La revolución Dharmica de la Reina del Sur
Si hoy se pude crear un vació en el laboratorio que dé pie a todo un nuevo
universo, ¿Acaso no se puede crear un vacío en el espíritu que bioteja un nuevo
mundo? No fue esto lo que nos enseñó el
buda hace más de 2500 años.
Veamos esto con relación al trabajo:
POR UN MUNDO ABSOLUTAMENTE OTRO
(Wolfi Landstreicher)
La vida desenfrenada, una aventura en
el otro absoluto, requiere la destrucción total no solo de «mi» trabajo, sino
también del concepto mismo de trabajo y la economía como la base de las
relaciones humanas. —Jean Weir
Si el proyecto anarquista puede parecer
incomprensible para aquellos que han aprendido a aceptar la necesidad de ser
gobernados, que han aprendido a preferir la seguridad a la libertad, ese
proyecto entendido en su totalidad, como el derrocamiento completo de todas las
relaciones sociales basadas en la obligación y la compulsión, incluso puede ser
incomprensible para muchos anarquistas. La idea de la destrucción del trabajo
se encuentra con frecuencia con la incomprensión. Y esto viene en más de una
forma.
La forma más frecuente de incomprensión
que he encontrado cuando he hablado de la destrucción del trabajo es la que
simplemente exclama: «¡Pero tenemos que comer!» De cierta manera, esta reacción
es muy similar a la respuesta al llamado a la destrucción de prisiones,
policías y estados que gritan: “¡Pero entonces la violación, el robo y el
asesinato correrían desenfrenados!” Es una respuesta que surge del hábito:
siempre hemos vivido de cierta manera. De esta manera, se dice que las
instituciones específicas satisfacen necesidades específicas; por lo tanto, el
trabajo y la economía son el marco institucional a través del cual se
proporcionan los alimentos dentro del sistema actual de relaciones sociales, y
no conocemos otros (excepto por rumores). Así que el pensamiento de un mundo
sin trabajo evoca visiones de hambre precisamente en el punto donde se detiene
la capacidad de soñar.
Otra forma de incomprensión implica
confusión sobre lo que es el trabajo. Esto se debe en parte al hecho de que la
palabra se puede utilizar de manera ambigua. De hecho, puedo decir que estoy
«trabajando» en un artículo para WD o en una traducción. Pero cuando estoy
haciendo estas cosas, de hecho, no funciona, porque no hay nada que me obligue
a hacerlo, no tengo la obligación de hacerlo; los hago únicamente para mi propio
placer. Y aquí es donde queda claro el significado básico del trabajo y su
destrucción.
El trabajo es una relación social
económica basada en la compulsión. Las instituciones de intercambio de bienes y
productos ponen una etiqueta de precio a la supervivencia. Esto obliga a cada
uno de nosotros a encontrar maneras de comprar nuestra supervivencia o de
aceptar la absoluta precariedad de una vida de robo constante. En el primer
caso, solo podemos comprar nuestra supervivencia precisamente mediante la venta
de grandes porciones de nuestras vidas. Por eso nos referimos al trabajo como
esclavitud asalariada: un esclavo es aquel cuya vida pertenece a otro, y cuando
trabajamos, el capital posee nuestras vidas. Y con la dominación mundial del
capital, cada vez más la totalidad de la existencia está impregnada por el
mundo del trabajo: no hay un momento que sea nuestro, a menos que lo
arranquemos ferozmente de las garras de este mundo. Si bien es cierto que la
esclavitud asalariada no se puede equiparar con la esclavitud de los bienes
materiales, también es cierto que los amos de este mundo, al referirse a
nosotros como «recursos humanos», dejan muy claro cómo nos ven. Entonces, la
supervivencia con una etiqueta de precio siempre se opone a la vida y el
trabajo es la forma que toma esta oposición.
Pero el robo (y su pobre primo, el
reciclaje de basura) no nos libera del trabajo. «Incluso robar bancos o
reapropiarse bienes permanece dentro de la lógica del capital si el autor
individual del hecho no tiene ya su propio proyecto en marcha» (Jean Weir). Y
aquí está uno de los malentendidos más comunes de una perspectiva antitrabajo:
confundir la evasión de tener un trabajo con el ataque al mundo del trabajo.
