar, y Yahvé hizo soplar durante toda la noche una
fuerte ruah del este que secó el mar y se dividieron las aguas” (Ex 14,21). “El
fondo del mar quedó a la vista, los cimientos del orbe desaparecieron, ante la
increpación de Yahvé, al resollar la ruah en sus narices” (2 Sm 22,16). La ruah
creadora se convierte en fuerza salvadora. Aquella actuación de Dios que
concedía vida y realidad al mundo se presenta ahora como potencia que libera,
abriendo un camino de salvación para los hombres. El Antiguo Testamento
desconoce la división de unos hechos naturales (creación) y otros
sobrenaturales (salvación): todo es natural, es presencia de Dios, actuación de
su ruah sobre el mundo, y todo es, a la vez, sobrenatural, pues el hombre y el
mundo se basan en algo más grande que ellos mismos. La reflexión de Israel ha
percibido la fuerza de la ruah creadora y salvadora de Dios como ligada de una
forma especial al surgimiento del pueblo en tiempo de los Jueces. Cuando parece
que Israel se pierde, cuando sufre dominado por las fuerzas enemigas de este
mundo, Dios impulsa por su ruah a unos hombres (jueces*) que destacan en la
guerra y que liberan a los suyos de la mano esclavizante de otros pueblos (cf.
Je 3,10; 6,34; 11,29; 1 Sm 11,6; etc.). La ruah de Dios se despliega en el
camino de los hombres, y lo alienta, lo promueve, lo sostiene. De esa forma,
los israelitas han superado el nivel de la esclavitud agobiante de la
naturaleza que, aun estando sostenida por la ruah de Dios, somete a los hombres
a sus ritmos eternamente iguales. Ellos se han liberado de la naturaleza, para
penetrar en el campo de la historia donde la ruah de Yahvé dirige al hombre
hacia un futuro enriquecido por la esperanza del mismo Dios que viene. (6)
Fuerza escatológica. Israel ha sentido que el presente está cuajado de
opresión, de esclavitud, pecado y desengaño. Pero la ruah de Dios es poderosa.
Su acción debe suscitar algo que es nuevo. Como expresión de su fuerza creadora
surgirá el rey mesiánico. “Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y brotará un
retoño de sus raíces. Reposará sobre él la ruah de Yahvé, ruah de sabiduría e
inteligencia, ruah de consejo y fortaleza, ruah de ciencia y temor de Dios…”
(Is 11,1-2; dones* del Espíritu). La ruah se concibe aquí como presencia de
Dios sobre el Mesías y sobre el pueblo mesiánico. Su fuerza será fuerza de
justicia: salvará a los pobres, será redención para los débiles. Así añade, ya
de forma personal, el Tercer Isaías: “La ruah del Señor Yahvé está sobre mí,
porque Yahvé me ha ungido. Mc ha enviado a anunciar la buena nueva a los
pobres, a vendar los corazones rotos; a pregonar liberación a los cautivos;
libertad para los presos; a pregonar un año de gracia de Yahvé, día de
venganza de nuestro Dios” (Is 61,1-2). La justicia rnesiánica se interpreta en
términos de liberación. La ruah conduce a los hombres al encuentro con Yahvé,
un encuentro que supone castigo para los opresores y bendición para los pobres
y perdidos. Así lo ha visto Ezequiel cuando nos habla de los huesos muertos de
su pueblo: “Así dice el Señor a estos huesos: He aquí que yo voy a hacer
entrar la ruah en vosotros y viviréis. Os cubriré de nervios; haré crecer sobre
vosotros la carne; os cubriré de piel, os daré una ruah y viviréis; y sabréis
que yo soy Yahvé” (Ex 37,6). Esta vida nueva que aquí se promete es
“resurrección integral”, interior y exterior, individual y comunitaria, dentro
de este mundo. Es creación interior, pero llena y transforma al hombre entero:
“Os rociaré con agua pura y quedaréis purificados; os purificaré de todas
vuestras manchas y de todos vuestros ídolos. Y os daré un corazón nuevo,
infundiré sobre vosotros un ruah nuevo; quitaré de vuestra carne el corazón de
piedra y os daré un corazón de carne. Infundiré mi ruah en vosotros y haré que
os conduzcáis según mis preceptos…” (Ez 36,25-27). Dios había infundido en el
hombre su Espíritu, pero no lo había dado del todo; Dios había estado con
los hombres, pero no se había comprometido con ellos plenamente. Ahora el
profeta descubre y promete la presencia plena de su Espíritu. Desde ese fondo,
desde la esperanza abierta hacia el futuro del Espíritu, que es futuro del
Dios que viene al pueblo y futuro del pueblo que renace en Dios, se entienden
las palabras de la profecía de transformación final: “Sucederá después de esto
que yo derramaré mi ruah en toda carne; profetizarán vuestros hijos y vuestras
hijas; vuestros ancianos tendrán sueños sagrados, y vuestros jóvenes verán
visiones. Hasta en los siervos y las siervas, derramaré mi ruah aquel día” (J1
3,1-2). El hombre se halla abierto ante el futuro del Espíritu, es decir,
abierto ante Dios. Por eso, todo el pueblo (unido a la misma creación) viene a
interpretarse como realidad expectante, centrada extáticamente en el futuro del
Dios que viene. No nos interesa señalar ahora los aspectos del futuro que
suscita la ruah de Dios; sólo queremos decir que es un futuro salvador y
cumplimiento de la creación primera. Desde aquí advertimos que la creación no
es realidad que se encuentre ya acabada; Dios no es la santidad actual del
mundo (garantía de aquello que ahora existe). Dios es ámbito de futuro creador
para los hombres. Esto es lo que significa ahora la ruah, como sabrá y
ratificará desde otra perspectiva todo el Nuevo Testamento.