Esta confusión se manifiesta en un énfasis práctico en los métodos para
sobrevivir sin trabajo. Así, la supervivencia sigue prevaleciendo sobre la
vida. Uno se encuentra con tanta gente ahora dentro de ciertas subculturas de
influencia anarquista, que saben dónde están todos los basureros, todos los
alimentos gratis, todas las tiendas fáciles de robar, etc., pero no tienen idea
de qué hacer con sus vidas más allá de la supervivencia en las calles. La
persona con una idea clara de su proyecto que, por ejemplo, decide tomar un
trabajo temporalmente en una imprenta para aprender las habilidades y robar
todo el material que necesita para comenzar su propio proyecto de publicación
anarquista -dejando el trabajo tan pronto como se realicen sus tareas
proyectuales- está actuando mucho más puntualmente contra el mundo del trabajo
que el individuo que pasa sus días vagando de un contenedor de basura a otro,
pensando solo en cómo ha evitado un trabajo.
El trabajo es una relación social o,
más precisamente, parte de una red de relaciones sociales basadas en la
dominación y la explotación. La destrucción del trabajo (en oposición a su mera
evasión), por lo tanto, no puede ser realizada por un solo individuo. Quien lo
intentó todavía se encontraría atrapada en el mundo del trabajo, obligada a
lidiar con sus realidades y las elecciones que impone. Tampoco se puede
destruir el trabajo por separado de la destrucción completa del sistema de
relaciones sociales del que forma parte. Por lo tanto, el ataque contra el
trabajo comienza desde nuestra lucha para volver a valorar nuestras vidas. Pero
esta lucha se encuentra con los muros de la prisión que nos rodea en todas
partes, por lo que debe convertirse en la lucha para destruir todo un mundo
social, porque solo en un mundo que es absolutamente otro, lo que algunos
llaman un «mundo del revés», nuestras vidas serán verdaderamente nuestras.
Ahora podemos arrebatar momentos y espacios, y de hecho esto es necesario para
darnos tiempo para reflexionar sobre lo que nosotros, como individuos,
realmente queremos hacer con nuestras vidas. Pero la tarea de derribar los
muros de la prisión sigue ante nosotras.
De hecho, el proyecto insurreccional
anarquista, ya sea pensado en términos de trabajo, el estado, la familia, la
economía, la propiedad, la tecnología, la religión, la ley o cualquier otra
institución de dominación, sigue siendo el mismo. El mundo de la dominación es
uno. Las instituciones forman una red, y uno no puede escapar a través de las
grietas. Debemos destruir la red y aventurarnos a lo desconocido, habiendo
tomado la decisión de encontrar formas de relacionarnos y crear nuestra
existencia que es absolutamente otra, formas en que podemos experimentar ahora,
pero solo en nuestra lucha por destruir este mundo, porque solo en este la
lucha puede arrebatar el tiempo y el espacio que necesitamos para tales
experimentos. Y al hablar de un mundo que es absolutamente otro, poco se puede
decir. Cuando se le pregunta: «Pero si destruimos el trabajo, ¿cómo
comeremos?», todo lo que uno puede decir es: «Lo descubriremos a medida que
avancemos». Y, por supuesto, eso no es satisfactorio para aquellos que desean
respuestas fáciles. Pero si nuestro deseo es hacer nuestra vida nuestra, y si
esto requiere un mundo que es absolutamente distinto al mundo social en el que
vivimos, no podemos esperar tener las palabras para ese mundo. ¿Dónde las
encontraríamos? ¿Aquí?, ¿dónde incluso los primitivistas deben recurrir a
comparaciones económicas y un recuento de horas de trabajo para valorizar su
utopía? A medida que destruyamos el viejo mundo y experimentemos con nuevas
formas de vivir, las palabras llegarán, si se desean. Sus sombras a veces son
visibles en la poesía, pero si nos damos cuenta poéticamente de nuestras vidas,
¿desearemos aún las palabras?
Extraído y traducido del libro
Willful Disobedience, Vol IV, pg. 236–239 (2002–2003) – Editado por Ardent
Press (2009)
¿Qué es lo realmente otro?
El Espíritu y la Naturaleza, el Espíritu realiza su misterio
pascual en el evangelio, la naturaleza realiza su misterio dharmico en el
nirvana, la revolución es una inversión del misterio pascual que parte del
hombre moderno haciéndose Dios revelando un falso absoluto en su subjetividad,
por lo mismo las revoluciones son corruptas, están llenas de intereses, se
traicionan a sí mismas y simplemente cambian de amo, pero lo evangelios son iguales
y peores una vez entran en este mundo se determinan negativamente en la iglesia
para determinar positivamente a la sociedad, tal represión en gran parte ya fue
vencida por la sociedad laica y los escándalos pedófilos entre otros, revelan la
negatividad que la iglesia guarda.
¿Se puede estar en este mundo sin corromperse?
No, es decir no se puede mantener la otredad, el buda abre
un gran vacío que altera todos los sistemas, pero este nuevo mundo se va
acomodando al ya establecido se invierte en el perdiéndose y es que si no lo
hiciera su sobrevivencia no sería posible, luego de invertirse ¿Puede volver a
sí mismo? No del todo ya trae al mundo
con él.
El misterio pascual realizado en la resurrección de Cristo llena
de ser gracias al Espíritu Santo a su iglesia, la cual está en este mundo pero no es de este mundo, más a
los días será del mundo, volverá y pedirá perdón y será perdonada pero el mundo
vendrá con ella.
¿Qué hacer? ¿Cuidar de
nuestra pureza para no contaminarnos? Nada más fariseo ¿Ser cínicos total todos
están manchados? Eso es perder toda esperanza y con esto perdemos nuestra alma.
Lo que toca es una guerra de imaginarios interior una donde
la revelación del reino de Dios que está en nosotros, lucha contra este mundo.
He aquí la revolución dharmica.
Y el gran icono de esta revolución es Ghandi.
Que poco comprensible se hace a nosotros alguien que duerme
con niñas desnudo para ser su madre, pero solo ahí yo veo la imagen de la
naturaleza pura.
Que absurdo parece no denunciar judicialmente a tus
agresores, pero que puede denunciar la naturaleza simple.
Qué extraño es no
devolver el golpe y resistir pacíficamente, pero no es acaso lo que hace la naturaleza
con nosotros.
Y así todo Ghandi no deja de ser humano demasiado humano y
de cernirse sobre él una sombra temible.
Y es que imaginamos lo Santo como algo puro y no nos damos cuenta que cuando creamos un nuevo mundo
esté choca con el anterior originando una guerra de imaginaros esa es la guerra
que se vivió en el tiempo helenístico, Y
que culmina con el cristianismo, esa es la guerra que se vivió en la modernidad
con
todo el barroco y que culmine en el romanticismo con el hombre moderno como
animal genial, esa es la guerra que vivimos ahora y que parece culminar con el
ciborg, pero y si no culminara con el ciborg sino con el apocalipsis, la guerra
que estaríamos viviendo sería la definitiva y el armagedón se viviría en
nuestras conciencias.
https://www.youtube.com/watch?v=htYJH01wNCs
He aquí la revolución dhármica, la revolución donde el reino
de Dios es develado pero este reino es imposible develarlo sin develar el
infierno que hay en nosotros.
¿Entonces es posible superar el trabajo en una revolución dharmica?
Si a través del
extremos trabajo que se realiza en el arte done la vibración que logramos pasa de lo
solido a lo liquido a lo gaseoso y a lo plasmático
logrando una transferencia como huella de Dios y entonces surge el vagar deleitoso
sin finalidad ni trabas.
¿Este estado se puede mantener?
Si con más trabajo, superando cada reto, entrando en la
gracia divina, donde la vibración es mínima como en un condensado de bosones donde
el condensado de fermiones está en alta
vibración mientras nosotros no hacemos nada.
¿Se puede superar la violencia en una revolución dharmica?
Si pero con la extrema violencia, hasta alcanzar la paz.
El problema está en
querer destruir este mundo, es este mundo el que nos debe querer destruir a nosotros
y
en ese afán se destruirá.
Si luchas contra una capitalista tu serás un hiper
capitalista, si luchas contra un fascista tú serás un hiperfascista, si luchas
contra el ciborg tu será un hiper ciborg, si luchas contra el anti cristo, tu
será el anticristo, deja pues que luchen contra el amor que hay en el Espíritu
y la naturaleza y ellos serán tus amantes.