(Cf. J. FERNíNDEZ LAGO,
El Espíritu Santo en el mundo y en la Biblia)
La filosofía occidental nos dejó la atención en la idea, pero hay otras
filosofías que nos llevan todas de una u otra forma al espíritu, que
comprendemos nosotros como el respirar del ser en su devenir de ser y de no ser
en el cual se crea todo.
Esto nos da procesos dialecticos distintos
Dialéctica positiva
La dialéctica socrática que va de una ironía a una mayéutica
podría ser una dialéctica de una paso al no ser en el ironía al ser en la
mayéutica el problema es que no llega al ser sino a la idea exceptuando algunos
mitos platónico, entonces una dialéctica positiva que sea ontológica necesita del mito y del rito para elevarnos
al ser y lograr la experiencia del misterio tremendo fascinante.
Dialéctica negativa
Adorno propone esta dialéctica como aquella que rehúsa toda
síntesis, toda posibilidad de cierre, de conclusión, dejando abierta la
pregunta, en una constante negación, que a nuestro juico revela la inconsistencia ontológica de nuestra
existencia el no ser, en constante violencia y contradicción interior.
Dialéctica neutra
El advaita hindu , la comunión donde se logra realmente la
síntesis la reconciliación , con la sintransferencia, la sintergia, la
sincronicidad, la sincausualidad, que no se logra en un discurso racional, ni
en una catarsis irracional sino en un
acontecer del ser y del no ser supra racional que supera lo racional y lo
irracional pasando por ellos en una alteración y contra alteración de sistemas
ocasionando una biodramaturgia.
Pasando de lograr arcas de libertad, comunidades familiares
A un biotejido de comunidades en un comunismo complementario
Donde el ser traspasa al no ser generando un nuevo ser o el
no ser traspasa al ser generando un nuevo no ser.
En la dialéctica idealista Hegel comprende este traspaso
pasando del no ser al ser generando el
devenir, la esencia y el concepto, razonando como un concepto va superándose
hasta logra la idea integrando en el todos los pasos anteriores.
En la dialéctica materialista que es una lucha de clases por
los medios de producción se trata más bien de eliminar al otro, no de
integrarlo, aunque se intente luego una integración superadora en la practica
la violencia trauma y hace imposible toda integración.
Nuestra dialéctica pasa por una transferencia → y retransferencia ←
Por una contratransferencia →←
Y por una sintransferencia ←→
Lo que se transfiere es el ser ya sea como energía en el
trabajo
Libido en la relación sexual
Ki como estructura consciente de nuestro respirar la energía
Emociones polarizando y despolarizando
Logos logrando diversos discursos
Ideas
Y el ser en sí mismo que es todo esto en una entidad
organizada o en un campo ontológico entrópico, sabiendo que el ser que supera
el campo ontológico integrándose es el amor que es Dios mismo.
Así nuestra dialéctica es ontológica y es una adialéctica es decir
una vuelta al ser desde el devenir, lo cual solo se logra realzando todos los espíritus:
1→0→1 = 1 Ser Espíritu absoluto
1→0→1→0→1→0=10 Espíritu revelado
1→0→1→0→1→0→1→0→10=101 Logos Espíritu subjetivo
1←0←1←0←1←0←1←0←1010→1→0→1→0→1→0→1→0 =1010 Amor
Espíritu objetivo →←
Espíritu desintegrado 0 0 Espíritu Santo ← Espíritu infernal →
Espíritu integrado ←→
0→1→0→1→0→1→0→1→01=010 Poder Anti espíritu subjetivo
0→1→0→1→0→1=01 Deseo Anti espíritu revelado
0→1→0= 0 No ser Anti espíritu absoluto
Nuestras comunidades son un infierno donde se experimenta
todas las posibilidades ontológicas siguiéndolas experiencias del arte del
biotejido Experiencia cero, rito, mito, representación, diacrítica, alteración de
sistemas, biodramaturgia, comunión.
Comprendiendo que la comunión supera todo comunismo
Pero que en el mundo toda comunión se pervierte en un ansia
de poder olvidando el ser
Así que devenimos
siempre en comunistas cuando intentamos administrar el ser y dejamos de
respirar orgánicamente.
Nuestra base es clara el ser y el no ser son complementarios
Una verdadera comunidad no destruye la iniciativa individual
Pero en el mundo las comunidades se pervierten dando paso a
los comunismos o a los individualismos pudiendo haber no solo individuos
capitalistas sino comunismos capitalistas,
que en el paso del ser al no ser, quedan atrapados en el no ser llenando el
vacío con mercancías.
Buscamos el ser y esto nos lleva al fascismo ácrata lo
invertimos y logramos el anarquismo corporativo lo convertimos y logramos el
capitalismo espiritual, nos volvemos a invertir y estamos en el comunismo
complementario, que Dios tenga misericordia de nosotros y su Ruah nos convierta
a nosotros sus enemigos por fin en su
iglesia dispuesta a ser traspasada por su reino.
Diacriticas
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