La cuestión es ¿Hemos logrado un vacío espiritual que cree
un nuevo mundo? ¿Hemos recibido de Dios el Espíritu Santo llenándonos de ser?
Porque si no hay esto en vano es nuestro esfuerzo revolucionario, sino hemos
sido poseídos por la santidad del Espíritu o explotado en la pureza de la
naturaleza, no hay revolución, ni evangelio, ni apocalipsis posible, busquemos
primero el reino de Dios y su justicia dentro de nosotros.
A mi amado hijo kie, al quien odio con todo mi ser en esta
guerra en que mi ego debe de perder en tu corazón victorioso guerrero de la
reina del Sur.
Por lo mismo no esperes una revolución pura, todas las
revoluciones en el fondo son dharmicas, pero hay de ti si te dejas determinar
por ellas, no peleamos por ideas o imágenes, sino que peleamos para acabar con
todas ellas, donde Digan que esta Dios ahí habrá que ir a matarlo de nuevo una
y otra vez, cuando veas que celebran, recuerda que celebran a este mundo porque
la naturaleza pura no puede tener ningún éxito y es que ella no puede ser
determinada , celebra más bien tu cada día la vida que ella te da, cuando se
levante la reina del sur no la vas a poder reconocer así que vela en cada
revolución más no te pierdas en ninguna de ellas y entonces la veras levantarse
junto a los ninivitas creyentes en la resurrección.
Sera el día cuando El Espíritu y la Naturaleza se abracen,
el evangelio y la revolución hagan el gran big bang dando inicio al nuevo cielo y a la nueva
tierra.
La vida y la doctrina de Jesús
En su niñez, llamaba Jesús su Padre á Dios.
Vivía entonces en Judea el profeta Juan, que anunciaba la
venida de Dios á la tierra: decía que si mudasen los hombres de manera de
vivir, si se tratasen como iguales, si no se ofendiesen y se ayudasen
mutuamente, bajaría Dios á la tierra y establecería en ella su reino.
Después de oír estas predicaciones, retiróse Jesús al
desierto para meditar acerca del sentido de la vida y las relaciones entre el
hombre y el principio infinito de todas las cosas, llamado Dios. Jesús
reconocía como Padre suyo aquel principio infinito, al cual daba Juan el nombre
de Dios. Cuando hubo permanecido muchos días en el desierto, pasando hambre y
sin alimentarse, pensó Jesús: —Siendo el hijo de un Dios omnipotente, debo de
ser tan poderoso como Él; pero tengo hambre, y sin embargo, no puede mi
voluntad proporcionarme pan; luego no soy todopoderoso. É inmediatamente añadió
para sí: —No puedo transformar en pan las piedras, pero puedo abstenerme de
comer pan. Por consiguiente, si no soy poderoso por la carne, lo soy por el
espíritu. Puedo vencer la carne: luego soy hijo de Dios, no en el cuerpo, sino
en el espíritu. De modo, que si en espíritu soy hijo suyo, puedo despojarme de
mi carne y destruirla. Pero, por otra parte, mi espíritu nació con envoltura
corporal por voluntad de mi Padre, y no puedo oponerme á su voluntad. Por lo
tanto, si no puedo satisfacer los deseos de la carne, ni despojarme de ella,
debo servirla y gozar de cuantas satisfacciones me proporciona. A esto hízose
la siguiente objeción: —Ni puedo satisfacer los deseos de mi carne, ni puedo
reducirla, pero como mi vida es omnipotente por el espíritu de mi Padre, debe
mi carne servir á ese espíritu únicamente: á mi Padre. Y entonces Jesús oro al
Padre y se le revelo su nueva carne en la resurrección, convencido de que la vida del hombre depende
del espíritu del Padre, dejó Jesús el yermo y empezó á predicar su revelación.
Decía que el espíritu estaba en él, que quedaba abierto el cielo, que se habían
unido á las del hombre las fuerzas celestiales, que empezaba para todos una vida
infinita y libre, y que los hombres en su totalidad, por desdichados que
fuesen, podían ser bienaventurados.
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